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Posgrado

La evaluación de la Capes registra avances en los indicadores de calidad de las carreras de maestría y doctorado en Brasil

La mejora se produce aun en un escenario de subfinanciación, con recorte de fondos para la investigación y corrosión del valor de las becas

Léo Ramos Chaves/Revista Pesquisa FAPESP

La Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), un organismo vinculado al Ministerio de Educación (MEC) de Brasil, divulgó en diciembre, un año después de lo previsto, los resultados de la evaluación cuatrienal del posgrado en el país, que se utiliza desde la década de 1970 para evaluar la calidad de las carreras de maestría y doctorado académicas y profesionales, y para orientar el otorgamiento de becas y la asignación de fondos. Aun en un escenario de subfinanciación de la ciencia, con el recorte de los fondos para investigación y la corrosión del valor de las becas, muchos programas han mejorado sus indicadores. De las 4.512 carreras evaluadas entre 2017 y 2020, el 34 % elevó la nota. La cantidad de programas de nivel internacional, aquellos que obtuvieron las notas más altas en la escala de la Capes (6 y 7), creció un 37 %, al trepar de 490 a 671.

La mayoría de las carreras se concentran en los estados del sur y el sudeste del país, principalmente en São Paulo, Río de Janeiro, Rio Grande do Sul y Minas Gerais. Pero también han cobrado impulso otras regiones. En el nordeste, el número de programas de excelencia pasó de 37 a 60, lo que representa un crecimiento del 62 %. La región norte, que no tenía ningún programa con nota 7 hasta la evaluación anterior, ahora cuenta con tres en ese nivel, dos en la Universidad Federal de Pará (UFPA) y uno en el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa). “Esperábamos que la UFPA recibiera mejores notas, pero los resultados superaron las expectativas, lo que supondrá un impacto importante en nuestra capacidad de captar recursos para el desarrollo de nuestro posgrado”, subrayó el psicólogo Emmanuel Zagury Tourinho, rector de la universidad, en un video divulgado por la UFPA en las redes sociales.

Estos resultados corroboran las tendencias observadas en evaluaciones anteriores. La Universidad de São Paulo (USP) sigue siendo la institución brasileña con más programas con notas 6 y 7. En total son 114, especialmente en las áreas de ciencias biológicas, ingeniería y medicina. La Universidad Federal del ABC (UFABC), creada hace tan solo 17 años, también festejó los resultados. De los 29 programas evaluados, 10 subieron su calificación y dos de ellos obtuvieron nota 6, el de nanociencia y materiales avanzados y el de ciencia y tecnología química, “un resultado notable para una institución relativamente joven”, valora Charles Morphy, prorrector de posgrado de dicha institución. El posgrado de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) pasó a tener 10 programas con una nota conceptual 7, entre ellos los de física, química y odontología. “Esto se debe a una política de posgrado basada en metas y en el seguimiento continuo de los programas a lo largo de cada cuatrienio”, dice la química Maria Valnice Boldrin, prorrectora de posgrado de la Unesp.

En la Universidad de Campinas (Unicamp), 30 carreras elevaron sus notas en comparación con el ciclo anterior, llegando a sumar 37 con nivel de excelencia, entre las que se destacan las áreas de ciencias humanas, alimentos, ingeniería, medicina y odontología. La prorrectoría de posgrado de la universidad informó que se reunirá con los coordinadores de los programas con notas 3 y 4 para definir estrategias tendientes a mejorar el desempeño en la próxima evaluación.

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

Más allá del prestigio académico, los programas de excelencia tienen más autonomía y pueden recibir financiación directamente de la Capes a través del Programa de Excelencia Académica (ProEx). Aquellos con notas ubicadas entre 3 y 5 también reciben fondos de la agencia federal a través del Programa de Apoyo al Posgrado (ProAp), pero el monto de los giros es menor. Los proyectos vinculados a programas con notas altas también tienen mayores posibilidades de resultar seleccionados en las llamadas a concurso de la Capes y del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq).

