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Cientometría

Evalúan la producción de los científicos de la computación que publican muchos más artículos que el promedio de sus pares

Al aplicarse una metodología diseñada por un grupo de investigadores de Minas Gerais, se detectaron prácticas anómalas en ciertos casos

Boris Zhitkov / Getty Images

Un grupo de científicos de la computación de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) diseñó una metodología capaz de identificar conductas atípicas y cuestionables entre los investigadores demasiado prolíficos, aquellos que publican una cantidad de artículos científicos muy superior a la producción promedio de sus colegas. En un estudio divulgado en febrero en la revista Scientometrics, el equipo analizó artículos publicados entre 2010 y 2020 almacenados en un repositorio del área – DBLP (Digital Bibliography & Library Project) – e identificó algunas centenas de autores que escribieron más de 19 artículos por año. Este rendimiento es muy superior a la media: el 99 % de los investigadores cuyos trabajos se encontraban en el repositorio DBLP producen menos de una decena de artículos por año.

A continuación, se analizaron los patrones de publicación de los más prolíficos y se comprobó que, en general, su producción científica había registrado un crecimiento gradual, distribuyéndose armoniosamente en varias revistas científicas y comprendía a un conjunto limitado de colaboradores. Pero había algunos casos disímiles. Se trataba de autores extraordinariamente productivos – uno de ellos llegó a publicar 127 artículos en 2020 – y con ciertas características: habían duplicado o triplicado repentinamente su producción en un breve lapso de tiempo, que iba de dos a cinco años, concentraban muchos trabajos en pocas revistas y/o habían montado redes de colaboradores sumamente amplias, algunos de ellos con casi 1.000 coautores.

Los responsables del estudio reconocen que, con base en lo que han observado hasta ahora, no es posible afirmar que los comportamientos anómalos configuran casos de mala conducta. En próximos estudios, se proponen evaluar si la integridad científica ha sido vulnerada por estos autores. Pero hacen hincapié en que las discrepancias verificadas son considerables y desean saber si las anomalías detectadas podrían delimitar la frontera entre los científicos que publican más que el promedio en forma auténtica y otros que amplían su producción de manera artificial. “Lo que hemos obtenido es un conjunto de métricas que permiten mensurar un fenómeno y creemos que pueden tener aplicación en diversas disciplinas”, dice Edré Quintão Moreira, estudiante de doctorado en el Programa de Posgrado en Ciencia de la Computación de la UFMG y autor principal del estudio.

Una de las hipótesis que plantea el estudio indica que algunos autores utilizan trucos para inflar su rendimiento, como simular redes de colaboración que en realidad no existen. “Existe la posibilidad de que haya algún nivel de confabulación entre los investigadores, con la adición de colaboradores que en realidad no aportaron contribuciones a sus manuscritos, con el propósito de elevar el rendimiento de todo el grupo”, dice Alberto Laender, profesor jubilado del Departamento de Ciencia de la Computación (DCC) de la UFMG y uno de los autores del estudio. La concentración de publicaciones en determinadas revistas también enciende una luz amarilla de advertencia. “Uno de esos investigadores inusualmente prolíficos publicó más de 140 artículos en una sola revista. Una pregunta que surge de forma natural es si estos autores están sacando partido de las laxas políticas editoriales de algunos títulos y si cuentan con el estímulo o la negligencia de los editores para aumentar su productividad”, dice Laender. El interés del grupo de la UFMG por el tema es entendible. “Yo formaba parte de la comisión asesora de Ciencia de la Computación de la Capes [Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior] y aparecieron casos de autores hiperprolíficos que nos parecieron sospechosos, y no pudimos evaluar si los datos que presentaban eran robustos”, dice Wagner Meira Júnior, también del grupo del DCC que suscribe el estudio.

