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Memoria

De la Luna a la Tierra

El programa que hace 40 años llevó al hombre al satélite terrestre generó tecnologías en múltiples campos para la sociedad

NASANeil Armstrong pisó la Luna el día 20 de julio de 1969, ya con su famosa frase en la punta de la lengua: “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”. Atónito, el mundo se percató en aquel momento que acababa de asistir a una de las mayores realizaciones científicas de todos los tiempos, que iba más allá del apogeo de la carrera espacial entre Estados Unidos y la en ese entonces Unión Soviética. En los años siguientes, otros hombres caminaron sobre el satélite terrestre hasta la cancelación de las misiones Apollo, en 1972, para invertir en los transbordadores espaciales. A medida que el tiempo pasa, sin embargo, la importancia inicial del viaje a la Luna está siendo gradualmente revisada. Actualmente, investigadores y expertos del sector aeroespacial debaten sobre la real necesidad de las misiones tripuladas y se preguntan si existe alguna razón científica para volver al satélite terrestre, tal como fue programado por el gobierno estadounidense para 2020. Lo que no se discute son los spin-offs, que son los beneficios que los programas espaciales aportaron a la sociedad.

Spin-off es un término inglés que posee doble significación. Se utiliza para designar creaciones que devienen en productos o una nueva empresa que nace a partir de grupos académicos de investigación o de otra empresa. Cuando Neil Armstrong descendió sobre la superficie lunar seguido por Edwin Aldrin –Michael Collins quedó en órbita, en el módulo de servicio–, ambos vestían trajes diseñados específicamente para aquella misión. El tejido poseía una cobertura de fibra de vidrio resistente (no dilataba ni encogía) y no requería limpieza por contar con un recubrimiento de teflón, en el que la suciedad no se adhería. La ropa poseía control de temperatura para proteger a los astronautas del calor y del frío extremo (entre 117ºC de día y -173ºC durante la noche) y tejido antiflama. Las botas fueron modeladas en frío, en material rígido, para evitar el desgaste acelerado, aunque con juntas que las tornaban flexibles.

Los alimentos eran liofilizados. Esta técnica consiste en deshidratar la comida por congelamiento a -50ºC y luego se la seca y se la almacena al vacío, lo que evita la contaminación y conserva el 98% del valor nutritivo con sólo 20% del peso original. El purificador de agua desarrollado por los módulos utilizaba iones de plata y cobre. El aislamiento estaba construido con poliéster de politereftalato de etileno (PET) con una superficie metálica utilizada para reflejar el calor y los rayos infrarrojos.

NASAEsas tecnologías fueron desarrolladas dentro del proyecto espacial liderado por la Nasa, la agencia espacial estadounidense, a partir de 1958. Y todas se convirtieron en productos. El material utilizado en la ropa tuvo varios destinos: la fibra de vidrio con teflón se tornó cobertura para gimnasios deportivos; el control de temperatura se utiliza en los trajes de quienes trabajan en ambientes con altas temperaturas en industrias; el tejido antiflama se encuentra en los uniformes de los bomberos; el sistema de fabricación de las botas resistentes fue adaptado a los tenis. Los alimentos liofilizados se encuentran en los supermercados desde hace 30 años y los purificadores de agua son habituales en los hogares. El poliéster aislante cuenta con múltiples aplicaciones en los hogares para aislar del calor o del frío. Esos ejemplos fueron extraídos de las misiones hasta 1969 (conozca otros en los cuadros de abajo). Dos productos, el teflón y el velcro, se tornaron sinónimos de spin-off de la Nasa. En realidad, la agencia sólo les otorgó nuevo status a ambos, ya que el primero fue creado por la empresa Dupont en 1938 y el segundo es una invención suiza de los años 1940 –antes, por ende, del programa espacial. Gran parte del desarrollo de las tecnologías destinadas a solucionar problemas en ambientes extraterrestres se le encomendaba a grupos de investigación de universidades y empresas. En 1962, la Nasa inició el Programa de Utilización Tecnológica, del cual surgieron los Centros de Aplicaciones Industriales (IAC’s). Para informar a la comunidad científica al respecto de las tecnologías disponibles, se creó la publicación Tech Briefs y, a partir de 1973, se realizó el informe Technology Utilization Program Report, publicado anualmente. El objetivo es informar sobre los beneficios para la sociedad del programa espacial y combatir la idea de que la agencia derrocha el dinero del contribuyente estadounidense en proyectos inútiles.

