En Brasil, 9,4 millones de personas han sido víctimas de violencia sexual en algún momento de su vida, entre ellas, 1,8 millones de niños y varones, según surge de la Encuesta Nacional de Salud (PNS, por sus siglas en portugués) de 2022, elaborada por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Los datos del Ministerio de Salud nacional indican que el 46 % de las niñas que son víctimas de estas agresiones llegan a denunciar los casos durante su adolescencia. Sin embargo, en el caso de los niños, este porcentaje alcanza tan solo un 9 %. A nivel mundial, un estudio publicado en la revista Nature en octubre de 2023 estima que alrededor de un 10 % de los varones fueron sometidos a alguna forma de abuso sexual durante su infancia.
Los estudiosos del tema afirman que los mayores niveles de subregistro en comparación con las mujeres están relacionados con los estereotipos asociados a la masculinidad y a la escasa visibilidad de este problema en la sociedad, lo que también se ve reflejado en la escasez de estudios centrados en llegar a entender este tipo de violencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la violencia sexual como actos sexuales, o el intento de obtener actos sexuales, comentarios e insinuaciones no deseadas u otras acciones dirigidas contra la sexualidad de las personas, lo que también incluye la intimidación psicológica, el chantaje y las amenazas.
En su investigación doctoral defendida en 2022 en la Facultad de Ciencias Médicas del Hospital Santa Casa de São Paulo, el psicólogo Denis Gonçalves Ferreira, del Núcleo de Investigaciones en Derechos Humanos y Salud de la Población LGBT de dicha institución, llevó a cabo una revisión del alcance de los estudios sobre violencia sexual contra niños y varones adultos realizados en Brasil entre 2015 y 2021. “Las revisiones de esta índole implican búsquedas exhaustivas en las bases de datos para identificar las publicaciones sobre un tema en la literatura científica”, explica la investigadora Maritsa Carla de Bortoli, del Centro de Tecnologías Sanitarias para el Sistema Único de Salud (SUS), del Instituto de la Salud, de São Paulo, quien también participó en la investigación. Los resultados de este tipo de trabajos pueden indicar dónde se concentran las investigaciones en determinada materia, cuáles son los principales estudios y los grupos que trabajan con esa temática, entre otras posibilidades.
Bajo la dirección de la médica epidemióloga Maria Amélia de Sousa Mascena Veras, el análisis de Gonçalves Ferreira identificó que en el país se han realizado 1.400 estudios sobre las agresiones sexuales, pero solamente 53 de ellos investigaron casos de víctimas masculinas de estas acciones. “En nuestro trabajo, constatamos la existencia de lagunas que comprenden artículos sobre la violencia sexual contra niños y varones en Brasil, más allá de la propia escasez de estudios que aborden exclusivamente este recorte”, dice Gonçalves Ferreira, quien también es profesor del Centro Universitário Várzea Grande, en el estado de Mato Grosso.
Según el psicólogo, los 53 estudios registrados abarcaban a un total de 1,4 millones de individuos. “Entre los hombres, los grupos más afectados por la violencia sexual son los varones que tienen relaciones sexuales con varones y aquellos que padecen disfunciones sexuales, que pueden alcanzar una prevalencia del 71 %”, informa el investigador. El mapeo reveló que los varones víctimas de violencia sexual son más propensos, por ejemplo, al consumo de drogas, al aislamiento social, a practicar sexo anal sin protección, a las ideas suicidas y a padecer disfunciones sexuales.
Aline van Langendonck
Gonçalves Ferreira también informa que 6 de los 53 estudios analizan casos de mujeres agresoras, lo que, según el investigador, permite desterrar la idea de que son los varones quienes desempeñan siempre este papel. Al igual que en el caso de las víctimas de sexo femenino, los ataques perpetrados contra niños suelen implicar a personas de su entorno, como amigos y familiares, y a menudo ocurren en el hogar de la víctima o del agresor. “No obstante, un análisis de los informes de casos apunta una diferencia en comparación con las niñas y las mujeres: la violencia contra los niños suele ser más duradera, ya que ellos dudan más antes de hablar del tema o denunciarlo, por lo que el delito puede prolongarse durante años”, compara el psicólogo.
