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Especial

De la nutrición animal a la investigación clínica veterinaria

El cuidado con la salud en la cría de ganado en la Unesp de Botucatú

Dos tractores de la década del 50, que hasta hace pocos meses se utilizaban para todo tipo de servicios en el campus Lageado – una de las tres estancias de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de Botucatú, de la Unesp -, fueron a parar a un museo. Durante su última misión, ayudaron a superar recientes dificultades en el cultivo de heno y legumbres, productos necesarios para la producción de alimentos para los animales destinados a la investigación.

El proyecto de recuperación y renovación de máquinas e instrumentos de las haciendas de enseñanza, de investigación y producción de la facultad fue apenas uno de los que la profesora Eunice Oba, del Departamento de Reproducción Animal y Radiología Veterinaria, envió a la FAPESP, hace cuatro años, cuando era directora de la unidad. Pero la aprobación del proyecto resultó beneficiosa para toda la facultad. Un ejemplo fue la recuperación de la fábrica de piensos para animales que, construida hace cuatro décadas, trabajaba a un ritmo muy lento en los últimos años. Del total de aproximadamente 1.5 millón de reales destinados por la FAPESP a proyectos de investigación en la facultad, parte fue invertida en la renovación de maquinarias y en modernización de las instalaciones, en la compra de dos tractores, de dos sembradoras – de forrajes y maíz- y de una cosechadora, entre otros equipos.

Resultado: la fábrica atiende hoy a toda la demanda de alimentos para animales, gastando apenas un tercio de lo que gastaba anteriormente. Asesorada por el sector de nutrición animal, la fábrica produce alimentos específicos para bovinos, equinos, porcinos, ovinos, caprinos, búfalos, conejos y perros. “Hoy en día conocemos la proporción de proteína bruta ingerida por animal”, dice Eunice. Datos como estos aumentan el control de las investigaciones en el área de Reproducción Animal, Cirugía Veterinaria, Clínica Veterinaria e Higiene y Salud Pública, realizadas a ocho kilómetros de allí, en el campus Rubião Júnior.

El campus acoge a las facultades de la Unesp en Botucatú, donde las inversiones del Programa de Infraestructura transformaron la realidad de la enseñanza y de la investigación. El Departamento de Reproducción Animal – uno de los cuatro de Medicina Veterinaria – pasó a contar con nueve laboratorios. Lo que hoy es el Centro de Biotecnología de Reproducción -instalado según estándares internacionales- no pasaba de un “galpón de madera, de piso precario, con desagües problemáticos, red eléctrica comprometida y completamente abandonado”, según el profesor Frederico Ozanam Papa, responsable del centro. Allí se realizan investigaciones y operaciones en bovinos y equinos y, desde la conclusión de las obras, a principios de 2000, el número de estudiantes de posgrado que frecuenta el centro pasó de menos de diez a 50. Estudiantes de varios estados brasileños y también de otros países de América Latina se sienten atraídos por el alto nivel alcanzado por la carrera. En la formación de grado, estudian cerca de 500 alumnos.

Ambientes integrados
La reestructuración de los ambientes del centro integró las prácticas clínica, quirúrgica y de investigación. Antes, las diversas etapas de una investigación se realizaban en lugares distantes: la colecta de semen, en el campo; la colocación de colorante en la lámina, en un edificio; la congelación del semen recolectado, en otro. Ahora, junto a la nueva área de colecta se montó un laboratorio didáctico, donde los alumnos analizan las muestras recién recogidas en microscopios electrónicos conectados a una cámara de video. El sector de microscopía es uno de los ambientes que se agregó tras la reforma, así como el laboratorio de medios, donde se preparan los materiales de investigación, y el local donde se realizan lo exámenes de preñez en yeguas.

El Laboratorio de Ovinos y Caprinos también fue reestructurado con la partida presupuestaria de Infraestructura. Investigaciones iniciadas antes de la reforma permitieron comparar un rebaño criado bajo condiciones antiguas con otro que creció en las nuevas instalaciones. Según el profesor Sony Dimas Bicudo, los animales del segundo lote alcanzaron mayor peso. “Estamos entusiasmados. La calidad de los experimentos depende de la salud de los animales”. Más funcional, el laboratorio pasó a contar con aparato de laparoscopia para inseminación artificial, lo que garantiza el 70% de fertilidad contra el 30% de inseminación natural.

El establo de madera dio lugar a una construcción de cemento, equipada con sistemas de climatización e iluminación que posibilitan simular el otoño y, así, inducir a los ovinos a la reproducción. La estructura del suelo, con espacios entre listones, tornó el ambiente más saludable. Hasta el final de 1999, nada de esto existía. No había ningún lugar propio para manejar estas especies. Colectas de sangre y semen, pesaje y ultrasonografía de ovinos, caprinos, bovinos y equinos compartían el mismo espacio. “Las yeguas se asustaban con el inquieto comportamiento de las ovejas”, cuenta el profesor Dimas Bicudo, quien junto a su equipo perdía mucho tiempo cercando a los animales retraídos.

Investigación agraria
La Facultad de Ciencias Agronómicas de Botucatú – que tiene la mayor parte de su estructura localizada en estancias, sobre todo en el campus Lageado – también recibió recursos del Programa de Infraestructura: cerca de 1.7 millones de reales para la reforma de sus laboratorios y de tres casas de vegetación, dos de Horticultura y una de Defensa Fitosanitaria. En ésta, los recursos permitieron tornarla tres veces mayor, además de pasar a contar con modernos sistemas de riego y climatización. Las investigaciones que allí se desarrollan buscan soluciones para curar enfermedades en cultivos agrícolas con la utilización de agentes químicos, físicos, biológicos o cambiando el manejo.

“Veinte proyectos vieron perjudicadas varias de sus fases por falta de espacio”, cuenta el profesor Antonio Carlos Maringoni, refiriéndose al período anterior a la reforma. Y pone como ejemplo el caso de los experimentos con fríjoles (porotos) y soja. Realizados en túneles plásticos, no permitían el control adecuado del desarrollo del cultivo de las enfermedades.

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