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Sociología

Futuro, media vuelta

Las Fuerzas Armadas se enfrentan a los dilemas de la sociedad posmoderna

DESFILE DE 7/9 EM CURITIBAJONATHAN CAMPOS/GAZETA DO POVO/AENosotros somos de la Patria la guardia, / fieles soldados, / por ella amados, asegura el himno del Ejército brasileño. Si en plena dictadura militar buena parte de los civiles entonaba estos versos sin gran convicción, actualmente la cuestión se agravó. Las Fuerzas Armadas brasileñas viven un momento de extremo conflicto: al mismo tiempo que abrazan ideas hipermodernas, buscan mantener las prerrogativas tradicionales, conquistas corporativas y estructuras arcaicas, en un marco de una autonomía ante el Estado y la sociedad que orilla la fase dictatorial. La institución vive ahora una intensa crisis de identidad, afirma el militar e investigador Paulo Kuhlmann, profesor de la carrera de Relaciones Internacionales de la Unesp y autor de la tesis de doctorado El ejército brasileño: estructura militar y ordenamiento político, defendida recientemente en la USP. La sociedad brasileña y los organismos legislativos y gubernamentales denotan poca preocupación respecto de los temas de Defensa y poco conocimiento sobre las Fuerzas Armadas. Por un lado, eso otorga una autonomía exagerada a los militares para delimitar el formato y la actuación en Defensa. Por el otro, genera un estrangulamiento, debido a recortes presupuestarios y otros factores, de la fuerza castrense por parte de la estructura estatal que debería mantenerla, debido al desconocimiento de sus reales finalidades y funcionamiento, analiza.

La crisis de identidad se relaciona con la desaparición del enemigo, a partir del fin de la Guerra Fría, y con la desvalorización del estamento militar en la mayoría de los países. En Brasil, esa desvalorización se suma a la idea del revanchismo por parte de los reprimidos para con ese estamento. Algunos militares consideran que los gobiernos de izquierda se vengan por otras vías, sumiendo a las Fuerzas Armadas en el desamparo y la inutilización, evalúa. Una investigación realizada por el director del CPDOC de la Fundación Getúlio Vargas, el antropólogo Celso Castro, coordinador del Consorcio Fuerzas Armadas Siglo XXI, al respecto del estado de las relaciones cívico-militares en Brasil, reveló que todavía es enorme el peso negativo de la herencia simbólica por la actuación de las Fuerzas Armadas durante el régimen militar. Asimismo, la investigación demostró que es necesaria una mayor convergencia del sistema de enseñanza militar con patrones y valores utilizados en el sistema de enseñanza civil, ya que existe una clara desconfianza por parte de los civiles al respecto de los estándares de calidad e imparcialidad en el sistema de las escuelas militares. En el año en que el Ministerio de Defensa cumple diez años, la relación entre civiles y militares todavía es claudicante, incierta e indefinida. En resumen, existe un nítido contraste con el período anterior, en especial con los años 1970, sin que haya existido propiamente una ruptura política. La debilidad institucional asociada con una soberanía atrofiada por la globalización generó una crisis de identidad de los militares, analizan las investigadoras de la Unesp, Ednéia Fázio y Suzeley Mathias, en su estudio La enseñanza media y el rol del Ejército. La clase política brasileña no se abocó a la definición de los intereses nacionales y de esa manera, no visualiza las nuevas amenazas que el país enfrentará en un futuro próximo, continúan. Así, la preparación del comando castrense para responder a los nuevos desafíos que surgen en el ámbito militar, que tiene que organizarse, no sólo en forma autónoma, sino también definiendo intereses y amenazas para el país como un todo por sí misma. Y es ahí donde reside el peligro.

Comemoracao Militar e Cívica de 7 de Setembro em comemoracao a Independencia do Brasil no Sambodromo, com a presenca de autoridades de Sao Paulo FILIPE ARAUJO/AELa novedad, aún no se sabe si buena o mala, es la aprobación reciente, por parte de la Presidencia de la República, del proyecto, elaborado por el Ministerio de Defensa y la Secretaría de Asuntos Estratégicos, de renovación de las Fuerzas Armadas para la creación de una Estrategia Nacional de Defensa, que pretende, a partir del segundo semestre de este año, comenzar a construir en el país una cultura militar vanguardista y profesional mediante la reorganización, reorientación y re-equipamiento de las Fuerzas Armadas. Desde el momento en que la sociedad civil pase a tener ingerencia en el proyecto de Defensa y en la constitución del soldado del futuro, será posible, finalmente, descubrir para qué sirven las Fuerzas Armadas, actualmente volcadas a un sinnúmero de atribuciones, las denominadas misiones subsidiarias. Acciones tales como el combate al dengue, provisión de agua en el semiárido, construcción de carreteras, entre otras tareas, son atribuciones que se suman a la idea de construcción de nación preconizada por el Ejército como su función principal, y practicada mediante el servicio militar y la profesionalización de los conscriptos, explica Kuhlmann. La reestructuración del Ejército durante la transición democrática ocurre en un período en que la fuerza militar procura despegarse del conflicto ideológico-político abocándose a la profesionalización y modernización. Según el investigador, las Fuerzas Armadas intentan profesionalizarse mediante una evaluación profesional y operativa, basada en la eficacia exigida de una fuerza militar moderna, aunque se enfrentan a la limitación de gastos y a la falta de posibilidad política de cambiar el sistema. A ello se le suma la preocupación por la pérdida de la ventaja política de incidir sobre la juventud y contar con su efectivo reducido a un mínimo insoportable, fruto del miedo a la alteración del servicio militar, actualmente obligatorio.

