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Buenas prácticas

Definiciones exactas de mala conducta científica

Daniel BuenoLuego de evaluar centenares de publicaciones, un grupo de investigadores de la Universidad de Barcelona, en España, y de la University of Split School of Medicine, de Croacia, constató que, si no se formulan políticas que definan explícitamente cuáles son los tipos de mala conducta en la ciencia y qué procedimientos deben adoptarse, se dificulta el establecimiento de un modelo de buenas prácticas académicas.

El artículo, publicado en diciembre en la revista PLoS ONE, analizó 399 periódicos de todo el mundo con alto impacto en el área de biomedicina, indexados en el Journal Citation Reports durante el mes de diciembre de 2011. Los autores observaron la predominancia y el contenido de las políticas enfocadas en las buenas prácticas, analizando procedimientos adoptados en casos de manipulación de datos y alegaciones de mala conducta.

Aunque las publicaciones en el área de biomedicina han asumido una posición de liderazgo en la formulación de políticas editoriales, existen escasas evidencias de cuáles políticas están enfocadas en la prevención de la mala conducta en la investigación científica y cuáles de ellas se encuentran disponibles para el público.

De los 399 periódicos científicos analizados, 140 aportaron definiciones explícitas de mala conducta en la investigación. La falsificación fue directamente mencionada por 113 publicaciones; fraguado de datos, por 104; plagio, en 224; duplicación, por 242; y manipulación de imágenes, por 154. El predominio de todos los tipos de políticas volcadas a apuntalar las buenas prácticas fue más elevado en revistas que endosaron distintas políticas emanadas de editoriales, asociaciones, Office of Research Integrity (organismo de Estados Unidos, encargado entre otras funciones de la prevención de malas conductas en la práctica científica) o sociedades científicas.

Las editoriales Elsevier y Wiley-Blackwell aportaron la mayoría de los periódicos incluidos en la investigación, siendo estos un 22,6% y 14,8%, respectivamente. En las publicaciones de Wiley prevalecieron las definiciones claras de falsificación y fraguado de datos, mientras que en los periódicos de Elsevier, predominaron las referencias a servicios de chequeo de plagio.

Los autores concluyeron que tan sólo un tercio de las principales publicaciones cuentan con definiciones de mala conducta disponibles públicamente y menos de la mitad describe procedimientos que deben adoptarse en casos de acusaciones de manipulación de informaciones. Como una forma de incentivar la formulación de políticas internacionales desde organismos asociados a la implementación de procedimientos, el estudio sugiere que las revistas y sus editoriales reglamenten y hagan públicas sus políticas, con el objetivo de aumentar la confianza en relación con los periódicos. Garantizando, incluso, un aumento en los niveles de transparencia en el ámbito académico.

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