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Carta de la editora | 282

La compra de tecnología

Hace cinco años, el gobierno brasileño firmaba el contrato de adquisición de un lote de jets militares de la empresa sueca Saab. El primer modelo del avión de caza de nueva generación Gripen E está programado para despegar desde la ciudad de Linköping, en Suecia, e iniciar a partir de este mes la campaña de ensayos en vuelo, la última etapa antes de la entrega, prevista para el año 2021 (inicialmente, el plazo era 2019).

La elección del proveedor del Programa FX-2, de modernización de la flota brasileña de aviones de combate, contempló una dura competencia de más de diez años, que culminó en el contrato con Saab por un valor de 4.100 millones de dólares por 36 aviones, firmado en 2014. El factor determinante en la decisión habría sido la posibilidad de contribución de empresas brasileñas en el desarrollo de los cazas –no se trataba de la compra de un producto listo– y del acuerdo de compensación comercial propuesto por la empresa sueca. Valorado en 9.000 millones de reales, incluyó un programa de transferencia de tecnología (ToT) a empresas brasileñas.

Hasta la formalización de la compra el proyecto de desarrollo de los cazas avanzó bastante, lo cual hizo reducir, por lo tanto, el alcance de la participación brasileña, pero las empresas locales que integran el programa de ToT evalúan positivamente la iniciativa. Encabezadas por Embraer, contribuyen con componentes tales como las pantallas que equipan las cabinas de los jets y partes del fuselaje. Y para su producción, hay planes de instalación de una fábrica en Brasil en 2020. Las tecnologías que son absorbidas incluyen simuladores y apoyo logístico, entre otras. En el reportaje de portada de esta edición se presenta el proyecto, que tiene una duración prevista hasta 2024. Su éxito dependerá de la ejecución presupuestaria de acciones articuladas entre la Fuerza Aérea Brasileña y las empresas implicadas.

Este año cumplió 50 años Cebrap (Centro Brasileiro de Análises e Planejamento). Fundado en 1969, uno de los momentos más sombríos de la dictadura militar (1964-1985), permitió que un equipo multidisciplinario de investigadores suspendidos de sus universidades continuara su trabajo de investigación científica de la realidad brasileña. Fue allí que la demógrafa Elza Berquó realizó trabajos pioneros sobre la reproducción humana en la ciudad de São Paulo. Cebrap logró, por medio del endowment constituido por la Fundación Ford y de una política de financiación diversificada, equilibrando recursos públicos y privados, sostenerse como un centro privado sin finalidades de lucro. Con una cartera de cerca de 500 proyectos de investigación desarrollados hasta el día de hoy, se mantiene como un polo vibrante de producción de conocimiento sobre cuestiones políticas, económicas y sociales, trabajando en conjunto con otros actores de la sociedad civil en áreas tales como estudios de las metrópolis, análisis de la relación entre las políticas públicas y la reducción de la desigualdad, inclusión digital e innovación tecnológica.

Al equipo inicial, compuesto por José Artur Giannotti, Fernando Henrique Cardoso y Cândido Procópio Ferreira de Camargo, se sumó el sociólogo pernambucano Francisco de Oliveira, quien murió a los 85 anos en julio. Chico de Oliveira, tal como se lo conocía, trabajó con Celso Furtado en la Superitendencia de Desarrollo del Nordeste (Sudene) de 1959 a 1964 y promovía un diálogo entre la sociología y la economía política en su investigación sobre las ambigüedades del proceso de modernización del país.

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