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Carta del editor | 83

Duros indicadores, acciones urgentes

La ciudad más rica de Latinoamérica tiene una población de 10,4 millones de habitantes. De éstos, alrededor de un millón y medio gozan de un estándar de vida deseable, y poco más de 8,9 millones de personas viven por debajo de dicho nivel. Y lo que es peor: la calidad de vida se ha deteriorado en los últimos diez años en la capital paulista. Para verlo en números: los excluidos en la actualidad suman un millón más que en 1992, en este gigantesco aglomerado humano llamado São Paulo.

En 76 de los 96 distritos de la ciudad, la falta de una planificación adecuada ha profundizado las desigualdades, que ya de por sí eran enormes. Y las disparidades sociales se traducen en déficits de cupos en los jardines maternales, en los hospitales y en las escuelas, y en un creciente índice de homicidios en algunos de sus barrios. Toda esta perversa topografía social salta a la vista en un valioso trabajo elaborado para servir de apoyo a políticas públicas efectivas: el Mapa de la Exclusión y la Inclusión Social de la Ciudad de São Paulo, objeto del reportaje de tapa de esta edición, redactado por la editora Claudia Izique, con comienzo en la página 14. Dicho mapa, construido con base en datos del IBGE y cuya metodología de análisis está siendo utilizada por otros municipios brasileños, es a decir verdad el producto más destacado de un proyecto más amplio, intitulado Dinámica Social, Calidad Ambiental y Espacios Intraurbanos en São Paulo: Un análisis Socioespacial, desarrollado por un grupo multidisciplinario de investigadores, y que cuenta con el apoyo del programa de Políticas Públicas de la FAPESP.

Sería muy interesante que la actividad de investigación resultase siempre en buenas noticias. Pero no es así. Con cierta frecuencia, y en diversos ámbitos, y no solamente en el de lo social, dicha tarea lleva a indicadores preocupantes. Eso es lo que verificamos en el artículo dedicado a un amplio proyecto referente a la pesca marítima en Brasil (a partir de la página 32) financiado por el gobierno federal, que disputó la portada de esta edición de la revista. En dicho texto, el reportero Marcos Pivetta informa que los datos iniciales de la referida investigación, que se extenderá por todo el año 2003, sugieren que los recursos marinos existentes en aguas brasileñas, objeto de pescas sistemáticas industriales o artesanales, se encuentran al límite máximo de su explotación económica, cuando no lo superan. Y esto es malo. Pero claro, siempre existe un costado positivo en los indicadores o, más sencillamente, en el contacto consciente con la realidad: tal es la propuesta de acción implícita que dicho proyecto conlleva. En este caso en particular, existe una acción prevista, una vez efectuada la radiografía: con el nuevo conocimiento sobre el potencial pesquero de la costa brasileña, el gobierno pretende redimensionar y reorientar el esfuerzo de captura de seres marinos dentro de un área oceánica equivalente a poco más del 40% del territorio continental del país, siempre que sea necesario. En otras palabras: como dice Pivetta, el gobierno pretende definir qué, cuánto, dónde, cuándo y cómo pescar en la enorme franja marítima bajo jurisdicción de Brasil, sin hacer de ello una práctica predatoria.

Quizá se deba a la influencia indirecta del verano la abundancia de aguas en esta edición. A ellas volvemos en la sección Tecnología, en la cual la editora asistente Dinorah Ereno comenta en detalle cómo funciona un sistema integrado de gerenciamiento de represas y embalses, capaz de conciliar los múltiples usos de los reservorios, tales como la generación de energía eléctrica, la irrigación, la navegación, la pesca, la cría de peces y la recreación (a partir de la página 64). Dicho sistema, desarrollado por un grupo de investigadores paulistas con consultoría internacional, también pronostica escenarios futuros y trabaja no solamente con la represa en la cual es utilizado, sino también con toda la cuenca hidrográfica en la cual la misma se encuentra. Está siendo utilizado en el país y ha empezado a suscitar interés en el exterior. Esto significa que la inversión efectuada en el proyecto por el Programa de Innovación Tecnológica en Pequeñas Empresas (PIPE), está permitiendo transformar el conocimiento en riqueza -algo siempre deseable en las investigaciones tecnológicas.

Y para finalizar la lectura de esta edición con placer estético, vale la pena destacar el reportaje de Débora Crivellaro, que empieza en la página 82, y que aborda un estudio pionero, que analiza la obra del xilografista alemán Albrecht Dürer (1471-1528) perteneciente al acervo de la Biblioteca Nacional, con sede en Río de Janeiro.

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