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Energía

El submarino que da luz

El programa nuclear contará con una inversión de mil millones de reales para construir un reactor que también servirá a la generación eléctrica

El gobierno federal comienza poco a poco a retomar el programa nuclear brasileño, interrumpido en el final de la década de 1980. Además de aprobar en junio pasado la conclusión de las obras de la central nuclear de Angra III, incluyó en el Plano Plurianual del Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT) para el período 2007-2010 medidas destinadas al fortalecimiento institucional de la Comisión Nacional de Energía Nuclear (Cnen) y recursos para la conclusión de la primera fase de la Planta de Enriquecimiento de Uranio de la Industria Nuclear Brasileña (INB), con sede en la localidad de Resende, Río de Janeiro. El ministro Sergio Resende, de Ciencia y Tecnología, también implementará en los próximos años una política nacional para los desechos radioactivos, con la creación de la Empresa Brasileña de Administración de Desechos y de la construcción de depósitos definitivos.

En julio, esa disposición quedó aún más clara: el presidente Luiz Inácio Lula da Silva anunció la liberación de mil millones de reales en ocho años para el programa nuclear de la Marina. La previsión es repasar anualmente un valor alrededor de 130 millones de reales al presupuesto del Ministerio de la Defensa para financiar las obras civiles y los equipamientos del reactor del prototipo en tierra del submarino nuclear brasileño, además de becas de investigación, logística, mantenimiento, entre otros. El proyecto está en desarrollo en el Laboratorio de Generación Nuclear Eléctrica (Labgene) del Centro Tecnológico de la Marina en São Paulo (CTMSP).

El submarino nuclear es un proyecto dual, en el lenguaje de la Marina. El dominio de la tecnología de construcción del reactor va a permitir que, en el futuro, el Brasil adopte procedimientos más ágiles y seguros en la protección de las aguas territoriales y al mismo tiempo habilitará al país en la construcción de pequeñas centrales nucleares de energía eléctrica. En los dos casos, los conceptos de generación eléctrica son los mismos, explica el comandante André Luis Ferreira Marques, asesor de Salvaguardias y coordinador del proyecto de enriquecimiento de uranio del CTMSP. En el submarino el reactor nuclear embarcado genera energía para mover la turbina de propulsión (ver ilustración en la página 32); fuera de la embarcación, produce el calor necesario para el funcionamiento de las turbinas de centrales nucleares de generación eléctrica. Los requisitos de operación son los que son diferentes. Una central nuclear funciona como si fuese un gran camión: acelera y va a una velocidad más o menos constante. En un submarino, no: acelera, hace una curva, frena. El reactor, en ese caso, tiene que ser más arisco, explica.

El dominio de la tecnología hace factible la construcción de pequeñas centrales nucleares con capacidad de generación de hasta 1.000 megavatios (MW), previstas en el Plano Nacional de Energía Eléctrica 2030, elaborado por la Empresa de Pesquisa Energética (EPE), del Ministerio de Planeamiento. Esas centrales estarían aptas para atender la demanda de energía eléctrica en la Región Nordeste y podrían llegar a ser una alternativa contra eventuales riesgos de apagón.

El Labgene será el primer reactor nuclear de alta potencia totalmente construido en Brasil. Los reactores de las centrales nucleares Angra 1 y 2  con 600 MW y 1.300 MW, respectivamente  ueron fabricados por la estadounidense Westinghouse; y el de Angra 3, con 1.300 MW, será suministrado por la francesa Areva, en el ámbito de acuerdos internacionales. Existen aún otros dos reactores menores en operación en el país: el IR1, estadounidense, instalado en el Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen), en el campus de la Universidad de São Paulo (USP), con 5 MW de potencia, que es utilizado solamente para la irradiación de materiales y producción de radioisótopos; y el Ipen MB-01, también de baja potencia, que funciona como un laboratorio de prueba para modelado electrónico.