Kuhlmann también recuerda que existe reacción de los militares a la política norteamericana para América Latina, ya que Estados Unidos desea que las Fuerzas Armadas constituyan meras policías contra las nuevas amenazas (el tráfico de drogas y el crimen organizado, entre otros), dejando de lado el ideal de soberanía. Aparte del miedo al revanchismo de la sociedad y de la indefinición del Ministerio de Defensa, considerado demasiado joven, existe la negación del pensamiento único generado por la globalización que afirma que la soberanía es innecesaria y anacrónica, sostiene el militar. Hay una extensa trayectoria que remarca esos miedos: la Guerra de las Malvinas, en 1982, que puso a los militares argentinos en una situación de ridículo; la democratización de América Latina; el fin de la Unión Soviética y, con ello, la finalización de la Guerra Fría; y, más recientemente, el atentado contra las Torres Gemelas en 2001, que provocó un retorno a los ideales militaristas que se pensaban perimidos. El fin de la Guerra Fría generó una doctrina de reestructuración de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y de Europa, un downsizing, ya que las antiguas configuraciones de conflictos se hacían más presentes, nota Kuhlmann. La instrucción de los soldados fue dejando de lado los valores tradicionales de Duty, Honor, Country y aproximándose a los valores de recompensas materiales, más afines con las actividades profesionales civiles, la denominada civilización de los ejércitos. Tras el 11 de Septiembre, empero, ese momento, denominado posmodernismo militar, es sustituido por el amargo estado de seguridad. Hay un retorno a la preocupación original por defender el territorio, casi caracterizando la vuelta al pasado tradicional, aunque el enemigo sea volátil, mediante el combate al terrorismo. En Brasil, comenta el investigador, el primer movimiento se correspondió con la creación, en 1984, del Sistema de Planificación del Ejército (Siplex), que pretendió otorgar operatividad a la institución y ubicarla en el contexto de la modernidad. Entonces, se pensaba en aumentar el efectivo militar, pero la nueva reconfiguración nacional e internacional lo impidió.

Militares3Sgt. Brandon MorenoEn Brasil sucedió la transferencia de la prioridad de la Defensa de la región sur a la región amazónica. Contrariamente a lo que se observaba en el período de la Guerra Fría, cuando el foco estaba puesto en el sur, que poseía un enemigo delimitado, interestatal y que se armaba y preparaba en consonancia para una confrontación, en la Amazonia, la actual prioridad, se perciben nuevas y viejas amenazas, como así también la forma para combatirlas: los huecos geográficos son paliados con la idea de colonizar la región, englobando también la nacionalización e integración de los indios, todo sumado a las cuestiones de control de la frontera (contrabando de armas, de madera, etc.) y enfrentamientos con la guerrilla de otros países. En suma, una estrategia de la resistencia. La nueva geopolítica intervino en la formación militar. Ahora debe proporcionar la capacidad del militar para cumplir diversos papeles diferenciados, tales como scholar, estadista, negociador, policía. Pero si no existe educación formal para suplir esas carencias, no desempeñará adecuadamente sus nuevas funciones en el mundo posmoderno. Por eso, es necesario capacitar a los nuevos militares para cumplir nuevas misiones, haciendo posible un mayor estrechamiento de las relaciones cívico-militares. Esto no resulta tan fácil como podría pensarse. Si la educación es tan sensible como pensamos, y la educación militar está fuera del ámbito de acción del gobierno, entonces podemos concluir que las Fuerzas Armadas gozan de gran autonomía, pues pueden formar sus cuadros, forjando conciencias sin siquiera responder por sus actos, analizan Ednéia y Suzeley. En lo que respecta a la formación militar, todas las reformas pretenden apuntalar a los futuros comandantes de la sociedad civil, incluyendo, en ello, el propio método de educar a las futuras clase dirigentes. Pero no debe perderse de vista ni la capacidad castrense para ocupar espacios vacíos (por eso la necesidad de formar civiles en el área), ni la capacidad de adaptación y anticipación que ellos poseen, advierten las investigadoras. No es casualidad que el proyecto de gobierno prevé que la Academia Militar de Agulhas Negras traslade su base de Río de Janeiro a Brasilia. También, en ese sentido, la inserción del Ministerio de Ciencia y Tecnología en la Construcción de la Estrategia Nacional de Defensa, con medidas que maximicen la integración de los esfuerzos investigativos en las instituciones científicas civiles y militares.

