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NEUROLOGÍA

Las marcas de la epilepsia

Un estudio internacional con imágenes del cerebro indica la relación de la enfermedad con la atrofia cerebral

La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas con mayor prevalencia en el mundo, que afecta a alrededor de 50 millones de personas, según datos divulgados en 2017 por la Organización Mundial de la Salud (OMS). También es una de las más estudiadas: se han encontrado descripciones de sus síntomas en relatos egipcios y sumerios que datan de 3.500 años antes de Cristo. Sin embargo, la determinación de las causas y el proceso de evolución de este síndrome, que está relacionado con factores múltiples y exhibe diversas manifestaciones clínicas, desde crisis de ausencia (lapsus de la conciencia que duran algunos segundos) hasta convulsiones, sigue constituyendo un reto para los científicos.

Un avance significativo en ese aspecto acaba de concretarse merced al recurso de las técnicas de neuroimágenes. Un estudio a escala mundial apelando al uso de resonancia magnética en pacientes con epilepsia reportó señales, previamente verificadas en otros trabajos, de la existencia de atrofia cerebral en todas las variantes de la enfermedad, incluso en aquéllas anteriormente consideradas idiopáticas, es decir, en la cuales no se observan alteraciones cerebrales en los exámenes clínicos usuales.

Los resultados figuran en la edición del mes de febrero del periódico científico Brain. Se analizaron los datos recabados por 24 centros de investigación en 14 países de Europa, América del Norte y del Sur, Asia y Australia. Las mediciones estructurales del cerebro fueron extraídas de las imágenes tomadas mediante resonancia magnética en 2.149 pacientes con epilepsia y se compararon con 1.727 casos de referencia de personas sanas.

“Se trata del mayor estudio en cuanto al volumen de casos evaluados hasta la fecha en el área”, dice el neurocientífico Fernando Cendes, de la Universidad de Campinas (Unicamp) y coordinador del Instituto Brasileño de Neurociencias y Neurotecnología (Brainn), uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid, por sus siglas en portugués) financiados por la FAPESP, que aportó datos de Brasil para la realización del trabajo.

Los resultados de ese esfuerzo conjunto indican, en todos los casos de epilepsia, la existencia de un compromiso estructural más difundido de lo que se suponía anteriormente. En comparación con los cerebros sanos, todos los casos analizados presentaron, por ejemplo, un volumen menor del tálamo derecho (el área responsable de la integración de los impulsos nerviosos) y un menor espesor en la circunvolución prerrolándica (que contiene el área motora primaria de la corteza cerebral).

En las epilepsias que provocan lesiones, hay una pérdida neuronal, ampliamente descrita en otros estudios, que ocasiona las crisis. Este es el caso, por ejemplo, de la epilepsia del lóbulo temporal, asociada a una atrofia en el hipocampo, una estructura importante que está ligada a las emociones, el aprendizaje y la memoria. “Con el paso del tiempo y la reiteración de las crisis, esa lesión comienza a afectar a otras áreas del cerebro. Ahora se podrá monitorear esa alteración en el curso de los años”, dice el neurocientífico.

Existe, empero, una gran cantidad de epilepsias que no están relacionadas con ninguna lesión detectable en exámenes clínicos y, probablemente, su origen sea genético. Estos casos presentan una buena respuesta a los tratamientos disponibles, con base en drogas y, a veces, incluso con remisión espontánea. La mayoría de esos tipos de epilepsia se consideraban benignas. Hoy en día ya no es tan así. “El estudio brinda soporte a observaciones recientes que sugieren que las epilepsias comunes no siempre pueden considerarse benignas. Incluso con las crisis controladas ellas acarrean consecuencias para el cerebro”, sostiene el investigador.

