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Historia

La diversidad fue la impronta del movimiento punk de la década de 1980 en Brasil

Documentos elaborados por los propios jóvenes exhiben el contexto en el cual se desarrolló este género en el país

Afiche del festival O Começo do Fim do Mundo, celebrado en São Paulo en 1982

Colección Punk

Eran tiempos de crisis económica y transición política. Allá por la década de 1970, el sistema de pleno empleo y bienestar social que había caracterizado a la etapa de posguerra estaba perdiendo vigor en las economías centrales. Las perspectivas de futuro de los jóvenes y adolescentes menguaban y el rocanrol, el género musical que había expresado la rebeldía juvenil desde los años 1950, se transformó. El ritmo de las baterías se aceleró y los acordes de guitarras eléctricas distorsionados se simplificaron para acompañar canciones agresivas. Sus cultores se multiplicaron por las grandes ciudades y sus suburbios: grupos de jóvenes con cortes de cabello llamativos, que se autodenominaban punks, un término surgido de un argot en inglés para decir “inútil”.

Brasil atravesaba los estertores de la dictadura militar (1964-1985) cuando los jóvenes y los adolescentes trabaron contacto con la producción musical y estética de los punks. Entre los primeros fanáticos brasileños del estilo había hijos de diplomáticos residentes en Brasilia. Las bandas que surgieron en aquel momento en la capital federal influyeron en el sonido del rock brasileño producido en la década de 1980. Ese fue el caso de la banda Aborto Elétrico (1978-1982), que contaba entre sus miembros con el vocalista Renato Russo (1960-1996) y el baterista Fê Lemos, quienes posteriormente formaron las bandas Legião Urbana y Capital Inicial, respectivamente.

Otra vertiente simultánea de la llegada del punk a Brasil fue a través de la cobertura de la prensa especializada, que difundía las nuevas bandas de la escena internacional. Una contribución de peso para la consolidación del punk en el imaginario de los adolescentes brasileños fue una edición de 1977 de la revista Pop, de la editorial Abril, que publicó un artículo referido al estilo, acompañado de una colección con canciones de bandas, como las de los británicos de Sex Pistols y los estadounidenses de Ramones. La cinta de casete, que permitía grabar y copiar canciones desde tocadiscos y radios, fue fundamental para la difusión del estilo entre los adolescentes.

Colección PunkEdición de 1983 de la historieta Lixo reciclado; y el fanzine C.D.N Conservação da natureza (sin fecha)Colección Punk

A pesar de que estaba compuesto mayormente por gente muy joven y que no tenía ambiciones programáticas, el movimiento punk generó en los años 1980 un vasto registro escrito de sus actividades e ideas. Su herramienta principal fueron los fanzines. En estas ediciones caseras, hechas con papel oficio, ilustraciones recortadas de periódicos y escritas a máquina o a mano, los integrantes del movimiento no solo debatían sobre sus bandas favoritas, sino también sobre los temas que más angustiaban a la juventud de la época, desde el despertar sexual, en plena epidemia de sida, hasta el peligro de una guerra nuclear.

Parte de ese manantial de documentos pudo conservarse gracias a los esfuerzos del historiador paulista Antônio Carlos de Oliveira, quien buceó en el punk en 1979, cuando tenía 14 años, y en las décadas siguientes acumuló una vasta colección compuesta no solo por fanzines, sino también pósteres, afiches de conciertos y otros documentos vinculados al movimiento. Además de su propia colección, reunida a lo largo de 20 años, el historiador intercambió correspondencia con otras personas que vivieron el movimiento punk desde la conformación de las primeras bandas, a partir de finales de la década de 1970. La colección también cobró cuerpo con el material donado miembros disidentes del movimiento. “Tanto aquellos que se fueron del punk para sumarse al anarquismo como los que se acercaron al nazismo me confiaron un volumen enorme de registros”, relata De Oliveira, autor de libros como Punk: Memória, história e cultura (Editorial Rizoma, 2015).

