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Entrevista: Leôncio Martins

Entrevista: Leôncio Martins

"Es fácil ser ético en la oposición"

Fue el primero que mostró que los reyes no estaban desnudos, y hasta se vestían bien. El cientista político Leôncio Martins Rodrigues estudió cuál era la composición social de los partidos brasileños y descubrió que el partido podía ser de los trabajadores, pero la mayoría de sus afiliados pertenecía en realidad a una clase media en busca de ascensión social. El ex profesor titular de la USP y de la Unicamp siguió de cerca las huelgas que desembocarían en el surgimiento del PT, y es un crítico feroz de la voracidad de muchos militantes del partido, que “se hicieron de abajo y ahora son los que más se untan de poder”. Pues, en definitiva, explica, “las nuevas elites, por más que se presenten como sumamente distintas que las antiguas, tienden a reproducir la conducta de los grupos dominantes anteriores”. En la siguiente entrevista, el investigador advierte que la actual crisis empezó hace tiempo, cuando el PT comenzó a acaparar fragmentos del aparato de Estado, hasta llegar al poder central.

¿Cuáles son las causas de la actual crisis que atraviesa el PT? ¿Son actuales o son reflejo de errores del pasado del partido?
Le contestaré de un modo al mismo tiempo ingenuo y cínico: la actual crisis solamente se dio en razón del descubrimiento de la trama de corrupción. De no ser así, si esa trama no hubiera tomado estado público, probablemente todo seguiría muy bien, gracias. Pero creo que la crisis no es reflejo de los “errores” del pasado de la trayectoria partidaria. Los actos que eufemísticamente denominamos “errores” sólo empezaron a suceder cuando el PT empezó a hacerse de trozos del aparato de Estado, lo que culminó con la toma del gobierno nacional. Ergo, han sido efectos colaterales del crecimiento del partido y de la toma del poder.

¿Por qué usted tilda de eufemismo al uso del término “error”?
Entiendo que el uso del término “error” sirve, de un modo semiconsciente, para atenuar la gravedad de la conducta de la alta conducción del partido. ¿Alguien diría que Maluf cometió un “error” al enviar ilegalmente dinero al exterior? No creo que se pueda hablar de “errores” para calificar casos de corrupción o de conductas éticamente condenables. Acciones equivocadas son aquéllas que no son adecuadas para alcanzar un determinado objetivo. Se refieren a los fines, y no a los medios. En este caso, el PT se equivocó cuando obró de manera inepta, permitiendo que se descubrieran actos ilícitos. Los errores son habitualmente acciones o juicios no deseados por sus autores, que transcurren contra su voluntad. Pero no fue éste el caso de la conducción petista, que sabía muy bien qué pretendía.

¿Entonces el pasado del partido, ubicado más a la izquierda, no responde por los actos del presente?
Entiendo que las concepciones doctrinarias socialistas y las explicaciones teóricas del PT desde a su fundación estaban equivocadas teóricamente, pero no eran por eso éticamente condenables.

¿Cómo entender la entrada tan intensa de la corrupción entre cuadros históricos del partido?
En primer lugar, cabe subrayar que siempre ha habido en la política brasileña un campo propicio para la corrupción. Si no existiera, la nueva elite política que ascendió por medio del PT se habría comportado de otro modo. Generalmente, las nuevas elites, por más que se presenten como siendo radicalmente diferentes a las antiguas, tienden a reproducir la conducta de los grupos dominantes anteriores.

¿Existen posibilidades de que el partido logre un espacio en las elecciones de 2006, o será un derrocamiento general?
Es difícil vaticinarlo con precisión. Deben tenerse en cuenta muchas variables. El pronóstico más seguro, pero, por eso mismo, más vago y cercano de lo obvio ululante, es que el PT va a perder muchos votos y muchos de sus actuales legisladores de la Cámara de Deputados y en otras instancias del sistema político, no lograrán su reelección. En lo que atañe al partido como organización, el estrago ya está hecho y difícilmente logre recomponerse. La máquina partidaria ya ha sido afectada, y el partido está más dividido que nunca. Peor aún: Lula y la conducción petista han perdido legitimidad. Sin embargo, la extensión del estrago a los resultados electorales del PT en 2006 es más difícil de predecir. La fractura de la base de sustentación del Ejecutivo en el Congreso y la descomposición del gobierno de Lula da Silva como gobierno petista dificulta cualquier pronóstico.

