¿Cuáles son las formas más eficaces de establecer cooperaciones entre investigadores de distintos países? El trabajo conjunto, cada vez más anhelado por lograr productividad y relevancia a menudo mayores que las obtenidas mediante trabajos individuales o asociaciones locales, aparece con mayor naturalidad en el contexto de un conjunto de factores, y uno de los más importantes de ellos es la posibilidad de conocer informalmente a colegas extranjeros, en congresos y simposios. En la frecuencia de las colaboraciones, también desempeñan roles importantes la analogía cultural entre los investigadores y la existencia de recursos asignados para la investigación cooperativa; aparte, por supuesto, de la excelencia académica y de los niveles de desarrollo tecnológico de los colaboradores, alicientes naturales para el logro de trabajos conjuntos de alto nivel. Estas conclusiones emergen de un estudio realizado por tres investigadores de Corea del Sur, publicado en la edición de diciembre de la revista Scientometrics. El artículo, con la autoría de Seongkyoon Jeong y Jae Young Choi, del Korea Institute of Machinery and materials (KIMM), y Jaeyun Kim, del Korea Institute for Industrial Economics and Trade (KIIET), presenta un modelo estadístico que plantea ponderar la importancia de diversos factores en la creación de cooperaciones internacionales, asociaciones dentro de un mismo país o en una misma institución, e incluso, de la opción por el trabajo individual.
El dato más significativo del artículo es el peso que le aporta a la comunicación informal entre los investigadores como factor fundamental del estímulo a las cooperaciones. Los autores observaron, por ejemplo, una relación directa entre la frecuencia de los viajes internacionales y la preferencia de los investigadores por publicar artículos científicos en coautoría con extranjeros, en detrimento de los trabajos individuales. “El resultado muestra de qué modo la comunicación informal con un establecimiento de investigación situado en el exterior puede acelerar las asociaciones internacionales”, escribió Seongkyoon Jeong, autor principal del artículo e investigador del Departamento de Políticas de Investigación y Desarrollo del KIMM. Internet y otros recursos de la tecnología de la información claramente favorecen la comunicación a distancia entre científicos, pero las evidencias revelan que la mayoría de los convenios comienza ni bien las partes establecen contacto personal. “Los diagramadores de políticas públicas deben estimular la frecuencia de las comunicaciones informales para alentar a los investigadores a beneficiarse de las oportunidades de cooperación internacional”.
Claro que la muestra evaluada es limitada: se analizó un conjunto de 1.530 artículos publicados entre 1997 y 2010 por investigadores del KIMM, un instituto gubernamental coreano para la investigación en mecánica que actúa como nexo entre las universidades y el sector industrial. Esos datos se cruzaron con otros informes acerca del desempeño de los investigadores, tales como, por ejemplo, los viajes de trabajo, nacionales e internacionales que realizaron durante el período. El estudio discute las motivaciones de los que más cooperan y ofrece un conjunto de sugerencias para que las instituciones de investigación y las agencias de fomento incentiven a sus investigadores a cooperar con estrategias más eficientes. Además de estimular la comunicación informal, recomienda promover procesos de calificación de los investigadores y otorgar mayor peso a la producción académica realizada mediante cooperaciones internacionales en este proceso de evaluación. O incluso crear líneas de financiación que estimulen investigaciones con potencial cooperativo.
La idea de que los encuentros personales con colegas extranjeros abonan futuras cooperaciones coincide con la experiencia de los investigadores brasileños. Vanderlei Salvador Bagnato, docente del Instituto de Física de São Carlos (IFSC), en la Universidad de São Paulo (USP), cita un ejemplo reciente. En abril, él coordinó un curso de dos semanas en São Carlos que contó con la participación de conferencistas y estudiantes extranjeros, la Escuela Avanzada Desafíos Modernos con Materia Cuántica: Átomos y Moléculas Frías. La iniciativa forma parte de una modalidad de apoyo de la FAPESP, las Escuelas São Paulo de Ciencia Avanzada, que apuntan a aumentar la exposición internacional de áreas de investigación de São Paulo que ya son competitivas a nivel mundial. Más allá de debatir sobre un tema emergente, el objetivo, según Bagnato, es captar alumnos del exterior y de otros estados para actuar en São Paulo. Tal como sucede en todas las Escuelas Avanzadas, la mitad de los alumnos invitados proviene de otros países y el programa aspira a que parte de ellos se inscriba para becas de posdoctorado en Brasil. “La escuela resultó extraordinaria para nosotros. Muchos estudiantes que participaron quieren venir a estudiar con nosotros o realizar posdoctorados. En especial, hay varios candidatos alemanes que anhelan pasar algunos meses aquí para discutir posibilidades de posdoctorado”, dice Bagnato. En lo concerniente a los profesores, nacieron varias cooperaciones. “La investigadora Natalia Berloff, de la Universidad de Cambridge, comenzó una colaboración con nosotros y condujo a una de mis estudiantes a realizar un doctorado sándwich en Inglaterra. El profesor Makoto Tsubota, de la Universidad de la Ciudad de Osaka, ya envió un visitante a nuestro laboratorio y nosotros pretendemos enviar estudiantes hacia allá. Hay muchos otros participantes que se encuentran colaborando con el profesor Philippe Courteille, también del Instituto de Física de la USP. Creo que la escuela fue una buena ventana para traer extranjeros para acá y establecer una fuerte cooperación constituida sobre pilares sólidos, ya que ahora ellos conocen también nuestra institución y no tan sólo uno o dos investigadores”, explica.