Es cierto que, en los últimos años, las dificultades en la financiación de las becas y los proyectos han afectado tanto a las carreras bien evaluadas como a las que no. “En estos años los programas tuvieron que administrar una serie de restricciones impuestas no solo por la pandemia, sino también por la escasez de fondos destinados a la ciencia y a la educación”, dice la politóloga Rachel Meneguello, prorrectora de Posgrado de la Unicamp. “El monto desfasado e insuficiente de las becas federales es muy ilustrativo de este escenario”. Hace años que los estudiantes vienen padeciendo una corrosión en el valor de las ayudas, cuyo monto fue actualizado por última vez en 2013, mientras que la inflación acumulada desde entonces, medida por el índice IGP-M, fue del 125,1 %. Actualmente, un becario de maestría recibe 1.500 reales por mes y uno de doctorado, 2.200 reales.

Iniciativas como el Programa Institucional de Internacionalización de las Universidades Brasileñas (Print), lanzado por la Capes en 2017 con miras a promover alianzas internacionales en los programas de maestría y doctorado, también se han visto afectadas. En 2020, a causa de la pandemia, no se concedieron becas de movilidad, que propician el intercambio de estudiantes, y en 2021 se suspendieron. Según explica Boldrin, el programa, cuya duración estaba prevista hasta 2021, se prorrogó hasta 2024 y las becas que deberían haberse asignado en 2020 y 2021 se reprogramaron para 2023 y 2024.

No hay consenso en cuanto a los factores que contribuyen al buen desempeño de los programas, pero existen algunas hipótesis. Una de ellas se refiere a los cambios en el modelo de clasificación de la Capes, que en su última evaluación pasó a otorgarle más importancia a algunos aspectos cualitativos relacionados con la formación que ofrecen las carreras y su producción intelectual. Hasta entonces, los responsables de los programas completaban un cuestionario con información detallada de la propuesta del programa, la calificación del cuerpo docente, el perfil de los alumnos y el conjunto de los trabajos publicados en los estratos más altos del Qualis, el sistema de clasificación de las revistas científicas de la Capes. “En la última evaluación, también pudieron informar sobre los trabajos de mejor calidad de sus alumnos e investigadores”, subraya la epidemióloga Rita Barradas Barata, exdirectora de la Capes, quien participó en el análisis de los programas profesionales de posgrado en el área de la salud colectiva.

Los programas registraron 4,7 millones de producciones intelectuales entre 2017 y 2020. De este total, 280.000 fueron destacadas por los propios coordinadores y evaluadas según su impacto, originalidad y grado de innovación. “Ello puede haber contribuido a que los programas hayan tenido un mejor desempeño que el habrían tenido si la evaluación se hubiese centrado en los aspectos cuantitativos”, dice Barata.

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

Los expertos entrevistados para la redacción de este reportaje sugieren que hubo una tendencia dentro del Consejo Técnico-Científico de la Educación Superior (CTC-ES) de la Capes, el organismo colegiado que delibera sobre la evaluación, a otorgarle más autonomía a la labor de los coordinadores de área, acatando sus recomendaciones de notas. En las evaluaciones de años anteriores, la Capes llegó a crear un comité especial para revisar la concesión de notas 6 y 7.

También es posible que la evolución de los indicadores de calidad de los programas refleje las inversiones realizadas en el cuatrienio anterior y que estas no hayan sido afectadas por las dificultades recientes. “El desempeño de las carreras en cada evaluación suele reflejar parte de lo hecho en el pasado”, dice Morphy, de la UFABC. “La primera mitad del decenio de 2010 estuvo signada por una política de valorización y expansión del posgrado, y es posible que los resultados actuales todavía estén reflejando eso”.

Para Rita Barata, la Capes deberá adaptar sus criterios para la próxima evaluación, que comprenderá el período 2021-2024. “Los programas, que ya padecían la falta de recursos, acusaron el impacto de la pandemia, que se tradujo en un aumento de la deserción en las maestrías y doctorados, la interrupción de proyectos y retrasos en la conclusión de tesis y tesinas y en la publicación de artículos científicos”, dice. “Todo ello repercutirá en el rendimiento y en la producción de los programas en los próximos años y la agencia tendrá que tenerlo en cuenta”.