Un punto, sin embargo, aún molesta a militares y estudiosos de Defensa: la función de policía interna que el gobierno y la sociedad desearían asignarles a los militares. Existe una grave falta de claridad y precisión en la legislación actual respecto de cómo regular esa actuación de las Fuerzas Armadas garantizando la ley y el orden, función que causa gran malestar en buena parte del medio militar. Actualmente se transita por sendas de ambigüedades jurídicas que reglamentan la misión y las tareas del Ejército, lo cual banaliza el empleo de los militares como una fórmula mágica para la solución de los problemas, advierte Kuhlmann, para quien existe el peligro de militarización de las instituciones policiales y la corrupción de los estamentos militares. Igualmente, añade, es necesaria la cautela con las misiones complementarias que, en general, son vistas con buenos ojos por las Fuerzas Armadas, ya que incrementan la simpatía de la sociedad por los militares. El Ejército está teniendo una actuación unidireccional. Si juntamos eso con la desvalorización del equipamiento de Defensa nacional, los bajos sueldos y las pésimas condiciones de trabajo, todo altera las expectativas de los que se hallan en los cuarteles y de aquéllos que pretenden ingresar. Sin ingerencia civil en los currículos de formación militar, existen excesos de actuación y se consolida la crisis de identidad en las Fuerzas Armadas. El investigador observa, que sintiéndose desamparados, los militares perdieron las referencias de sus valores y creencias corporativas, relacionadas con el cumplimiento de una misión que ya no existe. Eso se reflejó y todavía se refleja en varios episodios de desobediencia. Al mismo tiempo, el uso indiscriminado, aunque, como dicen las autoridades civiles, se halle apuntalado legalmente, ya trajo problemas en la convocatoria de las tropas sin el aval de la Presidencia y del Congreso, de consecuencias funestas, como fueron las muertes en la invasión de la siderúrgica de Volta Redonda, entre otras.

Militares6www.army.milLa relevancia de la discusión se comprueba por la repetición de algunas de estas cuestiones en aquél que siempre fue el modelo de todas las fuerzas: el Ejército americano. El sociólogo de la Academia de West Point, Morton Ender, acaba de publicar, en Estados Unidos, American soldiers in Iraq: mcsoldiers or innovative professionals, una investigación de campo realizada con varios militares en acción en Irak. Hay muchos resultados inesperados, fruto de la adopción, por parte de los cuerpos americanos, de principios de eficiencia derivados de la red McDonalds, tales como rapidez, estabilidad, etc. Eso genera soldados individualistas que se consideran mejores que sus pares, pero que acaban derrapando en la denominada irracionalidad del exceso de lo racional, la fórmula exacta para limitar la creatividad, autonomía y espontaneidad, explica Ender. Los nuevos soldados no luchan más por sus equipos, por sus camaradas, sino por un ideal nacionalista abstracto de lo que es América. Sus actitudes están pautadas por la America first, lo que sugiere un aislacionismo-internacionalista entre los soldados americanos. En eso, el 11 de Septiembre tuvo su participación. Pero no la que se esperaba. La mayor parte de los soldados no reaccionó a los ataques, y tan sólo una pequeña parte se interesó y fue a la lucha. Los números actuales son ridículos en comparación con los sacrificios épicos realizados en guerras pasadas. Pocos interrumpieron sus vidas para servir al bien mayor y al ideal. Los puntos positivos corre por cuenta de la diversidad creciente en las fuerzas americanas. Muchos que no representan a los típicos soldados americanos (blanco, cristiano, heterosexual, trabajador, joven, preparado físicamente) terminaron logrando finalmente una ciudadanía completa dentro de las organizaciones militares. Al igual que las nuevas condiciones geopolíticas, que exigen un soldado más sofisticado para las nuevas misiones, otorgaron mayor espacio a las reclutas mujeres, más adecuadas a las nuevas sutilezas requeridas por la nueva forma de guerra, explica.

Eso, además, también sucede en las Fuerzas Armadas brasileñas por motivos análogos, aunque menos bélicos. Para aquéllos que pregonan el fin del servicio militar obligatorio, como en Estados Unidos, Ender avisa que América se encuentra en contramano y debería abogar por un servicio universal nacional. Eso podría utilizarse para corregir muchos de los males sociales que aquejan a la sociedad americana. El mismo argumento, aparte, es utilizado por parte de militares y civiles en el nuevo proyecto de Defensa que preconiza el mantenimiento del servicio militar obligatorio y su universalización efectiva a todas las clases sociales, y no solamente para los más pobres, tal como sucede actualmente. Sea como sea, tanto allá como acá, acota Ender, todavía existe un gran abismo entre los mundos civil y militar y se verifica una civilinization de la vida militar, ya sea en la representación social, o en las actitudes representativas. Y, sostienen los especialistas, es ahí donde reside el peligro.

Literatura citada
ENDER, Morten G. American soldiers in Iraq.  Routledge, 199 páginas, 2009.
BEST, Nicholas. O maior dia da história. Editora Paz y Terra, 332 páginas, 2009.

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