Otra diferencia, según el estudio liderado por Gonçalves Ferreira, reside en que los niños son víctimas de ataques sexuales antes que las niñas. “Gran parte de ellos han sufrido agresiones antes de cumplir 10 años, mientras que entre ellas la violencia parece ser más frecuente a partir de la preadolescencia”, subraya el investigador. Estos datos son corroborados por el Anuário brasileiro de segurança pública de 2022. En los casos de violación de personas vulnerables, es decir, de niños de hasta 13 años, el 46 % de los casos entre niños ocurre en la franja de los 5 a 9 años, mientras que, entre las niñas, la mayor incidencia (un 55,8 % de los casos) se registra entre los 10 y 13 años.
Antes de empezar el doctorado, relata Gonçalves Ferreira, le causaba asombro la cantidad de pacientes varones que recibía en su consultorio en São Paulo y referían haber sido víctimas de ataques sexuales. “Sin embargo, la mayoría no habían buscado atención psicológica a raíz de esas agresiones, cuyos impactos acababan emergiendo más tarde, durante el proceso terapéutico”, dice. A instancias de su experiencia como psicólogo y de los datos recabados cuando elaboraba su tesis, creó en 2021 la organización no gubernamental (ONG) Memórias Masculinas, que ofrece atención en línea a varones que han sido víctimas de violencia sexual. El formato de asistencia psicológica que ofrece la ONG es la guardia psicológica, es decir, un espacio de escucha calificada para brindar amparo a las víctimas masculinas en los momentos en el sufrimiento y los recuerdos del acontecimiento emergen. “Hemos asistido a más de 200 personas desde enero de 2021 hasta finales de 2023”, informa el investigador.
Otra encuesta que llevó a cabo Gonçalves Ferreira abarcó una muestra de 1.200 varones de todo Brasil que respondieron un cuestionario online en 2002 para investigar su historial de agresiones sexuales. El mapeo mostró que entre los encuestados el 70 % sufrió violencia sexual sin contacto antes de cumplir 11 años, como la exposición a conversaciones sexuales y pornografía, por ejemplo, mientras que un 30 % refirió sometimientos al sexo forzado, o sea, actos violentos con penetración. “Esto significa que la violencia más frecuente entre los varones es aquella que deja menos marcas físicas, lo que dificulta la presentación de denuncias y contribuye a su subregistro”, analiza.
El médico psiquiatra Saulo Vito Ciasca, coordinador del Espacio Transcender del Centro de Salud Escuela Butantã, de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), es especialista en la atención de niños y adolescentes transgéneros y homosexuales víctimas de agresiones. Según el investigador, los jóvenes con variabilidad de género y los niños considerados “afeminados” suelen ser blanco de violencia sexual con más frecuencia. “Suelen ser considerados más vulnerables por los agresores, quienes a menudo afirman que los violaron para corregir su sexualidad”, comenta.
Además, los niños y adolescentes homosexuales violados temen que se los culpe y castigue por la violencia que padecieron. “Al igual que lo que ocurre con las mujeres cuando se dice que fueron violadas por llevar escote o falda corta, en una clara muestra de machismo, también se los culpa a los niños gais agredidos por el hecho de ser ‘afeminados’, comenta el investigador.
La violencia sexual contra niños es más frecuente hasta los 10 años de edad y suele ser más duradera en comparación con las agresiones perpetradas contra las niñas
Otro aspecto complejo reside en que los varones que son víctimas de este tipo de violencia pueden sentir dolor y placer al mismo tiempo durante el acto sexual, causando estímulos involuntarios en sus órganos reproductivos. “Esto acaba siendo confuso para la víctima, que puede llegar a pensar que no fue violentada porque supuestamente sintió placer, lo que también puede generar culpa”, dice Ciasca, coordinador del posgrado lato sensu en psiquiatría de la empresa Cetrus-Sanar, de São Paulo, proveedora de productos y servicios de apoyo para estudiantes y profesionales de la medicina.
