Un caso identificado en una investigación que llevó a cabo una jueza federal de segunda instancia en Brasil, hace unos 15 años, constituye un ejemplo que grafica la importancia del debate al respecto de la diversidad lingüística en el país. El portugués es aquí el único idioma oficial, pero en él habitan hablantes de más de 200 lenguas. En aquella ocasión, el Supremo Tribunal Federal (STF), la Corte Suprema de Brasil, denegó el pedido de habeas corpus presentado por un paraguayo detenido, al alegar que, si bien era comprensible, la solicitud había sido formulada en “portuñol”. Según la interpretación del STF, para que pudiera ser atendida, el solicitante debía haberse dirigido al Poder Judicial en portugués.
Con el propósito de entender y darle visibilidad a la pluralidad idiomática y a las variantes del portugués que se utilizan en el territorio nacional, lingüistas, fonoaudiólogos y pedagogos han desarrollado investigaciones que han ayudado a echar por tierra la idea de que somos un país monolingüe. Algunos ejemplos de esos estudios, publicados en 2023, son el diccionario kaiowá, la lengua hablada por el pueblo Kaiowá, en Mato Grosso do Sul, y el de la lengua de señas Cena, utilizada por una comunidad de sordos en el interior del estado de Piauí.
El Inventario Nacional de la Diversidad Lingüística (INDL), una herramienta oficial para la identificación, documentación y reconocimiento de las lenguas habladas por distintos grupos de la sociedad brasileña, fue creado en 2010 por el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), a través del Decreto nº 7.387. Según el INDL, en el territorio brasileño se hablan unas 180 lenguas indígenas, otras 30 de inmigración, la lengua de señas y lenguas afrobrasileñas. “En todas estas lenguas hay una amplia diversidad en términos de fonética, morfología y sintaxis”, explica la lingüista Gladis Massini-Cagliari, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en su campus de la localidad de Araraquara.
Según Massini-Cagliari, las primeras lenguas incorporadas al inventario fueron el tukano, el baniva y el ñe’engatú o tupí moderno, todas indígenas, esta última considerada la lengua general de la Amazonia. Además de pestas, el INDL incluye en su base de datos al talian, un idioma creado a partir de los dialectos hablados por los inmigrantes italianos en Rio Grande do Sul y Santa Catarina, y otras lenguas indígenas. En agosto de 2022, el Iphan elaboró una propuesta de inclusión, que aún no ha sido regulada, de seis nuevas lenguas al inventario. Una de ellas es el yoruba, hablado casas de religión de matriz africana de origen nagó o yoruba, y otra, el hunsrückisch, se desarrolló a partir de una base dialéctica germánica hablada por inmigrantes alemanes.
“Aunque estén reconocidas por un instrumento oficial, en la práctica no ofrecen todas las posibilidades de comunicación disponibles para el portugués”, analiza Massini-Cagliari. Esto significa, por ejemplo, que son pocos los organismos de los sistemas sanitarios, educativos y judiciales que están preparados para atender a la gente en otro idioma que no sea el portugués. Y esto puede ocurrir incluso en ciudades como São Gabriel da Cachoeira (Amazonas) y Monsenhor Tabosa (Ceará), que a través de sus propias legislaciones municipales han adoptado idiomas indígenas como lenguas cooficiales. En el municipio amazonense, la segunda ciudad del país en cuanto a población indígena, las lenguas baniva, ñe’engatú, tukano y yanomami son cooficiales.
Los indígenas del pueblo guaraní-kaiowá poseen, por ejemplo, distintos verbos para referirse al acto de pescar
Massini-Cagliari es una de las organizadoras del libro Understanding linguistic prejudice: Critical approaches to languaje diversity in Brazil (Springer y editorial Unesp), junto con las lingüistas Angélica Rodrigues y Rosane de Andrade Berlinck, también de la Unesp. La obra, publicada en 2023, recopila los resultados de los estudios realizados por una red de investigadores de la Unesp y de las universidades de Sheffield (Inglaterra), Ottawa (Canadá) y Ámsterdam (Países Bajos).
Según Massini-Cagliari, las lenguas minoritarias que sobreviven en zonas geográficas específicas, como así también las variantes del portugués, cargan consigo un estigma que contrasta con la lengua oficial hablada en el país. “En nuestra investigación, apuntamos a poner en evidencia el vínculo existente entre los prejuicios lingüísticos y la discriminación social”, dice. “Los estudios muestran que el portugués ‘estándar’ o ‘culto’, en realidad, es una abstracción idealizada que en muchos aspectos se aparta de las variantes habladas y escritas del portugués de uso corriente en Brasil”, comenta.
