La mayor parte de la diversidad genética de los pueblos precolombinos que vivieron en los tres estados del sur brasileño y en Uruguay se encuentra conservada en las poblaciones urbanas mestizas de hoy en día, con ascendencia amerindia y europea, y desapareció entre los miembros de comunidades que ahora viven en reservas indígenas. Los mestizos presentan casi cinco veces más linajes de ADN mitocondrial que los propios indígenas, material genético heredado solo del lado materno, originario de estos pueblos ancestrales. La situación, aparentemente paradójica, puede explicarse por dos circunstancias asociadas con el proceso de colonización emprendido por los europeos en el extremo meridional de América del Sur a partir del siglo XVI: la extinción de la gran mayoría de la población indígena, que llevó a la desaparición de muchos linajes celulares de ADN mitocondrial entre la pequeña porción actual de sobrevivientes de estos pueblos, y la generación frecuente de hijos mestizos, de padre europeo y madre indígena, en cuyos descendientes se preservó una alta cantidad de linajes genéticos maternos de origen amerindio.
Este escenario aparece descrito en un estudio realizado por investigadores de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) publicado el 23 de abril de este año en la revista científica American Journal of Human Biology. El documento analizó los datos sobre el ADN mitocondrial de 309 individuos mestizos de los estados del sur de Brasil y en Uruguay; y 396 pueblos indígenas de los troncos lingüísticos tupí-guaraní y ye. Estas secuencias también se compararon con la otra ya publicada, de un individuo del extinto grupo étnico charrúa. Las muestras genéticas de la población mestiza, que ya no son reconocidas como indígenas, provienen de ciudades originalmente ocupadas por estos grupos hace unas 20 generaciones. El estudio encontró solo 27 linajes celulares de ADN mitocondrial, técnicamente llamados haplotipos, entre la población indígena, y 131 en individuos mestizos.
“La única explicación posible para esta gran diversidad genética entre los mestizos es que refleja la situación que existía entre los pueblos nativos precolombinos antes del contacto con los europeos”, explica la genetista Maria Cátira Bortolini de la UFRGS, una de las autoras del estudio, que basó parte de su trabajo en los resultados de la disertación de maestría de un exalumno, Gustavo Tavares. Alrededor del 95% de los linajes celulares de ADN mitocondrial de los pueblos amerindios, que poblaron América hace unos 15.000 años, se reúnen en cuatro grandes grupos, los llamados haplogrupos A2, B2, C1, D1. De las pocas líneas celulares presentes entre los indígenas de hoy en día de la región sur, casi dos tercios son del haplogrupo A2. Entre la población mestiza, los linajes del haplogrupo A2 representan solo una cuarta parte del total y las del haplogrupo C1, el más frecuente, representan más del 40% de las muestras.
La diversidad genética cubre la cantidad de cambios y mutaciones en el ADN que caracterizan las diferencias entre los individuos de un grupo poblacional. El material genético de grupos mayores tiende a presentar más variaciones que la de pequeñas parcelas de individuos. “Una población más grande tiene más gente y, por lo tanto, más cepas segregando y más mutaciones siendo introducidas”, dice Bortolini. El grupo de investigación optó por analizar el ADN mitocondrial porque este segmento del genoma permite diferenciar claramente las líneas europeas y africanas existentes entre los miembros de una población, facilitando el aislamiento de la contribución autóctona del material genético. Debido a que se conoce la tasa de aparición de mutaciones en el ADN mitocondrial, este tipo de material genético se puede utilizar como un reloj molecular del pasado y proporciona pistas sobre el tamaño de una población ancestral en un período y evolución dados, en términos numéricos, de sus descendientes.
Según los cálculos del equipo, habrían sido necesarios miles de años para que el ADN mitocondrial pudiese acumular todas las mutaciones y variaciones que se encuentran actualmente en la población mestiza que vive en los tres estados del sur. El análisis de muestras genéticas de los individuos mestizos indica que habría existido un proceso de expansión poblacional entre los amerindios hace unos 15.000 años, aproximadamente cuando el Homo sapiens se estableció en América. También sugieren que, hace unos 500 años, cuando los colonizadores europeos llegaron a estas tierras, la población femenina amerindia que vivía en los actuales territorios de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná podría haber llegado a casi 200.000.
No existe un consenso entre los historiadores sobre cuántos indígenas, entre hombres y mujeres, vivieron en el sur antes del desembarco de los conquistadores europeos. La estimación más aceptada sugiere una población indígena de 250.000 individuos. Si este número es correcto, el ADN mitocondrial presente hoy en día entre los indígenas del sur refleja el material genético de sólo el 0,3% de la población amerindia precolombina. “La baja diversidad genética de los pueblos indígenas de hoy señala que el tamaño de la población amerindia ancestral se redujo 300 veces después de la llegada de los europeos”, dijo Bortolini.
Para el antropólogo Ruben Oliven, también de la UFRGS, pero que no participó en el estudio, el resultado de la obra está alineado con la historia y la construcción de la identidad cultural de Rio Grande do Sul. “La figura de los indígenas se incorporó de manera ambigua en la imagen del gaucho”, explica Oliven. “El hombre indígena siempre fue retratado como un tipo heroico, que montaba a caballo, era valiente y se relacionaba con la naturaleza. Muchos habitantes de la región a menudo dicen que tienen ‘sangre’ indígena, lo cual es probablemente cierto”. El reconocimiento de la cultura guaraní como formadora de la sociedad del sur, sin embargo, es reciente. “En la década de 1940, por ejemplo, mucha gente no aceptaba a Sepé Tiaraju (1723-1756) como un héroe regional”, dice el antropólogo, en referencia al líder indígena rebelde de los Siete Pueblos de Las Misiones, en el siglo XVIII. Los investigadores de UFRGS consideran que el 20% de los habitantes actuales de la región poseen líneas mitocondriales indígenas.
Artículo científico
TAVARES, G. M. et al. Measuring the impact of European colonization on Native American populations in Southern Brazil and Uruguay: Evidence from mtDNA. American Journal of Human Biology. 23 abr. 2019.