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PALEOBOTÁNICA

La flora que llegó del frío

El interior paulista es refugio de fósiles de plantas que crecieron junto a glaciares hace 300 millones de años

PAULO ALVES DE SOUZAEspora, alga y polen: útiles para recomponer la floraPAULO ALVES DE SOUZA

Una tarde de septiembre del año 1999, la chilena Fresia Ricardi Branco halló una piedra peculiar en el medio de su camino. Era sábado, día de descanso de sus clases en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), y esta experta en plantas fósiles, habitante de la ciudad de São Paulo, había resuelto hacer una incursión en un territorio que les es bastante familiar: la Autopista dos Bandeirantes, que une la capital paulista con Campinas, por donde pasaba tres veces por semana. Junto a su marido, Fábio Branco, de profesión geólogo, tomó el coche de la familia y partió rumbo a un tramo de la citada carretera sometido a obras de ampliación. A eso de las cinco y media de la tarde, se encontraba frente al afloramiento grisáceo que algunos días antes avistara rápidamente, pero que no había tenido en ese momento tiempo de explorar: una formación rocosa de unos 50 metros de ancho por 20 metros de altura que emergiera de las obras en marcha en el kilómetro 96 de la autopista.

Este afloramiento, formado por más de 20 capas de siltito, una roca sedimentaria de granulación fina, albergaba abundantes vestigios de pequeños vegetales acumulados hace cerca de 310 millones de años, o quizá antes. “Los fósiles eran tantos que era imposible no verlos”, recuerda Fresia. “Eran de una vegetación rastrera, de un ambiente parecido al glacial, similar a la actual tundra del norte de Canadá y de Siberia”. Fueron probablemente parte de una alfombra verde compuesto de musgos (briofitas) y licofitas de porte arbustivo (plantas erguidas, de hojas perennes dispuestas en forma helicoidal sobre el tallo), que revestía las porciones de tierra del interior paulista situadas entre los glaciares y el brazo de mar que penetraba continente adentro. En efecto, había glaciares al este del estado de São Paulo, y un mar interior al oeste o al sudoeste. Pero la tundra primitiva difería de la actual en al menos un aspecto importante: no tenía césped. Las angiospermas, plantas con flores, entre las cuales se incluyen las gramíneas, aún no habían surgido en la Tierra.

En ese momento de la historia del planeta, hace alrededor de 300 millones de años, entre el final del período Carbonífero y comienzos del Pérmico, la geografía y el clima de la Tierra – obviamente, no solo el de São Paulo – eran muy diferentes de las condiciones actuales. América del Sur, África, la Antártida, la India y Australia estaban unidas en un supercontinente austral: Gondwana, y sus porciones más meridionales copadas en gran medida por glaciares, que rozaban las latitudes polares. Mientras América del Norte y Europa estaban más cerca del Ecuador y tenías un clima más cálido, el Hemisferio Sur vivía, hace entre 330 y 285 millones de años, su penúltima gran Edad del Hielo. La más reciente glaciación de gran porte, cuyos efectos más directos se concentraron en el Hemisferio Norte, se inició hace dos millones de años y terminó hace apenas 10 ó 15 mil años. Pero eso ya es otra historia.

El descubrimiento de remanentes de un bioma similar a la tundra contemporánea en la vera del kilómetro 96 de Autopista Bandeirantes, en Campinas, ilustra muy bien los esfuerzos realizados (y, por supuesto, los resultados obtenidos) por un grupo de investigadores de São Paulo que, durante cuatro años, salió al campo en busca de fósiles de vegetales aprisionados en sedimentos oriundos de la postrera megaglaciación acaecida en tierras de Gondwana. En su búsqueda de más especímenes de plantas primitivas, los científicos visitaron nuevamente localidades del interior paulista en las que habían sido anteriormente exhumados fósiles del período glacial, como Monte Mor, Itapeva y Cerquilho, y también identificaron nuevos afloramientos rocosos con vestigios de plantas de la Edad del Hielo en otras ciudades – que son los casos de Salto, Tietê y Campinas.

Este trabajo tenía por objeto reconstituir la sucesión de tipos de flora, de formaciones vegetales que prosperaron en el estado de São Paulo en medio a temperaturas frecuentemente inferiores a 0 °C vigentes hace aproximadamente 300 millones de años. “Al margen de suministrar información sobre los tipos de plantas que ya existieron algún día, los fósiles de vegetales ayudan a entender los cambios climáticos del pasado”, dice la paleobotánica Mary Elizabeth C. Bernardes de Oliveira, de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad Guarulhos (UnG), coordinadora del proyecto, que contó con financiamiento de la FAPESP.

Pero, ¿por qué hacer ese relevamiento, del cual la chilena Fresia fue una de las ejecutoras, solamente en São Paulo? La principal razón para ello es de naturaleza científica. El suelo de este estado brasileño es el que posee en el país el más espeso – y temporalmente extenso – registro de sedimentos y fósiles de la antiquísima Edad del Hielo austral. Con una edad estimada entre 310 y 285 millones de años, estas capas de origen glacial pertenecen a la cuenca del Paraná y recibieron el nombre de Subgrupo Itararé (vea el mapa de la página 50 con los sitios estudiados en el marco del proyecto).