Este material, acumulado en 48 cajas, constituye el fondo documental Movimiento Punk, la principal fuente de investigación para los estudios sobre la escena punk en Brasil. Originalmente cobijados en el Centro de Cultura Social (CCS), sede de una asociación del movimiento anarquista de São Paulo, los alrededor de 10.000 documentos fueron trasladados a principios del decenio de 2000 al Centro de Documentación e Información Científica de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (Cedic-PUC-SP), donde aún hoy en día se conservan. La colección fue una de las fuentes principales de la tesis doctoral defendida este año por el historiador João Augusto Neves Pires, en el Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de Campinas (IFCH-Unicamp). Durante su investigación, que contó con el apoyo de la FAPESP, Neves dedicó dos años al estudio de la colección recopilada por De Oliveira. “La idea era rastrear las conexiones entre esos documentos, para descubrir, por ejemplo, que una carta de la caja 10 aludía a un concierto cuyo afiche promocional se encontraba en la caja 15”, explica el historiador.

Colección PunkAfiches del Primer Encuentro de Bandas Punks de São Paulo (sin fecha) y del Segundo Encuentro Antinuclear (1987), celebrado en RecifeColección Punk

Este trabajo de inventariado ayudó a Neves a trazar en su tesis un perfil de los adeptos del movimiento en el Área Metropolitana de São Paulo en la década de 1980. “La documentación revela que esos jóvenes tildados de agitadores por los medios no eran alienados y tenían una postura política. Hay muchos registros de su defensa del voto nulo. Algunas de las publicaciones, incluso, se hacían eco de lo que se debatía en la Asamblea Nacional Constituyente [1987-1988]”, informa el investigador. Otro ítem que le llamó la atención fue la red de sociabilidad creada por los miembros del movimiento en un mundo analógico, previo a la expansión de internet. “Las bandas punks de São Paulo se correspondían con el circuito punk mundial, además de participar en actividades y espectáculos en ciudades del interior del estado o de otras regiones del país”. Un ejemplo de esta articulación se recoge en la edición de marzo de 1983 del fanzine Maximum Rock’n’Roll, publicado en San Francisco [California, EE. UU.], principalmente centrado en la escena punk brasileña, y especialmente en la capital paulista.

El estudio, que explora los primeros años del punk paulistano con recursos de la historia urbana, de la historia de las sensibilidades y de la historia de la música, revela la potencia de un fenómeno con innumerables derivaciones. En la documentación que han dejado sus seguidores, como así también en los registros de la prensa de la época y en los archivos policiales y de la censura, pueden encontrarse manifestaciones de las más variadas vertientes. Desde el anarquismo que atrajo a De Oliveira y dio origen al Movimiento Anarcopunk (MAP) hasta el ultranacionalismo de grupos como Carecas do ABC [Pelados del ABC], que poco a poco fue aproximándose al ideario supremacista blanco. En la actualidad, otros movimientos de carácter político también reivindican la concepción punk. Es el caso de straight edge, que predica el veganismo, la abstención del consumo de alcohol y el rechazo a la promiscuidad sexual. “El elemento aglutinante de toda esta diversidad es la simplicidad de la música, que se caracteriza, por ejemplo, por el uso de pocos instrumentos, habitualmente, guitarra eléctrica, bajo, batería y voz”, explica Neves. “Esta estética minimalista es ideal para expresar la rebeldía que característica del punk”.

Aunque la expresión “movimiento punk” se ha consolidado, no hay una pauta definida capaz de reflejar sus complejidades. Existen, por supuesto, puntos en común, como el inconformismo y la propuesta del “hazlo tú mismo”, que explica mucho de la estética punk: camisetas con dibujos hechos a mano, bandas musicales compuestas por individuos sin habilidad para ejecutar instrumentos, adornos improvisados con objetos de la vida cotidiana. “No hay forma de definir qué es este movimiento”, asegura el historiador Tiago de Jesus Vieira, de la Universidad del Estado de Goiás (UEG) quien trabajó con la temática tanto en su maestría como en su doctorado defendidos en la Universidad Federal de Mato Grosso (UFMT). “El punk suele atraer adeptos a través de la música y la conducta, con una vaga idea de rebelión. A partir de ahí, esta idea dialoga con lo que realmente les molesta a estos jóvenes del contexto en el que viven y así, adquiere los rasgos específicos de cada ambiente”.

Colección PunkFanzine de 1989, sin títuloColección Punk

Desde mediados de la década de 2000, De Oliveira, actualmente docente de la red de educación pública, ha ido digitalizando poco a poco los documentos de la colección Movimiento Punk. En su investigación doctoral, Neves también digitalizó parte de los documentos que utilizó en sus estudios. En la actualidad, este material se encuentra disponible en el repositorio virtual Acervo Punk, creado por Neves para dejar disponibles las fuentes y elementos recopilados a lo largo de su estudio.