Contra el sentido común
Samile Vanz, autora de una tesis doctoral sobre cooperaciones científicas en Brasil (lea en Pesquisa FAPESP, edición Nº 169) y docente de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, considera que los hallazgos del grupo surcoreano son un punto de partida importante para el debate al respecto de las cooperaciones y apuntan un norte para futuros estudios. “Existe otro dato del artículo que contradice el sentido común, demostrando que no se observó correspondencia entre el hecho de que los investigadores hayan realizado doctorados en el exterior y un aumento en las colaboraciones internacionales. Por cierto, las agencias de fomento brasileñas solamente han financiado doctorados en el exterior en raras ocasiones, cuando se trata de áreas en las que el país todavía es endeble. Prefieren patrocinar los doctorados sándwich y los posdoctorados, con menor duración”, expresa. “Está claro que eso necesita investigarse con una muestra mayor, aunque sugiere que la idea de que es necesario enviar investigadores a realizar doctorados en el exterior para internacionalizar la ciencia brasileña, tal vez presente menor impacto que la estrategia de invertir con mayor empeño en la participación en simposios, congresos, visitas y misiones en el exterior”, agrega.
La investigadora afirma que la burocracia de las universidades y las reglas estrictas de las agencias de fomento provocan que los brasileños viajen menos al exterior de lo que podrían hacerlo. “Hablo basada en mi experiencia, la de alguien que se desempeña en una universidad federal. La autorización para un viaje demanda tiempo y atraviesa necesariamente diversas instancias. Y no se logra más de un apoyo por año en las agencias. Los recursos para participar en congresos, o para traer gente extranjera a congresos celebrados aquí, todavía son acotados”, afirma. “Hay mucho por avanzar en el estímulo para ese intercambio informal aquí en Brasil”.
Estudios citados en el artículo surcoreano revelan que la proporción de papers con alto impacto aumenta a medida que lo hace el número de autores por artículo: si los coautores provienen de diferentes países, el número de citas llega a ser dos veces mayor que en el caso de asociaciones dentro de un mismo país. “Quienes formulan políticas también han estimulado cooperaciones en grandes iniciativas bajo la influencia de un nuevo paradigma denominado Innovación Abierta”, escribieron los autores, refiriéndose a un modelo de investigación cooperativo, donde el flujo de información permite que las ideas sean mejor aprovechadas aunque no necesariamente por quien las generó.
Pero el deseo de cooperar afronta una carrera de obstáculos antes de convertirse en artículos publicados en coautoría. Marcelo Knobel, profesor del Instituto de Física Gleb Wataghin, en la Universidad Estadual de Campinas, comenta que sólo una fracción de los contactos internacionales se traduce en cooperaciones. “Hay asociaciones que comienzan auspiciosas pero no trascienden. La incompatibilidad puede deberse al timing. Hay interés, pero una de las partes no se encuentra tan disponible como la otra. A veces, el problema reside en el exceso de confianza, uno de los colaboradores quiere publicar enseguida y el otro no. O bien se trata de un exceso de celo, una de las partes quiere probar 30 veces y la otra no lo cree necesario”, dice Knobel, quien ya constituyó cooperaciones con colegas de más de 20 países y suele recibir en su laboratorio a investigadores visitantes de más de 20 nacionalidades (lea en Pesquisa FAPESP, edición Nº 175). Las motivaciones para cooperar son múltiples, afirma. “Puede tratarse de un joven investigador en busca del conocimiento del más viejo, o del científico sénior sin tiempo para ocuparse más y que necesita el auxilio de jóvenes talentosos. En ocasiones, es el caso de investigadores experimentales que necesitan la ayuda de teóricos, o viceversa. O también se trata del experto en una determinada técnica, al que los investigadores convocan en busca de un apoyo específico”, explica. El contacto personal con colegas de otros países resulta indispensable para que la cooperación sea exitosa. “Uno no necesita conocer a un investigador para saber lo que él está haciendo. Basta con leer sus trabajos científicos. Pero para cooperar es necesario tener contacto personal, comprobar si los gustos e intereses confluyen, si el diálogo tiene resonancia. En definitiva, para eso es que se realizan tantos congresos y simposios”, dice el investigador, quien en 2010 ayudó a coordinar el simposio Frontiers of Science, organizado por la Royal Society y por la FAPESP, que reunió en Itatiba, en el interior paulista, a un grupo de 76 investigadores de Brasil, del Reino Unido y de Chile para debatir grandes interrogantes del conocimiento desde una óptica multidisciplinaria. “El objetivo del simposio era precisamente el de convocar investigadores para conversar y estimular cooperaciones”, afirma.
Artículo científico
JEONG, S. et al. The determinants of research collaboration modes: exploring the effects of research and researcher characteristics on co-authorship. Scientometrics. v. 89, p. 967-83. 2011.