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Clima

El calentamiento global puede incrementar la intensidad de los ciclones extratropicales

En septiembre, un fenómeno de este tipo causó muertes y destrucción en el sur de Brasil

Destrucción en el valle del río Taquari (Rio Grande do Sul), en septiembre pasado, como consecuencia de las fuertes lluvias y vientos

Silvio Avila / AFP vía Getty Images

En los cinco primeros días de septiembre, la zona central del estado brasileño de Rio Grande do Sul soportó la caída de 300 milímetros (mm) de lluvia. El fenómeno de precipitaciones extremas estuvo acompañado de la caída de granizo y ráfagas de viento de hasta 100 kilómetros por hora, dejando a su paso una estela de destrucción en unos 90 municipios de la región. Los hogares de alrededor de 4.700 personas quedaron completamente destruidos y otras 20.500 debieron ser evacuadas. El saldo fue de más de 50 muertos y 900 heridos debido a los deslaves y aluviones causados por el desborde de ríos como el Taquari, a unos 120 kilómetros al noroeste de Porto Alegre, la capital del estado. El suceso fue la mayor catástrofe natural de la historia del estado.

La tragedia tuvo su origen en un ciclón extratropical, como se denomina a las tormentas de viento, generalmente más débiles pero similares a huracanes, que se producen en las franjas del globo situadas entre los 30 y los 60 grados de latitud, fuera de la zona tropical. En la jerga meteorológica, un ciclón de este tipo se forma cuando aparece un sistema frontal: el encuentro de dos masas de aire con densidades y temperaturas diferentes, una fría y otra cálida.

Este tipo de fenómeno meteorológico es relativamente común en el sur del país y puede provocar desde lluvias débiles hasta tormentas devastadoras, como la ocurrida en septiembre en Rio Grande do Sul. Los ciclones extratropicales severos son bien conocidos por los habitantes de este estado: en junio de este año, más de 40 localidades del norte del estado se vieron afectadas por otro fenómeno de esta categoría.

La intensificación de los ciclones extratropicales que se forman en el continente puede estar influenciada por la diferencia de temperatura entre la superficie terrestre y la de los océanos, especialmente durante el invierno. En esta estación, el continente se encuentra más frío que los océanos, cuya temperatura desciende más lentamente porque retienen más el calor.

“Además, el aire sobre el continente sudamericano se encuentra más seco que sobre el Atlántico. A medida que se avanza hacia el océano, el aire seco y frío continental absorbe el calor y la humedad de las aguas oceánicas. La diferencia de temperatura entre el aire y el agua del mar, así como la baja humedad relativa del aire facilitan aún más la evaporación de las aguas del Atlántico, aportando más calor y humedad a la atmósfera”, dice Manoel Alonso Gan, meteorólogo del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe). En las zonas más altas de la atmósfera, el vapor de agua pasa a la fase líquida. Así como la evaporación del agua le roba calor a quien lleva puesta una camiseta mojada, la licuefacción del vapor genera calor, aportándole más energía al ciclón.

No ha estudios concluyentes que comprueben que los ciclones extratropicales se están tornando cada vez más frecuentes o intensos. Aunque no se ha arribado a un consenso, algunos trabajos indican que, como resultado del calentamiento global, tenderían a ser menos numerosos, pero habría un incremento del número de eventos más potentes. “Los análisis numéricos globales muestran que, a lo largo de los años, la cantidad de ciclones ha ido disminuyendo. Sin embargo, se ha incrementado la cantidad de los más intensos”, explica Gan. En Sudamérica, los ciclones extratropicales se forman normalmente en el tramo de la costa comprendido entre el sur de Argentina y Río de Janeiro.

“Por tratarse de un centro de baja presión, es decir, con menos aire que a sus alrededores, los ciclones están íntimamente vinculados a la inestabilidad atmosférica”, comenta el meteorólogo André Nunes, de la Universidad Federal de Pelotas (UFPel). “Para intentar equilibrarse, el sistema atmosférico hace que el aire converja hacia el centro de baja presión”.

En el hemisferio sur, los ciclones giran en sentido horario, mientras que en el norte lo hacen al revés, en sentido antihorario. Esta particularidad se debe al efecto Coriolis, que empuja hacia el oeste a los vientos cálidos que soplan desde el trópico hacia los polos y hacia el este a los que soplan en sentido opuesto.

Los sistemas de baja presión suelen formarse sobre los continentes, pero no necesariamente son ciclones extratropicales. Estos generalmente aparecen sobre los océanos, donde la evaporación del agua es mucho mayor. “El encuentro entre la corriente cálida oceánica de Brasil y la fría de las Malvinas frente a las costas de Rio Grande do Sul favorece la formación más frecuente de ciclones en el sur del país”, dice Nunes.

Los ciclones extratropicales tienen una parte cálida en su sector oriental ‒ por donde ingresa la masa de aire a mayor temperatura ‒ y una fría en su sección occidental, la región bajo influencia del aire frío o de origen polar. “Al borde de la masa de aire frío se lo denomina frente frío y, al de la masa de aire tropical, frente cálido”, comenta Nunes. A menudo, los medios de comunicación informan que los frentes fríos procedentes del sur, que suelen traer lluvia y frescor, forman parte de los ciclones.

La mayoría de las veces, solamente los contornos del ciclón alcanzan el continente, no así el centro, que generalmente suele estar situado sobre el océano. Pero dependiendo del volumen de la masa de aire cálido de un ciclón o en la región prefrontal de un frente frío, pueden producirse tormentas e inestabilidad incluso en los bordes de la formación, y no solo en el corazón del fenómeno. Cuanto más cálido y húmedo es el aire, mayores son las probabilidades de que se produzcan tormentas.

La geografía de América del Sur propicia la aparición de ciclones extratropicales. “Cuando los vientos alisios azotan la cordillera de los Andes, se desplazan hacia el sur y contribuyen a la formación de ciclones”, explica Nunes. Estos vientos, cálidos y húmedos, soplan en sentido este-oeste en la región ecuatorial.

Huracán o tifón
A diferencia de los extratropicales, los ciclones tropicales que se forman en el océano en latitudes cercanas al ecuador se generan como consecuencia del calentamiento de la superficie. Suelen ser de menor extensión y más violentos. Los que se originan en el Atlántico, en las inmediaciones de Centroamérica y Norteamérica, son llamados huracanes; a los de Asia se los denomina tifones y a los que se generan sobre el océano Índico, simplemente ciclones tropicales.

“Son siempre fenómenos severos, pero suelen disiparse al ingresar al continente porque cesa el aporte de humedad procedente del océano”, comenta Nunes. En cambio, la intensidad de los ciclones extratropicales, como los que se producen en el sur de Brasil, es muy variable. El problema radica en que los más severos parecen haber aumentado su frecuencia.

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