Al cabo de 30 años de autonomía financiera, las universidades de São Paulo (USP), Estadual Paulista (Unesp) y de Campinas (Unicamp) duplicaron la cantidad de alumnos de grado matriculados, que en 1989 eran 57 mil y actualmente son 119 mil. También ampliaron en un 76% las vacantes disponibles anualmente y el conjunto de graduados en un 135%. En 2019, los ingresantes en las carreras de grado de las tres instituciones fueron alrededor de 22 mil, en comparación con los 12.600 de 1989, mientras que los graduados fueron casi 16 mil el año pasado frente a los 6.900 de tres décadas atrás. Este crecimiento estuvo dado por la oferta de nuevas carreras de grado, tales como ciencias del deporte, gestión ambiental o ingeniería maderera, y también por la expansión territorial. En la actualidad, las tres instituciones cuentan con unidades en 33 municipios paulistas, 12 más que en 1989.
Las tres universidades actualmente están presentes en todas las macrorregiones del estado. En los últimos años, la USP creó nuevos campus en las localidades de Santos y Lorena, y abrió nuevas carreras en São Paulo, Ribeirão Preto y São Carlos. La Unicamp, presente en Campinas, Limeira y Piracicaba, pasó a tener un segundo campus en Limeira, que alberga a la Facultad de Ciencias Aplicadas. Sin embargo, la Unesp fue la institución que más incorporó las demandas de los municipios del interior del estado interesados en contar con una unidad de una universidad estadual. “Hasta 1988 teníamos presencia en 15 ciudades. Actualmente estamos en 24 municipios”, dice la prorrectora de grado Gladis Massini-Cagliari.
– La construcción del futuro
– Herramientas para planificar el futuro
– La carrera por los indicadores de excelencia
– Combustible para la innovación
La Unesp surgió en 1976, a partir de la fusión administrativa de facultades e institutos públicos en ciudades tales como Araraquara, Jaboticabal y Botucatu, entre otras, y siempre tuvo una estructura descentralizada. Luego de lograr la autonomía, esa característica se fortaleció. “La Unesp es la única universidad estadual presente en todas las regiones de São Paulo, incluso en aquellas con el índice de desarrollo humano más bajo”, dice Massini-Cagliari, aludiendo, por ejemplo, a una unidad instalada al comienzo de la década de 2000 en el municipio de Registro, en la zona de Vale do Ribeira, donde se cursan ingeniería agronómica y de pesca.
Entre las ciudades donde la Unesp llegó recientemente también se destacan Ourinhos (carrera de geografía), Itapeva (ingeniería maderera y de la producción), São João de Boa Vista (ingeniería electrónica, de telecomunicaciones y aeronáutica) y Rosana (turismo e ingeniería en energía). El número de carreras en oferta trepó de 54 en 1988, a las actuales 136. Varias de ellas tienen gran demanda y una buena evaluación, tales como las de ciencias agronómicas y veterinarias (Jaboticabal), medicina (Botucatu) y química (Araraquara). Entre las creadas recientemente, algunos afrontan retos para consolidarse. Un ejemplo es la carrera de geografía en Ourinhos, que no logra cubrir todas las vacantes al no haber postulantes suficientes, o la de turismo en Rosana, donde los alumnos se topan con dificultades para hallar pasantías debido a la falta de emprendimientos turísticos en la región.
La construcción de nuevos campus contó con recursos extrapresupuestarios, pero el mantenimiento de la estructura universitaria ampliada se basó en las partidas monetarias habituales: el giro de un porcentaje del Impuesto sobre la Circulación de Mercaderías y Servicios (ICMS) previsto en el decreto estadual de 1989 que instituyó la autonomía de gestión financiera, además de los ingresos obtenidos mediante convenios con empresas, prestación de servicios e inversiones financieras. En 2015, la Unicamp inauguró un nuevo campus en Limeira, donde funciona la Facultad de Ciencias Aplicadas. “Cuando se creó esa unidad, había un compromiso de la gobernación del estado para ampliar la transferencia del ICMS a la universidad en un 0,05%, pero eso no se cumplió”, recuerda el rector de la Unicamp, el físico Marcelo Knobel.
La ampliación del acceso a las carreras de grado fue un compromiso asumido en la época de la conquista de la autonomía, cuando las tres universidades se comprometieron a ofrecer al menos un tercio de sus vacantes en el turno nocturno, dado que allá por la década de 1980 casi la totalidad de las carreras solo funcionaban durante el día, condición que las tornaba inviables para aquellos que necesitan o desean trabajar y estudiar. Knobel dice que, a pesar del crecimiento del número de vacantes en las tres instituciones, un gran porcentaje de los jóvenes paulistas que concluyen la enseñanza media aún no disponen de acceso a la educación superior pública. Las tres universidades ofrecen en conjunto actualmente 22 mil vacantes por año, que llegan a ser alrededor de 80 mil si se suman las de las universidades federales presentes en São Paulo y las facultades estaduales de tecnología, las Fatecs. Pero solo la cantidad de alumnos que egresan de la enseñanza media pública llega a 500 mil”, dice Knobel, quien actualmente ocupa el cargo de presidente del Consejo de Rectores de las Universidades Estaduales Paulistas (Cruesp).
