Los suelos cubiertos de musgos absorben cada año 6.430 millones de toneladas más de carbono de la atmósfera que los ambientes terrestres sin este tipo de vegetación. Esta cifra, que surge de un cálculo de un estudio internacional publicado en mayo en la revista científica Nature Geoscience, equivale a más de seis años del total de las emisiones mundiales de carbono asociadas a los cambios en el uso de la tierra, como la transformación de tramos de bosques en campos agrícolas o en pasturas. Como todos los vegetales, los musgos captan dióxido de carbono (CO2) a través de la fotosíntesis y así contribuyen a reducir el nivel de este gas en la atmósfera, el principal responsable del aumento del efecto invernadero que causa el calentamiento del clima global.
El referido trabajo, que contó con la participación de investigadores radicados en Brasil, también estimó la superficie del planeta cubierta por este tipo de vegetación: 9,4 millones de kilómetros cuadrados (km2), un territorio casi igual al de China. Esta extensión se calculó con base en la recolección de muestras de musgos de 123 ecosistemas de todos los continentes.
A diferencia de las llamadas plantas vasculares (árboles, arbustos, hierbas y helechos), los musgos constituyen un tipo vegetal perteneciente al grupo de las briófitas, que no poseen un refuerzo de lignina en sus paredes celulares. Por lo tanto, no presentan partes leñosas rígidas. Los musgos se cuentan entre las primeras plantas que colonizaron el medio terrestre, hace casi 500 millones de años. Son especialmente importantes en los lugares donde las plantas vasculares no sobreviven y pueden tapizar el suelo de bosques y campos, como así también prosperar en el tronco de los árboles y sobre las rocas. Hoy en día comprenden al menos 12.000 especies vegetales, que se distribuyen por todos los continentes.
El estudio contó con la participación de 50 científicos de todo el mundo, que proporcionaron muestras de musgos de climas tropicales, como del desierto australiano, y de zonas heladas como la Antártida. Se analizaron especímenes procedentes de áreas boscosas, praderas y pasturas, oriundos de ambientes silvestres y urbanos. De Brasil solamente se incluyeron muestras de musgos extraídas del bioma local del Cerrado, la sabana tropical brasileña.
Los datos del trabajo corroboran la importancia de la preservación de los suelos con musgos, hasta ahora poco estudiados. “En el actual escenario de cambios climáticos globales, es necesario promover los estudios concernientes a este grupo de plantas, muy sensibles a las alteraciones en su hábitat, y no solo los de la flora vascular”, dice el botánico Alberto Teixido, de la Universidad Complutense de Madrid, uno de los autores del artículo. De origen español, Teixido vivió ocho años en Brasil, hasta julio del año pasado, período en el que realizó una pasantía posdoctoral en la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y posteriormente trabajó como profesor visitante en la Universidad Federal de Mato Grosso (UFMT). Otro autor del trabajo vinculado a Brasil es el biólogo colombiano Gabriel Peñaloza-Bojacá, quien realizó su doctorado en la UFMG.
La idea del estudio consistió en analizar suelos cubiertos por musgos y compararlos con otras regiones en donde no existe este tipo de cobertura. En total, los investigadores identificaron 24 contribuciones diferentes que los musgos proporcionan al suelo y a otras plantas. Este tipo de vegetación, por ejemplo, tiene influencia en el microclima de los ecosistemas y ayuda a controlar la humedad y la temperatura. Además de reducir la presión sobre el calentamiento global, el carbono que absorben los musgos contribuye al crecimiento de las plantas vecinas. En los suelos habitados por musgos, hay una concentración más alta de nutrientes tales como nitrógeno, fósforo y magnesio, aparte de una mayor actividad enzimática.
Estos beneficios se deben al hecho de que los musgos, especialmente los del género Sphagnum, consiguen crear un ecosistema húmedo y con materia orgánica que les sirve de hogar a toda una gama de microbios, hongos y animales invertebrados. Todo esto se refleja en una circulación mayor de nutrientes y en una descomposición más veloz de la materia orgánica. Cuando se comparan los suelos con musgos con las superficies que no cuentan con este tipo de vegetación, también se verifica una menor erosión y menos agentes patógenos que causan enfermedades en las plantas.
Según Teixido, no hay datos consolidados sobre la importancia de los musgos en los ecosistemas brasileños. “Necesitamos más expertos que se ocupen de describir e identificar la fisiología y la ecología de los musgos en los distintos ecosistemas, como por ejemplo en la Amazonia”, comenta el español. Según el proyecto Flora y Hongos de Brasil, coordinado por el Jardín Botánico de Río de Janeiro, se conocen 896 especies de musgos en el país, gran parte de ellos en zonas ocupadas por el Bosque Atlántico.
Aunque reconoce que la estimación de la superficie mundial cubierta por musgos es impresionante, el botánico Denilson Fernandes Peralta, del Instituto de Investigaciones Ambientales (IPA) del estado de São Paulo, señala algunas limitaciones del nuevo estudio. “No se incluyeron en el trabajo ejemplares de musgos de biomas brasileños importantes, tales como el Bosque Atlántico, la Amazonia y la Caatinga, además de la Patagonia sudamericana y la tundra del hemisferio norte”, dice Fernandes Peralta, experto en plantas sin semillas, flores o frutos que se reproducen por esporas, como las briófitas. “Esto significa que los datos del estudio pueden haber sido subestimados y se encuentran sujetos a nuevas revisiones”. Así y todo, según él, la investigación presentada en el artículo es una de las más importantes referidas a la distribución y los servicios ecosistémicos que prestan los musgos.
Artículo científico
ELDRIDGE, D. J. et al. The global contribution of soil mosses to ecosystem services. Nature Geosciences. v. 16. may. 2023.