Antes de echar unas gotas de edulcorante artificial en el café piénselo dos veces. Puede que no sean tan inofensivas ni inertes. Científicos del Instituto Weizmann, en Israel, comprobaron que los sucedáneos del azúcar pueden dañar el metabolismo de la glucosa y el microbioma –el conjunto de microorganismos– del intestino. Estas conclusiones surgen de un estudio llevado a cabo con 120 adultos sanos divididos en seis grupos. A cuatro de ellos se les proporcionaron sobres de edulcorantes comunes –sacarina, sucralosa, aspartamo o estevia– y los dos grupos restantes sirvieron de control. Dos semanas después, los investigadores detectaron cambios en la composición y en la función del microbioma y de las pequeñas moléculas que los microbios intestinales secretan en la sangre de las personas. Los endulzantes a base de sacarina y sucralosa alteraron significativamente la tolerancia a la glucosa en los receptores celulares, dificultando su absorción por las células, lo que podría contribuir al desarrollo de enfermedades metabólicas como la diabetes (los otros dos no mostraron ese efecto). Los dos grupos de control no presentaron alteraciones del microbioma o en la tolerancia a la glucosa. Los ratones libres de gérmenes a los cuales se les implantaron los microbios intestinales de más de 40 de los participantes del estudio que habían usado edulcorantes, también desarrollaron resistencia a la glucosa (Cell, 19 de agosto).
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