Durante todo el mes de julio, una expedición de 25 personas encabezada por el bioarqueólogo Walter Neves, del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP), realizó excavaciones en asentamientos prehistóricos de la región de Lagoa Santa, Minas Gerais. Situada a 40 kilómetros al norte de Belo Horizonte, el área proporcionó hace 26 años el fragmento más antiguo de un esqueleto humano encontrado en América, el cráneo de Luzia, joven que vivió hace 11.500 años y tenía rasgos similares a los de los aborígenes australianos y negros africanos. Ahora, los fragmentos de tres nuevas osamentas que el equipo acaba de encontrar, con características semejantes a las de Luzia, alimentan la teoría de Neves, según la cual el territorio americano fue ocupado antes de lo que se imaginaba y por poblaciones originalmente africanas y no mongoloides, a diferencia de lo propuesto por la línea más tradicional de investigación en este área.
Los nuevos huesos fueron descubiertos en el asentamiento arqueológico de Lapa das Boleiras, municipio de Matozinhos, donde existe un cementerio prehistórico que no era excavado desde 1956. El 5 de julio, a tan solo 30 centímetros de profundidad, hallaron un ilíaco (hueso de la pelvis), algunas costillas, fragmentos de huesos de las manos, pies y un cráneo. Siete días después, rescataron otro cráneo y una arcada dentaria. Y el día 21, una articulación de rodilla. “Por la localización y profundidad donde fueron encontradas, las osamentas deben tener cerca de 8.400 anos”, estima Neves. La edad exacta solo se sabrá cuando se date mediante la prueba del Carbono 14. Además de huesos, los investigadores desenterraron restos de hogueras, lascas, instrumentos de piedra y huesos de animales.
Los investigadores también comenzaron a excavar otro asentamiento prehistórico en Matozinhos, el de Lapa de Cerca Grande. Enseguida pararon: en lugar de un cementerio se encontraron con un terreno arrasado por la explotación mineral de calcáreos y calcita. “Estamos muy tristes y tensos con esta destrucción”, lamenta Neves. “Pero como teníamos otro lugar para excavar, no perdimos las esperanzas.”
Los fragmentos de Boleiras fueron enviados a la Base de Investigación Peter Lund, situada en la Quinta do Sumidouro, en el municipio vecino de Pedro Leopoldo. El campamento base de la expedición, a 12 kilómetros de las excavaciones, es una casa adaptada para albergar temporalmente el material rescatado, una vez limpiado e inventariado. El nombre del campamento es homenaje a un pionero en el descubrimiento de osamentas en la región de Lagoa Santa: o naturalista danés Peter Lund (1801-1880), que en la primera mitad del siglo XIX desenterró allí más de 30 esqueletos humanos, la mayoría enviados a su país.
Día a día
Después de una jornada de excavaciones que comenzaba a las 8 y terminaba a las 17 horas, el equipo planeaba el día siguiente en el cuartel general de la expedición, el Hotel Eliana, en el centro de Matozinhos. Allí se encontraban investigadores de la USP (la mayoría), Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), Facultad de Ciencias Humanas de Pedro Leopoldo y el Centro de Arqueología de Lagoa Santa. También colaboraron con el proyecto espeleólogos locales, que ayudaron a los científicos a orientarse en las cuevas y grutas de la región.
Aunque bastante más recientes que el esqueleto más antiguo de América, las osamentas de Boleiras tienen un significado especial: son las primeras desenterradas en la región de Lagoa Santa desde 1975, cuando el cráneo de Luzia fue descubierto en la cueva de Lapa Vermelha 4, en Pedro Leopoldo.Hasta hoy, 62 cráneos más o menos completos, se han encontrado en la región, pero solo 12 estaban en condiciones de ser sometidos a la datación por carbono 14. La edad atribuida a las osamentas que pudieron datarse osciló entre los 8 mil y los 11.500 años, y todas presentaban las mismas características físicas de Luzia.
“Por una peculiaridad del terreno local, es difícil encontrar huesos con colágeno preservado, elemento indispensable para realizar este tipo de análisis”, explica Neves. “Ojalá que estos nuevos fragmentos de esqueleto estén en condiciones de ser sometidos al proceso de datación.” Encontrar más osamentas en el área es el principal objetivo de la expedición, financiada por el ambicioso proyecto temático liderado por Neves, que propone una nueva teoría del poblamiento del continente. La teoría, amparada en los esqueletos de Lagoa Santa, sobre todo el de Luzia, sostiene que el proceso de colonización de América se dio de forma diferente a la defendida por la línea más tradicional de la arqueología, influenciada por la visión estadounidense.
Al estudiar los cráneos y arcadas dentarias encontradas en la región, Neves se dio cuenta que su formación no coincidía con la de los esqueletos de los indígenas de hoy de Estados Unidos. Los cráneos brasileños eran más estrechos y largos, con una mandíbula prominente y rostros estrechos y cortos. En definitiva, para los arqueólogos, eran los típicos cráneos de una población afro-australiana y no de pueblos mongoloides, de trazos orientales, como los actuales indígenas.
“Los estadounidenses me critican diciendo que monté una teoría a partir de un esqueleto que es una aberración (el cráneo de Luzia) y no representa una población”, comenta Neves. “Esto no es cierto. Las otras osamentas de Lagoa Santa que también conseguimos datar presentan las mismas características de Luzia”. Otro argumento a favor de su tesis: 40 osamentas humanas desenterradas en otra región de Minas Gerais, la Serra do Cipó, distante 80 kilómetros del área de Lagoa Santa, revelaron una edad de entre 8 mil a 11 mil años y los mismos rasgos de Luzia.
