En 1963, el cineasta y crítico Gustavo Dahl le avisaba en una carta a su colega Glauber Rocha: “El artículo que salió en Cahiers du Cinéma es muy bueno para nosotros, no hace sino hablar del grupo, de ti, de Joaquim do Pedro de Andrade, de Leon Hirzman, y dice que, en potencia, somos los primeros cineastas del mundo. Todo eso me convence cada vez más de que solamente el Cinema Novo cuenta con los elementos como para penetrar en Europa. ¡Tendríamos que organizarnos y mandar por cuenta propia, o vía Itamaraty, películas a todos los festivales, hacer en París una central del Cinema Novo, abrir un frente mundial!”. El estratega de esta “revolución” de sociabilidad, que se afianzó con la crítica francesa, era el cineasta bahiano, quien, desde 1960, vivía viajando a Europa, lo cual culminaría con su exilio, a mediados de la década de 1970.
“Sin asomo de duda, Glauber fue uno de los intelectuales brasileños que más prestigio conquistó en Europa. Su alianza con la crítica francesa constituye un intercambio cultural raramente visto. A partir de su relación con Glauber, varios críticos de revistas especializadas se transformaron en defensores del cine brasileño, y sus medios, en portavoces de las ideas provenientes del hemisferio Sur”, dice el crítico literario Arlindo Rebechi, docente de la Facultad de Arquitectura, Artes y Comunicación de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), campus de Bauru, quien estudió el tema en la investigación intitulada La recepción crítica en Francia de las películas Deus e o diabo na terra do sol (1964) y Terra en Transe (1967), de Glauber Rocha, en la década de 1960: un estudio documental en archivos franceses, que contó con el apoyo de la FAPESP.
Para Rebechi, la crítica glauberiana le prestó ‒no sin cierta razón‒ una atención bastante grande a la interpretación de sus películas. Pero la historia de Glauber Rocha como intelectual y el valor de sus diferentes escritos quedaron en segundo plano, a no ser en trabajos aislados de algunos buenos investigadores. “Mi intención es contribuir al mapeo todavía poco estudiado de las relaciones que estableció Glauber y sus alianzas en Francia, haciendo hincapié en el modo como pudieron verse y discutirse sus películas en un contexto de recepción que centraliza a la figura del cineasta como un auténtico agente de su propia trayectoria y un auténtico representante del por entonces llamado, Tercer Mundo”, dice el investigador.
Según el profesor, la documentación inédita recabada en Francia en archivos de la Bibliotèque Nationale Française y de la Cinématèque Française complementará la visión que tenemos del cineasta. “Existe una visión proveniente del sentido común, aquello de ‘una cámara en la mano y una idea en la cabeza’, que de improviso asocia a Glauber Rocha con el artista y que ya no se sostiene. Si bien debemos comprender e interpretar a su cine como un célebre aporte a la cultura brasileña, hay que entender mejor también sus textos escritos y la dimensión de su discurso como intelectual comprometido con su propio mundo. La originalidad de mi investigación consiste en reforzar eso”, dice Rebechi. Según el investigador, poco se ha dicho hasta ahora de la actuación de Glauber Rocha en Francia y de la repercusión de sus películas allí. “Es algo que algunos pocos, quizá poquísimos investigadores están intentando hacer”, advierte.
En la práctica, es un material de divulgación sumamente restringida en Brasil. Tan sólo una parte del mismo puede hallarse en los archivos más especializados del país, ya que no existen aquí las colecciones de periódicos completas. La investigación documental en archivos franceses privilegió textos de recepción crítica de Deus e o diabo na terra do sol [Dios y el diablo en la tierra del sol] y Terra en transe [Tierra en trance], pues esos filmes tuvieron una gran repercusión en Francia. “Aparte de decir mucho sobre las películas, esos textos suministran una buena idea de las redes de sociabilidad que estableció Glauber Rocha”, afirma Rebechi. A partir de ahora, será posible mapear, con seguridad, el derrotero de esos filmes y los discursos por donde gravitaron sus recepciones. “Tanto por el estudio de las coberturas a cargo de medios mayores tales como Positif y Cahiers du Cinéma, como las de vehículos menores, ligados a las asociaciones de cineclubes, tal como el caso de la revista Cinéma e Jeune Cinéma, pudimos contar con información más confiable de la recepción de esas dos películas, e inferir de manera más precisa la forma de obrar de Glauber y su diálogo con esos críticos en los respectivos festivales”, dice el investigador.
Estrategia
Un detalle interesante apunta que conocer la actuación del cineasta en esos festivales implica también entender su estrategia, no solamente para posicionarse ante los críticos, sino también, tal como nota Rebechi, para defender al cine brasileño, incluso en películas que no eran las suyas. “También podemos comprender de qué manera se dio el movimiento de internacionalización del Cinema Novo, el modo programático mediante el cual Glauber y sus compañeros siempre estuvieron dispuestos a llevar el movimiento hacia fuera de las fronteras brasileñas”, sostiene el autor.