El volumen de casos analizados le confiere relevancia al estudio explica Cendes, dada la sutileza de las alteraciones cerebrales evaluadas, del orden de unos pocos milímetros. “Las alteraciones que observamos son muy pequeñas, algunas indetectables en los exámenes clínicos. Por consiguiente, las mediciones son pasibles de sesgos y errores. El gran número de datos minimiza el error y permite que los hallazgos sean más consistentes y confiables. Se efectuaron varios estudios previos, pero la cifra era menor e insuficiente para brindar respuestas concluyentes como las que estamos registrando ahora”, dice el investigador.

Para la neuróloga Laura Ferreira Guilhoto, de la Unidad de Investigación y Tratamiento de las Epilepsias de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), el estudio corrobora la tesis de que siempre se debe buscar una causa detectable para este tipo de trastorno cerebral, especialmente en aquellos pacientes que no responden a los tratamientos convencionales con fármacos. “En los casos cuyo control resulta más difícil, los exámenes de imágenes pueden incluso diagnosticar una lesión causante de las crisis que puede corregirse por medio de una cirugía”, comenta la médica, quien no participó en el estudio.

El enigma de las neuroimágenes
Los datos de todos los centros de investigación que participaron en el estudio fueron recopilados y analizados por el consorcio al que se conoce por la sigla Enigma (Enhancing Neuro Imaging Genetics through Meta Analysis), una red cooperativa de investigación cuya sede se encuentra en la Universidad del Sur de california (USC), en Estados Unidos. Tal como lo indica su propio nombre, Enigma analizó los datos enviados apelando al metaanálisis, un método estadístico que analiza e integra resultados de estudios independientes.

El consorcio, fundado en 2009 por el neurocientífico Paul Thompson, de la USC, y por el genetista Nick Martin, del Queensland Institute of Medical Research, de Australia, es el mayor proyecto de estudio por neuroimágenes de todo el mundo, en el que confluyen 900 científicos de 35 países, expertos en 18 enfermedades cerebrales diferentes. En 2015, el grupo abrió una línea de investigación específica sobre epilepsia y, para el año siguiente, obtuvieron los primeros resultados. “El artículo en el Brain es la primera publicación fruto de esa suma de esfuerzos”, resalta Cendes. Éste explica que la agilidad para la presentación de conclusiones se basa en la metodología de trabajo del consorcio: “Cada grupo trabaja en su propio centro de investigación y, en lugar de enviar los datos brutos, envía los resultados sobre los cuales se aplican, más tarde, los análisis estadísticos”.

Brasil se asoció al Enigma-Epilepsia desde el principio. Según refiere Clarissa Lin Yasuda, docente del Departamento de Neurología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Unicamp y participante del estudio, el grupo brasileño fue el que remitió la mayor muestra. “Evaluamos a unos 700 individuos entre pacientes y personas sanas, cuyas imágenes, obtenidas en varios proyectos, ya las teníamos archivadas en nuestro banco de datos, recopiladas desde 2010. Contamos probablemente con uno de los mayores bancos de imágenes del mundo”, dice la investigadora. Para organizar y procesar toda esa información, fueron necesarios alrededor de 10 meses de labor de un equipo integrado por seis neurólogos y un ingeniero de computación.

Según la investigadora, ya se encuentra en marcha otro proyecto del Enigma que busca obtener mayores detalles de los diferentes tipos de epilepsia y confirmar la conexión entre la atrofia cerebral y parámetros tales como el tiempo de duración de la enfermedad y la frecuencia de las crisis. “Este mismo año podrían obtenerse nuevos resultados”.

Proyecto
Instituto Brasileño de Neurociencia y Neurotecnología – Brainn (nº 13/07559-3); Modalidad Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid); Investigador responsable Fernando Cendes (Unicamp); Inversión R$ 20.735.974,24 (para la totalidad del proyecto).

Artículo científico
WHELAN, C. D. Structural brain abnormalities in the common epilepsies assessed in a worldwide Enigma study. Brain. v. 141, n. 2, p. 391-408. 30 ene. 2018.

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