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Demografía

La salud global en movimiento

Un equipo multidisciplinario revisa evidencias científicas y cuestiona ciertos estereotipos sanitarios relacionados con las migraciones

Rômolo

La migración es un fenómeno global que afecta a una de cada siete personas en el mundo y difícilmente se podrá refrenar mediante leyes o muros. La garantía de los derechos de los migrantes, en particular el acceso a la salud, es necesaria para que todos, incluso la sociedad que los recibe, se beneficien con ese movimiento. Esta es la principal conclusión que se desprende del informe sobre migración y salud que acaba de divulgar la revista científica británica The Lancet en alianza con la University College London (UCL), en Inglaterra. Con base en evidencias obtenidas en una extensa revisión de estudios sobre el tema, en dicho documento se cuestionan estereotipos y se pone en evidencia la brecha que existe entre los servicios sanitarios disponibles para los migrantes y sus reales necesidades.

La distancia entre lo que practican los Estados nacionales actualmente y las normas internacionales que aseguran estándares mínimos de dignidad humana constituye el marco a partir del cual trabaja la Comisión UCL-Lancet, que congrega no solo especialistas en salud, sino también en sociología, política, derecho y antropología. “Es uno de los mayores esfuerzos realizados hasta este momento en el terreno de la migración humana y la salud”, afirma el médico y epidemiólogo Mauricio Barreto, profesor jubilado de la Universidad Federal de Bahía y coordinador del Centro de Integración de Datos y Conocimientos para la Salud de la Fundación Oswaldo Cruz (Cidacs-Fiocruz), con sede en la ciudad de Salvador. Barreto fue el único brasileño entre los más de 20 expertos que integran la comisión, y comenta que el objetivo consistió en sistematizar el conocimiento producido en un área cuyo objeto todavía tiene poca visibilidad científica: “Se trata de una población muy fluida, que no despierta grandes intereses de investigación”.

Fueron 258 millones de migrantes internacionales en 2017. 80 millones en Asia, 78 millones en Europa y 58 millones en América del Norte

En 2018, 1.000 millones de personas se encontraban en tránsito o establecidas en sitios ubicados fuera de su lugar de origen, tanto en sus propios países o en el exterior. Y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estimaba en 7.600 millones la población mundial en 2017. Los migrantes internacionales, a diferencia de lo que sugiere el sentido común, constituyen la menor parte de ese contingente: en 2017 eran 258 millones, distribuidos fundamentalmente en Asia (80 millones), en Europa (78 millones) y en América del Norte (58 millones), según datos de la ONU. Pese a la predominancia del tránsito local, hay mucha más información disponible sobre el internacional, puesto que los flujos internos no implican controles migratorios. Justamente por eso, la mayor parte de los estudios a los que se hace mención en el informe atañe a personas que viven como extranjeras.

“La salud de los que migran generalmente refleja las circunstancias de la migración”, afirman los autores en el informe. Mientras que los migrantes profesionalmente calificados y bien remunerados tienden a exhibir mejores condiciones de salud que los habitantes de la sociedad que los recibe, aquellos que son contratados para ejercer funciones de escasa calificación y baja remuneración tienden a ser más susceptibles a los riesgos ocupacionales y reciben una atención médica insuficiente. En estudios citados en esa investigación se muestra, por ejemplo, que en Estados Unidos los operarios latinos de la construcción civil están dos veces más sujetos a morir como consecuencia de accidentes de trabajo que los demás obreros del sector.

