El 20 de febrero se inauguró oficialmente el detector de ondas gravitacionales europeo de segunda generación, denominado Virgo Advanced e instalado en Italia. El mismo está compuesto por dos brazos rectos que se extienden, cada uno de ellos, por 3 kilómetros en los alrededores de la ciudad de Pisa. El interferómetro fue actualizado en su parte óptica y electrónica, y además se reforzó su protección ante influencias externas, tales como los terremotos. El proyecto insumió cinco años de ardua labor y un gasto de 24 millones de euros (79,6 millones de reales), con el objetivo de aumentar 10 veces la sensibilidad del dispositivo, de forma tal que el Virgo puede trabajar en conjunto con los dos detectores del Ligo, que funcionan en Estados Unidos y fueron los que confirmaron la existencia de las ondas gravitacionales durante el año pasado. A pesar de anunciarse el inicio de su segunda fase, el Virgo Advanced aún no ha comenzado a operar. Problemas con sus nuevas fibras de vidrio, de 0,4 milímetros de espesor, retrasarán algunos meses su puesta en funcionamiento a pleno. “La noticia fue muy frustrante para todos”, dijo Bruce Allen, director del Instituto Max Planck de Física Gravitatoria de Alemania y miembro del consorcio Ligo a la revista Science.
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