En 1966, el parasitólogo Leônidas Deane (Pará, Brasil, 1914-1993), quien por entonces se desempeñaba como docente en la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), describió el primer caso conocido de paludismo humano causado por el protozoario Plasmodium simium. Hasta entonces se pensaba que ese tipo de parásito causaba la enfermedad tan sólo en los monos. Los protozoos habían sido detectados en la sangre de un guardia forestal que recolectaba mosquitos en la copa de los árboles para los científicos en el Huerto Forestal de la Ciudad de São Paulo, un área de bosque donde anteriormente no se había registrado ningún caso de paludismo, la afección también conocida como malaria. La posibilidad de transmisión de esta forma de paludismo a otras personas, por intermedio de mosquitos que habían picado a monos infectados, no llegó a quedar demostrada en la época en que se la identificó. Medio siglo después, un equipo de científicos de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) retomó la hipótesis de Deane y propuso una sexta forma de paludismo humano, transmitida por mosquitos que se infectaron con P. simium al picar a primates contaminados. Esta hipótesis todavía deberá validarse mediante la realización de otros estudios. Y obtener el reconocimiento de organismos internacionales.
El paludismo es transmitido a los humanos por los mosquitos del género Anopheles contaminados con los agentes infecciosos, los protozoarios del género Plasmodium. Las diversas formas de malaria se diferencian mediante la identificación con el microscopio de la especie de Plasmodium que se multiplica en los glóbulos rojos de la sangre. Si bien los síntomas iniciales son similares –fiebre, escalofríos, cefaleas y dolores corporales–, la evolución de la enfermedad depende del agente causal: el P. vivax provoca un paludismo leve y el P. falciparum, una versión más grave (léase en el recuadro). Otra de las formas, causada por el P. knowlesi, fue descrita en 1965 en Malasia como la primera en ser transmitida a los humanos por mosquitos infectados al picar a primates, lo cual se caracteriza como una zoonosis, es decir, una enfermedad cuyo vehículo lo constituyen animales, que funcionan como reservorios de los agentes infecciosos. El P. knowlesi, descrito en 1932 en la sangre de monos y fácilmente confundible con P. malariae y P. falciparum, ha sido el responsable de una cifra en aumento de casos en Malasia –se registraron 703 en 2011 y 996 en 2013–, en Tailandia, Indonesia, Vietnam y en Filipinas.
La conclusión de que los monos podrían servir como reservorios de los protozoarios causantes del paludismo también en Brasil surgió como resultado de los análisis de muestras hematológicas de tres animales y de 20 habitantes de la región serrana de Río de Janeiro. “De entrada creíamos que se trataba de casos de paludismo causados por P. vivax, la forma más común de la enfermedad tanto en Brasil como en esa región en particular”, relata el parasitólogo Cláudio Tadeu Daniel-Ribeiro, investigador de la Fiocruz de Río de Janeiro. “Como los síntomas eran levemente diferentes, consideramos la posibilidad de que se tratara de la malaria de los monos descrita por Deane”.
En los análisis bajo el microscopio, el P. vivax y el P. simium registran escasas divergencias. El equipo de la Fiocruz pudo distinguir a uno de otro al identificar dos tramos del ADN mitocondrial distintos en cada especie y consideró que la posibilidad de infección por P. simium podría explicar los brotes en la zona del Bosque Atlántico fluminense. Los científicos identificaron P. simium en 28 de los 49 casos autóctonos (de origen local) de paludismo registrados en la región en 2015 y 2016. En este trabajo, llevado a cabo por la parasitóloga de la Fiocruz Patrícia Brasil, y descrito en un artículo que se publicó en el mes de octubre en la revista Lancet Global Health, se advierte sobre el riesgo de incidencia del paludismo en áreas alejadas de la Amazonia, origen del 99% de los 131 mil casos registrados entre enero y septiembre de 2017, de acuerdo con el Ministerio de Salud de Brasil. En 2015, la Organización Mundial de la Salud registró 214 millones de casos de paludismo y 438 mil muertes en 95 países como consecuencia de la enfermedad.
