Imprimir Republish

Especial

Darwin, instinto y mente

Geospiza_magnirostris pbwikimedia commonsEn 1837, en el Cuaderno B, un cuaderno de notas en el cual registró ideas y observaciones diversas al respecto de la evolución, Darwin sostenía que “aun lamente y el instinto” reciben el influjo de la adaptación a nuevas circunstancias. Su correspondencia de la época y posterior también indica su interés por cuestiones psicológicas: en una carta de Edward Blythe a Darwin (1855) encontramos extensamente debatida la cuestión del instinto y de la razón en los animales y en los seres humanos. Alfinal de El origen de las especies (1859), Darwin previóque la psicología encontraría “una base segura […] en el fundamento […] de la adquisición necesaria de cada poder mental y de cada capacidad mental en forma gradual” (es decir, a través de la selección natural). T. H. Huxley, enuna conferencia de 1863, afirmó que el trabajo de Darwin “estaba destinado a ser la guía de la especulación biológica y psicológica para las próximas tres o cuatro generaciones”. Huxley subestimó el impacto de las ideas darwinianas: siguen siendo relevantes hasta hoy en varias áreas científicas, en particular en el área de estudios del comportamiento.

Una primera y notable contribución de Darwin reside en la generalización de los principios de la selección natural al comportamiento instintivo. El principio es simple: los rasgos de comportamiento, al igual que los anatómicos y fisiológicos, varían entre individuos, se transmiten por hereditariedad y se vuelven más  frecuentes en la medida enque proporcionen a los individuos una capacidad mayor para afrontar los desafíos ambientales y reproducirse. Darwin (1859) aplica la idea a instintos impresionantes como la tendencia del cuco europeo a poner sus huevos en nidos ajenos, el comportamiento de las hormigas que usan hormigas de otras especies como esclavas para la realización de las tareas del nido y la perfección hexagonal de las celdillas de los panales de las abejas. En cada caso, variantes individuales podrían haber sido seleccionadas a lo largo de generaciones, en función de la ventaja reproductiva, adquiriendo predominancia en la población. Darwin no elimina del instinto la operación de factores de cognición, su concepción sea cerca bastante al modo actual de considerar el comportamiento animal como producto de factores de alerta y plasticidad.

La idea de ubicar el comportamiento en un cuadro evolutivo permite comparar y catalogar a las especies con base en su interacción viva con el ambiente,que se entiendan mejor las funciones de las estrategias comportamentales y también (una idea peligrosa) que se tome al ser humano como una especie, emparentada en la manera de ser con otros animales considerados inferiores.

La teoría de la evolución comenzó con Darwin, pero no terminó con él. Hubo cambios significativos después de él en el estudio del comportamiento animal. Pero estos no eliminan el principio general: lo refinan y develan nuevas hipótesis. La teoría darwiniana se presenta como un esquema abierto y versátil del cual no es posible prever el desarrollo, adaptado paso a paso a las evidencias y refutado en algunos de sus despliegues.

Una recuperación importante de las ideas de Darwin fue la etología, postulada por Konrad Lorenz y su colega Niko Tinbergen en la década de 1930. Partían ambos de la idea de que existen elementos comportamentales heredables desencadenados automáticamente por estímulos del ambiente. Lorenz, llevando adelante una línea implícita en Darwin, empleó los comportamientos de especies de aves acuáticas, los anátidos, para reconstituir su parentesco y su desarrollo filogenético. Hoy en día se encuentra en plena efervescencia el análisis evolutivo comportamental, con aplicaciones importantes para la comprensión del origen del ser humano.

Tinbergen inauguró los estudios decampo en los cuales testeaba el valor adaptativo de patrones de comportamiento. ¿Porque será que, luego de la eclosión de un huevo, la madre gaviota agarra su cáscara y la lleva lejos del nido? La pregunta no tiene una respuesta obvia ni antropomórfica y es esclarecedor descubrir el juego evolutivo subyacente, hecho de costos y beneficios: al arrojar la cáscara lejos, el adulto disminuye la probabilidad de que el nido sea detectado por predadores.

