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buenas prácticas

Intrusos en el nido

Un estudio muestra que uno de cada 25 científicos altamente citados ha tenido algún artículo retractado y suscita un debate sobre el prestigio y la integridad

enviromantic / Getty Images

A los investigadores cuya producción científica es muy citada en los trabajos de otros autores suelen considerárselos influyentes y productivos, e incluso existen clasificaciones para reconocerlos y exaltarlos. Pero también hay pruebas de que no todos siguen los parámetros más estrictos de integridad. En un estudio publicado el 30 de enero en la revista PLOS Biology, el epidemiólogo John Ioannidis, experto en ética de la Universidad Stanford, en Estados Unidos, constató que al menos 8.000 investigadores que figuran en una lista de autores altamente citados tienen una retractación en su currículum, es decir, uno de sus artículos fue invalidado tras su publicación por contener errores o indicios de plagio o manipulación de datos.

Para arribar a estos resultados, Ioannidis y su grupo tomaron como punto de partida el banco de datos de un sitio web de noticias sobre integridad científica, Retraction Watch, que contenía registros de 55.237 retractaciones al momento del estudio. A continuación, cotejaron esta lista de retractaciones con los datos de citas de la plataforma Scopus, una base de datos administrada por la editorial Elsevier. Se descartaron los casos en los que la anulación se debió a factores ajenos a la conducta de los autores (como problemas en el proceso de edición), que dieron lugar a que los artículos se volvieran a publicar con datos corregidos, y aquellos que no estaban indexados en Scopus. Quedaron 39.468 papers para evaluar.

Por último, se cruzaron los nombres de los autores de estos trabajos con dos recortes diferentes de una lista de científicos muy citados, conocida como “Lista de Stanford”, extraída de un banco de datos mantenido desde 2016 por el propio Ioannidis. Uno de los recortes, con 223.152 nombres, reunía a los autores clasificados dentro del 2 % de los más citados del mundo en sus disciplinas en 2023, de los cuales 8.747, el 4 % del total ‒1 de cada 25‒, tuvieron un artículo retractado. El otro recorte reunía 217.097 nombres entre el 2 % más citado a lo largo de su carrera: 7.083 científicos, el 3,3 % de esta muestra, cargaban con una retractación. En la lista de investigadores que acumularon dos retractaciones, aparecían 1.199 y 957 autores, respectivamente, en los dos recortes.

Según el estudio, las retractaciones fueron más frecuentes en las ciencias de la vida, con medicina clínica y biomedicina a la cabeza, cada una con alrededor del 5 % de todos los artículos anulados. En otras subáreas como artes, humanidades y ciencias sociales hubo muy pocos papers invalidados, probablemente porque sus resultados los divulgan mayormente bajo el formato de libros e informes. En cifras absolutas, sobresale Estados Unidos, con 2.332 retractaciones de artículos firmados por autores cuya producción científica a lo largo de su carrera los ha situado entre el 2 % de los más citados, seguido por China (877), Reino Unido (430), Japón (362) y Alemania (336). En tanto, cuando se analiza la proporción de autores con una retractación en el total de investigadores muy citados de un país, se destacan naciones tales como Senegal (66,7 %), Ecuador (28,6 %) y Pakistán (27,8 %). “Esto puede reflejar ambientes problemáticos y políticas de incentivos en los países en desarrollo, muchos de los cuales han aumentado rápidamente su productividad general”, escribió Ioannidis. En la lista de países con alta producción científica, se destacaron la India, con un 9,2 % de investigadores altamente citados con una retractación, China (6,7 %), Taiwán (5,7 %) y Corea del Sur (5,3 %). El estudio no menciona a Brasil, donde históricamente ha habido pocas retractaciones en comparación con otras naciones.

El trabajo publicado en PLOS Biology no indagó en las causas del fenómeno, pero sí suscitó un debate sobre lo que podría estar fallando con los científicos de gran prestigio. “Este análisis aporta evidencias circunstanciales, aunque débiles, de que existe un problema real, y que necesitamos observar detenidamente a los autores con altos índices de citas, en lugar de simplemente dar por sentado que son grandes investigadores”, declaró a la revista Nature la neuropsicóloga Dorothy Bishop, especialista en integridad científica y profesora jubilada de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido.

Ioannidis se muestra prudente a la hora de analizar los resultados. “Hay que ser cautos al interpretar las retractaciones, ya que no siempre significan mala conducta. Es esencial un análisis más profundo caso por caso”, escribió en el artículo. Según él, es natural que los científicos prolíficos tengan más retractaciones: como publican mucho, las probabilidades de que algún paper tenga un problema son mayores que entre los colegas que publican menos. Según el estudio, los investigadores con artículos cancelados tenían una mayor cantidad de publicaciones y un número más amplio de coautores en sus trabajos que los demás. El epidemiólogo subraya que es importante tener una visión panorámica de las características y vulnerabilidades de los científicos más influyentes en distintas disciplinas y lugares del mundo. Por ello, decidió incluir datos sobre las retractaciones de cada autor mencionado en la versión más reciente de la Lista de Stanford, publicada en septiembre de 2024.

Ivan Oransky, cofundador del sitio web Retraction Watch, declaró a Nature que los resultados indican problemas en la práctica de clasificar a los científicos en función de las citas. A su juicio, los datos del estudio no son sorprendentes, sobre todo cuando se refieren a países que recompensan a sus investigadores en función de indicadores de impacto académico. “Mi suposición es que este comportamiento está vinculado de algún modo a las prácticas de manipulación de citas”. La suposición de Oransky es corroborada por los coordinadores de otra lista de investigadores altamente citados que publica cada año la empresa Clarivate Analytics. Para garantizar la credibilidad de su lista, Clarivate analiza caso por caso, con el propósito de detectar cualquier intento de manipulación.

Por ejemplo, se excluye a los investigadores que abusan de las autocitas o que suelen realizar citas cruzadas con otros autores, prácticas que aumentan artificialmente los indicadores de impacto científico. También se elimina a los que enfrentan cargos por mala conducta en sus instituciones; los que han tenido artículos retractados e incluso los que firman trabajos con cientos de coautores, lo que hace imposible evaluar la contribución individual de cada uno (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 323).

La inclusión progresiva de estos filtros ha hecho que el número de científicos descalificados crezca año tras año. En 2021, algo más de 300 científicos fueron excluidos por adoptar prácticas capaces de manipular sus índices de rendimiento. La exclusión ascendió a 550 nombres en 2022 y algo más de 1.000 en 2023. El año pasado, hubo una cifra récord de 2.000 eliminaciones, de una lista de 6.600 investigadores. “Seguimos perfeccionando nuestras políticas de evaluación y selección para hacer frente a los retos que plantea el registro de datos académicos cada vez más complejos y contaminados”, dijo David Pendlebury, jefe de análisis de investigación de Clarivate, en un comunicado.

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