Distintas investigaciones enfocadas en los barrios periféricos de la ciudad de São Paulo están mapeando el perfil y las aspiraciones de los emprendedores populares de la megalópolis. Por un lado, las dificultades para acceder a un puesto de trabajo formal han llevado a estas personas a invertir cada vez más en alternativas de generación de ingresos a través de actividades autónomas y la apertura de pequeños comercios callejeros. Y por otro, un proceso de valoración de la cultura periférica que viene registrándose en los últimos 15 años ha impulsado a algunos de los residentes de estas barriadas a montar negocios que combinan la búsqueda de ingresos con un impacto social en sus comunidades.
“El fenómeno de los emprendedores periféricos es complejo y diverso”, dice el sociólogo Henrique Costa, quien estudia desde 2015 las relaciones de las zonas periféricas paulistanas con el mercado laboral. En una pasantía posdoctoral actualmente en curso en el Centro Brasileiro de Análise e Planejamento (Cebrap), el investigador ha venido analizando las motivaciones, las expectativas y las frustraciones de quienes buscan su autonomía económica mediante actividades emprendedoras en los barrios y las llamadas comunidades o favelas de la zona sur de la ciudad de São Paulo, tales como Jardim Ângela, Campo Limpo y Paraisópolis, además del comercio popular de Largo 13, plaza de la zona de Santo Amaro. Parte de los resultados de dicho trabajo, realizado mediante entrevistas y observaciones etnográficas, salió publicado este año en un artículo en la Revista do Instituto de Estudos Brasileiros, editada por la Universidad de São Paulo (USP). En los próximos meses, la editorial Brill, con sede en Países Bajos, publicará un libro intitulado provisionalmente In the remains of progress – Utopia and suffering in Brazilian popular entrepeneurship (En los restos del progreso. Utopías y dramas de los emprendedores populares brasileños).
Para analizar el emprendimiento popular, Costa apela al concepto de “vivir sin un sueldo”. Según el sociólogo, esta experiencia no se limita a la ausencia de un empleo formal, sino que constituye una forma de subsistencia que se encuentra arraigada en la cultura popular brasileña. En este caso, se caracteriza por la búsqueda de ingresos por fuera del circuito laboral tradicional. “Esta búsqueda de alternativas se manifiesta a través del término ‘rebuscárselas’ [se virar] que mis interlocutores suelen utilizar para describir la capacidad de adaptarse y hallar soluciones para lidiar con la precariedad y la falta de oportunidades”, comenta el investigador, quien realizó alrededor de 50 entrevistas a emprendedores de la periferia paulistana entre 2017 y 2022.
Uno de los principales focos de interés de Costa fue la población de Paraisópolis. “Esta comunidad representa un microcosmos de la utopía y el padecimiento inherentes a los emprendimientos populares en Brasil, donde la búsqueda de autonomía y éxito se entrelaza con la precariedad y la decepción”, analiza. Según él, a partir de 2003, el crecimiento de los ingresos y el acceso al microcrédito impulsaron el surgimiento de una nueva clase media y de un grupo de emprendedores en este lugar. “Las periferias tratan de adaptar las experiencias de la clase media tradicional a su propia realidad. Esto se pone de manifiesto en la forma en que la gente consume y en el estilo de vida al que aspiran”.
Otro fenómeno que viene llamando la atención de los investigadores son los emprendimientos sociales de los habitantes de estas comunidades, que articulan prácticas económicas con iniciativas que generan repercusión en el terreno local. Con estudios sobre los trabajadores de las periferias desarrollados a lo largo de los últimos 10 años, el sociólogo Leonardo de Oliveira Fontes, de la Universidad de Campinas (Unicamp), explica que en la década de 1990 se intensificó la presencia de organizaciones no gubernamentales (ONG) en los márgenes de la ciudad.

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESPLos estudiosos del tema propugnan leyes específicas para los trabajadores autónomos, tales como los repartidores y choferes de aplicacionesLéo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP
Con base en este panorama, el sociólogo Jacob Carlos Lima, de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), subraya que, en la década de 1990, Brasil vivió un proceso de apertura económica y las ideas neoliberales se propagaron en las esferas gubernamentales. En ese contexto, una de las iniciativas que cobró fuerza fue la de reducir la intervención del poder público en la oferta de servicios de salud, educación y cultura, por ejemplo. “Las ONG financiadas por grandes corporaciones empezaron a prestar este tipo de servicios en las zonas vulnerables, ocupando espacios que deberían ser responsabilidad del Estado”, analiza. Estas organizaciones ofrecían servicios sociales y programas de generación de ingresos y capacitación, estimulando el emprendimiento entre los jóvenes.