A su juicio, la Capes también tendrá que volver a evaluar la efectividad de su modelo de clasificación. “La lógica de la evaluación cuatrienal reside en identificar los matices y distinguir la excelencia entre los programas para que, con base en ello, la propia Capes, el CNPq y otras agencias de fomento puedan definir las prioridades de inversión y las estrategias de desarrollo del posgrado”, explica. “Cuando muchos programas logran acceder a las notas más altas, la escala utilizada por la agencia pierde su capacidad de distinguir la excelencia”.

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

La comunidad científica espera que el rendimiento de los programas empiece a calcularse a partir de un modelo multidimensional, que asigne distintas notas a cinco parámetros de rendimiento: formación y aprendizaje, producción de conocimiento, inserción internacional y regional, innovación y transferencia de conocimiento e impacto en la sociedad (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 286). “Esta propuesta viene discutiéndose desde hace años y cuenta con amplio apoyo en la comunidad, pero aún no sabemos si será implementada”, dice el agrónomo Marcio de Castro Silva Filho, prorrector de posgrado de la USP. “El nuevo modelo cumpliría un papel importante para el perfeccionamiento del sistema, ya que promovería una evaluación más precisa y detallada de los programas, teniendo en cuenta orientaciones específicas”, añade Meneguello.

La etapa final del proceso de evaluación de la Capes estuvo marcada por una serie de constreñimientos. El principal tuvo lugar en septiembre de 2021. En respuesta a una demanda civil pública del Ministerio Público Federal (MPF), la jueza Andrea de Araújo Peixoto, del juzgado de la 32ª Circunscripción Federal de Río de Janeiro, otorgó una medida cautelar que establecía la suspensión de la evaluación, que debía divulgar sus resultados en diciembre. De acuerdo con la denuncia cursada por el MPF, la Capes habría modificado los parámetros a lo largo de los cuatro años del proceso, generando inseguridad jurídica para los programas. Por entonces, el MPF le sugirió a la agencia que adoptara criterios idénticos a los utilizados en 2016 para medir la calidad de las carreras en 2021 (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 309).

En diciembre, el juez Antonio Henrique Correa da Silva, también de la 32ª Circunscripción Federal de Río de Janeiro, hizo lugar a un pedido de la Oficina de Abogacía General de la Unión y revocó la cautelar que había ordenado la interrupción del proceso, que finalmente pudo concluirse, pero la publicación de los resultados quedó en suspenso. El permiso para la reanudación se dio en medio de la dimisión de unos 80 investigadores que se desempeñaban como coordinadores y consultores en las áreas de química, matemática y física, quienes se quejaron de la falta de empeño de la agencia para tratar de revertir la sentencia judicial y de las presiones para la aprobación de nuevas carreras.

En septiembre de 2022, la Capes firmó un acuerdo con el MPF para poner fin a la demanda civil pública interpuesta y permitir la publicación de los resultados. En principio, las notas solamente se les dieron a conocer a los coordinadores de los programas y prorrectores de posgrado, quienes pudieron solicitar su reconsideración. Es natural que las universidades se movilicen cuando no quedan satisfechas con los resultados preliminares. Sin embargo, el acuerdo fue criticado por la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), debido a la autorización para que las carreras mantengan la nota de la evaluación cuatrienal anterior en caso de que la actual haya sido inferior. La Capes no informó cuáles fueron los programas que solicitaron una reconsideración que se valieron de este mecanismo para evitar una rebaja en la nota conceptual de sus carreras. En un comunicado, la agencia informó que recibió 975 solicitudes de reconsideración, de las cuales 707 mantuvieron la nota de 2017. “De cualquier modo, creemos que los resultados reflejaron la calidad real de los programas en relación con las calificaciones que se les asignaron”, escribieron. En total, tan solo 189 recibieron una nota inferior a la de 2017.

Este tipo de contratiempos perjudicaron a las carreras. “Pasamos por dos años de gran inestabilidad, con cambios en la presidencia de la Capes, suspensión de la evaluación y atrasos en la publicación de los resultados, lo que hizo que los coordinadores de los programas retrasaran su planificación”, resalta Boldrin. “Ya estamos en medio de la próxima evaluación cuatrienal y solo ahora será posible sopesar los puntos fuertes y las vulnerabilidades y trazar nuevas metas”. También a causa de la pandemia, recién ahora comienza a discutirse el Plan Nacional de Posgrado (PNPG) para el decenio 2021-2030 que estipular las metas por alcanzarse durante los próximos años. “Le cabe a la nueva administración, que ahora preside la bióloga Mercedes Bustamante, dar continuidad a estos debates con la comunidad”, concluye Meneguello, de la Unicamp.

