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GEOMORFOLOGÍA

La historia del paisaje en la arena de los ríos

Análisis de partículas de cuarzo en las llanuras fluviales revelan procesos recientes de transformación del relieve

Planicie del río Beija-Flor, en el estado de Minas Gerais: uno de los lugares estudiados para conocer mejor el clima de los últimos 20 mil años

Equipo Archimedes Perez Filho/ IG-UnicampPlanicie del río Beija-Flor, en el estado de Minas Gerais: uno de los lugares estudiados para conocer mejor el clima de los últimos 20 mil añosEquipo Archimedes Perez Filho/ IG-Unicamp

Los granos de arena extraídos de la orilla de los ríos están trayendo a la superficie información sobre cambios en el relieve y determinando las posibles variaciones del clima en las regiones sudeste y nordeste de Brasil durante los últimos 20 mil años. Dos estudios que se publicaron en abril en la Revista Brasileira de Geomorfologia presentan diferentes edades que se obtuvieron mediante el análisis de cristales de cuarzo de los depósitos de arena en las riberas de dos ríos paulistas, el Mogi Guaçu y el Corumbataí, y sugieren que hubo períodos de lluvias intensas alternados con otros, de lluvias escasas. No se trata de casos aislados. Geógrafos de la Universidad de Campinas (Unicamp), los autores de esos trabajos hallaron partículas de cuarzo con edades variables entre 200 y 3.500 años en nueve ríos de São Paulo y caracterizaron los movimientos de construcción y reconstrucción de las llanuras fluviales, que, al igual que otras formas del relieve, constituyen lo que el geógrafo francés Jean Tricart denominaba epidermis de la Tierra.

Las conclusiones de éste y otros estudios se obtuvieron mediante el empleo de una técnica de análisis denominada luminiscencia ópticamente estimulada, que revela cuándo un cristal de cuarzo estuvo expuesto a la luz solar por última vez antes de quedar cubierto por sedimentos más recientes. Los resultados avalan las conjeturas acerca de la evolución del paisaje brasileño propuestas hace 50 años por el geógrafo Aziz Ab’Saber y por el zoólogo Paulo Vanzolini. Estos estudiosos sostenían que la alternancia entre los climas seco y húmedo habría sido decisiva para configurar y tallar el relieve y determinar la formación del suelo y la expansión o retracción de selvas y del Cerrado en todo el país.

Los análisis de los cristales de cuarzo, que deben ser confirmados o corregidos por otros abordajes, también cuestionan conceptos establecidos. “Los datos obtenidos muestran que el ambiente tropical es frágil y reciente, a diferencia de aquello que se sostenía”, dice el geógrafo Archimedes Perez Filho, docente del Instituto de Geociencias de la Unicamp. Junto a su equipo, Perez Filho recorrió 8.610 kilómetros y recolectó 93 muestras de arena de nueve ríos paulistas que desembocan en el Paraná (véase el mapa). “Los posibles vaivenes climáticos de los últimos 20 mil años no son solamente regionales”, dice Perez, con base en observaciones efectuadas también a lo largo del río Itapicuru y en la desembocadura del río Jequitinhonha, en el estado de Bahía.

052-055_Relevo SP_235“Las idea que sostiene que el ambiente, las selvas y el suelo son muy antiguos, con cientos de miles o millones de años, debe revisarse. No es lo que estamos viendo”, reitera el geógrafo Antonio Carlos de Barros Correa, docente de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). Según el profesor, con la técnica de luminiscencia ópticamente estimulada se pueden efectuar dataciones de hasta un millón de años, pero las edades que se registraron hasta ahora no sobrepasan los 100 mil años. Los datos que él mismo recabó revelan una edad máxima de 40 mil años, en estudios llevados a cabo en los estados de Piauí, Pernambuco, Paraíba, Rio Grande do Norte y Alagoas. “Los sedimentos más antiguos ya fueron arrastrados hacia el mar”, afirma Barros Correa.