También en los años 1990, los movimientos culturales que históricamente han promovido una valoración de la identidad periférica urbana cobraron fuerza en el país, como el hiphop, que abarca manifestaciones tales como los grupos de rap, el grafiti y otras (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 334). A partir del año 2000, escritores y poetas como Sérgio Vaz e Ferréz (seudónimo de Reginaldo Ferreira da Silva) empezaron a organizar veladas o saraos en barrios como Campo Limpo y Capão Redondo. “Estos eventos contribuyeron a la construcción de una identidad cultural de pertenencia al territorio, asociada al orgullo de vivir y actuar políticamente en el propio lugar de residencia”, describe Fontes.
Asimismo, entre 2003 y 2015, el gobierno federal organizó concursos para promover los colectivos culturales en las zonas periféricas, estimulando el desarrollo de iniciativas de inclusión social. Entre estas acciones se cuentan, por ejemplo, los Puntos de Cultura, por entonces financiados y apoyados institucionalmente por el Ministerio de Cultura (MinC) e implementados por organismos gubernamentales y no gubernamentales.
“Este movimiento traspuso los límites del campo cultural. En conjunto con otros factores, como los cupos de ingreso en las universidades, contribuyó a incentivar a los residentes de las periferias a invertir en negocios que también se interesan por las causas sociales y expresan las raíces culturales”, dice Fontes, quien llevó a cabo una investigación posdoctoral sobre el tema con financiación de la FAPESP entre 2019 y 2023. Para interiorizarse de la situación en Jardim Ângela, realizó 20 entrevistas con emprendedores locales y asistió a ferias y encuentros organizados por éstos. Según el sociólogo, estas personas ven la periferia no solamente como un territorio geográfico, sino también como un lugar de resistencia y construcción de nuevas narrativas de identidad. Los resultados del estudio se publicaron en parte este año en un artículo en la revista International Journal of Urban and Regional Research.
“Los barrios periféricos de la zona sur de São Paulo han registrado la apertura de salones de belleza y tiendas de indumentaria que reafirman la cultura afrobrasileña, restaurantes que promueven una alimentación sana y agencias de comunicación centradas en las noticias y los temas comunitarios”, coincide Costa. Como ejemplo de este perfil de emprendedor emergente de los últimos años, el investigador menciona a Thiago Vinicius de Paula, líder comunitario de Campo Limpo e ideador de una serie de iniciativas que incluyen espacios culturales, uno de coworking y radios comunitarias. De Paula fundó en 2019 el restaurante Organicamente Rango, que prepara sus comidas con ingredientes procedentes de granjas familiares y utiliza insumos adquiridos en comercios locales.

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESPMercado de frutas, verduras y hortalizas en Jardim São Luís, en la periferia de São Paulo: pequeños locales que ofrecen una alternativa de ingresosLéo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP
Otro caso similar tiene que ver con la historia de Adriana Barbosa. “En mi juventud, vendía ropa en la calle, fui secretaria y repartí volantes”, relata. En la década de 1990 ingresó a la facultad, pero acabó abandonando la carrera de modas. Nacida en la zona sur paulistana, Barbosa fundó el Festival Feira Preta en 2002, hoy en día considerado uno de los mayores eventos culturales y empresariales de la comunidad negra de América Latina. Posteriormente, en 2018, creó PretaHub, un programa que promueve iniciativas con miras a acelerar empresas y que desde entonces ha proporcionado capacitación a más de 5.000 afroemprendedores.
