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BUENAS PRÁCTICAS

El rol decisivo de las universidades

Las instituciones educativas y de investigación constituyen el escenario más importante para combatir la mala conducta, sostiene un editorial publicado en la revista Science

Elisa Carareto

El debate al respecto del rol de universidades, revistas científicas y agencias de fomento en la promoción de la integridad científica sufrió una especie de freno en su rumbo en un editorial publicado el 11 de agosto en la revista Science y firmado por dos vicepresidentes de la Universidad Columbia, en Nueva York. En dicho texto, que se encuentra disponible en forma online en bit.ly/stepquality, la abogada Naomi Schrag y el geofísico Graham Michael Purdy mostraron su extrañeza por el silencio de los rectores y directivos académicos en la discusión sobre las responsabilidades de diversos actores de la comunidad científica en el combate contra la mala conducta, y recordaron que las universidades constituyen el escenario decisivo para la promoción de modelos elevados de calidad de la investigación científica. Según el editorial, las instituciones académicas no deben tercerizar en editores de revistas, financiadores y sociedades científicas el trabajo de garantizar que la base de la ciencia sea sólida y los resultados, válidos. “Las agencias, los periódicos y las sociedades no están dentro de los laboratorios, no hacen investigación clínica ni salen al campo. No analizan datos, redactan artículos o producen imágenes”, escribieron Schrag y Purdy. Según el análisis del dúo de Columbia, los líderes de las universidades disponen de las herramientas adecuadas como para promover buenas prácticas y garantizar precisión en los resultados de investigación.

Los indicadores de calidad de los que normalmente se jactan las universidades, tales como la capacidad de obtener financiación y de publicar artículos en revistas de alto impacto, dependen de una base sólida, de metodologías robustas y de resultados divulgados en forma transparente, afirmaron en el texto. “Las universidades deben reforzar públicamente el valor de la calidad de la investigación, utilizándola como criterio para procesos de selección, ascensos y recompensas. También deben garantizar recursos para difundir ese mensaje entre los estudiantes y el personal de todos los niveles, por medio de la capacitación en la planificación de experimentos y análisis de datos”.

El punto de partida, dijeron, consiste en no ignorar el problema e inculcar en sus investigadores la percepción de que la mala conducta y la reproductibilidad –el reto de confirmar los resultados de un estudio en investigaciones subsiguientes– son problemas reales.

La idea de que el combate contra la mala conducta exige una acción coordinada entre universidades, editores de revistas y agencias de apoyo a la investigación fue una de las premisas fundamentales del informe intitulado Promovendo a integridade na pesquisa, divulgado en el mes de abril por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 255). La necesidad de articular esfuerzos también fue debatida en mayo, en el marco del 5º Congreso Mundial de Integridad Científica, que se llevó a cabo en Ámsterdam, Holanda. Un documento emitido durante el evento propuso nuevos lineamientos para coordinar la labor de editores de periódicos y universidades para afrontar los casos de mala conducta (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 256).

Refuerzo
Para Schrag y Purdy, las soluciones tendientes a enfrentar el problema ya son conocidas, pero deben reforzarse: “Las universidades deben apuntalar sus oficinas de integridad científica, revisar y mejorar sus programas de capacitación en buenas prácticas y desarrollar programas proactivos para prevenir la mala conducta”. Y también sugirieron un empeño especial de las universidades en dos campos: la supervisión de alumnos y jóvenes investigadores y la administración de datos. En el caso de la supervisión de alumnos, un ejemplo al que consideran inspirador es el programa de capacitación de mentores creado en 2003 por la Universidad de Wisconsin-Madison, que ya fue testeado y evaluado positivamente por 16 centros de investigación médica. Esta iniciativa, patrocinada por el Howard Hughes Medical Institute, propone que los mentores expongan a los alumnos las nociones de buenas prácticas lo antes posible, que utilicen situaciones concretas para mostrarles cuáles son los tipos de mala conducta científica y cultiven una relación de confianza y proximidad con sus dirigidos, respetando siempre patrones éticos con el objetivo de evitar situaciones que puedan configurar un abuso de autoridad.

En tanto, en el terreno de la administración de datos, un modelo que se insinúa prometedor es el Programa de Integridad de Investigación y de Datos, de la Universidad Columbia, que ofrece a los investigadores una colección exhaustiva de tutoriales, modelos y manuales para ayudar en la conducción de la investigación, en la administración de datos y en el cumplimiento de requisitos que garanticen la reproductibilidad de los resultados. Este programa, creado por la propia Naomi Schrag, encargada de la capacitación y de los programas de integridad científica de la institución, también provee orientación sobre cómo crear un plan de gestión de los datos de investigación, aparte de almacenar, compartir y preservar las informaciones.

El interés en el tema es creciente. El 9 de diciembre de 2016, la Universidad Columbia fue la sede de un simposio, organizado en forma conjunta con otras cinco universidades de Nueva York, para debatir acerca de la credibilidad, la reproductibilidad y la integridad en la investigación. “La respuesta positiva y la firme participación de disertantes y asistentes, entre ellos docentes, pasantes, editores de revistas, líderes académicos y autoridades, reflejaron el anhelo de la comunidad académica por un debate sustancial al respecto de esos temas”.

El código de la FAPESP contempla responsabilidades de las instituciones

El Código de buenas prácticas científicas de la FAPESP, publicado en 2011, prevé una serie de responsabilidades de las instituciones de investigación en la preservación de la integridad científica. De acuerdo con dicho código, las universidades e institutos que cuentan con proyectos y becas financiados por la Fundación son los responsables principales de la promoción de una cultura que estimule las buenas conductas científicas entre estudiantes e investigadores, así como la prevención, la averiguación y la sanción de las faltas.

El código establece que las instituciones deben mantener políticas y procedimientos transparentes para obrar con el tema de la integridad ética en la investigación científica. También determina que las mismas deben tener en sus organigramas uno o más entes encargados de ofrecer programas de educación, asesoramiento y capacitación destinados a la promoción de buenas prácticas científicas, como así también para investigar casos sospechosos de mala conducta, sancionar a los eventuales responsables y reparar los daños causados.

La sección del código donde se establece la responsabilidad de las instituciones prevé que las publicaciones científicas deben emplear procedimientos tendientes a identificar malas conductas en artículos remitidos para su publicación y, en el caso de detectarlas en algún proyecto de investigación financiado por la FAPESP, deben informarlo cuanto antes tanto a la institución a la cual el autor está vinculado como a la propia Fundación.

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