La investigadora explica que, desde el punto de vista de la lingüística, frases como ‘os menino trabalha’ [literalmente, ‘los chicos trabaja’], por ejemplo, comunes en el portugués popular, no representan un error, pero exhiben un aspecto de la gramática del idioma que determina que la concordancia pronominal es una regla variable. “Desde esta perspectiva, solamente sería errónea una estructura agramatical, no reproducida naturalmente por ningún hablante nativo, como ‘o menino trabalham’ [literalmente, ‘el chico trabajan’]”, explica.
Para tratar de entender la diversidad lingüística brasileña, el lingüista Antonio Carlos Santana de Souza, de la Universidad Estadual de Mato Grosso do Sul (Uems), estudia desde la década de 1990 el portugués hablado por los quilombolas, los habitantes de los quilombos o palenques, en enclaves tales como el Quilombo do Cafundó, en Salto de Pirapora, en la región de Sorocaba (São Paulo), y el de Caçandoca, en la ciudad de Ubatuba (São Paulo). También investiga en comunidades negras rurales y urbanas de afrodescendientes en los estados de Mato Grosso do Sul y Rio Grande do Sul. En las comunidades compuestas por descendientes de esclavizados y personas blancas que vivían en granjas cercanas, Santana de Souza identificó que los residentes empleaban la no concordancia de género en porcentajes muy altos en comparación con el portugués hablado en otras comunidades, es decir, diciendo ‘el niña’ o ‘la niño’.
“Investigaciones emblemáticas sobre el tema realizadas por el lingüista estadounidense William Labov, sostienen que, en las comunidades rurales de afrodescendientes, es habitual que los varones introduzcan innovaciones en su forma de hablar, mientras que las mujeres conservan”, dice Santana de Souza. Sin embargo, en el trabajo realizado en Caçandoca, pudo comprobar que las mujeres estaban cambiando su forma de hablar, empezando a utilizar la concordancia de género con más frecuencia que los varones. “Descubrí que ellas habían pasado a implicarse más en la vida económica de la comunidad, vendiendo plátanos y atendiendo a los turistas. Este contacto provocó cambios en su forma de comunicarse”, dice el investigador de la Uems.
Ayana Saito
Las discusiones sobre las relaciones entre la lengua y la sociedad siempre estuvieron presentes en los estudios lingüísticos. El concepto de prejuicio lingüístico, si bien no con este nombre, ya aparece en los estudios del lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913). Pero fue recién en la década de 1960 que surgió la sociolingüística, ciencia que estudia las relaciones entre el lenguaje y la sociedad. En aquella década, el concepto de prejuicio lingüístico se acuñó, principalmente, a partir de los estudios del lingüista estadounidense William Labov, quien estudió las variantes del inglés habladas por las comunidades afroamericanas. “Demostró la complejidad del idioma utilizado por esas personas, ayudando a deconstruir la idea de que las lenguas distintas al inglés estándar eran inferiores o erróneas”, dice Berlinck, de la Unesp.
La adopción del portugués como único idioma oficial garantiza cierta unidad lingüística, lo que aporta beneficios prácticos a un país de dimensiones continentales como Brasil. No obstante, los investigadores sostienen que la ciencia puede ayudar a sacar de la invisibilidad a otras lenguas que se hablan en su territorio. “La sociedad no es muy consciente de las pérdidas que el monopolio de la lengua portuguesa acarrea para el país”, dice la profesora de historia indígena Graciela Chamorro, de la Universidad Federal del Gran Dourados (UFGD), en Mato Grosso do Sul. A su juicio, cuando una lengua se pierde, se lleva consigo la memoria y el acervo cultural de la comunidad en cuestión.
Objeto de sus investigaciones desde hace más de 30 años, los indígenas del pueblo Kaiowá tienen distintos verbos para designar el acto de pescar, que varían según el tamaño de los ejemplares recogidos y las técnicas empleadas. “Las diferentes palabras que utilizan para referirse a la pesca, por ejemplo, conllevan conocimientos sobre el tamaño del pez y los instrumentos que deben utilizarse. Los vocablos son capaces de revelar un conocimiento técnico al que resulta imposible acceder si no se domina esa lengua”, argumenta Chamorro.