El camino no es fácil para quienes vienen de las periferias, de acuerdo con un estudio realizado en 2021 por el Centro de Emprendimientos y Nuevos Negocios de la Escuela de Administración de Empresas de São Paulo de la Fundación Getulio Vargas (FGVcenn), en colaboración con la Fundación Arymax. Mediante entrevistas realizadas con 101 emprendedores sociales en barrios periféricos de ciudades brasileñas, el análisis identificó que estos negocios son administrados en su mayoría por mujeres negras (un 70 %) y que el 60 % genera ingresos netos de hasta 2.000 reales mensuales. En cambio, fuera de las periferias, los emprendedores sociales son mayoritariamente blancos, con ingresos netos mensuales superiores a 12.000 reales, lo que pone de manifiesto el escenario de desigualdad entre los emprendedores de Brasil. “Además, el capital de negocios inicial fuera de las periferias promedia unos 712.000 reales, un monto 37 veces superior a las cantidades destinadas para el mismo fin en los emprendimientos periféricos”, puntualiza Edgard Barki, graduado en administración de empresas y coordinador del FGVcenn.
En cuanto a los afroemprendedores, la psicóloga Vânia Maria Jorge Nassif, de la Universidade Nove de Julho (Uninove), de São Paulo, evaluó el impacto de la pandemia de covid-19 en 25 mujeres negras residentes en Paraisópolis. Su estudio, financiado por la FAPESP y concluido en 2022, consistió en una investigación sobre 65 mujeres emprendedoras de 10 estados brasileños. Según Jorge Nassif, las mujeres emprendedoras de la periferia enfrentan una serie de dificultades estructurales y culturales. El panorama es especialmente complejo para las mujeres negras, debido a la discriminación racial y de género.
Según la psicóloga, antes de la crisis sanitaria, las entrevistadas tenían empleos como niñeras, empleadas domésticas permanentes o jornaleras. “Con la pandemia, muchas perdieron sus empleos y tuvieron que encontrar nuevas formas de subsistir, invirtiendo en trabajos autónomos o emprendimientos propios como una forma de asegurarse alguna fuente de ingresos”, dice la investigadora, quien coordina la línea de investigación en Innovación, Emprendimientos y Negocios Sostenibles y el Núcleo de Estudios en Gestión del Deporte y el Emprendimiento de esa institución. “Necesitamos desarrollar políticas y prácticas institucionales para promover un ambiente más igualitario y propicio para los emprendimientos femeninos”, dice.
En lo que atañe a estas dificultades, Barki considera que los modelos de negocios creados para financiar actividades emprendedoras deben adaptarse a la situación de las periferias. Según comenta, por ejemplo, estos emprendedores no poseen en su mayoría recursos para volver a empezar si el negocio va mal, una realidad diferente a la de los individuos que cuentan con un poder adquisitivo más alto. “Los planes de negocios deben tener en cuenta el lenguaje y los conocimientos periféricos para poder adaptarse mejor a los contextos locales”, sugiere.
El capital inicial para los emprendimientos periféricos es 37 veces menor que el destinado a otros negocios
Otro grupo de emprendedores identificado por Costa en su pasantía posdoctoral en el Cebrap está compuesto por evangélicos. Según el investigador, existe una fuerte valoración de la independencia económica entre las iglesias pentecostales, que rechazan la subordinación a terceros. Tales principios forman parte de la llamada teología de la prosperidad y son difundidos en los cultos y predicaciones de estos espacios religiosos. “Se incentiva a los fieles a montar sus propios negocios”, dice.
Sin embargo, Costa afirma que el universo de emprendedores comprometidos con causas sociales es limitado y gran parte de los emprendimientos populares de las periferias abarca a trabajadores que, históricamente, siempre han existido como pequeños comerciantes autónomos. Asimismo, y más allá de las historias de éxito de personas como Thiago Vinicius de Paula y Adriana Barbosa, existe un descompás entre las expectativas y la realidad de gran parte de los habitantes de las periferias que invierten en sus propios negocios. “Los ejemplos exitosos constituyen la excepción y las promesas de ascenso social, autonomía y reconocimiento suelen toparse con la inestabilidad financiera del propio emprendedor”, comenta.
El discurso emprendedor ha sido absorbido de manera diferente por los trabajadores de las periferias en los últimos años, dice Fontes, de la Unicamp. De este modo, mientras algunos han llegado a identificarse así y ven a la actividad como algo que les confiere dignidad laboral, otros han mantenido una postura crítica hacia los emprendimientos, señalando que este rótulo oculta situaciones de precariedad. El Mapa da desigualdade [Mapa de la desigualdad], elaborado por la red Nossa São Paulo y publicado en 2022, identificó una importante presencia de Microemprendedores Individuales (MEI) en zonas históricamente signadas por la falta de oportunidades de empleo formal. Con base en estos datos, Fontes sostiene que la ciudad de São Paulo tiene más de un millón de personas registradas bajo este régimen y Jardim Ângela, el barrio donde realizó su estudio, es el segundo distrito paulistano con mayor proporción de MEI, solo detrás de Capão Redondo.