De esta línea toma su punto de partida un abordaje vigoroso del comportamiento animal, la ecología comportamental. Además de promover la inserción del comportamiento en la matriz ecológica, formula hipótesis basadas en mecanismos diferenciales de transmisión genética. Contribuciones importantes fueron las de W. D. Hamilton al respecto de la aptitud abarcadora –que parece solucionar la cuestión de las castas estériles en insectos sociales, tan problemática para Darwin, y suministra una base para entender por qué la ayuda mutua se da más a menudo y de manera preferencial entre individuos emparentados; y las de R. Trivers sobre inversión parental,que explican por qué en general las hembras son más  selectivas en relación con sus compañeros reproductivos y por qué los machos son más promiscuos. El principio implicado es la selección sexual, postulado por Darwin,durante mucho tiempo soslayado.

La segunda contribución de Darwin a las ciencias del comportamiento tiene que ver con la comprensión del comportamiento humano. Es esencial. No se trata,como muchas veces se alega, de una perspectiva reduccionista, reacia a tener en cuenta las características de cognición y cultura que hacen al ser humano distinto. En ese sentido, Darwin (The descent of man, 1871) escribe: “Si pudiese juzgarse a sí mismo imparcialmente, un mono antropoide admitiría que […], aunque sea capaz de utilizar piedras para pelear o para cascar nueces, carecería absolutamente de condiciones de tener la idea de transformar una piedra en una herramienta […]. También reconocería que no le está dado seguir un razonamiento metafísico hasta el fin, o de resolver un problema de matemática, o de reflexionar al respecto de Dios, o de admirar un paisaje grandioso”. Las diferencias entre hombre y animal serían con todo, según él, degrado, no de naturaleza.

Darwin estudió, en un contexto comparativo, la expresión de las emociones humanas. Su libro (La expresión de las emociones en el hombre y en los animales), un best-seller en la época que salió, en 1872, no tuvo impacto sobre la investigación. Su propuesta fue retomada por el psicólogo P. Ekman casi un siglo después. Ekman, al igual que Darwin (pero con métodos mucho más sofisticados), describió de qué manera la cara refleja la rabia, la alegría, el medo y otras emociones y demostró, como él, el valor transcultural de las expresiones. Son notables las descripciones de Darwin. Demuestra ser,antes que Desmond Morris, un man watcher, un observador agudo del ser humano, y su meticulosidad fue legada a laperspectiva etológica. Paradójicamente, no fue darwiniano al pender hacia la “herencia del uso”, una versión de la hipótesis de transmisión de los caracteres adquiridos, para explicar el origen de la expresión humana de las emociones.

Los desarrollos más recientes del abordaje evolucionista del comportamiento humano retornan a los principios del propio Darwin: el de la selección natural y el de la selección sexual. Después de las propuestas de la etología humana y de la sociobiología, estamos hoy en día presenciando el desarrollo de la psicología evolucionista que busca, de manera audaz, una síntesis entre los aportes darwinianos y los propiamente psicológicos (Cosmides y Tooby, 1999). Este abordaje pone en conjunción cognición y procesos preprogramados y describe a la mente humana, heredada de contextos evolutivos previos,como compuesta por un conjunto de aptitudes naturales, que son adaptaciones producidas por selección natural y sexual y que derivan de la interacción entre genes y factores ambientales. Con base en esta estructura, los abordajes biológicos del comportamiento humano brindan nuevas hipótesis y resultados para nada triviales al respecto de aspectos variados del comportamiento humano,desde las preferencias sexuales hasta la competencia, el altruismo y el comportamiento agresivo.

La recepción inmediata de las ideas de Darwin en el campo psicológico no siempre fue entusiasta. “¡Cuántas ideas oscuras, cuántas ideas falsas!… ¡Qué lenguaje pretencioso y vacío!”, escribe en 1864 J. P. Flourens,que tenía libros publicadossobreinstintoanimal, al respecto de El origen de las especies. En una reseña de The descent of man, en la revista The Lancet (1871), leemos: “A los que […] exigen las pruebas más conclusivas [al respecto] de los atributos mentales y morales del ser humano… el conjunto de hechos presentado por el Sr. Darwin debe parecerles bastante inadecuado e inconcluso el razonamiento basado en ellos, cuando no totalmente falso”. Estas opiniones apresuradas contrastan con la impresionante vitalidad de las ideas darwinianas en psicología y en las ciencias del comportamiento de actual, no solamente en centros tradicionales de investigaciónsino en Brasil. Son muchas las promesas de avance en la comprensión tanto del instinto como de lamente.

César Ades es psicólogo, especialista en comportamiento animal y docente de la Universidad de São Paulo.

Republicar