A propósito de los estudios de Gonçalves Ferreira, del hospital Santa Casa de São Paulo, un estudio inédito cuyos resultados se publicarán en un artículo que actualmente está en prensa analizó los datos del Sistema de Información de Enfermedades de Notificación Obligatoria (Sinan), del Ministerio de Salud, y del Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP). La investigación detectó un crecimiento en las denuncias de violencia sexual contra niños y adultos varones en todas las regiones brasileñas entre 2009 y 2022, especialmente en el nordeste y en el sur del país, y entre los 20 y 60 años de edad. “En términos de raza, todas las categorías registraron un aumento, sobre todo entre los individuos pardos. En tanto, un análisis por nivel de estudios revela un incremento en todas las categorías, principalmente entre los varones con estudios superiores completos”, informa Gonçalves Ferreira.
En el estudio también se evaluaron las denuncias de violación y violación de una persona vulnerable entre varones registradas en las secretarías de Seguridad Pública de los estados entre 2017 y 2022, constatando un descenso de un 28,9 % en estos casos en todo el territorio nacional. Por otra parte, en el mismo período, se observó un aumento de un 39,5 % en las denuncias de violencia sexual contra este mismo grupo en los servicios de salud. “Estas cifras indican que los casos han dejado de informarse a las secretarías de Seguridad Pública, especialmente durante la pandemia de covid-19”, dice el psicólogo.
En cuanto a los servicios de salud, a pesar del descenso observado en 2020, el estudio apunta que la tasa de denuncias de violencia sexual contra niños y varones adultos creció, alcanzando un pico máximo en 2022, con un índice de 6 casos por cada 100.000 habitantes (véase el gráfico). Por su parte, la cantidad de municipios que informaron los casos también aumentó, lo que sugiere un mayor alcance geográfico en la documentación de estas situaciones.
Al tratar a un chico que había sufrido violencia sexual, el psicólogo Jean Von Hohendorff le oyó decir a la víctima que lo peor del evento traumático, cuyo agresor había sido un hombre, fueron los insultos que empezó a recibir en forma sistemática de su propia madre, cuestionando su masculinidad. Coordinador de un grupo de investigación sobre violencia, infancia, adolescencia e intervención en redes de protección y asistencia en Atitus Educação, una institución de educación superior de Passo Fundo (Rio Grande do Sul), uno de los objetos de análisis de Hohendorff lo constituyen los vínculos entre los estereotipos masculinos y los ataques sexuales.
En 2010, el psicólogo concluyó su maestría en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS). En su investigación, desarrolló un modelo de intervención psicológica centrado en los chicos que han sido víctimas de violencia sexual. El estudio, elaborado a partir de los protocolos de uso habitual para las chicas en los servicios de salud de esa ciudad, se publicó como libro en 2014. “En aquel momento, noté la falta de investigaciones sobre las agresiones sexuales perpetradas contra los niños y decidí profundizar en el tema”, dice.
En simultáneo, en la asistencia brindada en su consultorio a niños y adolescentes que habían padecido este tipo de violencia, Hohendorff notó en sus pacientes dificultades extremas para hablar sobre esos acontecimientos. Por esa razón, decidió investigar el tema en su doctorado, también defendido en la UFRGS, en 2016. El temor al cuestionamiento de su masculinidad, sumado a que el agresor a menudo es su sostén financiero, está entre las razones de la renuencia de las víctimas a abordar el hecho, concluyó el investigador.
También dedicada a brindar acogida a las víctimas masculinas de violencia sexual, la ONG portuguesa Quebrar o Silêncio estima que, en promedio, los varones tardan 20 años en poder denunciar las agresiones y, de hecho, tan solo un 3,9 % de los casos se denuncian en ese país europeo. Según la entidad, uno de cada seis varones en Portugal es víctima de ataques sexuales antes de cumplir los 18 años y solamente el 16 % de ellos reconoce haber sido violado. “La primera etapa del tratamiento de estas víctimas consiste en conseguir que puedan hablar sobre su experiencia. Solo entonces puede pensarse en intervenciones”, dice Hohendorff.