Todos los idiomas hablados por menos de 100.000 personas en el mundo están en peligro de extinción, según un atlas publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2010. Es el caso de todas las lenguas indígenas de Brasil. “El kaiowá y el guaraní, lenguas hermanas muy próximas, suman 26.500 hablantes en Mato Grosso do Sul”, detalla. La lengua materna de la investigadora, nacida en Paraguay, es el guaraní de este país. Pero cuando empezó a investigar al pueblo Kaiowá de Mato Grosso do Sul, en 1983, notó que no entendía la lengua que allí hablaban. Esta dificultad la llevó a estudiar el kaiowá y elaborar glosarios, trabajos que en 2017 dieron origen al proyecto de un diccionario. Así fue que, en 2023, Chamorro publicó un diccionario kaiowá-portugués con más de 6.000 palabras traducidas, además de notas culturales y lingüísticas que ponen de relieve la visión de mundo del pueblo Kaiowá. El libro, publicado por la editorial Javali, fue elaborado gracias a la colaboración entre indígenas y no indígenas.
Chamorro cita diccionarios históricos de idiomas indígenas, como el vocabulario elaborado por el jesuita Antonio Ruiz de Montoya (1585-1652), que sirvió como base para el estudio de las lenguas del grupo guaraní, del que el kaiowá forma parte. Asimismo, en 2014, durante su investigación de maestría realizada en la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul (UFMS), Eliane Berendina Loman de Barros, de la Asociación Lingüística Evangélica Misionera, creó un diccionario bilingüe kaiowá-portugués que aún no ha sido publicado como libro. “La lengua kaiowá es estudiada desde hace más de 60 años por los lingüistas de esta asociación, con el propósito de traducir la Biblia, himnos, enseñanzas cristianas y conceptos ajenos a la cultura de la etnia. En mi caso, recorrí el camino inverso”, explica Chamorro. Dicho de otro modo, según la investigadora, los estudios realizados por esos religiosos fueron desarrollados, en última instancia, para llevarles sus mensajes a los indígenas, utilizando el kaiowá para traducir conceptos e ideas del portugués. A diferencia de ellos, Chamorro presenta en su diccionario los vocablos kaiowás “vestidos con la cultura kaiowá”. Al traducirlos al portugués, apuntan a una aproximación de dos experiencias lingüísticas y culturales, que a menudo revelan aspectos filosóficos profundos del pueblo Kaiowá. Un desafío que planteó este proceso consistió en traducir palabras como avy’a, por ejemplo, que en kaiowá es un verbo pleno, equivalente a “yo felizo” o “yo feliza”. Como este verbo no existe en portugués, en el diccionario se tradujo como “estoy feliz”.
Además de libras, Brasil cuenta con otras lenguas de señas, como en el caso de la lengua cena, utilizada en el interior de Piauí
“Los diccionarios de lenguas indígenas ayudan a combatir el riesgo de extinción de estos idiomas, promoviendo su revitalización en la modalidad escrita”, dice. Sin embargo, según ella, la vitalidad de estas lenguas depende, principalmente, de su uso en la forma hablada. “En este sentido, mi trabajo constituye una advertencia al pueblo Kaiowá sobre la necesidad de utilizar el kaiowá no solo en el entorno familiar, sino también en espacios públicos”, sostiene la investigadora (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 273).
La lingüista y pedagoga Ronice Müller de Quadros, de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), menciona que la Lengua Brasileña de Señas (Libras), utilizada por la comunidad sorda de Brasil, sobre todo en las áreas urbanas, está en vías de ser reconocida como lengua patrimonial por el Iphan. Para ello, la lengua tiene que ser descrita, documentada e inventariada por investigadores. Expertos de todo Brasil han trabajado con Libras, incluyendo al grupo de investigación que ella coordina desde 2014, que cuenta con 35 miembros. Uno de los resultados de los estudios que llevó a cabo esta red, que trabaja en colaboración con investigadores sordos de todo Brasil, fue la publicación digital de una gramática de Libras por la editorial Arara Azul, en 2021, también disponible en el sitio web de la UFSC. La obra fue reeditada en 2023 por el Instituto Nacional de Educación de Sordos, en dos tomos ampliados y actualizados que suman más de mil páginas. “La edición de la gramática marca un hito significativo en el proceso de reconocimiento de la lengua. Con todo, aún queda mucho camino por recorrer”, dice Quadros. En este sentido, la estudiosa explica que Libras utiliza más recursos visuales y espaciales que otras lenguas, lo que permite, por ejemplo, utilizar las dos manos para producir significados múltiples y simultáneos. “Tenemos que realizar estudios para investigar estos significados complejos”, propone.