En Brasil, el movimiento punk ha sido poco estudiado en el ámbito académico, según señalan Vieira, de la UEG, y el antropólogo João Batista de Menezes Bittencourt, de la Universidad Federal de Alagoas (Ufal). El año pasado, los investigadores publicaron un artículo que incluye un inventario de la producción bibliográfica del país sobre este tema a lo largo de las últimas cuatro décadas. Según este estudio, realizado a partir del Banco de Tesinas y Tesis de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), la primera tesina de maestría que abordó el tema en el país fue “El movimiento punk en la ciudad. La invasión de las pandillas sub”, defendida en 1985 por la antropóloga Janice Caiafa en el marco del Programa de Posgrado en Antropología Social del Museo Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).

Poco tiempo antes, en 1982, el dramaturgo y periodista Antonio Bivar (1939-2020) publicó el libro O que é o punk? [¿Qué es el punk?], en la colección Primeiros Passos de la editorial Brasiliense, obra que se convirtió en una referencia sobre el tema en el país. Bivar había conocido el movimiento cuando vivió en el Reino Unido en la década de 1970. Posteriormente, en 1982, fue uno de los organizadores del festival O Começo do Fim do Mundo [El Principio del Fin del Mundo], que se llevó a cabo en el Sesc Pompeia de la ciudad de São Paulo, considerado un hito en la historia del punk en Brasil. En el escenario del festival, que congregó a unos 3.000 asistentes, se presentaron bandas tales como Ratos de Porão, Inocentes y Cólera.

Colección PunkPanfletos de eventos en São Paulo organizados por anarquistas y punks con motivo del Día Internacional de la Mujer (1994) y contra el militarismo (sin fecha)Colección Punk

Según consta también en el estudio de los dos investigadores, entre 1982 y 2000 tan solo existen registros en el país de cuatro tesinas de maestría y una tesis doctoral sobre el punk. Este panorama empezó a modificarse en el siglo XXI. Entre 2001 y 2020 se produjeron 54 trabajos académicos, 45 de ellos tesinas de maestría y 9 tesis doctorales. “A lo largo de esos años, la temática se diversificó”, afirma Vieira. “Los trabajos más recientes abundan en las corrientes del movimiento vinculadas a las cuestiones de género, como el movimiento feminista Riot Grrrl, que denuncia el machismo dentro del ambiente punk, y QueerCore, un movimiento cultural y social centrado en el debate LGBT+”.

Bittencourt coincide. “El punk contemporáneo está más abierto a las temáticas interseccionales, como las reivindicaciones feministas, LGBT+ y antirracistas. Y esto se ve reflejado en las investigaciones. La literatura sobre el movimiento revela que había mucho machismo, homofobia y racismo, sobre todo en las primeras generaciones de los punks brasileños, pero los investigadores han problematizado estas cuestiones en los últimos años”, dice el antropólogo, quien coordina en Brasil la red internacional de investigadores Punk Scholars Network (PSN), que cuenta con unos 40 miembros en el país, en su mayoría vinculados a universidades brasileñas.

Aunque la mayor parte de la producción académica sobre el tema se concentra en el sudeste del país, tal como lo muestran los estudios, desde 2001 pueden verse investigaciones que llevan a cabo académicos de todas las regiones. “Se habla mucho del protagonismo de São Paulo y Brasilia en la escena punk brasileña, pero estos trabajos demuestran que ya hacia finales de la década de 1970 existían colectivos punk en varias ciudades del país, tales como João Pessoa, Fortaleza, Salvador y Natal”, dice Bittencourt. “Son estudios que aportan nuevos puntos de vista y contribuyen a añadirle más matices a la historia del punk en Brasil”.

Proyecto
Ruidos de la metrópolis fragmentada. Performances punk y resentimientos en São Paulo (1978-1988) (nº 17/18962-4); Modalidad Beca doctoral; Investigadora responsable Josianne Francia Cerasoli (Unicamp); Becario João Augusto Neves Pires; Inversión R$ 239.105,49.

Artículo científico
BITTENCOURT, J. B. M. y VIEIRA, T. J. 40 anos de pesquisas sobre o punk no Brasil: Novas possibilidades em cena. Anos 90. Revista do Programa de Pós-graduação em História da Universidade Federal do Rio Grande do Sul. v. 29. 2022.

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