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political science

Los sistemas políticos benignos ayudan a crecer

Estudios revelan que existe una relación entre el desarrollo económico y la sostenibilidad de las democracias

Cambio de mando durante el régimen militar en Brasil: el estudio acaba con el mito de la prosperidad del país

La democracia es un artículo de lujo. Mientras que la mayoría de los países pobres vive bajo dictaduras, gran parte de los países ricos es regida por la democracia. Según el libro Democracy and Development – Political Institutions and Well-Being in The World, 1950-1990 (Cambrigde University Press, Estados Unidos), este fenómeno se produce porque existe una asociación entre el sostenimiento de la democracia y el nivel de desarrollo económico. “Verificamos que existe una mayor dificultad para observar democracias con malos desempeños económicas porque estos sistemas tienden a desembocar en dictaduras cuando esto sucede”, analiza Fernando Limongi, uno de los autores del libro.

Limongi, profesor de Ciencia Política de la Universidad de São Paulo (USP) y coordinador del Centro Brasileño de Análisis y Planeamiento (Cebrap), obtuvo el apoyo de la FAPESP para el desarrollo de este trabajo en Estados Unidos, escrito con Adam Przeworski (New York University), José Antonio Cheibub (Yale University) y Michael E. Alvarez (DePaul University).

Según la investigación, la supervivencia de una democracia está relacionada con el nivel de ingresos per cápita del país en cuestión. Es decir, cuanto mayores son los ingresos, mayor es la estabilidad del sistema. Cuando los ingresos son superiores a 6 mil dólares, se observó que el régimen democrático está asegurado para siempre, haya nubarrones o haya sol sobre la economía. Cuando se ubican entre 4 mil y 6 mil de dólares, existe una probabilidad de que la permanencia del sistema político se extienda aproximadamente por cien años. “Cuando un país es rico y adopta el sistema democrático, se configura una situación de equilibrio y permanencia de la estructura”, afirma Limongi.

No obstante, si una nación registra ingresos per cápita inferiores a los mil dólares, la posibilidad de resistencia del sistema democrático se vuelve frágil. Los números indican que el sistema perdurará tan solo 8,2 años. Por debajo del nivel de ingresos per cápita de 4 mil dólares, una democracia corre el riesgo de imperar en un país por apenas 33 años. Este drama se desencadena porque las crisis económicas en las democracias pobres tienden a exterminar al régimen democrático del juego político – y las crisis económicas en países pobres y autoritarios llevan a la preservación de las dictaduras.

Estos indicadores fueron recabados con base en un análisis estadístico al respecto de la supervivencia y la muerte de los sistemas políticos en 135 países entre 1950 y 1990. Al largo de dicho período, se analizaron 224 sistemas, de los cuales 101 eran democráticos y 123 autoritarios. Fueron identificadas también 40 transiciones hacia la dictadura y 50 hacia la democracia. Un país democrático, según la investigación, es aquel en el cual los partidos de oposición tienen alguna posibilidad de ganar una elección oficial.

Con base en estos datos, los autores detectaron que la supervivencia de la democracia en países pobres está vinculada a la capacidad del gobierno para promover el crecimiento económico con inflación moderada. Concluyeron también que las chances de que un régimen democrático sea preservado es aún mayor cuando la economía crece por encima de un 5% anual. Pero es mucho menor si experimenta un crecimiento negativo. Un país democrático con ingresos per cápita inferiores a los mil dólares, pero con crecimiento económico, tiene mayores posibilidades de mantener el sistema que la democracia de un país con renta per cápita oscilando 1 mil y 4 mil dólares, pero con crecimiento negativo.

Luz roja
Argentina, por ejemplo, va por el tercer año consecutivo de crecimiento negativo. Pero, de acuerdo con Limongi, las próximas elecciones están aseguradas. Esto sucede porque el país se ubica por encima de la renta per cápita considerada como nivel de seguridad. Por su parte, Venezuela está con la luz roja encendida. El país se ubica por debajo del indicador de sostenimiento de la democracia. “Era un país rico, pero entró en una crisis y su economía decreció”, dice Limongi. “No sería una sorpresa que se transformara en una dictadura”. Según Przeworski, las transiciones de regímenes son a menudo precedidas por crisis económicas, pero es posible determinar cuál es la causa y cual es el efecto. “Una crisis económica puede crear una crisis política. Una vez desencadenada la crisis política, la crisis económica se profundiza”, afirma.

La explicación para la estabilidad de la democracia en países con ingresos per cápita superiores al nivel indicado es la del juego político. Según Limongi, el cambio de un sistema se efectúa a través de un golpe de Estado, cosa que siempre acarrea problemas. “Lo que se puede ganar siendo un dictador mediante un golpe en un país rico puede ser menor a lo que se ganará esperando hasta las próximas elecciones. Existen estímulos para concurrir a la próxima contienda electoral”, afirma Limongi. “Las dictaduras reprimen, y la gente le teme a las presiones físicas. En el momento en que los países se vuelven más ricos, existe una vida mejor, y no se quiere ponerla en riesgo”, observa el profesor Przeworski.

La premisa del libro consiste en buscarle respuestas a una ideología dominante hasta los años 80, que apuntaba a la dictadura como elemento esencial para la promoción del crecimiento económico en los países pobres. Y una vez que estos países hubieran logrado el desarrollo económico, la democracia sería inmediatamente adoptada. Sin embargo, el resultado del estudio echa por tierra estos supuestos. Primero porque se detectó que, si el país se transformó en una nación rica y es autoritario, no habrá una transición directa e inmediata hacia una democracia por tal motivo. “El crecimiento económico no lleva directamente a la democracia”, evalúa Limongi. Algunos países, como Taiwán, España y Corea del Sur, se tornaron ricos bajo dictaduras y no transitaron por eso el camino hacia la democracia. “No es un proceso endógeno”, advierte.