Para el investigador, este mapeo refuerza la interpretación de que el emprender se ha vuelto una estrategia de supervivencia habitual entre los pobladores de las periferias. “En muchos de estos barrios, el registro como MEI es la única forma de regularizar negocios informales y asegurarse un cierto grado de protección jurídica. No obstante, en la práctica, resulta insuficiente para proteger a los trabajadores ante situaciones de crisis”, analiza el investigador. Una encuesta realizada por la Central Única de Favelas (Cufa) muestra que, de los 17,9 millones de residentes en favelas en Brasil, 5,2 millones se autodenominan emprendedores. Empero, tan solo un 37 % de estos individuos se encuentran registrados, lo que pone de manifiesto su precariedad.
Otro dato que pone de relieve esta cuestión lo trae a colación Lima, de la UFSCar. Según el investigador, la mitad de los MEI del país son deudores morosos. “Pese a que la lógica emprendedora se ha vuelto una cuestión dominante en los barrios periféricos, muchos de estos profesionales no tienen acceso a derechos sociales”, subraya el sociólogo, quien desde 2010 estudia alternativas de trabajo y generación de ingresos desarrolladas por sectores de la sociedad brasileña. Al recordar la situación de inestabilidad financiera de muchas familias periféricas, menciona un estudio realizado en 2009 por el sociólogo Gabriel Feltran, por entonces investigador de la UFSCar, en el área de Sapopemba, zona este de São Paulo. La investigación detectó que, en una misma familia, pueden coexistir personas que trabajan bajo un contrato formal, otros que subsisten gracias a trabajos autónomos diversos y aquellos que optan por obtener ingresos mediante actividades vinculadas al delito.

Gleyce Silva/Feira PretaFeira Preta, en São Paulo: un evento que promueve prácticas económicas y medidas de impacto socialGleyce Silva/Feira Preta
El investigador Mauro Oddo Nogueira, del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), explica que, dentro del universo MEI, es preciso diferenciar entre prestadores de servicios autónomos y aquellos que efectivamente son emprendedores. Al respecto, menciona la situación de individuos que completan el registro como MEI para desempeñar actividades tales como chofer de aplicaciones, empleadas domésticas y peluquería. “Puede que se consideren a sí mismos como profesionales autónomos, pero en realidad, están sujetos a limitaciones que no condicen con el concepto de emprendedores”, dice el investigador, quien coordina estudios sobre las cadenas productivas y micro y pequeñas empresas en el Ipea. Según el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae), “emprender consiste en fundar una empresa y generar empleo, actuando como agente de innovación y mejorando la calidad de vida de la gente”.
En vista de este panorama, Oddo Nogueira afirma que Brasil necesita dos herramientas distintas para regular el trabajo de estas personas. Así, la estructura del MEI es adecuada para aquellos que desempeñan actividades empresariales, tales como la fabricación de productos artesanales, la elaboración de alimentos y pequeños comercios, donde hay un potencial de crecimiento, contratación de empleados y apertura de sucursales. En cambio, los trabajadores autónomos, como los repartidores de pedidos y choferes de aplicaciones, deberían contar con una ley laboral específica que los contemple.
Fontes, de la Unicamp, recuerda que el inicio del siglo XXI trajo aparejados diversos cambios en el mercado laboral brasileño. A su juicio, estas transformaciones fueron motorizadas por la profundización del proceso de desindustrialización del país, a partir de la década de 1990, y por la flexibilización de las leyes laborales posterior a 2016. Según él, hasta la década de 1970, el empleo formal, especialmente en la industria, era visto como una puerta de acceso a la ciudadanía, garantizando derechos y como vía de ascenso económico. Aunque esta modalidad de trabajo no estaba al alcance de la mayoría de la población y muchos trabajadores no la deseaban, ya que preferían la informalidad como alternativa para tener flexibilidad y, eventualmente, obtener mayores beneficios, el trabajo regido por la CLT [las siglas en portugués en Consolidación de las Leyes Laborales] ofrecía un horizonte de posibilidades. Asimismo, la fábrica funcionaba como un espacio de solidaridad entre los obreros, que se unían para reclamar mejores condiciones laborales. Según Fontes, el aumento de la inestabilidad laboral y la pérdida de derechos asociados al trabajo condujeron a una disminución de la cohesión entre los trabajadores y el discurso individualista cobró fuerza, poniendo la responsabilidad del ascenso social en el individuo y ya no en el colectivo.
