Imprimir Republish

Historia

El paraíso religioso holandés

La libertad de los judíos en el Brasil de Nassau

Reproducciones del libro O Brasil e Os Holandeses / 1630-1654Calle de los Judíos, en RecifeReproducciones del libro O Brasil e Os Holandeses / 1630-1654

Con un pragmatismo superado solamente por la argucia, el Padre Vieira afirmaba sobre los judíos, echando mano de un argumento que tomaba prestado de San Agustín: “El estiércol fuera de lugar ensucia la casa, y puesto en su lugar fertiliza el campo. Lo propio vale para los judíos, que en el extranjero ayudan a los herejes, pero en casa suministran el capital para mantener el Imperio. ¿Por qué transformar vasallos útiles en enemigos poderosos?”. Ese mismo sentido práctico se estableció en Brasil durante la dominación comercial y militar de los holandeses, entre 1630 y 1644, en Pernambuco, en donde reinó un ambiente inédito de tolerancia religiosa, en especial para con los judíos. “La capital pernambucana era una verdadera ‘Jerusalén colonial’ debido a la utopía de la reconstrucción del mundo judaico de la diáspora. Era un Babel cultural. Recife, durante cierto tempo, fue la única ciudad del mundo que reunía a personas de las tres creencias (judíos sefardíes, católicos y calvinistas) en un mismo ambiente de tolerancia religiosa”, afirma el historiador Ronaldo Vainfas, docente de la Universidad Federal Fluminense (UFF) y autor de Jerusalém colonial: judeus portugueses no Brasil holandês (Civilização Brasileira), una investigación que contó con el apoyo económico de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de Río de Janeiro (Faperj). “Nunca antes los judíos habían alcanzado tamaña libertad religiosa como en el Brasil holandés, en especial durante el gobierno de Mauricio de Nassau”, analiza.

En el caso de los judíos, como pregonaba Vieira, existían razones concretas para la buena voluntad bátava. “Los holandeses del gobierno colonial o los representantes de la Compañía de la Indias Occidentales (WIC) apoyaban enfáticamente a los judíos porque éstos eran los intermediarios por excelencia de los negocios coloniales”, sostiene Vainfas. “El ‘tolerantismo’ o el Estado multirreligioso era visto por muchos gobiernos de la época como el camino más corto para la deslealtad y para la disidencia interna. No fue fácil para Nassau implementar esta política. Tuvo que luchar constantemente contra la ira de la mayor parte del clero calvinista local y contra las presiones de una política menos tolerante en la colonia que exigían los directivos de la WIC”, afirma el historiador americano Stuart B. Schwartz, docente de la Universidad Yale y autor de Cada um na sua lei (Companhia das Letras). “Este período brinda una oportunidad singular de imaginar las posibilidades de tolerancia que existirían en la sociedad portuguesa con la reducción del poder y de la autoridad de la Iglesia, y, por encima de todo, de la Inquisición”. Al fin y al cabo, era la primera vez que los judíos podían reorganizarse, después de más de un siglo de prohibición del judaísmo en Portugal. Este proceso se remonta a 1478, cuando los reyes católicos instituyeron la Inquisición en España, lo que levó a los conversos, vistos como herejes por se “judaizar” en secreto, a huir hacia el reino vecino. El gran flujo de judíos españoles llevó a la nobleza y a la Iglesia de Portugal a clamar por medidas equivalentes a la española, y en 1496, el rey portugués, que no tenía nada en contra de sus súbditos hebreos, decretó que todos los semitas deberían convertirse al catolicismo, lo que hizo nacer la comunidad de los cristianos nuevos. En 1536, cuando la Inquisición llegó a Lisboa, una vez más, los sefardíes iniciaron una diáspora, esta vez en dirección a los Países Bajos. Ámsterdam pasó a ser conocida como la “Jerusalén del Norte”.

Reproducciones del libro O Brasil e Os Holandeses / 1630-1654“Judíos en la sinagoga”, obra de RembrandtReproducciones del libro O Brasil e Os Holandeses / 1630-1654

Rituales
“Los inmigrantes estaban separados por más de 100 años del ju­daísmo de sus abuelos, no sabían hebreo y solamente practicaban ciertos rituales domésticos. Conocían poco y nada del judaísmo. Para la mayoría de los conversos, la primera comunidad judía que conocieron fue ésa que crearon. Eran ‘judíos nuevos’ que, en el fondo, eran cristianos de formación”, explica Vainfas. El portugués era su lengua hablada; eran conocidos por ello como “gente de la nación portuguesa” por los holandeses, y apelaban al castellano en las oraciones y ceremonias de las sinagogas. Poco a poco fueron ampliando sus derechos, aunque fuesen una minoría que se restringía a un gueto en Ámsterdam. “Cuando los holandeses se instalaron en Brasil, los judíos se vinieron al país, a partir de 1635. Esa protección a los judíos no fue una decisión de Nassau, sino una política da WIC”, sostiene el investigador. “La Compañía no tenía fondos para financiar sus operaciones y se vio obligada a fomentar la migración de judíos portugueses, que se transformaron en operadores e intermediarios, aportando dinero, créditos y los suministros necesarios para poner nuevamente en funcionamiento la región de producción de azúcar”, afirma el historiador americano Jonathan Israel, docente del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, autor de The expansion of tolerance: religion in dutch Brazil.

