Investigadores locales y extranjeros procuran comprender la expansión evangélica en Brasil, la mayor en todo el mundo
Un pastor evangélico lee la Biblia en voz alta frente a la Catedral Metropolitana de São Paulo
Léo Ramos Chaves
Durante los últimos 30 años, los evangélicos han aumentado su participación en la vida pública trascendiendo las fronteras de sus iglesias y llegando a ocupar espacios en los medios de comunicación, en la cultura y en la política. Este fenómeno, en un comienzo objeto de estudios en la sociología brasileña, comenzó a llamar la atención de investigadores de otras áreas del conocimiento, tal como es el caso de la antropología, luego de que se difundieran los resultados del último Censo, realizado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) en 2010, que reflejó un incremento del 61% en la población evangélica del país en la última década. Desde entonces, ha venido planteándose múltiples hipótesis para intentar dilucidar una realidad signada por la difusión de las iglesias evangélicas en la totalidad del territorio brasileño, entre ellas las diferencias jerárquicas y de funcionamiento, en comparación con el catolicismo.
“En términos absolutos, Brasil fue el país que en los últimos años registró el mayor crecimiento de la población evangélica en todo el mundo”, afirma el historiador y antropólogo Paul Freston, docente de la Balsillie School of International Affairs y en la Wilfrid Laurier University, con sede en la localidad de Waterloo, provincia de Ontario, en Canadá. En la década de 1980, Freston fue uno de los primeros en estudiar los credos evangélicos en el país –denominación que engloba a las iglesias cristianas no católicas que constituyen un legado del protestantismo– dedicándose a esclarecer las diferencias entre las instituciones del protestantismo histórico, el pentecostalismo y el neopentecostalismo.
El libro intitulado Evangélicos y poder en América Latina (Konrad Adenauer Stiftung e Instituto de Estudios Social Cristiano, 2018), coordinado por el sociólogo peruano José Luis Pérez Guadalupe, de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), investiga la actividad de esas religiones en diversas naciones, proponiendo el término “revolución silenciosa” para denominar a la expansión que está resquebrajando la hegemonía católica de cinco siglos en la región. La obra muestra cómo los evangélicos abandonaron los “templos de garaje” para pasar a ocupar cargos legislativos, como alcaldes municipales y en grandes empresas. En opinión de Guadalupe, pese a ser común en toda Latinoamérica, este fenómeno presenta características específicas en cada país. De manera tal que, así como en México la comunidad evangélica es menor, en Guatemala y en El Salvador la misma representa a casi la mitad de la población, mientras que en Colombia y en Perú los evangélicos se han involucrado cada vez más en la toma de decisiones políticas. Con todo, es en Brasil, resalta, donde los evangélicos han logrado una mayor estructuración política.
En este país, el Censo revela que 26,2 millones de personas se declaraban evangélicos en el año 2000, lo que representaba un 15,4% de la población. En 2010, esa cifra trepó a 42,3 millones de individuos, una cifra que representa en términos porcentuales el 22,2% de los brasileños. En 1991, los evangélicos sumaban un 9% y, en 1980, eran el 6,6% de la población brasileña. El estudio más reciente del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) constató que los evangélicos se expanden en un movimiento opuesto al que se observa en el catolicismo, que desde la década de 1990 registra menguas significativas en su cantidad de fieles: en 2010, el 64% de los brasileños profesaban esa religión, frente al 91% registrado en 1970. El IBGE calcula que anualmente se abren 14 mil templos evangélicos en el país. Si se mantiene la tendencia actual de crecimiento del número de evangélicos, en 2022 los católicos serán menos de la mitad de la población brasileña.
El Templo de Salomón, que se inauguró en 2014 en el barrio paulistano de Brás, se construyó con piedras provenientes de Israel. Su altura equivale a la de un edificio de 18 pisosLéo Ramos Chaves
Los espacios institucionales En cuanto a los evangélicos, los estudiosos identificaron que su crecimiento ha estado acompañado por un aumento de su presencia en espacios institucionales como la Cámara de Diputados, en el Ejecutivo, en escuelas y en los medios de comunicación. “El incremento demográfico evangélico se ha trasladado a otras dimensiones de la vida pública”, sostiene Ronaldo de Almeida, del Departamento de Antropología de la Universidad de Campinas (Unicamp). De Almeida estudia las religiones evangélicas desde la década de 1990 y sostiene que esa dinámica también se ve reflejada en los programas de la televisión abierta, en donde las iglesias compran parte de la grilla de programación para transmitir cultos, en una mayor transmisión de música góspel en las estaciones de radio, y en el ámbito urbano, con la proliferación de templos de distinto porte en diversas áreas de las ciudades.
