En 1872, el año del primer Censo, casi la totalidad de la población brasileña se definía como católica (el 99,7%). Cien años más tarde, ese porcentaje había sufrido poco cambio: los católicos sumaban el 91,8% de la población en 1970. Desde entonces, según muestran las estadísticas oficiales, la caída fue abrupta: en 1991 llegaban al 83,3%, y para 2010 descendieron al 64,6%.
En un movimiento contrario, los evangélicos pasaron de un 15,4% a un 22,2% de la población en un lapso de 10 años (Censos de 2000 y 2010, respectivamente), lo que representa un crecimiento del 61% en cifras absolutas. Y su presencia se fortalece no solo en el plano de la fe individual, sino también en los medios de comunicación, en la cultura y en la política. En 1986, en las primeras elecciones legislativas nacionales posteriores a la redemocratización, los evangélicos electos para la Cámara de Diputados fueron 12; en 2018, en la contienda electoral más reciente, fueron 82 diputados que se reconocen como evangélicos, un 16% del total.
Por ser el país con el mayor crecimiento evangélico, Brasil se convierte en objeto de estudios de investigadores de diversas áreas, tales como la sociología y la antropología, que procuran entender, entre otros aspectos, las diferencias jerárquicas y de funcionamiento en comparación con el catolicismo. El reportaje de tapa de esta edición indaga en ese universo y en las investigaciones tendientes a lograr una mejor comprensión.
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En los últimos tiempos, la ciencia ha sido un tema recurrente en las páginas de política de los periódicos brasileños. En el mes de noviembre, se asistió al desenlace de la Comisión Parlamentaria de Investigación creada en la Legislatura del estado São Paulo para determinar la existencia de irregularidades en la gestión de las tres universidades públicas estaduales. Luego de levantar el secreto bancario de las referidas instituciones correspondiente a los últimos ocho años y solicitar una enorme cantidad de información sobre sueldos, viáticos y contratos, el informe final arribó a la conclusión de que, si bien la administración de las instituciones puede mejorarse, no debe perderse de vista su relevancia en el ámbito de la enseñanza y la investigación científica estadual y nacional; y constituye una incumbencia de la Alesp [la Legislativa de São Paulo, por sus siglas en portugués] fomentar sus actividades. La recomendación principal alude al establecimiento de un plazo para que el Tribunal de Cuentas analice las rendiciones que presentan anualmente las universidades.
También en noviembre, el día 5, un artículo publicado en el periódico O Globo por el presidente de la Cámara de Diputados y 21 líderes partidarios de diversos espectros políticos sostiene que la ciencia y la tecnología, aliadas a la educación, podrían dar una respuesta a la crisis actual. Como resultado de la articulación de organizaciones científicas, representantes de Poder Legislativo federal e instituciones empresariales, dicho artículo, intitulado “La base del progreso”, constituye una crítica a la retención de recursos y a las propuestas de fusión de agencias, y se argumenta en él que la inversión en esas áreas es un camino para aportar mayor riqueza y bienestar al país.
El 26 de octubre, a los 84 años, falleció uno de los padres de la ciencia política nacional, Wanderley Guilherme dos Santos. El hilo conductor de sus investigaciones era la democracia. En ellas apuntó a entender cómo se puede desarrollar una democracia estable e inclusiva en un país como Brasil.
También en noviembre dejó de circular la edición nacional de la revista estadounidense National Geographic. Y durante el mismo mes se anunció el final de la edición impresa de la revista Galileu, de la editorial Globo. Esta publicación, que había sido creada en 1991 con el nombre de Globo Ciência, se transformó en Galileu en 1998. El equipo de Pesquisa FAPESP lamenta el cierre de esas dos importantes iniciativas en el área del periodismo científico en la prensa.
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