Un equipo de investigadores de la filial en Minas Gerais de la Fiocruz identificó P. simium, también mediante análisis molecular, en nueve ejemplares de un grupo de 65 monos aulladores marrones y capuchinos robustos en cautiverio o en áreas de Bosque Atlántico del municipio de Indaial, en el estado de Santa Catarina, tal como se relata en un estudio publicado en 2014 en la revista Memórias do Instituto Oswaldo Cruz. El mono araña es otra de las especies de primates que pueden albergar a ese parásito, que fue identificado en 1951 en un mono de un bosque cercano a la ciudad de São Paulo y descrito por primera vez por el parasitólogo carioca Flávio Oliveira Ribeiro da Fonseca (1900-1963), docente de la FM-USP. También se detectó P. simium en la sangre de monos de los estados de São Paulo, Espirito Santo y Paraná, según informa la bióloga Cristiana Ferreira Alves de Brito, investigadora de la Fiocruz de la ciudad de Belo Horizonte.
“La letalidad del paludismo entre la gente fuera de la región amazónica es mucho mayor, pues los médicos de las ciudades del sur y del sudeste de Brasil no sospechan que la fiebre alta y la anemia puedan ser síntomas de malaria”, dice Cristiana Ferreira. “Tenemos que poner sobre aviso a los médicos y a los centros de salud para que realicen un diagnóstico correcto, dado que el tratamiento resulta eficaz”. En noviembre de 2010, un turista proveniente de Nigeria y otro de Costa de Marfil fallecieron en São Paulo, víctimas del paludismo, luego de ser atendidos en hospitales cuyos médicos no supieron diagnosticar la enfermedad. El Centro de Monitoreo Epidemiológico del Estado de São Paulo registró en 2016 ocho casos de paludismo autóctono en humanos, y cinco hasta octubre de 2017, en su mayoría en ciudades costeras cercanas a bosques.
“A causa de las limitaciones que afrontan los médicos fuera de la región amazónica para reconocer la enfermedad, la descripción de casos de malaria en Río de Janeiro como una zoonosis se erige como un gran reto para el control de la dolencia”, comenta la bióloga Silvia Di Santi, investigadora de la Superintendencia de Control de Endemias (Sucen) y del Instituto de Medicina Tropical de la FM-USP. “Para caracterizar mejor esta situación, resulta fundamental ampliar las áreas de estudio en aquellas regiones con un mismo perfil epidemiológico, y describir el ciclo completo de transmisión por mosquitos, monos y humanos infectados”.
Los casos de paludismo transmitido en áreas de Bosque Atlántico que se extienden a lo largo del litoral brasileño se caracterizan por constituir una variante benigna de la enfermedad, según sostiene Di Santi. Los habitantes de la región serrana de Río de Janeiro infectados con P. simium presentaron síntomas similares, aunque más leves que los causados por P. vivax, y respondieron al tratamiento con una combinación de cloroquina y primaquina. Dos de los pacientes, al no poder tomar primaquina, fueron tratados solamente con cloroquina y, 18 meses después, no registraron recidivas. Según Ribeiro, el hecho de que el paludismo no haya reaparecido en esos individuos indica que el P. simium, a diferencia del P. vivax, puede que no mantenga cepas adormecidas del parásito en el hígado, que generalmente se eliminan por la acción de la primaquina.
En opinión de Ribeiro, la infección podría estar causada por P. simium o por P. vivax que se adaptó al mono y que llegó a la gente a través de los
mosquitos: “Recién vamos a saberlo cuando dispongamos de la secuenciación completa de sus genomas”. Entre los expertos, no existe un consenso al respecto de si P. vivax y P. simium serían especies diferentes o bien variantes de una misma. En un artículo publicado en 2005 en la revista PNAS, investigadores de la Universidad de California en Irvine, Estados Unidos, sostuvieron que podrían haber sido al menos dos contagios de P. vivax de primates a humanos o en el sentido opuesto en los últimos miles de años. “En África”, dice Ferreira, “el P. vivax y el P. falciparum se contagiaron de los monos a la gente”.
Artículos científicos
BRASIL, P. et al. Outbreak of human malaria caused by Plasmodium simium in the Atlantic Forest in Rio de Janeiro: A molecular epidemiological investigation. Lancet Global Health. v. 5, p. e1038-1046. 2017.
COSTA, D. C. Plasmodium simium/ Plasmodium vivax infections in southern brown howler monkeys from the Atlantic Forest. Memórias do Instituto Oswaldo Cruz. v. 109 (5), p. 641-53. 2014.
LIM, C. S. et al. Plasmodium vivax: Recent world expansion and genetic identity to Plasmodium simium. PNAS. v. 102 (43), p. 15523-2005.