Las diferentes edades de los cristales de cuarzo indican que la intensidad de los procesos erosivos podría variar según la región. “Cada región presenta un historial climático propio, más o menos conectado con la región vecina, e incluso hasta opuesto. Cuando en el sudeste llovía, había sequía en el nordeste, en forma alternada”, dice Barros Correa, quien ha detectado señales de que el clima en el nordeste fue mucho más dinámico de lo que se pensaba. “Identificamos vestigios de lluvias torrenciales a orillas de la meseta de Borborema, en el estado de Pernambuco, hace 17 mil años. Por consiguiente, en una etapa de clima seco en el nordeste, hubo momentos de mucha lluvia, que podrían haber durado décadas”. El análisis de los movimientos de los sedimentos transportados por las lluvias lo indujo a reflexionar que “el paisaje se transforma enseguida, por medio de pulsos climáticos de gran intensidad, sin ciclos definidos, y no en forma continua”.

La formación de los ríos
El geógrafo Perez Filho detectó variaciones del caudal de los ríos al analizar cristales de cuarzo recogidos a profundidades entre 80 centímetros y un metro en las barrancas altas y bajas. Los altas terrazas que se alzan entre 30 y 50 metros por encima del nivel actual de los ríos constituyeron las áreas antes inundadas, con guijarros del lecho del río, mientras que las bajas están entre 3 y 5 metros por encima del nivel actual de los ríos. En su opinión, el volumen de agua determinó la ampliación de las llanuras en épocas más secas, o el recorte de ellas, formando escalones, durante los períodos más lluviosos, cuando el río desbordaba fuera de su cauce. “El clima debe haber sido cálido y seco, con lluvias torrenciales, para que las barrancas se profundicen”, dice, “mientras que la entalladura del cauce de los ríos se produce por medio de lluvias continuas, que predominan en un marco de clima cálido y húmedo”.

Los análisis de los cristales de cuarzo delinearon cuatro períodos de acumulación de sedimentos en las planicies de los ríos ‒por consiguiente, de probable clima seco‒ en los últimos dos mil años, para los nueve ríos que se estudiaron. El primero ocurrió hace unos 200 a 300 años, el segundo, entre 600 y 700 años, el tercero, de 1.100 a 1.200 y el cuarto, entre 1.900 y 2000 años. “Esos vaivenes también los está detectando en Argentina un equipo de geomorfólogos que estudian los procesos glaciales”, dice Perez. Los climatólogos todavía no han logrado determinar ciclos con semejante precisión y señalan que la formación de las llanuras no debería considerarse un indicador directo de las variaciones climáticas, aunque otros estudios han apuntado una aceleración en los procesos erosivos durante los últimos cuatro mil años, como consecuencia de lluvias más intensas y frecuentes.

“Con las informaciones climáticas actuales, muchas de ellas con períodos de registro menores a 100 años, resulta muy difícil la identificación o evaluación de ciclos climáticos a escala de cientos de años”, comenta el climatólogo José Marengo, investigador del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta ante Desastres Naturales (Cemaden), quien analiza las variaciones del clima año a año durante el último siglo. “Los indicadores paleoclimáticos pueden resultar útiles para llenar las lagunas en el conocimiento sobre el clima a escala de miles de años y para comparar los mecanismos de variabilidad climática del presente con los del pasado”.

Cada río posee su propia historia. Los períodos más secos que ocurrieron hace alrededor de 5.060 años, 2.570 y 1.070 años habrían propiciado la acumulación de sedimentos en las terrazas altas y bajas del río Corumbataí, mientras que las terrazas bajas del Mogi Guaçu parecen haberse formado al mismo tiempo, o bien en períodos secos más recientes, hace 1.900, 1.150 y 630 años. Las dataciones, subraya Perez, presentan un margen de error de alrededor del 10%, en más o en menos.

En 2012, Fred Teixeira Trivellato, integrante del mismo grupo, repitió ‒y comparó‒ las mediciones efectuadas por los integrantes de la Comisión Geográfica y Geológica del Estado de São Paulo en 1906 en el río Peixe, uno de los afluentes del Paraná. Y verificó que, a diferencia de los comentarios de los habitantes de la región, el ancho, la profundidad del lecho y la velocidad y el caudal del río se incrementaron como consecuencia de la expansión de las áreas urbanas y de la agricultura, como así también por la tala de la vegetación autóctona. “Anteriormente, con las selvas, la infiltración del agua en el suelo era mayor”, dice Perez. “Ahora, cuando llueve, el agua se escurre más rápidamente hacia los ríos”. Otro de los cambios consiste en que, como consecuencia de la construcción de las represas de las hidroeléctricas, los rápidos desaparecieron.