¿Podría explicarse mejor?
Es que el gobierno depende más que nunca del PL, del PP, del PTB y de parte del PMDB y de los líderes políticos, como los senadores José Sarney y Renan Calheiros, por ejemplo. Los pequeños partidos de izquierda, como el PCdoB y el PSB, siguen con Lula, pero la composición del gobierno ni por asomo se parece a la de un gobierno de izquierda.

¿Habría otra forma de que el PT sobreviviera sin optar por la lógica electoral?
La vía revolucionaria nunca fue una opción ni podría serlo, en un partido cuyo lanzamiento vio la luz del día en el Colegio Sion, en el coqueto barrio de Higienópolis, en febrero de 1980, y cuya reunión de fundación se llevó a cabo inmediatamente después en e Instituto Sede Sapientiae de São Paulo, entre los días 31 de mayo y 1º de junio del mismo año. La tendencia mayoritaria del PT, empezando por la conducción de los sindicatos, siempre optó por la vía electoral, aunque la desconfianza con relación a las instituciones de la democracia representativa existía en alta dosis en muchas facciones provenientes de los pequeños grupos leninistas. Por eso el PT fue al mismo tiempo un partido de militancia, de rechazo al orden burgués (generalmente más en las palabras que en los actos) y un partido electoral de ideología nacionalista, antiliberal, coloreada con pinceladas de un socialismo que mezclaba cristianismo y marxismo. Excluido así el camino revolucionario, la lógica electoral se impuso. Nadie se mete en una disputa electoral con la intención de perder siempre. Y las disputas electorales, en las democracias, cuestan caras. De allí surge que, como el PT no logró transformarse en un partido mayoritario, urgía hacer alianzas. Y las mismas no podían hacerse únicamente con los partidos de izquierda. Empero, desde el punto de vista programático, fue incongruente la coalición con el PL, o sea, de la izquierda con la derecha. Una alianza con el PMDB, de centroderecha, sería menos incongruente; pero, en caso de que se materializase, le costaría más cara al PT, pues el PMDB es un partido mucho más fuerte que el PL.

La gran pregunta que se plantea ahora es cómo y por qué sucedió esa transformación del partido; su burocratización, su profesionalización y su pragmatismo electoral.
El mero crecimiento numérico impone cambios en cualquier organización, ya sea en una empresa, en un sindicato o en un partido. Aumenta la cantidad de personal, de departamentos, de niveles jerárquicos. Aumenta también la división de tareas, y así, la estratificación interna. El cientista político italiano Angelo Panebianco señala que las variaciones de tamaño no solamente afectan a la cohesión interna, sino también al estilo político de los partidos. Un partido grande tiende a ser más pragmático y más acomodaticio en sus relaciones con los otros partidos. Asimismo, entiendo que una variable importante es la edad de los principales dirigentes. Los jóvenes más combativos y contestatarios de la formación del PT, al margen de envejecer, conservaron la dirección del partido y/o se transformaron en parlamentarios y ascendieron socialmente. Usando una jerga medio que fuera de moda: se aburguesaron.

Esto puede explicar la institucionalización del PT, pero no su participación en actos ilegales, y la corrupción de algunos de sus principales dirigentes…
Tiene razón; pero la explicación de ese aspecto que usted apunta no es fácil. A lo mejor ha habido una combinación de varios elementos. Uno de ellos parece ser el proyecto de reelección de Lula da Silva en 2006. Para la materialización de este proyecto, era necesario mucho dinero “no contabilizado”, para usar el sabroso eufemismo que el ex tesorero petista popularizó. Quizá las ventajas materiales que la conquista de los altos cargos de la administración pública ofrece puedan haber contaminado muy rápidamente a los petistas que, en comparación con los políticos de los otros grandes partidos, vienen más bien de abajo, de las clases medias asalariadas o de las clases populares (docentes de la red pública, bancarios, algunos trabajadores industriales, algunos labradores, todos ellos ex sindicalistas). Sin embargo, yo no quiero decir con esto que “los ricos no roban”, sino que los que vienen de abajo no son incorruptibles, y pueden ser más proclives a ceder a la tentación.