Paula Montero, del Departamento de Antropología de la Universidad de São Paulo (USP), quien desde 2015 coordina un proyecto de investigación sobre el secularismo brasileño, explica que hace alrededor de 30 años se tomaba a la religión como una institución volcada hacia sus propios adeptos y creencias, compartidas casi exclusivamente por el grupo de fieles. Los estudios académicos estaban abocados, por ese entonces, a comprender cómo funcionaba la religión en sus espacios internos, en los templos, por ejemplo. “Las democracias contemporáneas tienen como telón de fondo la idea de que las religiones no deben inmiscuirse en la vida política”, sostiene. “No obstante, como eso no es así, los investigadores se han cuestionado acerca de cómo entender a los sistemas democráticos en los cuales las organizaciones religiosas tienen una actuación en la arena pública y en el gobierno”.
En la búsqueda de esa comprensión, Montero comenta que en el proyecto se constató el desarrollo en Brasil de un nuevo fenómeno: el afán de las organizaciones religiosas por elaborar estrategias de visibilidad como una forma de obtener legitimidad. El artículo divulgado el año pasado por Montero y otros participantes en el estudio e intitulado “La religión hecha en público: Escenas religiosas e influencia pública”, sostiene que el desarrollo de la experiencia pública del religioso se produce en diversos ámbitos, y cita como ejemplos a la ceremonia de inauguración, en 2014, del Templo de Salomón, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, en São Paulo, que contó con la presencia de autoridades políticas y tuvo una gran repercusión en la prensa, las controversias internas en el Supremo Tribunal Federal (STF, la Suprema Corte de Brasil) que involucran a agentes religiosos en debates tales como el aborto y el uso de células madre en investigaciones, y la repercusión mediática del trabajo de la pastora transgénera Alexya Salvador. En el caso específico de los evangélicos, Montero asevera que, en Brasil, la expansión de su presencia en la vida pública se ha basado en una “estrategia triangular”, que comprende la esfera religiosa, la búsqueda de visibilidad mediática y un cierto protagonismo en el Poder Legislativo. “Hoy en día, el secularismo brasileño atraviesa un proceso de reconfiguración, signado por la expansión de las iglesias evangélicas y su influencia creciente en la esfera pública y en la política del país”, analiza la antropóloga.
La comparación con la Iglesia católica Uno de los puntos de partida para dilucidar los motivos de la expansión evangélica comprende la realización de análisis comparativos con el funcionamiento de la iglesia católica, cuyas relaciones con lo que hoy se denomina como Estado se remontan al arribo de los portugueses en el año 1500, acompañados por integrantes del clero. Hasta el final del Imperio Brasileño, los religiosos católicos eran los responsables de las actividades de registro civil (nacimientos, casamientos y defunciones) así como de la administración de buena parte de las escuelas, hospitales y cementerios. A partir del proceso de secularización, es decir, de la separación oficial entre Iglesia y Estado, con la Proclamación de la República, en 1889, y con mayor énfasis desde la Constitución de 1891, muchas escuelas y cementerios pasaron a ser administrados por organismos públicos. Nuevas modificaciones sobrevinieron con la promulgación de la Constitución Federal en 1988. “Se produjo entonces una ruptura en la concepción de la nación brasileña como sincrética y católica”, señala Montero, de la USP. Tal ruptura, explica, desencadenó un proceso de valoración del pluralismo religioso, impulsando a diferentes doctrinas, entre ellas la evangélica, a buscar nuevas formas de ampliar su visibilidad dentro de la sociedad.
El templo de la Asamblea de Dios en la comunidad de Tavares Bastos, en Río de JaneiroLéo Ramos Chaves
El teólogo Rodrigo Franklin de Sousa, de la Faculté Jean Calvin, en Aix en Provenza, Francia, sostiene que la iglesia católica no supo adecuarse a las transformaciones que atravesó la sociedad durante los últimos años. “La Iglesia acabó distanciándose de los jóvenes y de la población de bajos ingresos”, dice. En una misma línea argumental, la socióloga Lilian Maria Pinto Sales, de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), recuerda que la iglesia católica existe desde hace dos mil años, posee reglas rígidas y un funcionamiento jerárquico central. “Al tratarse de una institución con una estructura consolidada, cuya autoridad máxima está representada por la figura del papa, se hace difícil la puesta en práctica de los cambios, algo muy diferente a lo que ocurre con los evangélicos, que no poseen una jerarquía sólida y tienen flexibilidad para adaptarse a nuevos contextos”, dice.