En ese intervalo de tiempo, la antigua tundra de Campinas parece representar la forma de vegetación más antigua conservada por los sedimentos glaciales del Itararé. En otras tres ciudades, Monte Mor, Itapeva y Burí – cuyos sitios paleobotánicos, conocidos desde hace décadas, fueron nuevamente estudiados -, los fósiles encontrados por el equipo de Mary Elizabeth indican la existencia de una flora diferente y algo más joven que la de Campinas. Su edad se estimada entre los 315 y los 305 millones de años. Entre los vestigios petrificados recuperados por los investigadores había semillas y frondes de pteridospermas (vegetales extinguidos emparentados con los actuales helechos), algunos pinos primitivos, hojas y ramas de licofitas y de esfenofitas (plantas que parecen bambúes finos) y algunas progimnospermas. Casi todos vegetales de porte arbustivo.

Estas plantas fósiles deben haber constituido la flora de un clima más cercano al frío o templado que propiamente glacial, típica de una fase en la que los glaciares retrocedieron un poco debido a la elevación de las temperaturas. “En esas localidades, Itararé suministra indicios de que hubo una fase interglacial”, comenta Mary Elizabeth. Se le llama interglacial al breve momento de clima más cálido que interrumpe el frío casi polar reinante durante una glaciación. Es el fugaz “verano” de una Edad del Hielo.
Puede durar muchos miles de años, o unos pocos millones. En tanto, la glaciación se prolonga durante decenas de millones de años, a veces incluso más de una centena, siendo de tiempo en tiempo mitigada por fases interglaciales. En Monte Mor, Itapeva y Buri, los sedimentos de Itararé incluyen finas capas de carbón resultantes de turberas – áreas pantanosas, de la salida de cauce de ríos o lagos, caracterizadas por la intensa acumulación de restos de vegetales en descomposición. Este paisaje sedimentario y sus fósiles vegetales son compatibles con la aparición de un período interglacial.

De acuerdo con las evidencias halladas en el marco del proyecto, una vez que la vegetación templada es aprisionada en la turba, resurge una formación similar a la tundra – un indicio de que el frío debe haberse vuelto agudo nuevamente y los glaciares entonces volvieron a avanzar sobre el continente. Era el regreso de la Edad del Hielo. Este tipo de registro fue encontrado en el municipio de Salto, en un afloramiento que, a ejemplo del sitio descubierto en Campinas, también salió a la luz durante la realización de obras en una carretera.

O mejor dicho, en dos: en el entroncamiento de las carreteras SP 75 y SP 308. En ese lugar, la hipótesis de que allí en alguna época prosperó una vegetación casi polar, compuesta fundamentalmente por musgos, cobró más fuerza luego de que los investigadores hallaron fragmentos rocosos de origen glacial asociados a los finos sedimentos fosilíferos, acumulados en un probable lago o mar glacial. Esos fragmentos se soltaron de icebergs desprendidos a su vez de glaciares, que flotaron y se derritieron en ese cuerpo de agua. “La existencia de esos fragmentos junto a los finos sedimentos sugiere que las briofitas no vivieron muy lejos de los glaciares”, explica la paleobotánica Rosemarie Rohn Davies, del departamento de Geología Aplicada de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) de Río Claro, que descubrió el afloramiento de Salto junto con su alumna Márcia E. Longhim.

Son raros los registros fósiles de vegetación del tipo tundra, y aquéllos rescatados en Campinas y Salto se encuentran probablemente entre los más antiguos de Gondwana. Sin árboles y con su subsuelo permanentemente congelado, el monótono paisaje horizontal de la tundra es el bioma más frío existente en la Tierra. Su frágil vegetación, en general compuesta de musgo de menos de 10 centímetros de altura y escasos tallos enanos leñosos, raramente se conserva en las capas de roca. Esto explica la gran dificultad para localizar musgos primitivos preservados en sedimentos glaciales. La identificación de los afloramientos en esas dos ciudades, que permitió el rescate y el estudio científico de la existencia de tundras primitivas, solamente se dio porque estaban las personas justas en los lugares justos.

Esto se explica: las obras en las carreteras hicieron aparecer durante un breve lapso – de no más de algunas semanas – rocas sedimentarias con los vegetales fósiles. Si los investigadores no las hubieran visto, los restos de esas plantas del pasado remoto estarían ahora nuevamente enterrados. Los afloramientos terminaron siendo cubiertos de césped una vez concluidos los trabajos de ingeniería en las carreteras.