El Cerrado también es reciente
Cada región o tramo en estudio puede ofrecer un mosaico de áreas con diferentes edades. La geógrafa Gizelle Prado da Fonseca, en su doctorado, que defenderá a fin de año, comprobó que la edad de las llanuras de una región del Pantanal, en el estado de Mato Grosso, varía entre menos de 10 mil y 70 mil años. “Esos estudios mostraron cómo se forma y se esculpe el relieve y cómo se instala y se recompone la vegetación”, comentó el geógrafo Jurandyr Ross, docente de la Universidad de São Paulo (USP) quien supervisó el estudio en el Pantanal.

El equipo de la Unicamp comprobó que la edad de los terrenos que actualmente ocupa el Cerrado en el interior paulista varía entre 12 mil y 15 mil años, bastante menos de lo que se esperaba. Por lo tanto, concluyó Perez, las diferentes fisonomías actuales del Cerrado tendrían aproximadamente esa edad, puesto que la vegetación depende de la formación del suelo para mantenerse. Esa conclusión es convergente con otros estudios, como los de Luiz Carlos Pessenda, del Centro de Energía Nuclear de la USP, quien identificó vestigios del Cerrado de al menos 15 mil años en fragmentos de carbón enterrados naturalmente en el suelo de la región de Jaguariúna y Campinas.

El biólogo Marcelo Simon, de Embrapa Recursos Genéticos y Biotecnología (Cenargen), afirma: “La edad del suelo no está necesariamente relacionada con la vegetación asociada al mismo. Puede haber floras bastante recientes asentadas en terrenos muy antiguos”. Antes de formarse una vegetación específica, los árboles que hoy caracterizan al Cerrado probablemente se hallaban dispersos en medio de otros, tales como las araucarias, que se adaptan mejor al clima frio que habría predominado en la región sudeste hace unos 20 mil años.

El geólogo Francisco Cruz, docente del Instituto de Geociencias de la USP, participó en un estudio que se publicó en 2012 que indicaba intensas variaciones del clima, que se deducen a partir del análisis de la proporción de las formas de oxígeno en minerales de cavernas y sedimentos lacustres, de los últimos 2 mil años en el estado de São Paulo. Ahora es el turno del equipo de la Unicamp para detectar señales de oscilaciones del clima alrededor del año 1100, afianzando la idea de que el hemisferio Sur podría haber mantenido un contrapunto de clima cálido y húmedo, con muchas lluvias, frente a la denominada pequeña edad del hielo, verificada en el hemisferio norte durante la misma época. Para ampliar sus conclusiones, Perez Filho comenzó a recoger muestras de materiales del suelo en las llanuras de los ríos de la meseta de Uberlândia y Uberaba, en Minas Gerais. “Querría tener 20 años menos y los aparatos con los que ahora cuento”, dice el geógrafo, quien actualmente tiene 67 años.

Proyecto
Evolución del paisaje y geocronología del relieve en la meseta occidental y en la depresión periférica paulista/ São Paulo (nº 2012/00145-6); Modalidad Apoyo a la Investigación – Regular; Investigador responsable Archimedes Perez Filho (IG/ Unicamp); Inversión R$ 258.247,58

Artículos científicos
STORANI, D. L. e PEREZ FILHO, A. Novas informações sobre geocronologia em níveis de baixo terraço fluvial do rio Mogi Guaçu, SP, Brasil. Revista Brasileira de Geomorfologia. v. 16, n. 2, p. 191-9. 2015.
DIAS, R. L. e PEREZ FILHO, A. Geocronologia de terraços fluviais na bacia hidrográfica do rio Corumbataí-SP a partir de luminescência opticamente estimulada (LOE). Revista Brasileira de Geomorfologia. v. 16, n. 2, p. 341-9. 2015.
VUILLE, M. et al. A review of the South American monsoon history as recorded in stable isotopic proxies over the past two millennia. Climate of the past. v. 8, p. 1309-21. 2012.

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