La clasificación de la Capes diluyó el rendimiento de algunas universidades

Las universidades de São Paulo (USP), Estadual Paulista (Unesp) y Federal de Río de Janeiro (UFRJ) son las tres instituciones con la mayor cantidad de programas de posgrado de Brasil, de acuerdo con los datos oficiales compilados en el marco de la más reciente evaluación cuatrienal de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes) dada a conocer durante el pasado mes de diciembre. De la USP se evaluaron 265 programas, un poco más que la suma de los de la Unesp (128) y los de la UFRJ (125).

Con todo, la metodología que aplicó la Capes para divulgar la referida clasificación exhibió de manera diluida el rendimiento de algunas universidades, entre ellas la USP y la Unesp, al reproducir la forma no estandarizada a través de la cual las instituciones inscribieron sus programas de posgrado en el proceso de evaluación. Las que declararon el conjunto de sus programas agrupados aparecen en el ranking en puestos más destacados que aquellas que informaron sobre sus programas en forma disgregada, con una distribución por unidades.

Rodrigo Cunha / Revista Pesquisa FAPESP

El ranking dividió a la USP en siete unidades distintas y le asignó a cada una de ellas la fracción correspondiente del total de programas de la universidad que se evaluaron. De todos modos, la institución apareció en el primer puesto de la lista, gracias a los 174 programas de sus campus ubicados en la capital paulista. Aparte de estos, fueron evaluados 50 programas de su campus de la ciudad de Ribeirão Preto, 17 de São Carlos, 17 de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, cuya sede se encuentra en la localidad de Piracicaba, 4 de la Escuela de Ingeniería de Lorena, 2 de la Facultad de Odontología de Bauru y 1 del Centro de Energía Nuclear en la Agricultura (Cena), también situado en Piracicaba.

En tanto, en el caso de la Unesp, esta metodología invisibilizó su contribución. Ni siquiera se hace mención a esta universidad en un gráfico que la Capes elaboró y que aquí se reproduce, que muestra a las 30 instituciones que más sobresalen en la evaluación en lo que atañe a la cantidad de programas. Con sus campus distribuidos por 24 ciudades del estado de São Paulo, la Unesp posee programas de posgrado en 19 unidades distintas, que aparecieron en forma fragmentada en la clasificación. La primera mención a dicha universidad aparece solamente en la 48ª ubicación y se refiere al grupo de 27 programas de posgrado evaluados de su campus de Botucatu. Luego la Unesp resurge en la lista de las instituciones con entre 10 y 19 programas evaluados, merced al rendimiento de los campus de Araraquara y Bauru, con 13 programas cada uno, el de São José do Rio Preto, con 11, y el de Rio Claro, con 10. Y así siguen sucesivamente, pasando por Jaboticabal (9 programas), Ilha Solteira y Presidente Prudente (7 cada uno), Marília (5), Araçatuba, Franca y São Paulo/Rectoría (4 cada uno), Assis, Guaratinguetá y São José dos Campos (3 cada uno), Sorocaba (2), São Vicente, Tupã y el Instituto de Física Teórica, con sede en São Paulo (1 programa cada uno).

En tanto, la UFRJ no afrontó este problema, pues declaró a sus 125 programas en forma agrupada. Entre las instituciones con más programas, también despuntan la Universidad de Brasilia (UnB) y la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), con 90 cada una, las federales de Minas Gerais (UFMG) y de Pará (UFPA), con 87 cada una, la de Rio Grande do Norte (UFRN), con 81, la de Pernambuco (UFPE), con 80, la Universidad de Campinas (Unicamp), con 79, y las federales de Bahía (UFBA), de Santa Catarina (UFSC), de Paraná (UFPR) y Fluminense (UFF), con 78 cada una.

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