Según Freston, de la Balsillie School of International Affairs, la estructura jerárquica consolidada se ve reflejada en una organización territorial rígida, en la cual los obispos son los responsables de las diócesis prestablecidas y la apertura de nuevos templos no se concreta con rapidez. Asimismo, la formación de un cura católico suele durar alrededor de ocho años y exige sacrificios, como es el caso del celibato. Datos del Centro de Estadística Religiosa y Estudios Sociales, un organismo de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, por sus siglas en portugués), contabilizan la existencia de 27.300 curas católicos en Brasil, es decir, un clérigo por cada 8 mil habitantes aproximadamente. El promedio mundial es de un sacerdote por cada 2 mil personas. “Ese bajo porcentaje que se detecta en Brasil acaba limitando el radio de alcance de la Iglesia”, analiza Freston.
Un sobre para la donación del diezmo utilizado por una iglesia en el barrio de Pinheiros, en São PauloLéo Ramos Chaves
Los templos evangélicos, para constituirse como tales, solamente dependen de un registro notarial y, en caso de pertenecer a denominaciones tales como la Iglesia Universal o la Iglesia Cuadrangular, de la autorización previa de la institución central. Además, pese a que la formación de líderes religiosos en las iglesias pentecostales y neopentecostales varía bastante, pudiendo demandar semanas o meses, el proceso suele ser rápido, a diferencia de la extensa preparación que se les exige a los curas católicos o a los representantes del protestantismo histórico.
La facilidad para abrir nuevas unidades ha propiciado la presencia de organizaciones pentecostales y neopentecostales en los suburbios y en las fronteras agrícolas del país, según analizan los estudiosos. “Allí donde hoy en día surge una favela, mañana habrá una iglesia evangélica”, dice Freston, citando como ejemplo la historia de la Iglesia Universal. Esa institución, fundada en 1977 en Río de Janeiro, inauguró su primer templo en un predio donde anteriormente funcionaba una funeraria. A medida que fue creciendo, esa Iglesia amplió su presencia en los suburbios urbanos, pasando a ocupar áreas originalmente destinadas a depósitos o antiguos supermercados. “La iniciativa de construir grandes templos comenzó en la década de 1990. La inauguración del Templo de Salomón, hace cinco años, constituye un hito de ese proceso de expansión”, subraya. La edificación, capaz de ubicar en su nave central a 10 mil personas sentadas, fue construida con piedras traídas desde Israel, y su altura equivale a la de un edificio de 18 pisos.
Un discurso pragmático Desde una perspectiva comparativa, otro aspecto distintivo se refiere al hecho de que la iglesia católica se moviliza como doctrina en favor de los pobres, a los que considera los “elegidos de Dios”. “En el catolicismo, se cree que es por medio del trabajo con los más humildes que la sociedad se redime y se torna mejor. Se trata de un discurso centrado en la promoción de la comunidad”, explica Montero, de la USP. De igual manera, si bien tiene como premisa la opción preferencial por los más pobres, la Teología de la Liberación, una corriente surgida en América Latina a partir del Concilio Vaticano II, apela a un discurso intelectualizado, que no parece contemplar las necesidades inmediatas del pueblo, dice De Sousa, de la Faculté Jean Calvin. “Con el paso del tiempo, parte del público originalmente prioritario de la Teología de la Liberación optó por seguir a las iglesias evangélicas, que parecen ofrecer respuestas concretas a los problemas cotidianos”, dice. En los cultos evangélicos, la dinámica se hace visible cuando, por ejemplo, los pastores piden la intervención divina para la obtención de empleo o para que los hombres dejen de beber y maltratar a sus mujeres. “Es un discurso pragmático, según el cual el poder sobrenatural puede interferir directamente en la realidad”, constata el investigador.
