Desde Washington
Un congreso de científicos de varias nacionalidades, radicados en Brasil y Estados Unidos, dio marco a los festejos por el cincuentenario de la FAPESP, que se cumple en mayo de 2012. Además de estudios sobre Brasil con una visión diferente a la que se vive dentro del país, tal vez incluso por la distancia que permite la mirada extranjera, los investigadores de América del Norte también revelaron por qué buscan establecer colaboraciones con brasileños. En áreas tales como bioenergía, medicina tropical y biodiversidad, Brasil ofrece no sólo objetos de estudio, sino también una infraestructura privilegiada e investigadores con formación sólida. En total, los 45 disertantes dejaron en claro que las colaboraciones internacionales han sido y serán cada vez más fundamentales para el avance del conocimiento. La FAPESP Week se llevó a cabo entre el 24 y el 26 de octubre en la capital estadounidense, más específicamente en el Wilson Center, dedicado al encuentro entre estudiosos de todo el mundo. Del mismo forma parte el Brazil Institute, fundado en 2006 y dirigido por el periodista Paulo Sotero.
Fue un buen momento para el anuncio realizado por el director científico de la Fundación, Carlos Henrique de Brito Cruz, de un programa que financiará a investigadores extranjeros, con la contrapartida de pasar al menos 12 semanas al año en Brasil, durante un lapso de entre tres y cinco años, y mantener al menos a un posdoctorando en el país al frente del proyecto. En exclusiva, adelantó también una cooperación entre Boeing y Embraer para crear un centro de investigación sobre biocombustibles para aviación, que se hará realidad luego de un estudio de factibilidad con una duración prevista de entre 9 y 12 meses.
“La FAPESP fue concebida mediante el pionero reconocimiento de la importancia de la investigación y la capacidad de Brasil para brindar respuesta a la modernización”, dijo Celso Lafer, presidente de la Fundación, durante la ceremonia de apertura del evento. Lafer resaltó que el conocimiento es internacional en cuanto a su radio de acción y sus características y que las cooperaciones brindan resultados fructíferos para ambos países. “La internacionalización siempre fue una de mis preocupaciones”, afirmó Lafer, quien ya ha sido ministro de Relaciones Exteriores. Pero él hace suyo el crédito de ello en la FAPESP: “El esfuerzo por la internacionalización ya existía cuando asumí la presidencia, yo sólo lo he estimulado”.
La directora adjunta de la National Science Foundation (NSF), Cora Marret, destacó la extensa colaboración entre la agencia paulista y la estadounidense en varias áreas científicas, tales como energía, química e ingeniería. Se encuentran en tratativas, mediante reuniones de especialistas radicados en ambos países, las directrices del Dimensions of biodiversity, que acerca al Biota-FAPESP con una iniciativa similar de la NSF. “Unificaremos ambos programas”, dijo Brito Cruz.
Encuentros
Como buen festejo de cumpleaños, el acontecimiento en Washington fue escenario de encuentros, tanto entre brasileños y extranjeros, como entre investigadores de diversas áreas, que raramente mantienen contacto unos con el trabajo de otros.
En la conferencia sobre óptica y fotónica, la israelí Michal Lipson, radicada en la Universidad Cornell, comentó su sorpresa al visitar el Centro de Investigación en Óptica y Fotónica (CePOF) de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), y toparse con fibras ópticas disponibles para la investigación. Ese tipo de equipamiento suele utilizarse para la comunicación, muy lejos de los laboratorios. Según Hugo Fragnito, de la Unicamp, quien presentó las líneas de investigación del CePOF, Michal busca cooperación en Brasil no sólo con motivo de los equipamientos sino también debido a la calidad de la formación de la gente, comenzando por los estudiantes. El físico Paulo Nussensweig, de la Universidad de São Paulo (USP), quien disertó en la misma asamblea, justamente se encuentra preparando sus maletas para pasar un año en Cornell.