La USP, la Unicamp y la Unesp, pondera el rector, no tendrían forma de multiplicar en forma abrupta la cantidad de vacantes en las carreras de grado, porque también están abocadas firmemente a la investigación y al posgrado. Pero recientemente han realizado un esfuerzo para combatir la elitización en las carreras de mayor convocatoria, tales como medicina e ingeniería, cuyas vacantes eran ocupadas preponderantemente por egresados de escuelas privadas. Se adoptaron políticas afirmativas con miras a estimular el ingreso de estudiantes provenientes de escuelas públicas e instaurar en las universidades la misma diversidad racial presente en la sociedad. Como resultado de ello se registró un avance en la presencia de estudiantes de bajos ingresos. En la USP, por ejemplo, el 45% de los ingresantes tienen ingresos familiares que van de 1 a 5 sueldos mínimos, siendo que en 2017 sumaban un 37%.
Al comienzo de la década de 2000, la USP y la Unicamp introdujeron un sistema de bonus en la nota del examen de admisión para facilitar el ingreso de postulantes egresados de escuelas públicas. Esa estrategia rindió sus frutos, pero los mismos fueron inferiores a los que obtuvieron las universidades federales, que ya desde la década pasada habían adoptado un sistema de cupos. En 2012, la gobernación paulista lanzó el Programa de Inclusión por Mérito en la Educación Superior Pública de São Paulo (Pimesp), que estipuló una reserva del 50% de las vacantes para los alumnos de las escuelas públicas y un 35% para negros, pardos e indígenas. Para poder cumplir esa meta, las tres instituciones generaron mecanismos basados en cupos y apostaron por iniciativas complementarias en pos de garantizar la diversidad y la calidad de los estudiantes. También en 2010, la Unicamp creó un cursillo de dos años estipulado para los mejores alumnos de la enseñanza media de las escuelas públicas de Campinas, el Programa de Formación Interdisciplinaria Superior (ProFIS), al cabo del cual, los alumnos con mejor desempeño pueden ingresar a las carreras de grado sin necesidad de rendir examen de ingreso. Este año instituyó nuevas posibilidades de entrada, tales como el examen de admisión indígena. E introdujo la posibilidad de ingreso sin rendir examen para los alumnos ganadores de medallas en olimpíadas científicas, una modalidad que también se está adoptando en la USP y en la Unesp.
Merced a la libertad de gestión, las universidades pudieron desarrollar experiencias pedagógicas innovadoras. Un ejemplo simbólico de ese afán fue el de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades, el campus que la USP construyó en 2005 en la zona este de la ciudad de São Paulo, un conglomerado urbano que no estaba contemplado por la educación superior pública. El proyecto académico de la USP Este se basó en un ciclo básico de materias comunes para las diferentes carreras, un conjunto de asignaturas específicas para cada carrera y una parte de la carga horaria dedicada a actividades encuadradas en la solución de problemas concretos con miras a estimular la autonomía de los futuros profesionales (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 106). Como la USP ya contaba con su campus principal en la capital paulista, la nueva unidad ofreció carreras no disponibles en la ciudad, tales como gestión de políticas públicas, sistemas informáticos, gerontología o tecnología textil.
“La autonomía posibilitó la planificación de un crecimiento ordenado de las carreras de grado, con proyectos académicos innovadores, que respetan las directrices nacionales y estaduales y les ofrecen nuevas posibilidades a los alumnos”, dice el ginecólogo Edmund Baracat, prorrector de Grado de la USP y docente de la Facultad de Medicina (FM). Baracat menciona otros proyectos, tales como la flexibilización del currículo de las carreras de medicina de la FM, que rompieron barreras entre departamentos y unidades en la formación de los estudiantes, y la creación del Instituto de Relaciones Internacionales, con una carrera de grado con currículo interdisciplinario.
Para Marcelo Knobel, el reto de las universidades públicas paulistas en los próximos años incluye repensar los currículos de las carreras. “Están desactualizados. Se impone pensar un modelo de enseñanza menos rígido en cuanto a las horas dentro del aula y más enfocado en afrontar problemas concretos. Una propuesta sería instaurar una entrada única con distintas terminaciones, que les permitan a los estudiantes elegir su orientación de lo que van a estudiar durante el transcurso de la carrera”, dice. El rector de la Unicamp apuesta a una mayor conexión entre las distintas instituciones en los que atañe a las carreras de grado, permitiendo que los alumnos cursen materias que se dictan en distintos campus.
Este es el quinto y último reportaje de una serie sobre los 30 años de la autonomía financiera de las universidades estaduales paulistas
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