¿El PT cambió para sobrevivir o por oportunismo político, apuntando a plasmar un proyecto ventajoso de poder en el futuro?
Yo invertiría la relación de causa y efecto. Si observamos bien, la profesión de fe socialista del PT no constituyó un obstáculo para su crecimiento. Al contrario. Sirvió para atraer a una militancia joven, que creía que todos los males del mundo eran producto del capitalismo y del mercado. El PT cambió porque creció. Más precisamente: el PT fue cambiando a medida que iba creciendo. Basta con ver las transformaciones de los programas de gobierno del partido, cada vez más moderados. El PT se volvió más moderado todavía en 2002, pues había crecido y la ocupación del Palacio do Planalto aparecía ya a la vista. Una alianza con el PL sería inimaginable si las chances de lograr la elección de Lula fueran mínimas.

¿Cuál es la relación entre la transformación gradual del PT, la actual crisis ética del partido y las oleadas de denuncias?
Yo juzgo que la actual crisis ética del partido no tiene relación con la moderación política. La crisis ética actual viene de la conquista de la Presidencia y de los esfuerzos para repetir la dosis en 2006. Por primera vez, las tentaciones del demonio se les ofrecieron a los dirigentes petistas. Es fácil ser ético en la oposición. Lo difícil es seguir siéndolo cuando se está en el poder.

En los comienzos de la vida del partido, existía una innegable democracia interna. ¿De qué manera esa democracia contribuyó para llegar al actual estado del partido?
En primer lugar, es bueno que se diga que los partidos son instrumentos necesarios para la democracia, pero no son internamente democráticos. Los mismos dirigentes tienden a eternizarse en la conducción de cualquier partido, pues forma parte de la actividad política la existencia de liderazgos, y un partido no puede cambiar permanentemente de dirigentes. Una vez dicho esto, cabe ver más de cerca la cuestión de la democracia interna petista. Si fuéramos a medir la democracia según la rotación de la dirección partidaria, podríamos decir que la conducción petista ha cambiado poco desde su fundación hasta los tiempos actuales, aunque sí ha habido cambios en la ocupación de la presidencia y el secretariado. Pero el dirigente máximo y único siempre fue Lula. Y cabe recordar que, en la cuestión del colegio electoral, la dirección petista expulsó a los diputados que votaron a Tancredo Neves. Pero, para ir más directamente a su pregunta: entiendo que la mayor o menor democracia interna no es una variable significativa en la determinación de los índices de corrupción.

¿La forma de actuación cuasi neoliberal del gobierno de Lula da Silva es una sorpresa o eso se podía prever al observarse el desarrollo del partido?
Si seguimos los cambios en las propuestas petistas de gobierno durante las distintas campañas presidenciales, veremos un partido progresivamente más moderado; y esto, por cierto, fue acorde con lo que sucedía con todos los partidos socialistas, socialdemócratas, laboristas y comunistas y ex comunistas del mundo capitalista desarrollado. Asimismo, a lo sumo los militantes más creyentes e ingenuos podrían creer que el PT, con menos de 20% de las bancas en la Cámara de Diputados, y menos todavía en el Senado, sin controlar los tres principales estados de la Federación, adoptaría una orientación de tipo socialista. Además, cabe hacerse una pregunta más cínica, pero no por ello menos realista: ¿por qué los dirigentes petistas se iban a arriesgar a poner en práctica medidas de corte socialista si ya estaban en el poder?

