En el mes de agosto se firmó un acuerdo que permitirá darle continuidad a la operación del Buque de Investigación Hidrooceanográfico Vital de Oliveira, en actividad desde 2015. Dicho acuerdo, que se suscribió en Río de Janeiro, garantiza por tres años el costeo y el mantenimiento de esa embarcación que pertenece a la Marina de Brasil. El navío fue adquirido por un monto de 174 millones de reales por el gobierno federal con la colaboración de la minera Vale y la petrolera estatal Petrobras, para brindar soporte a estudios sobre el clima, las corrientes marinas, sedimentos y biodiversidad en áreas oceánicas del Atlántico tropical. El convenio contempla una inversión en el buque por un valor aproximado de 75 millones de reales. El Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Comunicaciones (MCTIC), la Marina y Petrobras harán un aporte de 18,7 millones de reales cada uno. La compañía minera Vale depositará 1,45 millones de reales y la estatal Compañía de Investigación de Recursos Minerales (CPRM), en portugués, una empresa pública vinculada al Ministerio de Minería y Energía, desembolsará 17,2 millones de reales en el mismo período. “Hasta ahora, el Vital de Oliveira, como se lo conoce, se mantenía por medio del presupuesto de la Marina sumando contribuciones esporádicas de las instituciones participantes”, dice Edmar Rodrigues Alves, capitán de fragata y jefe de la sección de operaciones de la Agrupación de Buques Hidrooceanográficos de la Marina de Brasil.
Capacidad 90 tripulantes y 40 científicos
Infraestructura 5 laboratorios de investigación y 28 equipamientos científicos
Eslora 78 metros
Manga 20 metros
Autonomía 30 días
Velocidad máxima 12 nudos (aproximadamente 22 km/h)
El acuerdo también establece el reglamento interno del buque, que instituye dos comités, administrativo y tecnocientífico, responsables, entre otras atribuciones, de definir las misiones científicas y los proyectos prioritarios que podrán utilizar la infraestructura del Vital de Oliveira. Se crearán reglas para formalizar la selección de proyectos. “Por el momento, las propuestas de investigación son seleccionadas de manera informal por los propios colaboradores, como Petrobras y el MCTIC, por ejemplo. En breve, esa tarea será desempeñada por el comité tecnocientífico”, explica Rodrigues Alves. Según él, actualmente existe una demanda latente de conocimiento acerca de lo que se denomina Amazonia Azul, un área marítima de 4,5 millones de kilómetros cuadrados (km2) que abarca la zona económica exclusiva y la extensión de la plataforma submarina continental brasileña. Esa región del océano Atlántico alberga diversas riquezas naturales y minerales, como lo son los campos de petróleo presal y, por esa razón, empresas tales como Petrobras y Vale están interesadas en el uso de la embarcación.
Con 78 metros de eslora y un desplazamiento de más de 4 mil toneladas, el Vital de Oliveira cuenta con comodidades para 40 investigadores y 90 tripulantes en viajes con una duración superior a 15 días. Dispone de cinco laboratorios y 28 equipamientos científicos que se utilizan para el monitoreo y caracterización ambiental, geológica y fisicoquímica de las distintas regiones oceánicas. El buque, construido por una empresa noruega en un astillero de China, ha sido utilizado recientemente por Petrobras para realizar estudios ambientales, mapeos geológicos del suelo marino e investigaciones en el área de la estratigrafía, que es el estudio de las diferentes capas superpuestas de un suelo. Uno de los dispositivos empleado por los científicos de la compañía es un vehículo que se controla en forma remota y que puede operar a profundidades de hasta 4 mil metros. “El Vital de Oliveira cuenta con una estructura científica singular, con modernos laboratorios y equipamientos de última generación para la colecta y análisis de datos. El buque contribuirá a sumar presencia brasileña en el Atlántico Sur y Ecuatorial, y propiciará que las generaciones brasileñas futuras puedan recibir los beneficios devenidos del aprovechamiento de los recursos naturales disponibles en esa región del océano”, informaron voceros de Petrobras en un comunicado a Pesquisa FAPESP.
