De tiempo en tiempo, surge una ola de optimismo, casi siempre frustrada, acerca de la posibilidad de uso de compuestos psicodélicos para tratar problemas de salud mental. Extraídas de plantas o sintetizada en laboratorio, esas sustancias suelen alterar la percepción de la realidad y las emociones, y causar una sensación de bienestar, y además pueden provocar episodios de ansiedad con menor frecuencia. La diseminación de su uso recreativo en la década 1960 entre los movimientos contraculturales llevó a las autoridades sanitarias a prohibir el acceso a estos compuestos en muchos países, aunque algunos permiten su uso restringido a investigaciones. La ola actual de entusiasmo cobró fuerza durante los últimos años con la publicación de resultados prometedores de estudios muy bien planificados y realizados con mayor rigor, aunque con pocos participantes, con miras a evaluar la seguridad y la eficacia de los psicodélicos, algunos naturales, tales como la psilocibina y a ayahuasca, y otros sintéticos como la ketamina.
“La psiquiatría necesita nuevos medicamentos porque muchos de los que existen actualmente no muestran la eficacia necesaria contra ciertos casos de depresión”, afirma el psiquiatra Jaime Hallak, docente de la Universidad de São Paulo con sede en la localidad de Ribeirão Preto (USP-RP), quien coordina una red de científicos que investiga el potencial terapéutico de los psicodélicos. Uno de los compuestos evaluados por el grupo es la ayahuasca, producida mediante la decocción de las hojas del arbusto Psychotria viridis, conocido como chacruna, y la corteza de la liana Banisteriopsis caapi, también denominada yagé o mariri, entre otros nombres. Utilizada por los pueblos originarios de la Amazonia en rituales de cura espiritual, la ayahuasca fue incorporada a partir de la década de 1930 en ceremonias de sectas religiosas creadas por los caucheros: Santo Daime y União do Vegetal, en el estado de Acre, y Barquinha, en Rondônia. En la década de 1980 pasó a consumírsela en otras partes del mundo. En Brasil, su uso está legalizado desde el año 1987 con fines rituales. Más recientemente, se empezó a analizar la potencial acción antidepresiva de esta bebida, si bien que su consumo aún se encuentra lejos de poder recomendarse como tratamiento contra la depresión.
En uno de los sus trabajos más recientes, los grupos de Hallak y del neurocientífico Dráulio Barros de Araújo, de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN), evaluaron la acción antidepresiva de una única dosis de ayahuasca administrada a pacientes con depresión severa que no respondían a los medicamentos usuales. En ese experimento, realizado en el Hospital Universitario Onofre Lopes, en la localidad de Natal, se seleccionaron 29 personas aleatoriamente para que tomaran el té o una bebida sin acción farmacológica (placebo), formulada con un sabor y con aspecto de ayahuasca. Antes, durante, y una semana después del tratamiento, los investigadores realizaron una serie de evaluaciones psicológicas y fisiológicas con los participantes (14 tomaron ayahuasca y 15 placebo), aparte de tomar imágenes mediante resonancia magnética nuclear para evaluar alteraciones en el funcionamiento del cerebro. Durante el experimento, ni los investigadores ni los participantes sabían quiénes habían tomado ayahuasca o placebo: es el método llamado doble ciego.
Ambos grupos exhibieron una disminución del cuadro depresivo después tras el experimento, con una mejoría significativamente mayor entre los que tomaron ayahuasca. La diferencia se hizo más importante al séptimo día después del tratamiento: alrededor del 60% de las personas que tomaron el preparado con las hojas y la liana habían exhibido una merma superior al 50% de los síntomas de depresión, ante un 27% en el grupo que tomó el placebo. La mitad de los participantes del primer grupo estaba completamente libre de los síntomas, ante un 10% del segundo, de acuerdo con artículo publicado online en junio de 2018 en la revista Psychological Medicine. “Hasta donde sabemos, este es el primero ensayo clínico controlado con placebo que se ha realizado con ayahuasca”, comenta Barros de Araújo, quien ya ha probado la bebida algunas veces.
