Imprimir Republish

Homenaje

El padre de las abejas

Reconocido en el exterior, Jesus Moure dejó su impronta en la creación de instituciones de investigación científica

HTTP://ZOO.BIO.UFPR.BR/HYMENOPTERA/LIVRO_MOURE/MELO_&_ ALVES-DOS-SANTOS.PDFEl padre Moure en 1948, CuritibaHTTP://ZOO.BIO.UFPR.BR/HYMENOPTERA/LIVRO_MOURE/MELO_&_ ALVES-DOS-SANTOS.PDF

Jesus de Santiago Moure era un cura del siglo XX, pero parecía más bien  uno de aquellos clérigos ilustrados de los siglos XVII o XVIII, que unían la religión al profundo interés en la historia natural. Al morir, como consecuencia de una falencia múltiple de órganos, el día 10 de julio, a los 97 años, pocos sabían a qué orden pertenecía –a la Congregación de los Claretianos–, pero todos reconocían que era uno de los grandes taxónomos de abejas del planeta.

Hijo de españoles, Moure nació en la localidad paulista de Ribeirão Preto, interior de São Paulo. Desde los 12 años frecuentó los seminarios de Curitiba y Rio Claro. Tuvo la formación propia de los religiosos –con énfasis natural en la filosofía y la teología– y aprendió idiomas que le serían útiles en su larga carrera científica, tales como el latín, el griego, el hebreo, el francés y el español. En 1937, al ordenarse en São Paulo, aprovechó ese período en la ciudad para dar rienda suelta a otra vocación: la zoología. Entró en contacto con Frederico Lane, del Museo Paulista, y empezó colaborando con traducciones del latín de textos entomológicos. Con Lane publicó sus primeros trabajos, entre 1938 y 1940, sobre curculiónidos, un tipo de gorgojo.

Empezó a dictar clases de historia natural en el seminario de Curitiba en 1938, y fue uno de los fundadores de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la ciudad, después integrada a la Universidad Federal de Paraná (UFPR). En 1939 asumió la División de Zoología del Museo Paranaense, del cual sería luego director. “Como sacerdote y profesor del seminario y de la facultad tenía muchas obligaciones diarias. Para seguir trabajando y publicando simultáneamente, durante 20 años dormí solamente tres horas y media por noche”, dijo en un testimonio para el libro Cientistas do Brasil (SBPC, 1998). Su interés en las abejas empezó en 1940 con la publicación del artículo Apoidea Neotropica.

“El padre Moure fue autodidacta en biología”, afirma Paulo Nogueira-Neto, su amigo de larga data, experto en abejas sin aguijón y profesor emérito de la Universidad de São Paulo (USP). “Aprendió estudiando solo, en contacto con colegas científicos, y terminó siendo profesor titular de zoología”, comenta. “Nogueira-Neto, Moure y el genetista Warwick Kerr son los principales nombres de la investigación de abejas en Brasil por el trabajo pionero que empezó durante la primera mitad del siglo pasado”, dice el entomólogo Gabriel Melo, del Departamento de Zoología de la UFPR, el mismo en donde trabajó el sacerdote.

Además de con Nogueira-Neto y Kerr, Moure colaboró intensamente con João Camargo –un grande taxónomo y talentoso dibujante de la USP de Ribeirão Preto, fallecido en 2009– y con investigadores del exterior tales como Charles Michener, de la Universidad de Kansas, quien pasó un año en Curitiba trabajando con él, en 1956. Cuando Michener regresó a Estados Unidos, fue el turno del brasileño de acompañarlo y de trabajar en otro país. Allí presenció el surgimiento de la taxonomía numérica, que luego trajo a Brasil, una metodología empleada actualmente en la ecología, al asistir a conferencias del estadístico Robert Sokal, en los años 1960. Viajó por Europa para estudiar colecciones de abejas neotropicales con una beca de la National Science Foundation y obtuvo ayudas de la Fundación Rockefeller para equipar laboratorios en Brasil. En total, el religioso escribió 220 artículos en revistas nacionales y extranjeras, y dos libros, además de haber descrito 432 especies y 33 subespecies de abejas entre 1940 y 2002. Durante los últimos años, debilitado, se recogió en el convento dos claretianos de Batatais (São Paulo).

En el área institucional, tomó parte en iniciativas en pro de la investigación científica, tales como la creación del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC) y la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Enseñanza Superior (Capes), además de diversas organizaciones científicas. “En Paraná, fue especialmente importante para el desarrollo del posgrado”, comenta Danúncia Urban, colaboradora antigua del “cura de las abejas”, como se hizo conocido en Curitiba. Las actividades científicas nunca le hicieron abandonar sus obligaciones sacerdotales. Según Danúncia, él celebraba los casamientos y bautizaba a los hijos y a los nietos de los profesores amigos. El investigador también no veía ningún conflicto entre religión y ciencia. Moure resolvió ese problema de manera práctica desde el principio de su carrera, de acuerdo con una entrevista concedida para Cientistas do Brasil: “Dios hizo el mundo por medio de la evolución. Y la ley de Dios es la ley de la evolución corriendo en el tiempo”.

Republicar