La Lengua Brasileña de Señas, reconocida como medio legal de comunicación y expresión de las personas sordas por la Ley nº 10.436, de 2002, se consolidó como objeto de investigaciones académicas a partir de 2006, cuando se crearon las primeras carreras de grado en esta lengua. Por entonces, la UFSC y otras nueve instituciones, incluyendo a la Universidad de São Paulo (USP), comenzaron a ofrecer este programa de carrera. Hoy en día, existen unos 40 programas de grado en Libras, especialmente en las universidades públicas, y están presentes en todos los estados de Brasil. Otro hito legal significativo fue la modificación, en 2021, de la Ley de Directrices y Bases (LDB), para incluir la educación bilingüe para sordos como una modalidad diferenciada en la educación, de la misma forma que la educación indígena. Así, todas las redes educativas deben ofrecer servicios de apoyo educativo para atender las especificidades lingüísticas de los alumnos sordos, lo que incluye docentes bilingües en Libras y portugués, y material didáctico disponible en lengua de señas.
“Esta disposición está siendo implementada ahora por las redes educativas”, informa la fonoaudióloga Cristina Broglia Feitosa de Lacerda, docente del programa de posgrado en Educación Especial de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar). Según la investigadora, los estudiantes pueden matricularse tanto en escuelas regulares como en instituciones específicas para sordos. La red municipal de São Paulo cuenta con seis unidades exclusivas para las personas con esta característica.
Según Lacerda, pese a que se ha avanzado en la oferta de carreras de formación docente para desempeñarse como educadores bilingües en Libras, Brasil se enfrenta al reto de crear herramientas para evaluar el desarrollo de estos niños en el aula. La fonoaudióloga explica que, en la actualidad, los docentes analizan la evolución de los alumnos valiéndose de criterios subjetivos y las instituciones educativas no disponen de parámetros claros para el desarrollo de acciones específicas que estimulen su aprendizaje. Consciente de esta carencia, Lacerda ideó, en el marco de una investigación financiada por la FAPESP, concluida en 2023 y desarrollada en forma conjunta con investigadores de la Universidad de Barcelona (España), una herramienta para evaluar los progresos de los niños sordos en el uso de Libras. Para ello, analizó el desarrollo de las narraciones en 100 alumnos con esta característica en escuelas de São Paulo, creando una metodología que establece criterios comunes a ser aplicados en las evaluaciones de otros estudiantes sordos.
Ayana Saito
Además de Libras, Brasil cuenta con al menos otras 22 lenguas de señas de comunidades sordas, conforme a lo identificado en la investigación doctoral defendida en 2023 por la lingüista Diná Souza da Silva, bajo la dirección de Quadros, de la UFSC. “Estos idiomas fueron desarrollados por comunidades aisladas, que no tienen contacto con Libras y crearon su propia forma de comunicarse”, explica Müller de Quadros. Una de estas lenguas es la Cena, utilizada por una comunidad de personas sordas de la ciudad de Várzea Queimada, en el interior del estado de Piauí. “Se la considera autóctona, es decir, que fue creada sin haber recibido influencia de otras, y se encuentra en uso desde hace alrededor de 90 años”, dice el lingüista Anderson Almeida da Silva, de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), quien lleva a cabo estudios con la comunidad desde 2017. Con unos mil habitantes, el municipio hoy en día tiene 33 individuos sordos. Según Almeida da Silva, esta incidencia se debe a los muchos matrimonios consanguíneos que hubo en el pasado. “La lengua Cena corre el riesgo de desaparecer, ya que la última persona nacida con sordera en la localidad, hoy en día tiene 17 años”, informa. Aunque la ciudad cuenta con una escuela donde se enseña Libras, el idioma Cena todavía es muy utilizado, sobre todo por las personas mayores.
Como resultado de las investigaciones desarrolladas por Almeida da Silva y un equipo de expertos, que incluyó también a la comunidad sorda de Várzea Queimada, en diciembre de 2023 se publicó el primer diccionario Cena con equivalentes en Libras y portugués, que contiene 250 palabras. La edición, patrocinada por la gobernación del estado de Piauí, tuvo un tiraje de 500 ejemplares impresos y este año saldrá una versión en formato de libro electrónico. “El diccionario permite preservar la memoria de la lengua y afianzar la identidad de la comunidad”, subraya.