En 2019, la plataforma de contenidos Papo de Homem se asoció con el Consorcio de Informaciones Sociales (CIS) de la USP. Como parte de la iniciativa, se entrevistó a 47.000 hombres para indagar sobre temas relacionados con la masculinidad. La encuesta reveló, por ejemplo, que el 37 % de los consultados dijo que nunca había hablado sobre lo que significa ser un hombre. El 78 % cree que no deben comportarse de manera que parezca femenina y el 57 % que no puede expresar sus emociones. Entre otros productos, la iniciativa dio pie al documental O silêncio dos homens, dirigido por Luiza de Castro e Ian Leite. “A los varones se los educa para ser capaces de defenderse y ser fuertes. Muchos, cuando sufren violencia sexual, sienten que han fallado en este sentido, dejando de cumplir su papel en la sociedad”, dice Gonçalves Ferreira, del hospital Santa Casa.
En su doctorado defendido en 2023 en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la USP, con financiación de la FAPESP, el arquitecto e historiador Pedro Beresin Schleder Ferreira estudió libros de educación moral para hombres, producidos o traducidos en Brasil entre finales del siglo XIX y principios del XX. “En aquel período, el país vivía un proceso de transformación social y la masculinidad burguesa comenzaba a asociarse a un concepto moderno de civilización”, dice.
Según él, tanto la femineidad como la masculinidad se estaban reconfigurando. Por ello, en obras tales como A arte de formar homens de bem, de Domingos Jaguaribe Filho (1847-1926), o O poder da vontade, de Samuel Smiles (1812-1904), está presente la idea de que los varones tenían, por ejemplo, que dominar sus emociones y ser productivos. Para ampliar el debate, Gonçalves Ferreira propugna un aumento de las investigaciones sobre los manuales de comportamiento referidos al proceso de construcción de la masculinidad en Brasil, de la misma forma que viene ocurriendo con las obras centradas en el rol de la mujer en la sociedad.
La psiquiatra Carmita Abdo, fundadora y coordinadora del Programa de Estudios sobre Sexualidad del Hospital de Clínicas de la USP, estima que de cada 10 casos de violencia sexual atendidos en el hospital, tan solo uno de ellos es un varón. Abdo, quien también fue presidenta de la Asociación Brasileña de Psiquiatría, comenta que, cuando existen sospechas de agresiones, el profesional de la salud debe realizar la denuncia a la policía. “No obstante, creo que es imprescindible disociar la atención de la salud de las cuestiones jurídicas”, sostiene. Por un lado, los profesionales no siempre tienen la certeza de que hubo una agresión; por otro, las víctimas de violencia pueden evitar acudir a consulta por temor a que esto desemboque en un expediente judicial.
Según la psiquiatra, muchos de los individuos que han sido agredidos reiteradamente durante su infancia y juventud pueden convertirse en víctimas o agresores en su adultez. “Sin la asistencia y los cuidados pertinentes, algunos adoptan la violencia sexual como conducta, ya que la viven como algo natural”, detalla.
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Un artículo publicado en la revista Nature en octubre de 2023 define el abuso sexual en la infancia como “la exposición de mujeres y varones a cualquier contacto sexual indeseado antes de haber cumplido los 15 años”. Se trata de un tipo de violencia que causa un trauma emocional y físico inmediato y trae consecuencias que pueden durar toda la vida y durante generaciones.
El estudio considera que estas agresiones constituyen un factor de riesgo para experiencias posteriores de perpetración de violencia contra la pareja. En este caso, las personas expuestas a ataques sexuales durante su infancia, presentan un 45 % más de riesgo de sufrir trastornos a causa del consumo de alcohol y un 35 % más propensas a desarrollar depresión. Los resultados fueron obtenidos mediante una revisión sistemática realizada en siete bases de datos electrónicas sobre violencia asociada a la pareja y violencia infantil.