Los migrantes que estudian o trabajan colaboran positivamente con la economía de los países de destino

Pero no solo las condiciones de trabajo influyen sobre esa ecuación. Entre los factores consignados por la Comisión UCL-Lancet se encuentran también los étnicos e identitarios. Los autores del informe entienden que la discriminación constituye “una combinación de prejuicios contra el otro y el miedo a perder algo”, que trae aparejadas consecuencias directas para la salud. Un artículo publicado en 2017 en el International Journal of Epidemiology señaló la correlación entre la persecución sufrida por trabajadores latinoamericanos en el estado de Iowa, en Estados Unidos, en 2008, y el mayor riesgo, en esa comunidad, del nacimiento de bebés con el peso situado por debajo de lo recomendable. En un estudio desarrollado en Sidney, en Australia, con refugiados temporales u permanentes, se discutieron las consecuencias psíquicas negativas de vivir en condiciones inciertas.

Los migrantes como una carga
Los investigadores de la iniciativa UCL-Lancet se dedican a escrutar algunos de los principales mitos asociados a la migración, estereotipos equivocados que, según declaran, han sido “utilizados para obtener réditos políticos” y terminaron granjeándose la aceptación pública. Con base en estudios de diferentes áreas del conocimiento, en el informe se cuestionan cinco formulaciones respecto a los migrantes que, aunque son comunes y corrientes, no han sido comprobadas mediante evidencias: la de que sobrecargan a las naciones desarrolladas, la de que constituirían un fardo para los servicios de salud, la de que transmitirían enfermedades, la de que tendrían altas tasas de fertilidad y la de que perjudicarían la economía de los países que los reciben.

La tasa de fecundidad entre mujeres es de 2,1 y exhibe una tendencia a la baja

En respuesta a la primera de ellas, la comisión –cuya actuación tuvo inicio en 2016, es decir, un año después del comienzo de lo que por convención se denominó “crisis migratoria en Europa”– muestra que la mayor variación en la población de refugiados se dio, en realidad, en países de medianos o escasos ingresos, según el Banco Mundial, aquellos con un PIB per cápita inferior a 12.235 dólares al año. Este dato es corroborado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur): según la institución, el 85% de los refugiados están en países en desarrollo; en 2017, Turquía era el país que más refugiados albergaba en el mundo, con 3,5 millones, el equivalente casi al 14% del total. Los países más sobrecargados hoy en día con la migración son aquellos que se encuentran en desarrollo. Pero el mundo desarrollado sostiene un discurso en el cual figura como la mayor víctima de ese flujo”, asevera la jurista Deisy Ventura, docente de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP).

En general, tal como exponen los investigadores de la UCL-Lancet, el porcentaje mundial de inmigrantes internacionales experimentó pocas variaciones entre 1990 y 2017, subiendo del 2,9% al 3,4%. De este modo, aunque la migración hacia los países de altos ingresos pasó del 7,6% al 13,4% en ese mismo período, la mayor parte de los migrantes vive en países de medianos y bajos ingresos. Además, entre aquellos que se trasladan a países ricos se ubican los trabajadores que contribuyen positivamente con la economía y estudiantes que costean su propia formación y, tras culminarla, regresan a sus países de origen, categorías que suman 155,1 millones, o el 60%, de los migrantes internacionales.

En el año 2017 se enviaron a los países de origen 613 mil millones de dólares

Contra la idea de que los migrantes sobrecargarían los sistemas de salud de los países de destino, se pone de manifiesto que a menudo sucede lo contrario: los extranjeros fortalecen esos sistemas. Más de un tercio de los médicos que trabajan en el Reino Unido, por ejemplo, completaron sus estudios en el exterior, y el 26% de los que actúan hoy en día en el sistema público británico de salud son extranjeros. A partir de la revisión sistemática de los estudios sobre estándares globales de mortalidad, la comisión arribó asimismo a la conclusión de que los migrantes que eligieron cruzar fronteras –esto es, que no se vieron forzados a migrar– y pasaron a vivir en países de altos ingresos tienden a vivir más que la sociedad hospedera. Tal es el caso de quienes se mudan para estudiar, encuentran empleos mejores o se reúnen con la familia, según parámetros que contemplan la mayor parte de las enfermedades clasificadas internacionalmente. Al considerar a más de 15 millones de personas de 92 países, el estudio muestra que entre esos migrantes internacionales son menores las tasas de mortalidad por cáncer y enfermedades cardiovasculares y respiratorias que entre la población de acogida.