¿Cuál fue el impacto de las derrotas políticas iniciales del partido en su transformación en un partido pragmático y centralizador?
Es preciso matizar eso que aparece como las derrotas iniciales del PT. Parecen particularmente fuertes en las disputas mayoritarias por cargos ejecutivos, especialmente la Presidencia de la Nación, como las derrotas contra Collor de Mello y después contra Fernando Enrique Cardoso. Sin embargo, si las examinamos mejor, fueron “derrotas victoriosas”, que estimulaban, en lugar de desanimar. En las elecciones de 1989, para la Presidencia, Lula obtuvo un 17,2% de votos en la primera vuelta. Fue derrotado por Collor de Mello, que tuvo un 30,5%, pero llegó a la delantera de grandes nombres de la política nacional. Cabe recordar que, en dicha ocasión, Lula le ganó a Brizola, por un escaso margen, es cierto, pero llegó muy adelante de Covas, Maluf, Afif Domingos, Ulysses Guimarães, Roberto Freire y Aureliano Chaves, por no mencionar otros nombres menos conocidos. [En esa ocasión, se presentaron 16 candidatos.] En las dos elecciones siguientes [1994 y 1998], Lula fue derrotado por Cardoso en la primera vuelta, pero quedó ubicado mucho más adelante que los restantes candidatos. En la Cámara de Diputados, el PT, que sólo había sacado ocho deputados en 1982, trepó a 16 en 1986, a 35 en 1990, y así pasó a integrar el club de los grandes partidos, y se transformó en 2002 en el mayor partido de la Cámara Baja, con 91 deputados. Por todo esto, el pragmatismo y la centralización del PT me parecen más bien asociados al éxito que al fracaso. La famosa Carta a los Brasileños solamente salió porque el PT se dio cuenta de que tenía posibilidades de “llegar allá”.

¿Podemos pensar entonces que el alejamiento de la conducción petista de las bases y la centralización exacerbada de las decisiones en la Dirección Nacional se deben a la necesidad de negociar alianzas, como la que selló con el PL, sin consultar a los afiliados?
Las consultas a las bases son raras en los partidos. No me acuerdo de haber visto alguna vez al PSDB, al PMDB o al PFL, por ejemplo, “consultando a las bases”. Las decisiones importantes, son siempre tomadas por los “grandes jefes”, con el auxilio de algunos asesores. La masa de afiliados y simpatizantes se traga (o no) lo que sus líderes deciden. Pero no se debe deducir de ello que los dirigentes hacen lo que les da la gana. Los líderes siempre deben tener una cierta sensibilidad ante las expectativas de los liderados. Pero, si dejamos a un lado discursos mistificadores, las decisiones salen siempre, se conchaban, en pequeños grupos. Incluso en las asambleas, lo que se lleva a votación “democrática” es lo que se ha decidido entre bambalinas. En algunos casos, la asamblea opta por alguna propuesta de la conducción. Entiendo que debe ser así. De otro modo, el partido (o cualquier otra organización de masas) pierde eficiencia. En el caso del PT, creo incluso que la actual votación para elegir a la Dirección Nacional, inspirada en el modelo estadounidense de las primarias, fue bastante democrático. Pero es un procedimiento caro y lento. De todas maneras, a los afiliados les cupo únicamente votar por uno de los líderes de las tendencias.

¿Si el PT hubiera ganado en las elecciones contra Collor de Mello, en aquel momento del partido, tendríamos un gobierno diferente al actual?
No lo sé. Pero, considerando el espacio ocupado por el PT en aquella ocasión en la política brasileña, probablemente tendríamos una fuerte crisis partidaria, producto de la necesidad de hacer composiciones y alianzas, por una parte, y de las expectativas más extremas de la militancia, por otra.

¿El pluralismo de tendencias internas en el partido es intrínsecamente malo o puede tener efectos benéficos para la agrupación?
El pluralismo de tendencias es un hecho que se conecta a los orígenes del partido. El PT empezó así. Pese a que las divergencias entre ellas parecen tener un carácter ideológico y programático, las tendencias sirven de punto de apoyo para las conducciones menores en las disputas de poder locales. En resumidas cuentas, creo que la existencia de las así llamadas tendencias termina siendo positiva para el partido, pues da espacio a líderes emergentes, que siempre empiezan siendo muy radicales, pero que van moderándose cuando ascienden o cuando ocupan algún cargo público.