Básicamente, existen dos puntos de discrepancia entre Neves y sus oponentes. Según él, el poblamiento del Nuevo Mundo comenzó hace unos 15 mil años -y no hace 11.5 mil años como sostiene antiguo modelo- y los primeros habitantes eran semejantes a los actuales africanos y aborígenes de Australia , y no mongoloides, como sustenta la mayoría de los arqueólogos. PeroNeves y los estadounidenses tradicionalistas están de acuerdo en un punto fundamental: los pueblos prehistóricos llegaron a América por el Estrecho de Bering, que separa Asia de Alaska. Probablemente hicieron la travesía en barco, parando de isla es isla, en una especie de navegación de cabotaje o caminando sobre las aguas congeladas del estrecho que, durante la última gran glaciación (entre 1.6 millón y 10 mil años atrás), formó un puente natural entre los dos continentes.
Primera corriente
Pero, ¿cómo se produjo exactamente el poblamiento principal de las Américas? Para Neves, fue la última etapa del primer desplazamiento de gran magnitud del hombre: su salida de África rumbo a otras partes del globo. Hace unos 120 mil años, el Homo sapiens dejó África y se dirigió al Sudeste Asiático. Hace 40 mil años, una parte de esta población emigró hacia Australia y otra al noreste de Asia. Es en este momento de la historia cuando entra la contribución de Neves: hace 15 mil años, dice el investigador, descendientes de estos recolectores y cazadores, originalmente africanos, cruzaron el Estrecho de Bering. Fue la primera oleada migratoria que se extendió, de norte a sur, por América. Y dio origen a los paleoindios, que se extinguieron después.
Solamente más tarde, hace aproximadamente 11.500 años, llegarían aquí los primeros grupos de mongoloides, que también atravesaron el Estrecho de Bering. De esta población de rasgos orientales, que llegó en sucesivas oleadas migratorias y también se dispersó de norte a sur, derivan los actuales grupos indígenas.
“Es probable que esos dos pueblos, el de origem afro-australiano y el mongoloide, hayan convivido por algún tiempo en América”, supone Neves. Si esta visión fuese correcta, nuestro continente fue una sociedad multicultural en sus albores. Al menos durante algún tiempo. Hasta que, hace ocho milenios, la rama de Luzia desapareció del Nuevo Mundo, tal vez subyugada por otro linaje o por cualquier otra circunstancia, dejando el territorio libre para los indígenas de trazos orientales. “Por esto, todos los esqueletos encontrados en América con una edad inferior a los 8 mil anos no exhiben rasgos afro-australianos, y sí mongoloides”, explica el arqueólogo.
Visión dominante
La tradicional teoría de colonización primordial, obra de los estadounidenses, suele ignorar o cuestionar todos los hallazgos arqueológicos con edad superior a once milenios. Esta visión dominante, que las tesis de Neves pone en jaque, fue construida a partir de la presuposición, actualmente muy cuestionada, de que el asentamiento prehistórico más antiguo del continente es el de Clovis, en Nuevo México, Estados Unidos, donde hace 11.5 mil años vivieron los primeros indígenas.
Nunca se encontraron esqueletos humanos en Clovis, tan sólo puntas de lanza y otros instrumentos de piedra. Aun así, los arqueólogos construyeron la tesis de ocupación del continente teniendo en cuenta siempre este lugar. Su razonamiento fue sencillo: si existía una cultura en ese punto 11 milenios atrás, fue porque la travesía del Estrecho de Bering por partede los mongoloides tuvo lugar un poco antes.Aferrándose a esta tesis, que sólo comenzó a ser cuestionada más seriamente en la década del 90, gran parte de la comunidad arqueológica se niega a reconocer asentamientos y esqueletos humanos más antiguos que los de Clovis.
No solo en Brasil, sino en varias partes de América del Sur e incluso más arriba do Ecuador se han encontrado asentamientos y huesos que derriban la antigua teoría. “En América del Norte, existen seis cráneos con datación superior a 8 mil años”, comenta Neves. “Y tampoco son mongoloides típicos.”Neves defiende su teoría desde el final de la década del 80. Sus ideas, constantemente ignoradas, circularon básicamente en círculos académicos. La polémica llegó al público no especializado en 1998, cuando la BBC, la red pública británica de televisión, realizó un documental sobre las tesis de Neves.
Un arma de doble filo
Para el programa, el inglés Richard Neave, especialista forense de la Universidad de Manchester, realizó una reconstrucción de cómo sería el rostro de Luzia, a partir de tomografias del cráneo más antiguo de América. Esa imagen, de una joven afro-australiana de no más de 25 años, con labios gruesos y nariz larga, recorrió medio mundo. “Luzia fue un arma de doble filo en mi vida”, afirma Neves. Le dio notoriedad, pero hizo arreciar los cuestionamientos de los estadounidenses.
“La hipótesis de que Clovis fue la primera cultura del continente ha sido superada “, dice Hilton Silva, del Museo Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro, institución que guarda el cráneo de Luzia. “De todas maneras, todavía necesitamos más investigaciones de campo y estudios de laboratorio para tener informaciones más precisas.”
En los tres próximos años, siempre en julio -el mes más seco del año, ideal para realizar excavaciones-, Neves se juntará a su equipo y tomará rumbo otra vez hacia la región de Lagoa Santa, con la esperanza de rescatar más osamentas.. “No vamos a dejar el área durante los próximos 25 ó 30 años”, asegura. “En cualquier momento, podemos encontrar un esqueleto más antiguo que el de Luzia”.
EL PROYECTO
Orígenes y Microevolución del Hombre en América: un AbordajePaleoantropológico (II)
Modalidad
Proyecto temático
Coordinador
Walter Neves – Institutode Biociencias de la USP
Inversión
R$ 538.172,80 y US$ 76.000