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Zoolog

El arco iris, según los titíes y tamarinos brasileños

El comportamiento de ciertas especies de simios del país indica la existencia de cuatro patrones de visión de colores

Un estudio llevado adelante durante los últimos tres años en el Centro de Primatología de la Universidad de Brasilia (UnB) con 15 tamarinos o sagüíes y titíes brasileños sugiere que estos primates presentan al menos cuatro formas distintas de ver los colores. Dos hembras lograban discriminar todos los colores, más o menos como un ser humano normal. Otros dos animales del sexo femenino tenían una limitada capacidad de distinguir los tonos de verde; era como si tuvieran un tipo de daltonismo. Una tercera hembra tuvo problemas para reconocer dos matices de rojo, como si sufriera otra forma de daltonismo. Un cuarto conjunto de diez animales, que incluía ocho machos y dos hembras, falló al divisar el espectro visible de colores ubicados entre el rojo y el verde, que también incluye el anaranjado y el amarillo. Imaginamos que, en su ambiente natural, los animales de este último grupo tienen dificultades para reconocer un fruto rojo o anaranjado entre las hojas verdes, dice Valdir Pessoa, de la UnB, coordinador del experimento, llevado a cabo con seis titíes de cabeza dorada (Leontopithecus chrysomelas), cinco titíes de pinceles negros (Callithrix penicillata) y cuatro tamarinos midas (Saguinus midas niger).

La mayor parte de los trabajos sobre la visión de los así llamados monos del Nuevo Mundo, un grupo de primates superiores de nariz achatado que surgió  en América del Sur y Central hace aproximadamente 30 millones de años, parte del estudio de la biología de los titíes y tamarinos. En dichos trabajos, se miden en general cuántos tipos de células receptoras de color (los conos) existen en la retina de los animales. Si al igual que un hombre normal, el tití o tamarino en cuestión dispone de tres fotopigmentos (uno para el azul, otro para el verde y otro para el rojo), a dicho animal se le denomina tricromata. Cuando tiene células receptoras de tan sólo dos de los colores fundamentales, se le denomina dicromata. En ciertas ocasiones, los estudios incluyen también el análisis del ADN de los monos, donde pueden hallarse las mutaciones que llevan a distintas formas de tricromatismo o dicromatismo. Al estudiar la vista de los pequeños primatas brasileños, Pessoa y sus colegas eligieron otro camino: basaron su trabajo en el análisis del comportamiento de los animales. Allí radica la diferencia de nuestro trabajo, afirma el investigador de la UnB.

Pero, ¿cómo fue que los científicos brasileños dedujeron que un animal era capaz de reconocer un color y no otro? ¿Fueron literalmente a observar a los titíes y tamarinos en los montes, para ver si comían frutas de los más variados matices? Pues no fue eso lo que hicieron. Primeramente, los científicos, que mantienen los primates en viveros integrados al paisaje natural de Fazenda Água Limpa, donde está emplazado el Centro de Primatología, les enseñaron a asociar un color a la presencia de un alimento. Todas las veces que retiraban una ficha anaranjada que tapaba un orificio, encontraban un pedazo de fruta escondido en el agujero. Una vez que habían aprendido ese patrón de comportamiento, los animalitos debían optar entre dos fichas, una siempre en tonos anaranjados y la otra de un color diferente. Era de esperarse que, en caso de que el tití o el tamarino en cuestión lograra diferenciar entre ambos colores, optaría, en la mayoría de los casos, por mover la ficha anaranjada, y no la otra, con el fin de obtener el premio. En total, los primates debieron escoger entre 96 distintos pares de fichas, cada una de las cuales era de color, brillo y saturación específicos.

Una ventaja adaptativa
Discriminar entre azul y anaranjado fue fácil. Todos los primates, independientemente del sexo y de la especie a la que pertenecían, lograron diferenciar ambos colores en al menos 65% de los casos, el grado mínimo de acierto considerado suficiente como para convalidar el reconocimiento de una tonalidad. ?Un valor menor que ése puede derivar en una elección de color aleatoria por parte de los animales, afirma el biólogo Daniel Pessoa, otro autor del trabajo realizado con las tres especies de simios brasileños, que saldrá publicado en poco tiempo más en la revista científica American Journal of Primatology. Como era de esperarse, ninguno de los animalitos tuvo éxito al distinguir pares de fichas que oponían dos tonos distintos de anaranjado. Al final del experimento, los investigadores arribaron a la conclusión de que el comportamiento de los titíes y tamarinos ponía en evidencia la existencia de cuatro distintos patrones de percepción de colores. Pero no sabemos precisar todavía qué ventajas adaptativas pueden generar estos patrones de visión para los animales que están en el medio natural, asevera Daniel.

Estudios de biología molecular realizados en el exterior con otras especies de tamarinos y titíes llegaron a detectar hasta seis patrones de visión derivados de alteraciones  genéticas. Los científicos brasileños no analizaron el ADN de los animales del Centro de Primatología. Por tal motivo, no saben decir si tales mutaciones se relacionan con alguna de las cuatro formas de reconocimiento de colores que detectaron en el comportamiento de los primates. Hace 20 años que la ciencia venía recabando evidencias de que los monos del Nuevo Mundo, un grupo de simios que evolutivamente está más lejos del hombre y de los grandes primates antropoides, presentan algunos patrones de visión de colores muy particulares.  La mayoría de los primates, incluso el hombre, es siempre tricromata es decir, puede ver todas las mezclas de tonalidades en torno a los tres colores primarios (verde, azul y rojo). Pero los tamarinos y los titíes sur y centroamericanos pueden ser tricromatas o dicromatas. En general, los machos ven únicamente los matices ubicados alrededor de dos colores. Las hembras pueden ser tricromatas o dicromatas, con aparente predominancia de la primera situación.

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