Rosemarie recuerda que su tercera y última visita al sitio ubicado en el entroncamiento de las carreteras SP 75 y SP 308 no fue precisamente una experiencia agradable. He aquí su relato: “Con mis alumnos, vimos que un tractor estaba llenando de tierra el afloramiento. Entonces recolectamos muestras lo más rápido posible, mientras el vehículo se acercaba gradualmente a nosotros. De nada sirvió pedirle al encargado de la obra que postergase ese trabajo. La empresa seguía un rígido cronograma. Las últimas muestras fueron recolectadas cuando el tractor ya estaba arrojando tierra prácticamente encima de nosotros”.

Si la primitiva tundra fósil de Salto se asemeja a la de Campinas, incluso porque los sedimentos de ambos lugares parecen ser provenientes de períodos claramente glaciales, al menos una de las formas de plantas encontradas en Cerquilho y Tietê es muy diferente a los vegetales descubiertos en otros sitios del Subgrupo Itararé. En esos dos lugares, en medio a esfenofitas y progimnospermas similares a las de Monte Mor e Itapeva, aparecen restos de Glossopteridales, un orden extinto de plantas de porte arbóreo, con hojas en formato de espátula, que surgió a comienzos del período Pérmico en tierras de Gondwana. La presencia de esta forma de vegetal, que se desarrolla en climas más cálidos, permite efectuar algunas ilaciones. Los sedimentos de Cerquilho y Tietê podrían ser oriundos de una fase en la que las temperaturas se elevaron nuevamente. “En ese momento, posiblemente hubo otro interglacial”, afirma Mary Elizabeth. Los investigadores estiman que las rocas de esos afloramientos tienen una edad cercana a los 290 millones de años.

Para Rosemarie, de la Unesp, los ejemplares de Glossopteridales rescatados a orillas del río Capivari, en Tietê, pueden ser los más antiguos de Gondwana. “Sus hojas presentan indicios que sugieren que son más primitivas que las existencias de ese tipo de vegetación descubiertas en el exterior e incluso en Cerquilho”, dice Rosemarie. Su teoría se basa en una característica de los antiguos foliares de Glossopteridales hallados en Tietê. Las hojas no tienen un haz vascular mediano muy desarrollado, un rasgo normalmente presente en especímenes más “avanzados” de este tipo de vegetal. Los Glossopteridales son objeto de intenso debate científico, pues sus descendientes, plantas del género Glossopteris, formaron la flora dominante en Gondwana durante 40 millones de años.

La Tundra en Campinas hace 310 millones de años. Después, turberas (pantanos) en Monte Mor e Itapeva. Luego nuevamente tundra en Salto. Por último, Glossopteridales en Tietê y Cerquilho, hace 290 millones de años. Dicho de esta manera, parece que hubiera sido sencillo determinar la sucesión de tipos de flora existentes en el estado de São Paulo durante la Edad del Hielo gondwánica. A decir verda ese orden es esquemático, didáctico, y no tiene la pretensión de ser un retrato absolutamente fiel del pasado. Algunos de esos tipos de flora pueden haber coexistido en el tiempo. La tundra de Campinas, por ejemplo, parece ser más antigua que el pantano de Monte Mor. Pero esto no quiere decir necesariamente que la segunda forma de vegetación es la sucesora directa de la primera. “Puede haber habido otros tipos de flora que no se mantuvieron preservados en los sedimentos estudiados, o pura y simplemente no hemos logrado encontrarlos”, pondera Mary Elizabeth.

Para determinar – empero de manera relativamente incierta – la edad de cada afloramiento Itararé y enriquecer las informaciones sobre a su respectiva flora, los científicos se valieron muchas veces de la palinología. Se trata del estudio de fósiles de granos de polen, esporas y microalgas, sustancias preservadas en sedimentos rocosos. A veces, todo lo que resta en un sitio paleontológico se reduce a estos tres elementos, puesto que, no raramente, las partes mayores de los vegetales no resisten a la acción del tiempo. Su tamaño es ínfimo: varía de 10 a 250 micras (0,01 a 0,25 milímetros).

“Con los así llamados fósiles índices, que están asociados a períodos geológicos específicos, logramos estimar la edad de un paquete de sedimentos”, afirma el investigador Paulo Alves de Souza, quien coordinó los estudios palinológicos del proyecto y actualmente da clases en la Universidad Federal de Río Grande do Sul (UFRGS). Una de las contribuciones más importantes de los análisis de Souza consistió en descubrir que la mayor parte de las capas rocosas del subgrupo Itararé era más antigua de lo que se creía. “Antes del proyecto, pensábamos que la mayoría de sus sedimentos era del período Pérmico, con una participación pequeña de rocas del Carbonífero. Pero vimos que es exactamente lo contrario”, dice Souza. Esto quiere decir que la flora fósil preservada en São Paulo (Itararé) es más antigua de lo que se pensaba, y es a su vez una de las más antiguas de Gondwana, el paleocontinente austral.

El Proyecto
Estudio de la Composición y Sucesión Paleoflorística del Neocarbonífero-Eopérmico (Grupo Tiburón) en el Estado de São Paulo
Modalidad
Proyecto Temático
Coordinadora
Mary Elizabeth Bernardes de Oliveira – Instituto de Geociencias/ USP
Inversión
R$ 238.779,51

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