El reactor del Labgene será un prototipo con capacidad de generación de 48 MW térmicos, menos de 10% de la capacidad de Angra 1. Esa potencia, sin embargo, es suficiente para mover el submarino y para alimentar sistemas de iluminación, electrónicos etc., utilizados por la embarcación. Aunque menor, el reactor utilizará el mismo sistema de presurización del tipo PWR (pressurized water reactors) de las tres centrales nucleares brasileñas, afirma el comandante Ferreira Marques.

Estoque de 130 millones de dólares
Desde el inicio del programa, hace más de 25 años, la Marina, en sociedad con empresas privadas, ha invertido en la construcción de componentes del proyecto, como el vaso del reactor, condensadores, presurizadotes y turbogeneradores de propulsión, entre otros. Buena parte de esos equipamientos ya está comprada. Tenemos 130 millones de dólares en material almacenado en Aramar, describe el comandante.

El vaso del reactor fue confeccionado por la Nuclebras Equipamientos Pesados S.A. (Nuclep), una empresa estatal de ingeniería creada en 1975 para la fabricación de componentes pesados, en Itaguaí (RJ); la turbina es de la Dedini S.A. Industria de Base, en Piracicaba (SP), fabricante de equipamientos para el sector sucro-alcoholero y centrales hidroeléctricas; y el presurizador y el condensador fueron fabricados por el grupo Garcia Jaraguá, de Sorocaba (SP), que desarrolla proyectos para los sectores de petróleo, petroquímica y química. La Siemens Brasil hizo los generadores y la WEG, en Jaraguá del Sur, Santa Catarina, de acuerdo con Ferreira Marques, es fuerte candidata a suministrar los motores eléctricos. El índice de nacionalización del proyecto es superior a 90%. Ese es un programa de gran efecto de arraste para toda la industria brasileña?, subraya el comandante.

El Labgene ya comenzó a ser construido en las instalaciones de la Marina en Aramar, en Iperó, São Paulo, un área de 8 millones de metros cuadrados protegida por 22 kilómetros de cerca. Será formado por un conjunto de edificios que abrigarán las turbinas, el presurizador, el combustible, y contará con un área para el embalaje de desechos, entre otros. Las obras de fundación de los edificios del reactor y del combustible ya están listas: serán a prueba de movimientos sísmicos y hasta de tornados tropicales. Ahora, con los recursos del gobierno, vamos a acelerar la construcción y montar los equipamientos, dice Ferreira Marques.

Todas las configuraciones del reactor serán probadas y homologadas en el propio Labgene, del proyecto de la máquina propiamente dicha hasta cuestiones relacionadas con la seguridad de las instalaciones, condiciones de operación, entre otras. En el  laboratorio será posible, por ejemplo, simular varios factores cruciales, como el combustible y el blindaje nuclear. Solo después de aprobada y testada, la tecnología podrá ser transferida a la Industria Nucleares Brasileña para el uso civil, o sea, para la construcción de una central nuclear de energía eléctrica. Un programa de esa envergadura no podría ser desarrollado sin una fuerte base experimental que probase métodos de cálculo, herramientas de proyecto y de construcción?, subraya Ferreira Marques.

El reactor deberá estar listo entre cuatro a seis años, prevé él. Todo depende de la liturgia, ya que el programa es hecho de acuerdo con la Ley de Licitación nº 8.666, y de la liberación de recursos. En un escenario optimista  o sea, si el programa recibe los anunciados 130 millones de reales por año ? el reactor debe estar listo en el 2014. En un escenario más pesimista, con 100 millones de reales por año, la conclusión del proyecto será aplazada para 2019.

El programa nuclear brasileño – formado por los proyectos de propulsión y de generación nuclear eléctrica y del ciclo de combustible – tiene 28 años. Comenzó a ser diseñado en 1979. Desde ese entonces ya consumió 1,1 mil millones de dólares de recursos del presupuesto de la Marina. Los repasos, no obstante, fueron irregulares. En 1989 alcanzaron el pico de 90 millones de dólares y, a partir de ahí, cayeron sistemáticamente hasta el 2004, cuando comenzaron a registrar una ligera recuperación. El programa va despacio, mas os resultados en relación a lo que se tiene allá afuera es bueno, hasta en términos de costos, observa Ferreira Marques. Los Estados Unidos declaran haber gastado 3 mil millones en 20 años en el desarrollo de la tecnología de  enriquecimiento del uranio, compara.

