NPL ARCHIVE, SCIENCE MUSEUMLa palabra computadora se empleaba únicamente en un determinado sentido hasta las primeras décadas del siglo XX. Su significado designaba pura y exclusivamente a una persona que hacía cálculos, un profesional involucrado en el uso de algoritmos. Computar requería muchas horas de trabajo mediante una gran concentración, contando tan sólo con la ayuda de instrumentos tales como el ábaco o la máquina de sumar. Pero en 1936, el inglés Alan Mathison Turing, nacido hace 100 años, escribió un trabajo académico de lógica en que postulaba una estructura matemática abstracta a la que denominó “máquina universal”, capaz de efectuar cualquier tipo de cálculo. El artículo On computable numbers, with an application to the Entscheidungsproblem, publicado a comienzos de 1937, es considerado uno de los fundadores de la ciencia de la computación.
Cuando escribió On computable numbers, Turing no estaba pensando en una máquina que pudiese construirse: su objetivo era solamente resolver un problema de lógica. “Su máquina universal, conocida como ‘máquina de Turing’, a decir verdad era una metáfora de las ideas fundamentales que luego se emplearían para construir el ordenador”, dice el matemático Ubiratan D’Ambrosio, profesor emérito de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp).
En el mismo artículo, Turing planteó una solución de una cuestión matemática, el Entscheidungsproblem (el problema de decisión): determinados problemas no pueden resolverlos máquinas o computadoras teóricas.
El inglés no fue el único que pensó en eso. También en 1936, el lógico norteamericano Alonzo Church, quien ya era doctor, escribió y publicó de manera independiente un artículo en que arribaba a la misma conclusión. Turing, en ese entonces con 25 años, fue a hacer su doctorado bajo la dirección de Church en Universidad de Princeton, en Estados Unidos. En 1939 regresó a Inglaterra y empezó a trabajar para el gobierno.
Todo empezó porque los militares ingleses se enteraron de su gusto por crear y descifrar códigos, entonces lo convocaron a trabajar con un grupo de científicos en un proyecto secreto. El objetivo era descifrar las órdenes alemanas –codificadas mediante el empleo de una máquina llamada Enigma– enviadas a los submarinos que patrullaban el Atlántico. Era una cuestión capital para los ingleses. Los submarinos alemanes impedían la circulación de los buques británicos dejando a Inglaterra casi aislada. Turing logró romper el código al perfeccionar una enorme máquina decodificadora llamada Bomba, cuya primera versión había sido construida por científicos poloneses. De este modo, la escuadra inglesa dejó de ser sorprendida por los ataques del Tercer Reich.
“Aparte de ser un teórico brillante, Turing tenía un fuerte costado práctico”, dice Newton da Costa, matemático jubilado de la Universidad de São Paulo y profesor de filosofía de la Universidad Federal de Santa Catarina. Entre otros proyectos, creó por ejemplo la máquina piloto ACE, sigla de Automatic Computing Engine, una especie de ancestro de la computadora, para “abordar problemas complejos”.
En 1950, el matemático publicó su artículo seminal, Computing machinery and intelligence. “Propongo que consideremos la siguiente cuestión: ‘¿las máquinas pueden pensar?’”, escribió en la primera línea del texto. “Turing introduce una discusión acerca de si es justificable denominar a una computadora cerebro electrónico, y sienta las bases de lo que sería el campo de la inteligencia artificial”, explica D’Ambrósio. “Con trabajos como ése, ejerció su influencia en toda la cultura contemporánea, no solamente en la lógica y en la matemática”, dice Costa.
La vida personal de Turing fue mucho más difícil que la académica. Homosexual, fue arrestado en 1952 bajo la acusación de indecencia grave con otro hombre, con base en una ley de 1885, la misma que llevó a Oscar Wilde a la cárcel en 1895. El matemático aceptó conmutar su pena por una castración química y usar estrógeno para “curarse” de la homosexualidad. En 1954, a los 41 años, Turing murió al morder una manzana envenenada con cianuro. Para la policía inglesa fue un suicidio. Su familia y sus amigos jamás aceptaron esa versión.
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