Con respecto a la salud de los migrantes, los autores del informe refutan la noción de que serían transmisores de enfermedades, uno de los estereotipos más persistentes históricamente, según estudios del área. El riesgo entre los inmigrantes y la sociedad hospedera es generalmente bajo, tal como los muestran las investigaciones sobre tuberculosis citadas en el informe, por ejemplo. Cabe acotar que los mayores flujos internacionales no son de quienes pretenden instalarse en otro país. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), hubo 1.400 millones de turistas que cruzaron fronteras en 2018, lo que representa cinco veces la población migrante. “Si consideramos que la circulación de personas constituye una amenaza a la salud, ¿dónde estaría el verdadero riesgo?”, se pregunta Ventura, señalando la existencia de medidas internacionales para el control de enfermedades. Y recuerda el brote de ébola, que, entre 2014 y 2016, resultó en alrededor de 30 mil casos en África Occidental, según la Organización Mundial de la Salud: más de 40 países prohibieron la entrada de personas provenientes de esa región, aunque existían medidas como para asegurar que no estaban contaminadas. Para la comisión UCL-Lancet, el screening –el cribado o tamización de enfermedades que se realiza en el control migratorio–, que podría constituir un importante instrumento para brindar tratamiento adecuado a las necesidades de aquellos que llegan a esos países, muchas veces da lugar a la xenofobia.

En las economías avanzadas, cada aumento del 1% en la población adulta migrante representa un aumento del 2% en el PIB per cápita

Otro mito al que se le hace frente es el que indica que las migrantes tendrían tasas de fertilidad más elevadas que las nativas, lo que llevaría a esas comunidades a crecer a un ritmo más rápido que la sociedad que las recibe. Estudios realizados en seis países –Francia, Alemania, España, Suecia, Suiza y el Reino Unido– indican lo contrario. Con excepción de las mujeres turcas, las tasas promedio entre migrantes son inferiores a 2,1 y presentan una tendencia a la baja, es decir que apenas sí sobrepasan el nivel de reposición poblacional.

Con base en datos consolidados en investigaciones anteriores, el informe muestra también que las migraciones no perjudican la economía. Más bien al contrario, en realidad: su beneficio económico es calificado por los autores como “consenso absoluto” entre los investigadores, aunque se lo admite poco públicamente. En las economías avanzadas, cada aumento del 1% en la población adulta migrante representa un aumento del 2% en el PBI per cápita. Asimismo, datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indican que los aportes que realiza esa población a través de los impuestos son mayores que los beneficios recibidos, y que los flujos migratorios son responsables de equilibrar las oscilaciones en el mercado de trabajo, proveyendo mano de obra cuando se la requiere. Los países de bajos ingresos, por su parte, recibieron, según datos del Banco Mundial, alrededor de 450 mil millones de dólares que enviaron los migrantes a sus naciones de origen, cifra que representó las tres cuartas partes de esos giros en 2017. En lo que concierne a Brasil, un estudio divulgado recientemente por el Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea, en portugués) corrobora los beneficios económicos de la movilidad poblacional: sin el aporte de los inmigrantes no ibéricos, desembarcados por estas tierras entre finales del siglo XIX y principios del XX, el ingreso per cápita brasileño sería un 17% menor que el que se registra actualmente.

Entre los migrantes, la franja de edad predominante es de 30 a 34 años. Y las mujeres corresponden al 48%

El tono local
Debido a la escasez de estudios realizados en el área de salud y migraciones, Brasil contribuyó poco para la revisión a cargo de la comisión. “El país no constituye el mayor enfoque de los estudios sobre migraciones y salud, entonces no fue el más relevante”, afirma Barreto. Aunque varios países de bajos ingresos participaron a la hora suministrar el marco de las poblaciones investigadas en los trabajos, las discusiones del informe muchas veces presuponen la mirada de los países de altos ingresos sobre los más pobres. Pese a ello, las particularidades del contexto brasileño permiten presumir que la publicación contribuirá con los debates sobre migración en el país.