También con el propósito de ampliar también la comprensión de las lenguas de señas utilizadas en las pequeñas comunidades brasileñas de sordos, Rodrigues, de la Unesp, inició en 2023 una investigación, financiada por la FAPESP, sobre las lenguas de señas emergentes utilizadas en los municipios de Boa Vista (Roraima), Buriti dos Lopes (Piauí), Tiros (Minas Geras), Umuarama (Paraná), Várzea Queimada (Piauí), Vila de Fortalezinha (Pará), Centro Novo do Maranhão (Maranhão) y Centro do Guilherme (Maranhão). “Nos hemos propuesto comparar la edad de estas lenguas, la cantidad de generaciones que las utilizan, el modo en que se establecieron y su estructura lingüística. El objetivo final es elaborar un banco de datos virtual, abierto a consultas públicas”, informa Rodrigues. “Pretendemos ampliar su comprensión y divulgar el conocimiento sobre la diversidad lingüística existente en Brasil, para colaborar con la formulación de políticas públicas que tengan en cuenta las singularidades de la población”, enfatiza.
En este sentido, ha habido avances recientes en el ámbito del Poder Judicial en lo que concierne al reconocimiento de la pluralidad lingüística brasileña. La jurista Inês Virgínia Prado Soares, jueza federal de segunda instancia, estudió la diversidad lingüística en su investigación doctoral en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP), defendida en 2007. En 2009, en un libro sobre el Patrimonio Cultural Brasileño, analizó los mecanismos jurídicos de protección de los modos de hablar brasileños. Ella explica que la Constitución Federal cuenta con un artículo que instituye al portugués como idioma oficial de Brasil. Al mismo tiempo, contiene otro artículo que establece que los indígenas, migrantes y otros ciudadanos tienen derecho a hablar sus lenguas maternas en sus espacios y relaciones privadas y, en ciertas situaciones, para el caso de los modos de hablar brasileñas, en sus relaciones con el poder público. “He escrito textos que analizan las normas nacionales relativas a este tema, para comprender de qué manera la determinación constitucional monolingüe convive con el derecho a la diversidad lingüística”, explica. En el curso de su investigación, la jurista se topó con el caso del pedido de habeas corpus presentado por el paraguayo detenido en Brasil ‒ relatado al principio de este reportaje ‒, que fuera denegado por el STF. Un primer paso para evitar que las solicitudes como ésa sean rechazadas solamente por no estar redactadas en el idioma oficial fue dado en 2023, cuando el Consejo Federal de Justicia publicó los enunciados aprobados en el marco de la Primera Jornada de Derechos del Patrimonio Cultural y Natural, que se llevó a cabo a principios de año. Uno de ellos sostiene que las personas deben poder expresarse ante un Tribunal en otras lenguas o variantes del portugués, es decir, en modos de hablar brasileños. “Los enunciados no tiene fuerza de ley, pero hacen las veces de guía para orientar la labor de los jueces. De esta manera, contribuyen a ampliar el derecho de acceso a la Justicia en el país”, concluye Soares.
Proyectos
1. Lucinda Ferreira. Perfiles de microcomunidades sordas en Brasil y tipología de lenguas de señas (nº 22/05962-4); Modalidad Ayuda de Investigación ‒ Regular; Investigadora responsable Angélica Terezinha Carmo Rodrigues; Inversión R$ 201.298,26.
2. Instrumento de evaluación de la expresión en Libras (Lengua Brasileña de Señas) para alumnos sordos de la educación básica: desarrollo y aplicación (nº 21/02349-7); Modalidad Ayuda de Investigación ‒ Regular; Investigadora responsable Cristina Broglia Feitosa de Lacerda; Inversión R$70.221,16.
Artículo científico
ALMEIDA-SILVA, A. y NEVINS, A. I. Observações sobre a estrutura linguística da Cena: A língua de sinais emergente da Várzea Queimada (Piauí, Brasil). Revista Linguagem & Ensino. Pelotas, v. 23, n. 4. oct.-dic. 2020.
Libro
MASSINI-CAGLIARI et al. (eds.). Understanding linguistic prejudice: Critical approaches to language diversity in Brazil. Springer/Editora da Unesp, 2023.