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Memoria

El valor de la lengua

El análisis de nombres de localidades contribuye a revelar la historia de la Estrada Real

086-089_Memoria_202-1Daniel das NevesLos naturalistas que visitaban Brasil desde el siglo XVI lo hacían atraídos tanto por la naturaleza exótica como por su curiosidad científica. A partir de la apertura de los puertos, en 1808, el flujo de viajeros se hizo más frecuente. De regreso a sus países de origen, ellos escribían y publicaban relatos que actualmente son leídos y analizados por historiadores para intentar llenar lagunas informativas sobre el pasado brasileño. Descriptivos e impresionistas, los textos ayudan también a los investigadores de otras áreas. Al estudiar los nombres de las ciudades que componen la ruta de la llamada Estrada Real –los distintos caminos que conducían a las minas de oro y diamantes y fueron los puntales en la formación de Minas Gerais–, los lingüistas notaron en las observaciones de los naturalistas viajeros una rica fuente de datos que contribuye a recuperar la memoria de aquellas localidades (vea los ejemplos en estas páginas).

La Estrada Real es un conjunto de cuatro vías: el Camino Viejo, el Camino Nuevo, el Camino de Sabarabuçu y el Camino de los Diamantes. Todos fueron abiertos entre los siglos XVII y XVIII para internarse en el sertón en una época en que Brasil estaba ocupado sólo en la costa prácticamente. Antes, todavía en el siglo XVI, la búsqueda de la riqueza que se creía que existía en el serón fue un emprendimiento que iniciaron, a partir de la entonces São Paulo de Piratininga, Fernão Dias Paes, Manuel Borba Gato y Antônio Rodrigues de Arzão, entre otros, los primeros en explorar las tierras del interior.

Hasta mediados del siglo XVII no existía una conexión terrestre entre Río de Janeiro y los territorios de São Paulo y Minas. Se necesitaba ir hasta Santos por mar y luego subir la sierra hasta São Paulo. En la segunda mitad del siglo XVII, se comenzó a utilizar un camino mixto: se iba hasta Paraty en barco para después llegar por tierra a la villa paulistana. A esa vía se la llamó Camino Viejo, y fue descrita por primera vez por el padre André João Antonil en el libro Cultura e opulência do Brasil, de 1711, publicado y posteriormente censurado en Lisboa.

Debido a los ataques de piratas durante la travesía marítima, don João V determinó la apertura de un nuevo tramo en 1728, que salía de la hacienda de Santa Cruz y costeaba la bahía de Angra hasta la villa de Nossa Senhora da Piedade y, luego, Guaratinguetá. El Camino Nuevo se convirtió en la primera ruta oficial brasileña y redujo de 60 a 25 días la duración del trayecto hasta la región de las minas. Los otros dos caminos son prolongaciones. El de Sabarabuçu es una continuación del Camino Viejo y el de los Diamantes fue abierto luego del descubrimiento de piedras preciosas en Arraial do Tijuco. Se extiende entre Ouro Preto y Diamantina.

086-089_Memoria_202-2A lo largo de cada uno de esos trazados fueron surgiendo villas y ciudades. Las que no estaban a orillas de los riachos, donde se bateaba el mineral, fueron creciendo en las laderas de las montañas donde se excavaban las minas. Debido a la intensa explotación del oro y diamantes durante todo el siglo XVIII, el eje de circulación de la Colonia se mudó del litoral hacia el interior, el sertón brasileño.

El investigador de lingüística Francisco de Assis Carvalho, de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo, concluyó un extenso trabajo de doctorado en octubre sobre la memoria toponímica de los municipios, distritos y villas que componen las cuatro vías del Camino Real. La toponimia estudia los nombres asignados por el hombre al espacio por él habitado. “El nombre de un lugar no surge en forma aleatoria. Basta investigar para descubrir información referente a la lengua en uso y las costumbres y valores, lo cual contribuye a un mejor conocimiento de la cultura de la región”. Aunque la toponimia casi siempre se encuentra ligada a la geografía y a la historia, también se la utiliza en lingüística por el hecho de que el nombre del lugar sea un signo lingüístico.

Carvalho estudió 242 topónimos (200 municipios, 37 distritos y 5 poblados) de los tres estados que atraviesa la Estrada Real (Minas Gerais, São Paulo y Río de Janeiro) y contabilizó 20 viajeros naturalistas o artistas extranjeros que dejaron relatos sobre las localidades. “Ellos resurgen, en este estudio, como verdaderos narradores de memorias. Los registros son fuentes comprobatorias, que aportan datos políticos, económicos y valiosas informaciones lingüísticas”, dice. Para algunos de los sitios descritos por ellos no fue posible descubrir su localización. Otros desaparecieron. São João Marcos era una aldea citada por varios naturalistas, pero Carvalho no lograba identificarla. “Hasta que descubrió en una obra histórica que el villorrio se encuentra bajo las aguas del Ribeirão das Lages”.

WikicommonsProfeta Ezequiel, escultura de Aleijadinho en Congonhas, ciudad de la Estrada RealWikicommons

Según el estudio de Carvalho, la nacionalidad más común entre los 20 viajeros encontrados era inglesa (7). Quien más viajó por la Estrada Real fue el francés Auguste de Saint-Hilaire, quien registró 58 topónimos en los cuatro caminos. Manuel Aires de Casal, Spix y Martius, Georg Langsdorff, John Mawe, La Porte (conde de Castelnau) y Hernann Burbury son otros de los naturalistas que también recorrieron íntegramente las cuatro vías, con vastos registros de lo que observaron.

“Lo que hice fue integrar factores lingüísticos con los históricos”, dice Carvalho, quien además de investigador también es cura, nativo de Aiuruoca, una ciudad cercana al eje principal de la Estrada Real. Su directora de tesis en la USP fue la lingüista Maria Vicentina Dick, creadora y coordinadora del Atlas toponímico do estado de São Paulo, quien analizó la nomenclatura geográfica paulista, y del Atlas Toponímico do Brasil. “El trabajo de investigación que realizó Francisco es lo que yo llamo historiografía toponímica”, sostiene Dick. “Sin hacer exactamente historia, acabamos por hacer historia”, concluye.

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