El proyecto de propulsión y generación nuclear eléctrica, el Labgene, ya recibió inversiones del orden de los 300 millones de dólares. Otros 214 millones de dólares  fueron aplicados en el proyecto del ciclo de combustible, creado también en 1979 con el objetivo de desarrollar tecnología nacional del ciclo del combustible nuclear. Esa segunda vertiente del programa nuclear contabiliza resultados: la Marina devolvió y repasó a la INB tecnología de enriquecimiento del uranio por medio de ultracentrifugación. Las máquinas fueron desarrolladas por el CTMSP y el Ipen y los primeros módulos ya están instalados en la fábrica de la INB, en Resende.

El ciclo del combustible es compuesto por las siguientes fases: prospección mineral, minería y beneficio del yellow cake, conversión de este compuesto en hexafluoruro de uranio (UF6), enriquecimiento de uranio, reconversión para el dióxido de uranio (UO2), fabricación de pastillas y del elemento combustible.

En ese proceso, el Brasil cuenta con una ventaja relativa importante: el país tiene la sexta mayor reserva mundial de uranio, algo alrededor de 310 mil toneladas, lo suficiente para generar 8 mil MW generados en Angra 1 y 2 en las próximas ocho décadas. Las reservas brasileñas, sin embargo, pueden ser mucho mayores: solamente un 30% del territorio nacional fue prospectado y solamente 100 metros de profundidad, de los cuales la última prospección fue hecha 30 años atrás, utilizando técnicas soviéticas hace tiempo muy superadas. Hoy ya tenemos tecnología para eso, dice Ferreira Marques. El ministro Sergio Resende ya anunció la intención del gobierno  de retomar la prospección de uranio. Ferreira Marques apuesta que al  final de la nueva evaluación el Brasil debe subir dos posiciones no ranking de las mayores reservas de uranio del mundo.

El uranio extraído de la mina de Catité, en Bahía, es transformado en hexafluoruro de uranio en Canadá. Pero, según Ferreira Marques, el Brasil ya está listo para iniciar la construcción de la Central de Hexafluoruro de Uranio (Usexa), también en las instalaciones de la Marina en Aramar. Las obras civiles están en marcha y buena parte de los equipamientos ya está comprada. La conclusión de la usina demandará algo alrededor de 20 millones de reales. Cuando esté listo,  la Usexa procesará a 40 toneladas de uranio por año, 10% de ellas necesidades de Angra 1 y 2. La tecnología será repasada a la INB, una empresa federal de economía mixta, que podrá así garantizar su abastecimiento de gas.

Diversificación energética
Los dos proyectos son desarrollados en sociedad con diversos institutos y universidades, como Ipen, Instituto de Investigación Tecnológica (IPT), USP, Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), entre otros, con apoyo del Ministerio de la Ciencia y Tecnología (MCT), de la Financiera de Estudios y Proyectos (Finep), Consejo Nacional de Pesquisa (CNPq) y del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).

Tenemos ahora que concentrar nuestro foco en la propulsión y generación de energía, ya que o ciclo del combustible está dominado, subraya Ferreira Marques. La tecnología del reactor, dice él, permitirá que el país diversifique su matriz energética. La energía nuclear es una buena opción con ventajas ecológicas, aunque la vocación del Brasil siga siendo, preponderantemente, la energía hidroeléctrica. Pero en países como Japón, Corea del Sur y China la única salida para ampliar la oferta de energía eléctrica es la nuclear. Para esos países, en un mundo post-petróleo, no hay otra solución.

Japón y Corea del Sur, por ejemplo, ya dominan la tecnología nuclear, pero no tienen uranio. Compran la tecnología de los estadounidenses y de los canadienses. El Brasil será un de  dos os pocos países que tiene todo.

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