Otros factores
Para el profesor, se requieren elementos exteriores para que eso suceda, y las respuestas no son pasibles de ser registradas estadísticamente. En España, por ejemplo, se produjo la muerte del dictador Franco en 1975. La ausencia de un líder enflaqueció la posibilidad de una dictadura continuar. En Taiwán, se produjo la ruptura con el régimen autoritario por una estrategia de política exterior. El gobierno del país evaluó que para tener apoyo internacional para su acción de independencia de China era mejor ser una nación democrática. “Al cambiar de régimen y conquistar la democracia, el sostenimiento del sistema se tornó más fácil”, afirma Limongi.

El segundo indicador que va a contramano de la tesis de que la dictadura es necesaria para el desarrollo reside en las fuertes evidencias de que un sistema democrático o dictatorial no influye directamente sobre el crecimiento económico. Entre los países autoritarios con ingresos per cápita anuales de menos de mil dólares la primera vez en la que fueron observados durante la investigación, 56 no lograron el desarrollo económico en 1990, 18 llegaron a tener ingresos de mil dólares, seis obtuvieron una renta de 2 mil y tres de más de 3 mil dólares. Corea del Sur y Taiwán, entretanto, tuvieron un éxito extraordinario: son los dos únicos regímenes dictatoriales que entraron a 1950 con una renta inferior a los mil dólares y en 1990 excedían los 5 mil dólares.

Demografía y dictadura
“Lo que aprendimos es que los sistemas políticos – dictadura o democracia – no inciden sobre la tasa de crecimiento del PBI. Pero también descubrimos, para nuestra sorpresa, que la población crece más rápido en medio a dictaduras”, cuenta Przeworski. “Al mismo tiempo, detectamos que los ingresos per cápita crecen más rápido en las democracias. Es decir, parece que el régimen político tiene mayor impacto sobre la demografía que sobre la economía.” Pero la investigación indica que hasta el nivel de 3 mil dólares de ingresos per cápita, la composición de la tasa de crecimiento depende de los mismos factores, tanto para un régimen autoritario como para uno democrático. No obstante, cuando se pasa de ese valor, los dos sistemas muestran la misma tasa de crecimiento, pero con una fórmula diferente.

“Llegan a los mismos resultados, pero la función de producción revela que la democracia se basa en un tipo de factor y el autoritarismo en otro”, explica el profesor Limongi. “La democracia les paga mejor a los trabajadores y exhibe un mayor desarrollo tecnológico. En el autoritarismo, los trabajadores son más explotados.” La explicación para este fenómeno puede residir en el proceso político abierto de las democracias, que permite que las reivindicaciones de los trabajadores sean más aceptadas. “Las democracias tienden a aproximarse a la socialdemocracia, con una mejor distribución de la riqueza y una mayor participación de los trabajadores en la producción”, evalúa Fernando Limongi.

“Los regímenes autoritarios se inclinan más hacia el proceso que se observa en Singapur, Corea, Taiwán y Tailandia, modelos en los cuales la mano de obra es utilizada intensivamente, sin que la misma sea muy productiva.” Entretanto, existen otros factores que favorecieron el crecimiento extraordinario de los llamados Tigres Asiáticos, independientemente del sistema político. “Esos países pudieron proteger sus mercados y adoptar políticas exportadoras”, dice Limongi. “Estados Unidos no les cerró su mercado. Esto sucedió por razones estratégicas. Corea del Sur era mitad comunista y mitad capitalista. Estados Unidos dejó que ese país se desarrolle para fortalecerse contra el bloque soviético. Lo mismo sucedió con Taiwán.”

En la década del 70, Brasil figuraba al lado de Corea del Sur y de México como un New Industrialized Country (NIC). Empero, salió de esta categoría porque tuvo dificultades para continuar teniendo acceso al mercado americano. “Estados Unidos pretendía reciprocidad en la apertura, pero Brasil no se abrió”, dice. Sin embargo, la diferencia consiste en que Corea puede continuar cerrada y, al mismo tiempo, exportar a Estados Unidos. “No tiene nada que ver con el autoritarismo. Tiene que ver con la estrategia política de la mayor hegemonía del mundo.”

Muchas de las teorías desarrolladas desde el punto de vista de la dictadura para el desarrollo eran influidas por aquello que se creía que era el éxito de la ex Unión Soviética: un sistema extremadamente cerrado, con movilización de todos los recursos hacia la inversión. En los años 60, en el auge de la Guerra Fría, los políticos de derecha de Estados Unidos consideraban que estaban perdiendo la lucha internacional por causa del alto vuelo que el bloque socialista estaba levantando. Para ellos, el gran enemigo, la extinta Unión Soviética, poseía un modelo de desarrollo para los países subdesarrollados.

Brasil
Con esta preocupación, Estados Unidos empezó a apoyar a los regímenes autoritarios en todo el mundo. El golpe militar de 1964 en Brasil es fruto de esta ideología. Fue el período más próspero de la economía. Pero en los años 80, el ritmo de crecimiento cayó ostensiblemente. Para algunos, la caída del crecimiento era fruto de la redemocratización del país. “Durante las décadas del 50, 60 y 70, Brasil sigue al mismo ritmo que Corea del Sur. Pero en la década del 80, Brasil para y Corea continúa”, expone Limongi. De acuerdo con Przeworski, no existe una relación entre la estructura de desarrollo de Brasil y su sistema político. El problema del país, según él, reside en la dificultad para cobrarles impuestos a los más ricos y usar los tributos para aumentar la inversión social, ya sea en un sistema autoritario o en uno democrático.

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