Consciente de los daños, la profesora Andreza Marques de Castro Leão, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en su campus de Araraquara, llevó a cabo un estudio, entre 2017 y 2020, con financiación de la FAPESP, en escuelas públicas del interior de São Paulo. El objetivo era conocer sus acciones de prevención, identificando actividades que hicieran posible prevenir el fenómeno en el entorno escolar, incluyendo la proyección de películas y documentales, el desarrollo de juegos y canciones y la lectura de libros, entre otras.
Ella también desarrolla proyectos de extensión en las instituciones junto a docentes, directivos, padres y alumnos. En una de las iniciativas, los estudiantes colgaron hojas de papel en un tendedero donde registraban sus sentimientos y dudas al respecto de la sexualidad y la violencia. “A través de estos enfoques, conversamos sobre el cuerpo, los derechos, la autoestima, el contacto físico, los secretos buenos y malos y el acoso sexual. Abordamos la necesidad de decir no a situaciones sospechosas, incómodas e invasivas, entre otros aspectos”, relata.
La investigadora explica que muchos casos salen a la luz a partir de estas actividades. “En una escuela del interior paulista, luego de una actividad pedagógica, un niño con los ojos llorosos se puso de pie, me dio un abrazo y se fue triste”, comenta. Además de conversar con el niño, ella informó al equipo del Centro de Referencia de Asistencia Social (Cras), por lo que pudo descubrirse que estaba siendo abusado.
Otro caso identificado fue el de un niño de 12 años que era violado por la madre de un compañero. “Cuando les contó lo sucedido, sus amigos lo celebraron, diciéndole que era afortunado porque había conseguido iniciarse sexualmente con una mujer experimentada”, comenta. “La víctima tardó meses en darse cuenta de que estaba siendo agredida, y ello ocurrió durante una actividad sobre el tema que yo estaba realizando en la escuela”, relata.
Por último, De Castro Leão recuerda que el Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA) incluye artículos como el nº 13, donde se indica que los casos de violencia deben denunciarse al Consejo Tutelar; el nº 245, que establece que quien no realiza la denuncia es responsable de negligencia, y el nº 56, según el cual los directivos de los establecimientos educativos están obligados a notificarlo.
En la actualidad, la investigadora trabaja en colaboración con municipios del interior del estado de São Paulo y continúa desarrollando actividades en escuelas para hacer frente a la violencia sexual. “Estas iniciativas permiten concientizar a los estudiantes sobre la existencia de este tipo de agresiones, así como identificarlas, rechazarlas y solicitar ayuda. Como la incidencia de la violencia suele ser intrafamiliar, a veces es el docente el adulto que puede identificarla o al que el alumno se lo cuenta”, concluye diciendo.
Proyectos
1. Acciones de prevención de la violencia sexual en la infancia y la juventud. Análisis de la formación y la información de la/el profesional de la educación infantil y de la enseñanza fundamental (nº 17/07350-8); ModalidadAyuda de Investigación – Regular; Investigadora responsable Andreza Marques de Castro Leão; Inversión: R$ 22.666,00.
2. La construcción del confort en el hogar: Vida cotidiana, consumo y distinción entre los sectores medios de São Paulo (1870-1920) (nº 17/25133-4); ModalidadBeca doctoral; Investigadora responsable Ana Lucia Duarte Lanna (USP); Beneficiario Pedro Beresin Schleder; Inversión R$ 223.335,02.
Artículos científicos
FERREIRA, D. G. et al. Violência sexual contra homens no Brasil: Subnotificação, prevalência e fatores associados. Revista de Saúde Pública 57:23. 2023.
SPENCER, C. N. et al. Health effects associated with exposure to intimate partner violence against women and childhood sexual abuse: Aburden of proof study. Nature Medicine. 29. p. 3243-58. 2023.
CAMPOS, A. et al. Prevalência de violência sexual com contato e sem contato contra homens brasileiros e fatores associados a sexo forçado. Saúde em debate. v. 47, n. 138. jul-sep. 2023.
VICENTE, A. et al. Violência sexual infantojuvenil e os indicadores de gênero. Ensino & Investigación. v. 19, p. 254-68, 2021.
Libro
HOHENDORFF, J. V. et al. Violência sexual contra meninos – Teoria e intervenção. Curitiba: Juruá Editora, 2014.
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