Barros de Araújo empezó interesarse en el estudio de la ayahuasca en el año 2005, cuando se encontraba efectuando una transición de su área de formación, la física, a la neurociencia. Con Hallak realizó entonces un experimento, descrito en 2012 en la revista Human Brain Mapping. Los científicos invitaron a 12 personas habituadas a tomar ayahuasca para tomarles imágenes del cerebro en funcionamiento bajo los efectos de la bebida. Los participantes observaban algunas imágenes y después cerraban los ojos. Bajo el efecto de la ayahuasca, la región del cerebro encargada del procesamiento visual permaneció activa aun cuando estaban con los ojos fechados. Esto quizá explique las visiones que registran algunas personas cuando toman el té. Con los ojos fechados, lo esperable sería que esa área cerebral se encontrase menos activa.
Otros dos estudios con resonancia magnética ayudan a explicar por qué los usuarios frecuentes de ayahuasca parecen más autoconscientes en los test realizados. En uno de ellos, la neurocientífica Fernanda Palhano-Fontes, de la UFRN, observó que, durante la ingestión del compuesto, las personas exhiben una actividad menor de la red cerebral accionada cuando se está divagando o revolviendo pensamientos, algo común en la depresión. Según los investigadores, los resultados apoyan la idea de que el estado alterado de conciencia está relacionado con la modulación de esa red.
El control de las emociones y del humor
En otro experimento, publicado en 2016 en el Journal of Clinical Psychopharmacology, el grupo de Hallak administró una dosis de ayahuasca a 17 personas con depresión refractaria al tratamiento que nunca habían tomado la bebida. Estudios por imágenes realizados ocho horas después de la ingestión del compuesto mostraron un aumento de la actividad de tres áreas cerebrales encargadas del control del humor y de las emociones (el núcleo accumbens, la ínsula derecha y la región subgenual izquierda). Los antidepresivos comunes también actúan en esas zonas, pero tardan más tiempo. Las evaluaciones del humor realizadas en el día y durante las tres semanas siguientes mostraron una disminución importante de los síntomas depresivos hasta el 21o día. “La ayahuasca parece actuar como un antidepresivo doble, al reducir la degradación de serotonina y estimular a sus receptores”, explica el farmacólogo Rafael Guimarães dos Santos, del equipo de la USP-RP. “Esos receptores controlan las emociones y la neuroplasticidad.”
Pese a los resultados alentadores, aún no existe información suficiente que permita recomendarla como un posible tratamiento contra la depresión. Faltan datos que muestren que la ingestión de esta bebida es segura a largo plazo y cuál sería la dosis terapéutica adecuada. También sería necesario evaluar a una cantidad mucho mayor de participantes durante más tiempo, en el marco de estudios controlados con placebo. Y aun cuando se realicen esas pruebas, Hallak tiene dudas al respecto de que algún día la ayahuasca se convierta en un tratamiento usual. “La ayahuasca posee alguna semejanza con los medicamentos fitoterapéuticos, pero resulta más complejo asegurarse de que se la produzca siempre con la concentración deseable de los principios activos”, dice.
Proyecto
INCT 2014: Traslacional en medicina (nº 14/50891-1); Modalidad Proyecto Temático; Investigador responsable Jaime Eduardo Cecilio Hallak (usp); Inversión R$ 2.934.549,57 (para todo el proyecto).
Artículos científicos
PALHANO-FONTES, F. et al. Rapid antidepressant effects of the psychedelic ayahuasca in treatment-resistant depression: A randomized placebo-controlled trial. Psychological Medicine. Online. 15 jun. 2018.
DE ARAUJO, D. B. et al. Seeing with the eyes shut: neural basis of enhanced imagery following ayahuasca ingestion. Human Brain Mapping. v. 33, p. 2550-60. 2012.
SANCHES, R. F. et al. Antidepressant Effects of a Single Dose of Ayahuasca in Patients With Recurrent Depression: A SPECT Study. Journal of Clinical Psychopharmacology. v. 36, n. 1, p. 77-81. Feb. 2016.
SCHENBERG, E. E. Psychedelic-assisted psychotherapy: a paradigm shift in psychiatric research and development. Frontiers in Pharmacology. 5 jul. 2018.