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Cooperación

La importancia de estar presente

Un estudio demuestra que las colaboraciones científicas siguen bajo el influjo de la cercanía entre los investigadores en Brasil

Cuanto más cercaEl crecimiento de la colaboración entre investigadores brasileños se mantiene aún bajo un influjo importante de la cercanía geográfica de los socios. Esta constatación, realizada con base en el análisis de los datos de más de un millón de currículos académicos de la Plataforma Lattes, sugiere que los avances en tecnologías de comunicación no fueron lo suficientemente fuertes como para derribar los efectos de la distancia a la hora de sembrar colaboraciones en artículos científicos. El peso de la cercanía sigue siendo sumamente importante, según indica artículo publicado en enero por investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad Federal del ABC en Journal of the Asociation for Information Science and Technology. Según dicho estudio, una distancia de 100 kilómetros (km) entre dos investigadores brasileños reduce las probabilidades de colaboración un 16,3% en promedio. Pero ese efecto no es lineal. Un aumento de 300 km en la distancia disminuye la probabilidad de cooperación un 41,3%. Se observó también que este fenómeno afecta de manera peculiar a las colaboraciones en diferentes áreas del conocimiento (vea el gráfico). Por ejemplo: una distancia de 400 km entre dos investigadores reduce un 40% las posibilidades de publicar un trabajo en colaboración de ser de las áreas de lingüística, letras y artes, en tanto que el impacto llega al 65% en caso de que el trabajo corresponda al campo de las ciencias agrarias, exactas y de la Tierra.

Según el economista Eduardo Haddad, uno de los autores del artículo, el contacto personal y frecuente entre investigadores facilita las interacciones y amplifica la productividad de los socios. “Véase el caso del nuestro artículo. Abarcó a grupos de unidades distintas de la USP, que se encontraron fácilmente porque bastaba con cruzar la calle para conversar”, dice Haddad, quien es docente de la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad (FEA) e investigador del Núcleo de Economía Regional y Urbana de la USP. “La producción científica brasileña creció en los últimos años y ese crecimiento redundó en un aumento notable de la cantidad de colaboraciones”, afirma el investigador.

La comprensión y de la dinámica de las colaboraciones, dentro y fuera de Brasil, como así también su estímulo, resulta importante para aumentar la visibilidad de la investigación científica brasileña, afirma Samile Vanz, docente de la Facultad de Biblioteconomía de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul que se dedica al estudio de colaboraciones científicas (lea en Pesquisa FAPESP, edición  nº 169). “Se sabe que los artículos escritos por varios autores tienen mayores probabilidades de ser citados que los escritos por autores aislados. Ampliar la producción científica implica ampliar las colaboraciones”, dice.

DistintosLa investigación que dio origen al artículo se llevó a cabo durante la maestría del economista Otávio Sidone, dirigido por Haddad y concluido en 2013, durante el cual el investigador analizó la distribución de las redes de colaboración científica en Brasil entre 1990 y 2010. “Mi interés inicial era estudiar de qué modo el conocimiento producido por la universidad se vierte hacia la comunidad y tiene impacto en el desarrollo regional, pero en el ínterin resolví concentrarme en los flujos de conocimiento que existen entre las regiones brasileñas”, dice Sidone. El análisis del efecto de la cercanía en las colaboraciones se volvió viable con la participación del investigador en ciencia de la computación Jesús Mena-Chalco, quien en ese entonces cursaba una pasantía posdoctoral en el Instituto de Matemática y Estadística (IME) de la USP, y en la actualidad es docente de Universidad Federal del ABC. Mena-Chalco fue el autor de un estudio, publicado en 2014, en el cual analizó el perfil de las colaboraciones científicas brasileñas con base en el cruce de datos de 1.100.000 currículos Lattes (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 218).

“En el primer trabajo, el foco era el investigador. En ese mismo estudio procuramos comprender de qué manera la geolocalización influye en la colaboración. Yo imaginaba que esa influencia había perdido importancia, pero no es lo que mostró el análisis de los datos al identificar las ciudades donde trabajan los investigadores brasileños que colaboraron entre sí”, dice Mena-Chalco, quien actualmente se dedica a crear una plataforma con la genealogía de los investigadores de Brasil, con el fin de demostrar la influencia de líderes del pasado en la formación de la generación actual. Ese proyecto está financiado por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq).

Las posibilidades de cooperar varían de acuerdo con otros factores. En campos del conocimiento cuya investigación depende de inversiones abultadas en infraestructura, tales como grandes laboratorios u hospitales universitarios, la cercanía tiene un peso mayor. “Grandes instalaciones de investigación suelen concentrarse en grandes ciudades, y los investigadores deben desplazarse hasta ellas para trabajar juntos. Es más difícil cooperar a distancia”, afirma Eduardo Haddad. “En tanto, en áreas ligadas a las humanidades y a las ciencias sociales, es más viable hacer investigación colaborativa de manera no presencial. Yo, por ejemplo, necesito únicamente una buena conexión de internet y acceso a bancos de datos para trabajar con colaboradores.”

CrecimientoEn ese estudio se mapearon cuáles son los pares de ciudades brasileñas donde se computaron los mayores índices de colaboración. Metrópolis que son sedes de grandes universidades aparecen en ese ranking junto a ciudades vecinas con un historial mucho menor de investigación científica. En la lista más reciente, con datos de 2007 a 2009, São Paulo despunta en compañía de Santo André (sede de la joven Universidad Federal del ABC), Río de Janeiro aparece en compañía de Niterói (donde funciona la Federal Fluminense) y de Seropédica (sede de la Federal Rural de Río de Janeiro), así como Porto Alegre junto a la ciudad gaúcha de Santa Maria (también sede de una universidad federal). Pero existen circunstancias que superan el efecto de la cercanía. Los datos muestran que metrópolis que concentran gran producción científica atraen naturalmente más colaboraciones, dentro o fuera de su área de influencia.