“Eran los únicos que hablaban portugués y holandés, lo que les permitía dominar el comercio de la colonia, una ventaja combinada con un conocimiento profundo de la industria azucarera. Y al contrario que en Ámsterdam, en donde solamente podían vivir, en Pernambuco eran libres para tener sus tiendas y hacer negocios en general”, dice el americano. “Sin embargo, esa tolerancia no era gratuita, sino fruto de la necesidad. La mayoría de las plantaciones de azúcar de Recife habían sido destruidas durante la conquista y no había dinero de la WIC capaz de restaurar la economía. Fue un caso especial, que no se repitió en otras regiones dominadas por los holandeses, como el Caribe o Nueva Ámsterdam”, subraya Israel. “Fueron los grandes cobradores de impuestos del Brasil holandés. Les prestaron dinero con intereses a los señores de ingenio holandeses o luso-brasileños y a los cristianos nuevos menos afortunados. Incluso a la WIC, los grandes comerciantes judíos le prestaron dinero. Fueron igualmente distribuidores de esclavos”, comenta Vainfas. Con la cuestión económica resuelta, hubo espacio para la fe. La congregación Kahal Kadosh Zur Israel fue la primera fundada en América. “Era algo inimaginable en una colonia portuguesa católica, y Nassau sufrió grandes presiones por parte de los pastores calvinistas”, dice el profesor de la UFF. “Aunque el gobierno holandés protegiese a los judíos, los predicadores calvinistas se mostraron más intolerantes aquí, pues la visibilidad del judaísmo era mayor y los privilegios de los que gozaban los judíos eran inmensos. Los pequeños y medianos comerciantes holandeses odiaban a los judíos porque perdieron espacio y vieron frustradas sus expectativas de enriquecerse en la colonia. Los calvinistas también en eso abrazaron la causa de los negociantes holandeses”, sigue Vainfas. Sin embargo, Nassau solía recordarles a los directivos de la WIC que los judíos, al contrario de los católicos, eran aliados fieles. Esa comunidad tuvo desdoblamientos.

Reproducciones del libro O Brasil e Os Holandeses / 1630-1654Ceremonia en sinagoga holandesa de ÁmsterdamReproducciones del libro O Brasil e Os Holandeses / 1630-1654

Libertad
“La presencia de judíos confesos provocó tensiones y sentimientos diversos entre los cristianos nuevos de acá. Varios aprovecharon la relativa libertad religiosa para volverse abiertamente judíos”, analiza el historiador Bruno Feitler, docente de la Universidad Federal de Bahía (UFBA) y autor del libro Nas malhas da consciência (Alameda). “Pero muchos cristianos nuevos que pasaron por el proceso de ‘retorno’ no tenían ningún conocimiento o práctica de la religión o de las costumbres judaicas”, sostiene. “Les causaba un gran malestar a los católicos acompañar la adhesión diaria de cristianos nuevos a la sinagoga; varones y mujeres que antes se decían cristianos e iban a misa. La disposición de muchos cristianos nuevos de ‘regresar’ al judaísmo parecía confirmar la advertencia de la Inquisición contra el peligro de la ‘herejía’ judía que corría en la sangre de los cristianos nuevos”, evalúa Vainfas. En la lucha de la restauración portuguesa, los lusitanos también se volvieron hacia los judíos, aconsejados por el Padre Vieira, en un curioso conflicto de intereses. “En el caso de Portugal, el dinero judío fue esencial para la victoria sobre España. En el caso holandés, era importantísimo en las inversiones de la WIC. Los judíos de Holanda invirtieron de los dos lados de la contienda. El desempeño de las redes mercantiles sefardíes expresó la lógica de un capitalismo comercial avanzado, capaz de operar entre sistemas monopolistas rivales, poniendo en segundo plano razones de índole política y religiosa”, recuerda el investigador. Apoyar a Portugal era invertir en la posibilidad de que los lusitanos recuperasen el Brasil de los holandeses, responsables por la libertad experimentada por los judíos. Cuando éstos fueron expulsados, la mayoría de los sefardíes dejó Brasil y se fue a lugares controlados por la WIC, lo que les permitió superar la experiencia pernambucana.

“Algunos fueron a Estados Unidos, pero es un mito eso de que hayan fundado Nueva York. Los holandeses de Manhattan temían que los judíos repitiesen por allá lo que habían hecho en Brasil: que se hicieran cargo del comercio. Pero eso no sucedió, porque el portugués no tenía utilidad en Nueva Ámsterdam”, dice Vainfas. “Un estudio de la cultura brasileña muestra el legado que aquí dejaron los cristianos nuevos, con sus ideas de tolerancia y libertad, con su defensa de que ‘cada uno debe tener la libertad de adorar a Dios según su conciencia’. Por su crítica a la Iglesia, a los dogmas y al fanatismo, pueden ser considerados los precursores de la ilustración brasileña. Los judíos entraron íntimamente en la composición étnica de nuestro pueblo, un hecho decisivo para la formación de nuestra mentalidad y para la heterodoxia de los brasileños”, afirma la historiadora Anita Novinsky, docente de la Universidad de São Paulo y autora del libro Cristãos-Novos na Bahia (Perspectiva).

Republicar