De acuerdo con la encuesta intitulada “Los peligros de la percepción”, desarrollada por el Instituto Ipsos en 2018, Brasil es uno de los países que más sobreestima la presencia de los inmigrantes: los entrevistados creían que conformaban el 30% de la población, cuando en realidad corresponden al 0,4%. Distintos factores explican la alta visibilidad de un fenómeno que, en términos de porcentaje, es pequeño, tal como lo aclara la socióloga Rosana Baeninger, del Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de Campinas (IFCH-Unicamp) e investigadora del Núcleo de Estudios de Población (Nepo). Además de la amplia cobertura que realizan los medios y de la dimensión global del movimiento poblacional, surge el hecho de que la entrada más reciente de extranjeros a Brasil no se corresponde con las raíces históricas del país. “Entre los siglos XIX y XX, la migración se basó en una política de Estado y atrajo una población europea, blanca y tenida como civilizada. Fue una política que dio resultado y permaneció en el imaginario brasileño sobre la inmigración”, afirma Baeninger. En los últimos años, empero, el país ha entrado en el circuito de la llamada migración Sur-Sur. Alrededor de 370 mil personas, esto es, más del 40% de los inmigrantes internacionales registrados en Brasil entre 200 y 2015, eran latinoamericanos o caribeños, según los datos tabulados en el marco del proyecto Observatorio de las Migraciones, del Nepo. “Esos migrantes llegan a una sociedad hostil a la presencia no blanca y encima traen con ellos la cuestión de la migración. Se sobreponen dos prejuicios, uno relacionado con la raza y otro con la condición migratoria desde países no europeos”, sostiene la socióloga.

En junio de 2015, 35 países imponían algún tipo de restricción a los portadores de VIH, según la UNAIDS

5 Prohibían completamente la entrada de seropositivos
4 exigían la prueba de VIH negativo incluso para cortos períodos de viaje
17 deportaban a extranjeros seropositivos

Para Barreto, el hecho de que el informe se aboque a tratar los prejuicios relacionados con la migración posibilita el ejercicio de una de las tareas más elementales de la ciencia: la de suministrar evidencias. “Ese informe, elaborado por un equipo con sólida trayectoria académica y sin visiones apriorísticas del objeto, muestra que las evidencias en general contrarían el sentido común o no sostienen ciertas construcciones retóricas, como la de algunos grupos que se posicionan en contra de la cuestión migratoria”, afirma. Ventura remarca la contribución de este enfoque a las discusiones más generales: “La salud modifica los términos del debate sobre las migraciones internacionales, pues hace que se reconozca al migrante como alguien cuya salud debe tenerse en cuenta. Esto empuja inmediatamente la discusión hacia el campo de la ética y pone en evidencia la necesidad de acoger a esas personas”, enfatiza. La revista Lancet, una de las más prestigiosas publicaciones científicas del mundo en el área de la salud, propone intervenir en problemas contemporáneos a través de sus comisiones. Además de grupos que abordan temas tales como la obesidad y la enfermedad de Alzheimer, hay comisiones como la constituida en 2017 para estudiar las condiciones de salud de la población local ante los conflictos en curso en Siria.

También la OMS señala la importancia de la atención dirigida a los migrantes y a los refugiados. En enero, la organización dio a conocer su propio informe, también basado en una revisión de la literatura sobre el tema. Estas iniciativas están en consonancia con los objetivos del Pacto Global para una Migración Segura, Ordenada y Regular, un acuerdo promovido por la ONU a partir del cual más de 160 países declaran, desde diciembre, la intención de seguir buenas prácticas relacionadas con la migración. Este pacto es tenido por los investigadores de la Comisión UCL-Lancet como una “oportunidad sin precedentes” para realizar acciones que tendientes mejorar el acceso de los migrantes a la salud.