Un llamado a la cooperación también fue la introducción de Reynaldo Victoria, de la USP, al presentar el programa FAPESP de Investigación sobre Cambios Climáticos Globales, bajo su coordinación. Brasil se encuentra avanzando en varios frentes en tal área, una de ellas es la elaboración de un modelo climático adecuado para la región gracias a la supercomputadora instalada en el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) (lea el reportaje). El director del Inpe, Gilberto Câmara, remarcó la necesidad de perfeccionar la capacidad de observación por satélite. “Es necesario monitorear la Amazonia en tiempo real y crear conciencia de que el satélite está vigilando”, expresó. La actual tecnología permite imágenes mucho más detalladas, según mostró Robert Green, de la agencia espacial estadounidense, la Nasa. “Ahora hablamos de medición remota, más que de control remoto”. Câmara informó que una cooperación para la misión denominada Global Terrestrial Ecosystem Observatory, mediante un satélite conjunto, se está negociando con la Nasa. En su opinión, la información generada por ese tipo de inspección precisa estar completamente disponible para todos los ciudadanos, algo que todavía debe negociarse.
También se encuentra en etapa de negociación el programa científico, liderado por Carlos Alfredo Joly, de la conferencia Río+20, que tendrá lugar en Río de Janeiro durante el próximo año. Como coordinador del programa Biota-FAPESP, el investigador de la Unicamp se aboca no sólo a la investigación de la biodiversidad, sino también en discusiones políticas que evalúen su preservación.
La política y la investigación también están en el tapete de la discusión sobre bioenergía. “El aumento de la producción de combustible a partir de biomasa podría elevar la seguridad alimentaria”, afirmó Lee Lynd, del Dartmouth College, quien aboga por el uso de la imaginación para que combustibles y alimentación dejen de constituir campos opuestos. En su opinión, el ejemplo brasileño debe encabezar los esfuerzos en tal sentido. La FAPESP cuenta con una importante participación en ese desarrollo mediante el Programa de Investigación en Bioenergía, el Bioen, presentado por su coordinadora Glaucia Souza, de la USP. Marie Anne Van Sluys, de la misma universidad, mostró de que modo la genómica de plantas puede contribuir a la mejora de la caña de azúcar. Su trabajo ha revelado que algunos tramos duplicados del material genético, los elementos de transposición, son exclusivos de la caña y pueden suministrar información importante para la investigación del complejo ADN de esa planta líder en bioenergía.
La dimensión humana
En el marco de un encuentro poco común entre ciencias exactas y humanas, el simposio tuvo espacio para observaciones acerca de la política brasileña. Incluso opiniones extranjeras, tales como el análisis de Tulia Faletti, de la Universidad de Pensilvania, al respecto de la reforma radical y exitosa (aunque todavía mal financiada) del sistema público de salud que originó el SUS; las conclusiones de Scott Desposato, de la Universidad de California en San Diego, sobre democracia racial y corrupción, y el estudio de Elizabeth Stein, de la Universidad de Nueva Orleans, quien evalúa la audaz lucha de la prensa durante la represión perpetrada por la dictadura militar.
La importancia de enfoques diversos fue destacada en el combate contra las enfermedades valiéndose de las células madre, en la voz de Mayana Zatz, de la USP, y con relación a los recientes esfuerzos por lograr vacunas en el Instituto Butantan, según su director Jorge Kalil. El cáncer fue abordado por Ricardo Brentani, director presidente de la FAPESP y presidente del hospital AC Camargo. “Actualmente, no podemos tratar a los pacientes como antaño, por eso invertimos en investigación”, expresó. Investigadores de ambos países revelaron avances en la comprensión de las enfermedades. Walter Colli, de la USP, mostró de qué modo los genes del parásito Trypanosoma cruzi pueden actuar contra el mal de Chagas. Hubo espacio para abordajes inusuales, tales como el estudio de la tuberculosis a partir de alteraciones óseas en fósiles y de ADN antiguo por parte de Jane Buikstra, de la Universidad Estadual de Arizona. También vale destacar los modelos computacionales utilizados por Daniel Janies, de la Universidad Estadual de Ohio, para identificar cómo se diversifican las enfermedades en el mundo.
Pero un encuentro de estos no se limita a conferencias. Las conversaciones informales propician nuevos intercambios, tales como el cambio de ideas entre el médico de la USP Marcelo Urbano Ferreira y el físico Vanderlei Bagnato, de la USP de São Carlos, acerca de la viabilidad de matar con luz solar a las larvas de los mosquitos transmisores del dengue y la malaria. Oportunidades preciosas en un contexto en el que la ciencia se revela cada vez más interdisciplinaria e internacional.
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