Programa de investigación
Con todo, el barco no está solamente al servicio de las empresas que toman parte en el acuerdo. En noviembre de 2015, poco más de dos semanas después de que se rompiera la represa de la minera Samarco, en la localidad de Mariana (Minas Gerais), el gobierno federal le solicitó a la Marina que enviara la embarcación hacia la costa del estado de Espírito Santo, para recabar datos sobre el agua y del lecho marino en la desembocadura del río Doce y analizar los daños causados por los desechos de los procesos de minería. “El Vital de Oliveira cuenta con militares adiestrados y competentes para recolectar datos y maniobrar el buque y todos sus equipamientos científicos”, destaca Alves. El navío también realiza misiones de apoyo para programas de investigación enfocados en temas tales como variabilidad y cambios climáticos. Uno de ellos es el programa Prediction and Research Moored Array in the Tropical Atlantic, al cual también se lo conoce como Proyecto Pirata, que es fruto de un convenio firmado en 1997 entre instituciones de investigación de Brasil (Inpe-DHN), Estados Unidos (Noaa) y Francia (IRD-MeteoFrance). La iniciativa tiene la finalidad de estudiar las interacciones entre el océano y la atmósfera del Atlántico tropical entre América y África, desde los 20º de latitud sur (aproximadamente a la altura de Vitória, en el estado de Espírito Santo) hasta los 20º de latitud norte, en la región del Caribe. En ese sector, se anclaron en alta mar 18 boyas que sirven como pequeñas estaciones oceanográficas equipadas con sensores que miden la velocidad de los vientos, el volumen de lluvias, la humedad relativa del aire y del agua, la salinidad, las corrientes y la concentración de dióxido de carbono (CO2) marino.
A partir de la colocación de la primera boya en el mar, hace más de 20 años, la noción de que la salud de los océanos está relacionada con los cambios climáticos se hizo más evidente en la literatura científica, dice el meteorólogo paulo Nobre, del Instituto nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) y presidente del comité nacional del Proyecto Pirata. “Por ejemplo, el aumento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera acelera el proceso de acidificación de los océanos, amenazando a especies que habitan en el fondo del mar”, explica. En un lapso de dos décadas, el proyecto fue responsable de la publicación de más de 300 artículos en revistas científicas y produjo miles de datos oceanográficos.
Antes de disponer del Vital de Oliveira, los científicos del Pirata navegaron a bordo de otras dos embarcaciones de la Marina: el Buque Oceanográfico Antares y el Buque Balizador Amorim do Valle, adquiridos en las décadas de 1980 y 1990. “El Antares disponía tan sólo de siete plazas para investigadores. Con su capacidad para albergar a decenas de científicos, el Vital de Oliveira estimula un ambiente fértil para la interacción entre estudiosos de varias ramas del conocimiento”, analiza Nobre. En 2017, el equipo del Proyecto Pirata embarcó en el Vital de Oliveira con 10 proyectos en ejecución. En los mismos participaron 68 investigadores y alumnos de instituciones científicas brasileñas. Este año, uno de los proyectos en curso se propone analizar la acumulación de microplásticos –fragmentos con un tamaño menor a 5 milímetros (mm), generalmente invisibles a simple vista cuando flotan en los océanos o se mezclan con la arena– en el Atlántico Sur. Según Nobre, uno de los dispositivos más utilizados en las investigaciones del Pirata con los que cuenta el Vital de Oliveira es el CTD-Rosette, que es un conjunto de sensores que miden los principales parámetros fisicoquímicos del agua del mar, como son la temperatura, salinidad, presión hidrostática y oxígeno disuelto. Los sensores se sumergen a profundidades de hasta 5 mil metros y realizan mediciones durante las trayectorias de descenso y ascenso.
Esa herramienta está siendo útil para los científicos que embarcaron al comienzo del año en el Vital de Oliveira para estudiar la Elevación de Rio Grande, una cadena montañosa sumergida situada a unos 1.300 kilómetros de la costa de Rio Grande do Sul. El proyecto es el resultado de un acuerdo pactado entre la CPRM y la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), un organismo ligado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que le concedió a Brasil el derecho a estudiar, durante 15 años, el potencial mineral de la región. “El proyecto incluye los estudios ambientales y oceanográficos necesarios para evaluar la viabilidad de una explotación mineral en la región”, dice el oceanógrafo José Ángel Álvarez Perez, investigador de la Universidad de Vale do Itajaí (Univali) en el estado de Santa Catarina.
La CPRM fue creada en los años 1970 para generar y difundir conocimiento geológico y subvencionar políticas públicas y viene explorando la Elevação do Rio Grande desde 2009, por medio de expediciones que lleva adelante en forma conjunta con instituciones de investigación, identificando las áreas de mayor interés económico para la explotación minera. Los estudios están revelando que ese emplazamiento tiene áreas donde abundan el cobalto, níquel, manganeso e incluso elementos de las denominadas tierras raras, que son utilizadas por la industria de alta tecnología.
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