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Memoria

Ladrillo sobre ladrillo

Los estudios sobre el calentamiento global se hacen desde hace 180 años

Las noticias sobre investigaciones relativas al calentamiento global han venido ganando cada vez más espacio en la prensa, saltando de los artículo menores para asumir un lugar cautivo en los titulares. Antes de que los estudios más recientes indicasen la real gravedad de la situación ambiental del planeta, el tema solo frecuentaba los medios con asiduidad cuando había grandes reuniones sobre el tema como la Eco 92 y la de Kyoto en 1997 o alguna nueva teoría llamaba la atención hacia la cuestión. Esas conductas no son nuevas ni en Brasil ni en el mundo. Hace 50 años el físico húngaro naturalizado estadounidense Joseph Kaplan, de la Universidad de California, publicó un artículo en el periódico Santa Monica Evening Outlook, de Santa Mónica, que causó alboroto por allá y repercutió en Brasil.

El artículo fue noticia el 10 de abril de 1957 en el periódico Folha da Noite, actual Folha de S.Paulo. Decía el texto: … la combustión del petróleo y del crudo pesado produce gases que van calentando la atmósfera. Este calentamiento determinará con el correr del tiempo la fundición de los casquetes glaciales y la consiguiente elevación del nivel de los mares en alrededor de 12 metros. A menos que la ciencia logre controlar la temperatura del aire dentro de aquel plazo, ciudades como Nueva York y Tokio serán inundadas por el mar. El plazo citado era de 50 ó 60 años. E decir, los días actuales.

Folha da Noite publicó la noticia como titular de página, a ocho columnas ¿Puede la Tierra ser invadida por los mares?, y oyó João Dias da Silveira, catedrático de geografía física de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de São Paulo (USP). Silveira dijo que regiones de la Siberia, de Groenlandia y de Spitzberg, norte de Rusia, habían sufrido un incremento de la temperatura del orden de 1,5 grados, entre 1883 a 1934. Como resultado de ello, en algunas regiones la masa helada habría sufrido un retroceso de 40 kilómetros en dirección al norte. El investigador brasileño destacó, acertadamente, que aquellos eran datos de partes aisladas de la Tierra y no permitían establecer una conclusión sobre la previsión de Kaplan.

Al día siguiente el periódico paulistano volvió al tema y entrevistó al oceanógrafo islandés Ingvar Emilsson, en ese entonces en el Instituto Oceanográfico de la USP. Emilsson, actualmente en la Universidad Nacional Autónoma de México, dijo a la época que la hipótesis de Kaplan no era nueva. Pero afirmó que el razonamiento del físico húngaro tenía su lógica. Observaciones ya demostrado que tanto en el Hemisferio Norte como en el Sur ha habido en los últimos decenios un aumento de la temperatura media, afirmó.

Las ponderaciones de Kaplan, Silveira y Emilsson seguían hace 50 años la línea evolutiva de la ciencia. El primer científico en hablar del calentamiento de la atmósfera producto de la emisión de gases fue el francés Jean Baptiste Fourier, con el ensayo la temperatura de la Tierra y los espacios planetarios, en 1827. A partir de 1859, el físico irlandés John Tyndall realizó una serie de pruebas en su laboratorio para intentar entender la naturaleza de esos gases. En 1896, el químico sueco Svante August Arrhenius demostró en artículo la influencia del dióxido de carbono en el efecto invernadero.

Después de estos estudios las discusiones amainaron durante más de 40 años, hasta que el ingeniero inglés Guy Callendar publicó sus trabajos, en 1938. Meteorologista aficionado, él analizó y comparó las estadísticas sobre el clima de extensas regiones. Y vio que los números efectivamente indicaban el aumento de la temperatura global. En 1957, el mismo año del artículo de Joseph Kaplan, el químico estadounidense Charles Kelling creó un mecanismo de medición del dióxido de carbono en la atmósfera.

Cada investigador colocó un ladrillo y subió un escalón?, dice Carlos Henrique de Brito Cruz, director científico de la FAPESP. Lo que sabemos sobre el calentamiento global hoy en día se debe a la buena ciencia y a los esfuerzos obsesivos de éstos y de muchos otros científicos.

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