“Los spin-off constituyeron la gran diferencia del programa norteamericano, si lo comparamos con el programa soviético”, dice Silvio Roberto Macera, investigador del Instituto de Aeronáutica y Espacio (IAE), del Comando General de Tecnología Aeroespacial (CTA). “Los soviéticos se contentaban con crear tecnología para un único fin, sin importarle su aspecto comercial, lo cual fue un error”. En Estados Unidos, gran parte de la investigación y desarrollo (I&D) era realizada por las empresas a pedido de la Nasa y existía la visión de que aquello debería ser útil también para la sociedad. Los spin-off demostraron contar con otras ventajas: creaban nuevos empleos y obligaban a las empresas a trabajar con un nivel de calidad impensado hasta entonces. “Cuando se trata de mandar gente al espacio, no se puede utilizar una invención que no sea plenamente confiable. Ésa es una precondición impuesta por la Nasa”, explica Macera.

NASATal vez, el mayor beneficio de la I&D en el área espacial no sea exactamente un producto palpable, como por ejemplo, los monitores cardíacos no invasivos, desarrollados desde 1965, que siguieron el desempeño de los astronautas en órbita en los transbordadores espaciales a partir de 1983. “Ninguno de los productos lanzados al mercado cuenta con una importancia similar a la del sistema de informaciones creado a partir de los satélites artificiales”, evalúa Petrônio Noronha, jefe del Laboratorio de Integración y Ensayos perteneciente al Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe). En los comienzos, colocar satélites en el espacio constituía un objetivo meramente militar, para espionaje. Con el avance de los proyectos espaciales, luego se percibió que éstos podrían desempeñar un papel cada vez mayor en el sistema global de comunicación, a partir de mediados de los años 1970. Hoy el mundo es completamente dependiente de los satélites en rubros tales como las telecomunicaciones y el ambiental. “Todo lo que forma parte de la observación de la Tierra, como lo es vigilar los desmontes e incendios y verificar el uso del suelo y el espacio urbano, se realiza vía satélite”, expresa Noronha.

Aunque los spin-off representan un avance innegable, el programa espacial que los generó se halla lejos de una aceptación unánime por parte de los científicos. “Cuando se realiza un esfuerzo que combina mucho dinero, talento e infraestructura, normalmente resulta en cosas buenas, tal como quedó demostrado durante la Segunda Guerra Mundial”, comenta Gilberto Câmara, director del Inpe. “Ocurre que se invirtieron alrededor de 150 mil millones de dólares en los 11 años del Programa Apollo. Si Estados Unidos hubiese gastado todo ese dinero sólo en la creación de materiales compuestos o en productos para la medicina, ¿no hubiéramos obtenido resultados aún más significativos?”, se pregunta Câmara, un crítico de los vuelos tripulados. El director no tiene la respuesta a esa pregunta. Pero considera saludable tenerla en cuenta, al conmemorarse los 40 años de la llegada del hombre a la Luna.

SPIN-OFF

NASAEspuma visco-elástica
Desarrollada por la Nasa en 1966 para absorber impactos, equipa las butacas de los transbordadores espaciales. Se trata de una espuma con “memoria”, que se hunde de acuerdo con el peso de cada parte del cuerpo y luego retorna a su estado original. Se utiliza en almohadas y productos ortopédicos.

Aparatos de gimnasia
En el año 2000 se creó un aparato de gimnasia muy simple, factible de ser manipulado en las shuttles, con hilos de nylon resistentes que permiten ejercicios versátiles. El equipamiento se tornó popular.

Dentífrico para tragar
Junto con médicos investigadores se desarrolló una crema dental comestible. El producto es útil en el área de la salud, para pacientes incapacitados.

Diagnóstico a distancia
Los experimentos en la ISS permitieron el desarrollo del diagnóstico con ultrasonido a distancia. En la Tierra, puede utilizarse para personas ubicadas en lugares alejados de los hospitales.

Anteojos con protección
Los lentes protectores contra rayos ultravioletas A y B (UVA/ UVB), creados por la Nasa son utilizadas por soldadores y también equipan anteojos para sol.

Fiebre en segundos
La misma tecnología que captura el calor de las estrellas se aplicó en un termómetro que capta la energía a partir del tímpano humano y mide la temperatura del cuerpo en dos segundos.

Suplemento alimentario
Un experimento realizado con algas para lograr un alimento de larga duración en el espacio resultó en un nutritivo suplemento lácteo para bebés.

Acero de alta resistencia
El programa espacial brasileño también cuenta con algunos spin-off. Uno de los más conocidos es el acero de alta resistencia y bajo peso, desarrollado conjuntamente por el CTA, y las empresas Eletrometal, Usiminas, Acesita y Wotan como uno de los componentes del Vehículo Lanzador de Satélites. Actualmente, el 300M se utiliza en los trenes de aterrizaje de aviones comerciales.

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