Cuando tomó posesión de su cargo en la Academia Brasileña de Letras (ABL), en 1992, el escritor bahiano João Ubaldo Ribeiro dijo, recordando a su predecesor, Carlos Castello Branco: “Tampoco soy un hombre de letras en el sentido estricto del término. Tan sólo soy un novelista, un contador de historias”. Para los estudiosos de su obra, fue algo más que eso: era un pensador de la identidad de su pueblo. Cronista, periodista y guionista, el intelectual que falleció en el mes de julio, en Río de Janeiro, con 73 años, era considerado, sobre todo, el narrador de una historia de Brasil.
Ribeiro se había graduado en derecho, hizo su maestría en administración y en ciencia política y se convirtió en docente de la Universidad Federal de Bahía (UFBA), pero abandonó la vida académica. Los investigadores que estudian su obra consideran que cobró relevancia no sólo como escritor, sino también como intelectual y politólogo. En ese campo, Viva o povo brasileiro desempeñó un papel vital. Para Rita Olivieri-Godet, profesora titular de literatura brasileña en la Université Rennes 2, en Francia, las páginas de Viva o povo brasileiro muestran a la isla de Itaparica, en Bahía, como un microcosmos del país. “El libro forma parte de las obras fundamentales del pensamiento brasileño sobre Brasil. Ribeiro pertenece a la categoría de los grandes intérpretes de la nación”, dice. A juicio de la investigadora, por el sesgo de un amplio fresco de los procesos históricos constitutivos de la sociedad brasileña y de sus desplazamientos, la novela revisa los diversos enfoques interpretativos elaborados por intelectuales y escritores a lo largo de los siglos. “Y le reserva un lugar destacado a las manifestaciones de la cultura afrobrasileña, lo cual le permite indagar los orígenes de los dramas sociales vividos por la población mestiza, negra y pobre, explorando el saber histórico de las luchas”, agrega Olivieri-Godet, autora de Construções identitárias na obra de João Ubaldo Ribeiro (Hucitec/ EdUEFS/ Academia Brasileira de Letras, 2009).
Cerca de cumplir 30 años desde su primera edición, en el próximo mes de octubre, Viva o povo brasileiro está considerada la obra maestra de Ribeiro, pues reflexiona justamente sobre las contradicciones nacionales entre lo real (el proceso histórico de colonización) y lo imaginario (la narrativa). Según Helena Bonito Couto Pereira, docente de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, la narrativa se inserta en el dominio de la metaficción historiográfica, un tipo de ficción que plantea la propia posibilidad de conocimiento histórico a través de una lectura intencionalmente subversiva del pasado. En la trama señalada entre los siglos XVII y XX, con pinceladas de ironía literaria, ingredientes del universo fantástico y ciertas dosis de subversión del discurso oficial, el autor explora las trayectorias de diferentes personajes, entre representantes de las tres etnias responsables de la población del país (el blanco, el aborigen y el negro). “En un extremo, se encuentran personajes que recuerdan a Macunaíma, en su irrefrenable egoísmo y falta de compromiso moral. En el otro, personajes auténticamente abocados a las luchas políticas, especialmente por la emancipación de los esclavos, pero, por encima de eso, por la instauración de una sociedad más justa”, dice Couto, que también se desempeña como Prorrectora de Posgrado e Investigación de Mackenzie. “Se trata, por ende, de una obra que suscita reflexiones sobre la desigualdad socioeconómica brasileña y sobre sus corolarios, tales como la violencia, miseria y crueldad, como producto del proceso de colonización y de la compleja composición étnica del país”.
Ribeiro contribuyó para un pensamiento antropológico y sociológico sobre las diferentes identidades en Brasil, desde la época colonial hasta el presente, por las mismas sendas, aunque más literarias, que Sérgio Buarque de Holanda (Raízes do Brasil, 1936) y Darcy Ribeiro (O povo brasileiro, 1995), entre otros. A través de las diversas construcciones del libro, salta a los ojos del lector una identidad mestiza, plural y transcultural. En opinión de Rita Olivieri-Godet, por un lado, existe una identidad “legitimadora”, que corresponde a la perspectiva de las elites y de las instituciones en el poder a lo largo de cuatro siglos de historia. Por el otro, la identidad de la “resistencia”, la perspectiva de los actores sociales en los puestos desvalorizados por la lógica dominante. Para sus estudiosos, el principal legado es la condición intrínseca en la obra de Ribeiro de rebelarse contra toda y cualquier forma de colonización del pensamiento, desde las más evidentes y brutales hasta las más sutiles.
