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Tapa

Impacto en la producción de alimentos

El cultivo de los ingredientes básicos de la dieta de los brasileños deberá adaptarse para soportar los efectos de la crisis climática

Eduardo Cesar / Revista Pesquisa FAPESP | Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESPExisten estudios en marcha para investigar cómo afecta el cambio climático a distintos cultivos, como el arroz y la mandiocaEduardo Cesar / Revista Pesquisa FAPESP | Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

Los cultivos de arroz y frijol, ingredientes esenciales del menú de los brasileños, afrontan retos que guardan relación con el aumento de la temperatura del planeta, una mayor concentración de dióxido de carbono en la atmósfera y la disminución del caudal de agua disponible para el riego de las plantaciones. Con la mira puesta en el agravamiento de la crisis climática, Brasil necesita invertir en investigación y desarrollo tecnológico para mejorar la capacidad de adaptación de su producción.

El café, el frijol y el arroz son los productos de mayor consumo diario per cápita en Brasil, según indica un sondeo realizado en 2020 por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). El consumo de frijol no llega a cubrirse con la base de producción local, por lo cual debe complementarse mediante su importación. Para poder atender la demanda local de aquí a 2050, la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) ha constatado que la producción de frijoles deberá incrementarse en un 44 %, es decir, 1,5 millones de toneladas más. Esa investigación, realizada junto a la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), salió publicado en 2022 en la revista Agricultural Systems. “Esta expansión deberá producirse en un escenario signado por los efectos adversos del cambio climático”, advierte el agrónomo Alexandre Bryan Heinemann, de la Unidad Arroz y Frijol de Embrapa, con sede en el estado de Goiás.

La superficie plantada de arroz y frijol se ha reducido más de un 30 % entre 2006 y 2022, según el Mapeo Sistemático de la Producción Agrícola, del IBGE. En el mismo período, los cultivos de soja y maíz –dos de los principales productos agrícolas que exporta Brasil– aumentaron un 86 % y un 66 % respectivamente. “El cultivo de productos destinados a la exportación es más rentable, pero no contribuye a la disminución de la inseguridad alimentaria en el país”, subraya Heinemann. Otro estudio coordinado por el investigador, publicado en 2022 en la revista Frontiers in Sustainable Food Systems, apuntó que, hacia 2050, los efectos de la crisis climática pueden llevar a una reducción de hasta un 60 % de la cantidad de agua necesaria para producir arroz de tierras altas en los estados de Goiás, Rondônia, Mato Grosso y Tocantins.

La preocupación con los impactos de las sequías y el aumento de la temperatura en la producción de alimentos básicos llevó al Instituto Agronómico (IAC) de la Secretaría de Agricultura y Abastecimiento de São Paulo a lanzar, en 2018, su primer cultivar de frijol adaptado a condiciones de déficit hídrico. Un estudio había constatado que las plantas de frijol con raíces más agresivas pueden absorber más nutrientes y agua a mayores profundidades del suelo. Otro descubrimiento fue que las plantas precoces, con ciclos de cultivo más breves, toleran mejor el estrés climático. “La mejora de la adaptabilidad de las plantas es uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos”, reflexiona el agrónomo Alisson Fernando Chiorato, del IAC.

La mandioca o yuca fue elegida en 2018 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como el alimento del siglo XXI. Se trata de uno de los cultivos que mejor se adaptan a los efectos del cambio climático, según apuntan otros estudios realizados por Embrapa. Investigaciones realizadas desde 2017 por el agrónomo Jailson Lopes Cruz arribaron a la conclusión de que las altas concentraciones de CO2 en la atmósfera atenúan el efecto inhibitorio de la sequía en la fisiología y en el crecimiento de las plantas de yuca. Esto significa que podrían incorporarse nuevas áreas al proceso de producción de mandioca, principalmente en regiones semiáridas, con beneficios para el suministro de este producto. “Asimismo, este cultivo presenta una amplia versatilidad. Es un bien de consumo directo, pero sus derivados, como la harina de fécula, también pueden utilizarse como insumos en la elaboración de productos y generar ingresos para los productores”, concluye diciendo el agrónomo Carlos Estevão Leite Cardoso, de Embrapa Mandioca y Fruticultura.

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