La historia del PT parece seguir la famosa frase de Lula, de que el “socialismo del PT se construye en el día a día”. ¿Ese eterno improviso o “espontaneidad” es la causa de la actual deficiencia de gobernanza que se nota en el gobierno de Lula da Silva?
A mí no me parece que sea así. La frase de Lula, a mi modo de ver las cosas, surge del hecho de que él tiene muy poca información sobre el socialismo y poco interés en debatir ese tema con los intelectuales del partido. En tanto, la deficiencia administrativa, de mi parte, veo que tiene dos causas principales. La primera es fruto de la inexperiencia del propio Lula, que nunca ejerció ningún cargo administrativo de gobierno antes de llegar a la Presidencia de la República. Lula siempre fue un líder de masas de oposición, función en la cual las palabras raramente se dicen en serio. La segunda viene de la gran cantidad de ex sindicalistas y otros dirigentes petistas que están en el gobierno federal y otros cargos de alto escalón. Algunos tuvieron experiencia en gobiernos estaduales (como es el caso de Olívio Dutra, por ejemplo), pero no tuvieron experiencia en el gobierno federal. Y otros, ni siquiera eso.

¿Podemos entender el proceso de corrupción también con relación a ese predominio de “sindicalistas pragmáticos” en la conducción del partido y en el gobierno?
Efectivamente, algunos ex sindicalistas de la alta conducción petista están (o lo estuvieron) muy ligados a los “recursos no contabilizados”, y parecían estar sumamente deslumbrados con los encantos del poder y del dinero. Pero otros, que no tenían un pasado sindical, como el ex diputado Genoino, también lo estuvieron. Es posible que – comparando con las personas intelectualmente más sofisticadas y con más tiempo de vivencia en las clases altas – los que se hicieron más de abajo y que ascendieron socialmente a través del sindicalismo y de la política tiendan a deslumbrarse más con el nuevo status y los nuevos cargos de poder. Es una hipótesis que debería ser mejor trabajada, para controlar algunas variables, tales como el tipo de sindicalismo, los valores dominantes en el propio medio sindical, en el nuevo medio político en que se adentraron, en la sociedad nacional… Una hipótesis pertinente sería que, en sociedades con elevados índices de corrupción, pero de movilidad social elevada, como lo es la brasileña, los recién llegados son más proclives a imitar a los grupos dominantes tradicionales, son más estimulados a subir en la vida.

Lula da Silva parece actualmente desear aislarse del PT: ¿cómo se entiende esto? ¿Es una maniobra política?
Puede ser. El prestigio de Lula siempre fue mayor que el del PT. Un escenario, que no es del todo imposible, aunque es difícil que se de, sería que Lula intentase la reelección apoyado por una coalición de partidos entre los cuales no entraría el PT o, en caso entrar, no sería el partido dominante. Pero, para que esto suceda, el presidente debe mantener su fuerza electoral. Pero son solamente hipótesis. Va a correr mucha agua todavía.

¿Qué futuro existe para el PT y qué debería hacer para renovarse y recuperar su espacio?
En estos momentos, relativamente pocos legisladores y personalidades han abandonado el partido. Algunos porque sospechan que el PT sigue siendo más seguro para intentar la reelección. Otros, porque temen no tener en otras agrupaciones el mismo espacio que tienen en el PT. (Si bien que una alternativa no excluye a la otra.) La ideología cuenta secundariamente. El elemento principal es la posibilidad de reelección y la ascensión en la clase política.

¿El fin de la creencia en la política con ética, que era lo que se esperaba del PT, puede generar una madurez de los electores brasileños, o un escepticismo que le permita ascender al poder a un populista?
Probablemente sea más la primera que la segunda alternativa. La confianza con relación a los políticos, que nunca fue alta, decayó más todavía. Pero el cuerpo electoral es heterogéneo. En sus capas más pobres y desprotegidas, la desilusión puede llevar a la creencia en el hombre providencial. Junto al repudio a los políticos, puede venir también la descreencia con relación a la democracia representativa, lo que podría llevar a la aceptación, pasiva o entusiasta, de un gobierno autoritario. Pero, por el momento, me parece más probable que la democracia resista.

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