En una investigación financiada por la FAPESP, concluida en 2022, la socióloga Maria Carla Corrochano, de la UFSCar, analizó las políticas públicas orientadas al trabajo y la juventud adoptadas en São Paulo entre 2013 y 2020. “En los últimos 10 años, estas medidas se han concentrado en los emprendimientos juveniles”, afirma. En 2023, una parte de los resultados del estudio, elaborado en colaboración con investigadores de la Universidad de São Paulo (USP), la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) y la Escuela de Administración de Empresas de São Paulo (Eaesp) de la FGV, fue publicada en un artículo en la revista Cadernos Gestão Pública e Cidadania (CGPC). Entre las iniciativas citadas por los investigadores, figura el programa estadual São Paulo Creativo, de 2015, que ofrece formación para jóvenes que apuntan a convertirse en emprendedores en segmentos tales como la gastronomía, el diseño, la producción audiovisual y el turismo. En tanto, el programa municipal “Don@ do meu Trampo” [Dueñ@ de mi Laburo], de 2019, ofrece capacitación teórica y práctica en emprendimientos a jóvenes de 18 a 29 años residentes en Cidade Tiradentes, en la zona este de São Paulo.
Según Corrochano, desde 2014 Brasil se ha enfrentado a una crisis económica que ha provocado altos índices de desempleo, algo que impacta principalmente en los jóvenes. “Frente a la crisis, las propuestas de estímulo a los emprendimientos emergen como la principal alternativa”, dice. A su juicio, muchas de las iniciativas orientadas a la empresa se concentran exclusivamente en actividades de capacitación, lo que acaba por recargar todavía más la responsabilidad en los propios jóvenes en la búsqueda de medios de obtención de ingresos y autonomía económica.
Este artículo salió publicado con el título “Supervivencia e idealismo” en la edición impresa n° 345 de noviembre de 2024.
Proyectos
1. La crisis vista desde las periferias: la lucha por la movilidad social en las fronteras de la (i)legalidad (nº 19/13125-2); Modalidad Becas posdoctorales; Investigadora responsable Bianca Stella Pinheiro de Freire Medeiros (USP); Becario Leonardo de Oliveira Fontes (Unicamp); Inversión R$ 469.025,60.
2. Colectiva joven: un proyecto de investigación y acción para brindar soporte a los colectivos juveniles de producción en las periferias de São Paulo y Buenos Aires (nº 18/12094-3); Modalidad Ayuda de Investigación ‒ Investigaciones en políticas públicas; Investigadora responsable Maria Carla Corrochano (UFSCar); Inversión R$ 219.438,19.
3. Emprender en grupos minorados: las barreras, los retos y las conductas de superación de las emprendedoras negras (nº 23/05349-3); Modalidad Becas en el exterior; Investigadora responsable: Vânia Maria Jorge Nassif (Uninove); Inversión R$ 25.178,21.
Artículos científicos
COSTA, H. Empreendedorismo popular e a economia moral da vida sem salário. Revista do Instituto de Estudos Brasileiros, 1(87), 1-19, 2024.
FONTES, L. Between dreams and survival: The (Dis)embeddedness of neoliberalism. International Journal of Urban and Regional Research. nov. 2023.
BRESCIANI, L. P et al. Mapa de políticas públicas para a juventude e o trabalho na cidade de São Paulo: Uma perspectiva contemporânea. Cadernos Gestão Pública e Cidadania. Escola de Administração de Empresas de São Paulo ‒ Fundação Getulio Vargas (EAESP-FGV). v. 28. 2023.
Libros
NOGUEIRA, M. O. y ZUCOLOTO, G. F. Um pirilampo no porão: Um pouco de luz nos dilemas da produtividade das pequenas empresas e da informalidade no país. Brasília: Ipea, 2019.
COSTA, H. In the remains of progress ‒ Utopia and suffering in Brazilian popular entrepreneurship. Koninklijke Brill NV. En prensa.