Uma estética da fome [Una estética del hambre], el más conocido y emblemático texto del director bahiano, también indica la disposición programática de su autor para internacionalizar el Cinema Novo, pues lo escribió para presentarlo en un congreso sobre cine latinoamericano realizado en Génova, en 1965. “El texto fue leído en un debate que reunió a importantes cineastas europeos, tuvo una excelente repercusión y meses después salió publicado en la revista Positif y en otras revistas europeas. Si Deus e o diabo consagró a Glauber como cineasta en Europa, con Uma estética da fome se consolidó como agitador cultural”, sostiene el investigador.
La coyuntura francesa de aquella época era bastante propicia para la buena receptividad de las películas de Glauber y del Cinema Novo. La Nouvelle Vague cuestionaba al cine clásico y sus convenciones, abriendo espacio para la discusión de nuevos lenguajes; la independencia de Argelia ampliaba el debate sobre el colonialismo y el pensamiento tercermundista, atrayendo a intelectuales tales como Roland Barthes y Edgar Morin, entre otros. Para hacerse una idea del relieve de Glauber en los debates, basta leer el tono en que un crítico e historiador importante como Georges Sadoul le escribió al cineasta en 1963, orientándolo (¡!) con respecto a la inscripción en un gran festival: “Va adjunto el reglamento del evento, que tendrá una gran repercusión. En este caso, y de ser posible, envíanos una copia de Viva a terra antes del día 30 de marzo, sería interesante, si es que me entiendes. Si Barravento no fue presentado antes, haz todo lo posible para enviarnos una copia a París”, pedía el crítico. Un detalle: Viva a terra era el título provisorio de Deus e o diabo na terra do sol.
“Siempre muy consciente del alcance y del impacto de sus gestos y de su performance, Glauber asumió la responsabilidad política de tener una interlocución madura y horizontal con la crítica europea, es decir, sin el viejo complejo de inferioridad que tanto nos asola”, sostiene Maurício Cardoso, docente del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP) y autor de El cine tricontinental de Glauber Rocha: política, estética y revolución, una investigación en la que analiza el proyecto internacional del cineasta en el exilio. “Incansable y libre, creativo e intempestivo, Glauber llamó la atención de la intelectualidad francesa e italiana, fundamentalmente la de izquierda, ligados o no a los respectivos partidos comunistas. La marca fundamental fue su capacidad de interpretar al cine como una expresión de las condiciones materiales de cada país en sus especificidades culturales, rompiendo con la noción de influencia o copia que signó a las relaciones entre las cinematografías del Primer Mundo y las de los países subdesarrollados”, añade Cardoso. Para el investigador, Glauber Rocha dialogaba con Godard, Pasolini y Buñuel, entre otros, como quien dialoga con compañeros de trabajo.
“El pensamiento de izquierda estaba en alza y las intervenciones de Glauber hallaban resonancia tanto desde el punto de vista temático como del lenguaje cinematográfico”, analiza Rebechi. Según el investigador, Glauber Rocha estableció una interlocución con la prensa francesa, especialmente con las revistas de cine más influyentes: Cahiers du Cinéma y Positif. Ambas se ubicaban en el centro del debate sobre la cuestión del lenguaje, pero tenían sus matices. Los críticos de Positif veían a Glauber como un gran impulsor latinoamericano del cine de acción política, en tanto que Cahiers du Cinéma estaba más interesada en un tipo de cine autoral innovador en la forma, hecho con pocos recursos económicos, evalúa el profesor.
Archivo
“El trabajo de Rebechi tiene el mérito de recuperar y organizar un archivo importantísimo, que por primera vez estará disponible para los estudiosos. Asimismo, ilumina un aspecto menos conocido de la trayectoria de Glauber Rocha que no puede soslayarse”, afirma Antonio Dimas, docente del Departamento de Letras Clásicas y Vernáculas de la FFLCH-USP y coordinador de la investigación intitulada Territorios culturales en Brasil, con la cual pretende efectuar una evaluación de los territorios culturales nacionales desde una perspectiva literaria; entre ellos la trayectoria ensayística del cineasta bahiano. “Es una investigación sumamente valiosa para conocer en pormenores la riqueza de la trayectoria intelectual de Glauber Rocha –que se extiende más allá de las películas– y las diversas conformaciones que tuvo”, evalúa Dimas.
“La alianza entre Glauber Rocha y la crítica francesa le señala al estudioso del cine brasileño un importante campo de estudios: se trata de un intercambio cultural raramente visto, propio de la coyuntura de los años 1960, tanto por parte de la intelectualidad francesa del período como por parte de los intelectuales brasileños de izquierda, sobre todo los de nuestro cine. Sin sombra de duda, éstas son sugerencias interpretativas que el material recabado en Francia avala”, dice el historiador.
El objetivo ahora consiste en realizar una lectura más fina de la documentación reunida, después de lo cual Rebechi intentará efectuar articulaciones entre elementos de la correspondencia, la biografía y otros textos, para establecer un puente entre la actuación intelectual de Glauber Rocha en el exterior y su actuación en Brasil, para entenderlas mejor. “Resulta fundamental hacer ese puente, pues la red de sociabilidad internacional que el cineasta construyó está concatenada con una red de sociabilidad interna, en la cual participaron cineastas y críticos tales como Paulo Emílio Salles Gomes y Jean-Claude Bernardet, entre otros”, destaca Rebechi.
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