Ministerio Consolador de Israel, un templo evangélico ubicado en el barrio paulistano de Belenzinho, que se propone ayudar a sus asistentes en la solución de problemas cotidianosLéo Ramos Chaves
Al organizarse en torno al éxito individual de sus fieles, las denominaciones evangélicas se apoyan y promueven los valores de lo que denominan “teología de la prosperidad”, predominantes, sobre todo, entre las iglesias neopentecostales, indica De Almeida, de la Unicamp. Esta corriente, originada en Estados Unidos, trae la promesa de la prosperidad divina al presente. “Además, mientras que el protestantismo histórico sostiene que el enriquecimiento es el fruto del trabajo, la teología de la prosperidad hace hincapié en la idea de que es necesario emprender, convertirse en patrón”, compara De Almeida. “Dentro de esa lógica, los problemas no son dificultades ocasionadas por la estructura social, por ejemplo, sino que son el resultado de la falta de esfuerzo individual”, explica. En Brasil, la teología de la prosperidad comenzó a difundirse en el universo evangélico a partir de la década de 1970. “En la Iglesia Universal, por ejemplo, el enriquecimiento de los líderes se toma como una prueba de la bendición divina”, enfatiza Freston, recordando que ese es el caso de Edir Macedo, fundador y líder de esa iglesia. Según el ranking de la revista estadounidense Forbes, Macedo está considerado como el pastor más rico del país, con un patrimonio personal que se estima en 2 mil millones de reales. “Las iglesias evangélicas son más sensibles al anhelo material de la población y lidian con lo cotidiano de una manera que las religiones tradicionales no lo hacen”, sintetiza el sociólogo y latinoamericanista David Lehmann, de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido. Lehmann también destaca que, a pesar de que hay pocas mujeres con el rango de pastoras, ellas desempeñan un rol importante en la organización de las actividades comunitarias.
Según el análisis de Ricardo Mariano, del Departamento de Sociología de la USP y uno de los pioneros en la investigación del tema en Brasil, factores tales como los anteriormente mencionados han impulsado la conversión de católicos, que pasaron a profesar la fe pentecostal y neopentecostal: “El 44% de los evangélicos del país nacieron católicos y posteriormente modificaron sus creencias religiosas”, informa.
Presente en 30 países, la Iglesia de la Comunidad Metropolitana plantea darle cabida, incluso entre sus líderes religiosos, a la diversidad sexual y de géneroLéo Ramos Chaves
Un servicio espiritual Mientras que algunos investigadores sostienen que el discurso basado en la resolución de los problemas cotidianos y el énfasis que se le brinda a la prosperidad económica constituyen aspectos fundamentales que explican el crecimiento de los credos evangélicos en Brasil, otros hacen hincapié en el papel que desempeñan esas religiones en la organización de la vida comunitaria, fundamentalmente en las regiones más pobres, allí donde el Estado no se hace presente. Martijn Oosterbaan, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Utrecht, en Holanda, quien lleva a cabo investigaciones en las favelas cariocas desde hace alrededor de 20 años, atribuye parte de esa expansión al contexto de precariedad de las regiones periféricas. “Especialmente en los cultos de las pequeñas iglesias, los pastores escuchan a la gente, donan canastas básicas y proveen asistencia social, aparte de un servicio espiritual que se plantea como forma de ayudar en la resolución de los problemas cotidianos”, analiza. En el caso de la Iglesia Universal, los programas sociales disponibles son 15, e incluyen ayuda a personas en situación de calle y a drogadependientes, amparo a las mujeres víctimas de violencia e iniciativas orientadas hacia a la resocialización de quienes egresan del sistema penitenciario. Según datos oficiales de esa iglesia, el año pasado hubo 10,8 millones de personas –en general, no solo adeptos de la Universal– que fueron atendidas en el marco de esos proyectos.
Sin ignorar el énfasis que le asignan las denominaciones neopentecostales a la prosperidad económica, Lehmann dice que la mayoría de las iglesias solamente se mantienen con los recursos del diezmo, un tributo que pagan los fieles como obligación religiosa, y sus líderes no necesariamente se enriquecen con lo que se recauda. “Más que un modo de obtener recursos económicos, convertirse en pastor es una forma de presentarse ante la sociedad como una persona digna”.
Proyecto 1. Religión, derecho y secularismo: La reconfiguración del repertorio cívico en el Brasil contemporáneo (nº 15/02497-5); Modalidad Proyecto Temático; Investigadora responsable Paula Montero (USP); Inversión R$ 2.620.216,8 2. La cultura visual evangélica brasileña: su surgimiento (nº 15/13737-7); Modalidad Ayuda a la Investigación – Regular; Investigador responsable Helmut Renders (Metodista); Inversión R$ 69.222,77.
Libros GUADALUPE, J. L. P. y GRUNDBERGE, S. (editores). Evangélicos y poder en América Latina. Lima (Perú): Konrad Adenauer Stiftung e Instituto de Estudios Social Cristianos, 2018, 430 p. OOSTERBAAN, M. Transmitting the Spirit – Religious Conversion, Media, and Urban Violence in Brazil. Pensilvania (Estados Unidos): The Pennsylvania State University Press, 2017, 264 p.
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