El comportamiento de los autores hiperprolíficos lleva tiempo desafiando la comprensión de los investigadores. En un estudio publicado en 2018, John Ioannidis, epidemiólogo de la Universidad de Stanford, buscó en el repositorio Scopus los nombres de autores que habían publicado al menos 72 artículos en cualquier año del período comprendido entre 2010 y 2016. Llegó a identificar 9.000 individuos que habían firmado al menos un artículo cada cinco días. Ioannidis solamente halló pruebas anecdóticas de mala conducta, como el caso del científico de materiales japonés Akihisa Inoue, exrector de la Universidad de Tohoku, quien publicó 2.566 artículos, siete de los cuales fueron retractados porque tenían contenido duplicado. En el 86 % de los casos, los autores prolíficos eran físicos que participaban en consorcios internacionales, cuyos artículos están firmados por cientos de colaboradores, a veces miles. Los ejemplos vinculados a estas grandes redes fueron descartados por Ioannidis, quien les envió cuestionarios a los 269 nombres restantes, y recibió 85 respuestas. Una de sus conclusiones es que hay investigadores capaces de escribir una profusión de artículos sin incurrir en infracciones éticas, aunque no es posible asegurar que esta producción sea relevante. Sin embargo, pudo constatar que, en ciertos casos, la productividad se asocia a una falta de rigurosidad en los patrones de asignación de autoría en algunas disciplinas.

Para Sigmar de Mello Rode, investigador de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) y presidente de la Asociación Brasileña de Editores Científicos (Abec-Brasil), en algunas áreas siguen siendo habituales las presiones para incluir entre los autores de un artículo nombres que no están calificados para firmarlo, lo que constituye una mala conducta. “Sucede en todas las áreas del conocimiento que dos investigadores firmen mutuamente sus artículos para ampliar sus respectivas producciones científicas. Los editores de las revistas no disponen de muchas herramientas para detectar este tipo de ardid, y mucho menos si se produce a gran escala e involucra a muchos investigadores”, dice. En el caso del estudio de los científicos de la computación, De Mello Rode sospecha también de lo que se denomina “producción salame”, en la que los resultados de un proyecto de investigación se dividen en varios hallazgos menores para dar lugar a varios artículos. “Este tipo de truco es más fácil de identificar, por ejemplo, utilizando programas informáticos que buscan similitudes en los textos”, señala.

En la ciencia de la computación, la proliferación de los autores altamente prolíficos es un fenómeno reciente. Según se desprende del estudio de Scientometrics, en 2010 hubo solamente 38 investigadores que publicaron más de 19 artículos, lo que equivale al 1 % de los que figuran en la lista del DBLP. En cambio, en 2020, hubo 540 autores que registraron ese desempeño, el 6 % de los incluidos en el repositorio. Mientras que el científico de la computación más prolífico de 2010 produjo 37 artículos por año, el de 2020 consiguió la proeza de haber publicado 127. “Fue entre 2016 y 2017 que se produjo un aumento repentino”, dice Marcos André Gonçalves, docente del DCC, también responsable del estudio. “Es muy raro poder publicar dos artículos por semana. Se trata de un rendimiento que, por lo general, no condice con una producción científica de buena calidad. Yo apenas llego a leer dos artículos a la semana”.

Aunque ha identificado parámetros para definir comportamientos anómalos, el grupo de la UFMG reconoce que podrían surgir otras dimensiones del problema. “Una característica de este trabajo consiste en que es activo y dinámico. Tenemos que mantenernos atentos a nuevos factores que podrían estar impulsando este fenómeno. Apostaría, por ejemplo, que la llegada de ChatGPT dará fuerza a una nueva oleada de autores hiperprolíficos”, dice Meira Junior, en alusión al famoso programa de inteligencia artificial que también se está utilizando como ayuda en la redacción científica. Para el investigador, el riesgo radica en que estas prácticas se generalicen. “Si esto ocurre, los jóvenes investigadores podrían percibir que, en lugar de seguir el camino tradicional, basado en el trabajo y el esfuerzo, sería más gratificante adoptar trucos que potencian el rendimiento individual pero corrompen el sistema”.

Artículo científico
MOREIRA, E. et al. The rise of hyperprolific authors in computer science: Characterization and implications. Scientometrics. v. 128(5), p. 2945-74. 15 mar. 2023.

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