La capital paulista se encuentra en seis de las nove colaboraciones de municipios con colaboraciones más frecuentes entre 2007 y 2009. Sede del campus principal de la USP, que responde por el 25% de la producción científica brasileña, y de instituciones tales como la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) y de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP), la capital paulista lidera la lista al lado de Campinas (donde está la Universidad de Campinas, la Unicamp); aparece en 3º lugar al lado de Ribeirão Preto (donde queda el otro campus de la USP); en 4º, con Río de Janeiro; en 6º, con Porto Alegre; en 9º, con Santo André, y en 10º con Curitiba. Datos recabados para períodos anteriores destacaron colaboraciones entre São Paulo y ciudades paulistas como São Carlos, sede de una universidad federal y un campus de la USP, y Botucatu, que es sede de uno de los campus de la Universidade Estadual Paulista (Unesp). “Las colaboraciones entre municipios siguen una especie de modelo gravitacional, y eso explica por qué São Paulo y Río de Janeiro son líderes naturales de colaboraciones, tanto con instituciones de ciudades cercanas como alejadas”, dice Haddad.

El patrón espacial de la cooperación puede variar entre las áreas de conocimiento. El artículo presenta dos ejemplos, que también ilustran este reportaje (vea los mapas): el flujo de colaboraciones en los campos de ciencias de la salud y ciencias agrarias. En el caso de la investigación en salud, el flujo principal de colaboraciones ocurre dentro del estado de São Paulo, alrededor de municipios como la capital paulista, Ribeirão Preto y Campinas. “La concentración en ese corredor es impresionante”, dice Otávio Sidone. Partiendo de la capital existe una red de colaboraciones con ciudades en las regiones sur, sudeste y nordeste.

LazosEn tanto, en las ciencias agrarias, el perfil está más descentralizado. Se visualizan dos redes distintas. La que más siembra colaboraciones parte de Viçosa, ciudad de Minas Gerais sede de una de las más importantes universidades dedicadas a la agricultura de Brasil, y se ramifica hacia diversos estados del nordeste y del centro-oeste. Una segunda red abarca ciudades paulistas donde existen campus de la USP (São Paulo, Piracicaba y Ribeirão Preto), de la Unicamp (Campinas) y de la Unesp (Jaboticabal y Botucatu). “Hay una red de colaboraciones que parte de Viçosa y se vincula a unidades de la estatal Embrapa dispersas por el país, y otra red de colaboraciones dentro de São Paulo con intereses regionales, como la producción de biocombustibles”, dice Eduardo Haddad.

El investigador acota que las colaboraciones científicas crecen de acuerdo con un estándar y siguen una jerarquía. “La gran mayoría de ellas nace de la relación entre investigadores y sus supervisores, se propaga hacia otras ciudades a medida que hijos y nietos académicos de líderes de investigación van a trabajar en instituciones diferentes y crea nuevos nexos a través de doctorados sándwich en el exterior o pasantías posdoctorales”, dice. Según Haddad, las colaboraciones tienen varios niveles de interacción. El primero abarca a los grandes centros de excelencia, que logran colaborar con instituciones internacionales y se apropian de conocimiento producido fuera del país. Esos grandes centros establecerán colaboraciones en Brasil primero con grupos más fuertes y, en un segundo momento, con  regiones menos desarrolladas, merced a la conexión con hijos y nietos académicos o a colaboraciones que comprenden recabado de datos, por ejemplo.

Experto en geografía de la innovación, Renato de Castro Garcia, docente del Instituto de Economía de la Unicamp, afirma que los resultados sobre las colaboraciones en el ambiente académico coinciden con lo que se conoce sobre interacciones entre investigadores y empresas. “En las relaciones entre universidades y el sector privado, las interacciones frecuentes y el contacto cara a cara permiten que se comparta de un modo más fluido un tipo de conocimiento que no está en los libros ni tampoco en los manuales, sino que depende de la experiencia profesional de los interlocutores”, dice. Pero la proximidad geográfica, afirma De Castro Garcia, no es el único factor implicado en interacciones que producen innovaciones. “También tiene su peso lo se denomina como cercanía cognitiva, que es una profunda familiaridad compartida entre los interlocutores sobre el tema en cuestión, la cercanía temporal, que es la posibilidad de interactuar con una cierta frecuencia, pero no todo el tiempo, sino mediante reuniones y visitas técnicas, y la cercanía social, que es el vínculo de confianza entre ambas partes que se establece en el transcurso del tiempo y permite el intercambio constante de información, aun a distancia”. Según De Castro Garcia, estos tipos de cercanía son visibles en el ambiente académico y a menudo se mezclan. “Los supervisores y sus alumnos pueden apartarse geográficamente, pero preservan la cercanía cognitiva, temporal y social”, afirma. Para Samile Vanz, aunque las agencias de fomento estimulen la investigación en colaboración, deberían existir más herramientas para propagar las colaboraciones en un territorio extenso como el de Brasil. “Participaciones en tribunales de tesinas y tesis de maestría, doctorado y de concursos públicos son momentos que permiten el contacto entre investigadores y pueden representar el comienzo de un proyecto de investigación en colaboración. Sin embargo, los viáticos que pagan los programas de posgrado están desfasados, lo que lleva a los investigadores a tener que costear parte de sus gastos de viaje.”

Artículo científico
SIDONE, O. J. G.; HADDAD, E. A.; MENA-CHALCO, J. P. Scholarly publication and collaboration in Brazil: The role of geography. Journal of the Asociation for Information Science and Technology. online, 11 ene. 2016.

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