¿“Nosotros” sin “ellos”?

Más de 3 millones de extranjeros desembarcaron en Brasil entre 1872 y 1920, y encontraron, especialmente después de la abolición de la esclavitud en 1888, una amplia oferta de trabajo. Y no quedan dudas en cuanto al aporte de esos inmigrantes al desarrollo nacional. Pero hasta el día de hoy no se había intentado cuantificarlo.

En el estudio intitulado Brasil sem imigrantes, Leonardo Monasterio y Daniel Lopes, investigadores del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), utilizaron algoritmos para calcular cuál sería el ingreso per cápita brasileño si nunca hubiera existido la inmigración no ibérica. Para ello adoptaron dos metodologías, que parten ambas de apellidos italianos, japoneses, germánicos y del Este europeo: en la primera, los investigadores se basaron en datos municipales para simular cuál sería el ingreso per cápita en caso de que los descendientes de los inmigrantes no participaran del universo retratado por el Reporte Anual de Informaciones Sociales (Rais) del Ministerio de Trabajo (MTE), por el Registro Único, del Ministerio de Ciudadanía, y por la base de societaria de la Secretaría de Ingresos Federales (Receita Federal). En la segunda, se concentraron solamente en los datos del Rais. Tras la aplicación de ambas metodologías, arribaron a la conclusión de que la merma sería del 12,6% y del 17%, respectivamente.

La hipótesis del estudio indica que, al desembarcar, los extranjeros tenían un capital humano mayor que el de los brasileños, medido a partir de su capacidad de operar con números. En la investigación, eso se evaluó a través de documentos históricos que registraron la edad declarada por los extranjeros al desembarcar en los puertos brasileños.

“La literatura indica que las poblaciones que redondean los números con menos frecuencia en general tienen capacidades numéricas más elevadas”, aclara Monasterio. De este modo, cuanto mayor es la frecuencia de números redondeados, menor es su capacidad. Esta relación se basa en la premisa de que la precisión con la que se tratan los números es proporcional a la complejidad de las situaciones en las que se los utiliza, tales como las transacciones comerciales. Este hecho se refleja en los datos de la década del 1920, cuando, de acuerdo con el censo, el 23% de los brasileños eran alfabetizados, ante el 52% de los extranjeros. En un país que se urbanizaba rápidamente, ese mayor capital humano de los recién llegados hizo que estos se concentraran en actividades económicas más calificadas que los brasileños.

Informe
Abubakar I, Aldridge RW, Devakumar D, Orcutt M, Burns R, Barreto ML, Dhavan P, Fouad FM, Groce N, Guo Y, Hargreaves S, Knipper M, Miranda JJ, Madise N, Kumar B, Mosca D, McGovern T, Rubenstein L, Sammonds P, Sawyer SM, Sheikh K, Tollman S, Spiegel P y Zimmerman C; UCL–Lancet Commission on Migration and Health. The UCL-Lancet Commission on Migration and Health: the health of a world on the move. The Lancet, Vol. 392, nº 10164, 5 dic. 2018.

Artículos científicos
Fellmeth G, Rose-Clarke K, Zhao C, et al. Health impacts of parental migration on left-behind children and adolescents: a systematic review and meta-analysis. The Lancet, Vol. 392, nº 10164, 5 dic. 2018.
Aldridge RW, Nellums LB, Bartlett S, et al. Global patterns of mortality in international migrants: a systematic review and meta-analysis. The Lancet, Vol. 392, nº 10164, 5 dic. 2018.
Lopes, Daniel; Monasterio, Leonardo. Brasil sem imigrantes: estimativas de longo prazo baseadas em microdados. Texto para discusión, Brasilia: Instituto de Investigación Ecómica Aplicada, n. 2435, nov. 2018.

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