Los expertos dicen que João Ubaldo Ribeiro asumió un rol de escritor intelectual, en la concepción del pensador palestino Edward Said, en busca de retratar con su pluma aguda y crítica las angustias individuales y las aflicciones sociales a partir de valores universales. “La misión literaria de Ribeiro era su compromiso con el pueblo. Como activo representante intelectual, se dedicó por entero a una actividad literaria comprometida y política, toda vez que luchó contra las formas de poder valiéndose de competentes prácticas intelectuales, porque supo cómo utilizar las palabras y cuándo intervenir por medio de ellas, pues sus novelas fueron concebidas como una manera de dar testimonio de los padecimientos sociales, de legarle a sus lectores la conciencia de las condiciones de subdesarrollo del país ex colonizado”, sostiene la lingüista Angela Antunes Conceição, autora de la tesis doctoral intitulada Caminos y sendas del comunitarismo cultural en José Luandino Vieira (Nosso musseque) y João Ubaldo Ribeiro (Viva o povo brasileiro): una identidad en (trans)formación, que defendió en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP), en 2011.
“Sin perder de vista su interés por la sociedad, la novela de Ribeiro incluso le inspira una ‘vida’ al alma del pueblo brasileño, del oprimido, del marginal y, al mismo tiempo, del opresor, de la elite, del burgués. João Ubaldo Ribeiro capta magistralmente el alma pluralizada de Brasil”, pondera Antunes. Almas brasileñas bravías, tal como muestran las últimas páginas de la novela: “No se sabe, nada se sabe, todo se elige. Todo es una elección, como ahora lo saben las conciencias tiritando en el frío infinito del cosmos, que las balancea como las rayas pescadas por los niños que hoy echan de menos. Almitas brasileñas, tan pequeñitas que daban lástima, tan bobas que daban pena, pero decididas a volver para luchar”.
De Itaparica al mundo
Los libros de Ribeiro trascendieron las fronteras de Brasil. Títulos tales como Setembro não tem sentido (1968), Sargento Getúlio (1971), O sorriso do lagarto (1989), A casa dos budas ditosos (1999) y O albatroz azul (2009) fueron traducidos a 12 idiomas. Más allá de las ediciones en inglés, francés, alemán, español e italiano, sus palabras resuenan en lenguas más distantes, como por ejemplo, esloveno, finlandés, hebreo, noruego y sueco. A lo largo de su trayectoria, el escritor fue laureado con distinciones tales como dos Jabuti (1972, por Sargento Getúlio, y 1984, por Viva o povo brasileiro) y el Premio Camões (2008). En el exterior, obtuvo el premio Die Blaue Brillenschlange (1995) y el Anna Seghers (1994), concedido por la Academia de Artes de Berlín, en la Feria del Libro de Frankfurt.
Y así como el intelectual bahiano valoró la brasileñidad en sus escritos, su cosmopolitismo no fue olvidado. Junto a Jorge Amado, es uno de los autores más conocidos en el exterior. Ésa es la opinión de Olivieri-Godet, quien integra el Institut Universitaire de France, y hace 20 años que reside en el exterior. “En Francia se lo estudia en las carreras de licenciatura y posgrado. En los últimos años, su presencia en el país, participando en mesas redondas y conferencias, también colaboró para movilizar al público en torno a su obra”, comenta la autora, que en noviembre lanzará Viva o povo brasileiro: a ficção de uma nação plural (Editorial É Realizações, 2004).
El propio Ribeiro realizó traducciones al inglés de sus obras, como en los casos de sargento Getúlio y Viva o povo brasileiro. Un trabajo hercúleo, considerando la refinación literaria y las líneas históricas de ambas obras. Por tratarse de un caso singular, esa proeza le garantizó al autor un prestigio extra entre sus pares. Alguien que después se empeñó en esas lides fue Maria Alice Gonçalves Antunes, directora del Instituto de Letras de la Universidad del estado de Río de Janeiro (Uerj) y autora del estudio que se transformó en el libro O respeito pelo original: João Ubaldo Ribeiro e a autotradução (Annablume, 2009). Entre otras consideraciones, Gonçalves Antunes señala que el texto traducido configura un ejercicio de equilibrio entre el lector extranjero y la cultura brasileña, y el autor supo acercarse al lector extranjero, sin deslucir la cultura original de su texto. “Siempre hay alteraciones cuando se traduce, pero no me agrada comentar sobre las posibles pérdidas que ocurren en las traducciones. Eso surge de una noción de la traducción como actividad de segundo orden. ¿Cuántas obras y autores brasileños, de la literatura y de teorías científicas, se hallarían presos dentro de un espacio geográfico y cultural si no fuese por la traducción?”, argumenta la lingüista.
Los investigadores son unánimes al afirmar que las historias de João Ubaldo Ribeiro posibilitan una identificación del lector con temas universales, esencialmente complejos y humanos. Así como hay líneas del escritor dedicadas a lo “exótico” latinoamericano, en sus entrelíneas se perciben dramas sencillamente humanos. Y balanceándose entre el ser brasileño y el cosmopolita, el regional y el universal, el singular y el plural, es donde vive el legado de su obra.
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