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Comportamiento animal

Madres que dan la vida

Las hembras de una especie de arácnido que posee una organización social compleja se dejan devorar por la prole

EVERTON TIZO-PEDROSO/UFUCazan en grupo, en una acción coordinada para subyugar a la presa, y a la hora de comer le dan prioridad a la prole. Cuando son atacados por un predador, forman un círculo en torno de los jóvenes indefensos. Esta descripción puede remitir a un grupo de leones, pero los animales en cuestión están lejos de tener la fama de los grandes felinos. Son los seudoescorpiones de la especie Paratemnoides nidificator, arácnidos que viven en colonias de hasta 30 ó 40 individuos a veces más de 100 debajo de la corteza de árboles del Cerrado, la sabana brasileña. En los últimos siete años, Kleber Del Claro y Everton Tizo-Pedroso, de la Universidad Federal de Uberlândia, Minas Gerais, han investigado el complejo comportamiento social de estos animales. Y en un artículo de 2009 publicado en Acta Ethologica, plantean que el acto materno extremo de dar su propio cuerpo como comida a las crías hambrientas constituyó un paso esencial en la evolución de la sociedad de los seudoescorpiones; y llegan a cuestionar las definiciones más aceptadas de sistemas sociales.

Los seudoescorpiones son arácnidos de alrededor de cinco milímetros que poseen dos pinzas que los hacen parecer escorpiones en miniatura, pero no tienen la cola con el aguijón en la punta. Una colonia comienza cuando una hembra expulsa a las crías del nido de tela en donde los crió para producir la próxima camada. Estas crías, las ninfas, construyen sus propios capullos allí para terminar el crecimiento, y juntas mantienen el orden de aquel pequeño universo de corteza de árbol hacia donde también pueden mudarse semejantes no emparentados. Después de cazar, ya sean parientes o no, los adultos retroceden y dejan que la prole coma primero.

Estos animales comparten una misma área, cazan en grupo, dividen el alimento con la prole y la defienden colectivamente, explica Del Claro. Es indiscutible que tienen una sociabilidad avanzada. Del Claro no coincide con la definición de cumbre de la sociabilidad, históricamente basada en las abejas, cuyo sistema peculiar de determinación del sexo hace que las colonias sólo contengan hembras prácticamente, todas genéticamente muy similares. No hay motivo para mantener esa definición, argumenta. Y comenta que los Paratemnoides nidificator tienen un estilo gregario que les es inherente. No tienen restricción de espacio individual, no existe agresión ni siquiera entre seudoescorpiones no emparentados, comenta. Según él, ningún otro arácnido tiene estas características, ya que incluso las arañas sociales mantienen espacios separados en la tela comunitaria y atacan a las vecinas que se acercan demasiado.

Curiosidad premiada
Pocos años atrás, casi nada se sabía acerca del comportamiento de estos discretos arácnidos. Todo cambió cuando Tizo-Pedroso, un estudiante de grado con una enorme curiosidad, salió en busca de un proyecto prometedor para aprender con Del Claro a investigar. Su búsqueda no se restringió a las publicaciones científicas, donde está lo que ya se sabe, pero no tuvo que ir muy lejos: bastó con llegar a la sibipiruna ubicada en frente del Instituto de Biología de la Universidad Federal de Uberlândia. Debajo de la corteza de ese árbol de flores amarillas (Caesalpinia peltophoroides) común en el Cerrado y también empleado en la arborización de ciudades como São Paulo, el joven aspirante a biólogo encontró un grupo de invertebrados que no conocía y que producía capullos de seda redondos. Descubrió que no era el único que ignoraba a los seudoescorpiones y allí nació el proyecto que este año le valdrá el título de doctor y que ya ha redundado en una serie de publicaciones científicas.

Las observaciones del comportamiento se hicieron en laboratorio, en donde ambos investigadores lograron instalar colonias en cámaras de vidrio, cubiertas por la corteza de árbol que ya habitaban y con un juego de espejos para poder ver qué sucedía. El gran descubrimiento, publicado en 2005 en el Journal of Arachnology, fue producto del experimento en que dejaron a una madre con su prole durante algunos días sin tener qué cazar. Cuando las ninfas hambrientas empiezan a atacarse unas a otras, algunas madres salen de la cámara de seda, golpean las pinzas contra el piso y las extienden hacia arriba. En una reacción inmediata, las crías salen y empiezan a devorar a las madres, que no esbozan cualquier reacción.

Esa comida basta para terminar con las rivalidades fraternas: el grupo pasa a cazar en conjunto y forma una sociedad estable. Pero esa dedicación suprema no siempre se concreta. Las hembras más jóvenes, que aún tienen tiempo de sobra para reproducirse, llegan a consumir a sus propios hijos cuando ya no hay qué comer.

De acuerdo con observaciones actualmente en análisis para su publicación, La sociedad de esos seudoescorpiones llega a tener una división de tareas organizada, lo que constituye otro indicio de una sociedad avanzada. Las hembras se encargan de la prole y cazan; los machos cazan, defienden el nido y se encargan de la limpieza; y las ninfas más crecidas contribuyen con la limpieza, retirando detritos de las cámaras. Si el trabajo ese convalidado por los revisores de la revista, se verá allí una característica más que destaca a estos seudoescorpiones con relación a otros arácnidos, comenta Del Claro.

Otra curiosidad revelada por el dúo de Uberlândia fue una de las maneras con las cuales los P. nidificator conquistan nuevos espacios: subiéndose a las propias presas, tal como describieron en 2007 en Insectes Sociaux. Cuando detectan a una presa mucho mayor que ellos, como un cascarudo, una chinche o un avispón, los seudoescorpiones emprenden un ataque en masa. Varios de los pequeños arácnidos se cuelgan de la presa, agarrándose de las patas de la víctima con las pinzas inyectoras de veneno. Después de un vuelo asustado, la presa, debilitada, se posa en otro árbol y se muere. Allí se funda una nueva colonia, que tiene su primera comida asegurada.

Kleber Del Claro y Everton Tizo-Pedroso apenas si han comenzado a explorar el mundo que encontraron debajo de la corteza de la sibipiruna. Siguen investigando la sociedad de esta especie, incluso con análisis genéticos que revelan que los grupos no contienen solamente parientes, y han salido en busca de nuevos seudoescorpiones que puedan estudiar. Los han encontrado en la región agreste conocida como Caatinga, y ahora los van a buscar a Serra da Canastra, una zona en que la vegetación crece sobre las piedras, en un ambiente conocido como campo rupestre. Ellos devotan orgullo casi materno a los bichos encontrados por casualidad, pero sin esperar exclusividad. Han venido buscando colaboraciones para ampliar el conocimiento, incluso con un grupo argentino especialista en clasificación (sistemática) de arácnidos. Everton también se convertirá en un taxónomo de seudoescorpiones, prevé su supervisor.

Artículo científico
DEL CLARO, K. e TIZO-PEDROSO, E. Ecological and evolutionary pathways of social behavior in Pseudoscorpions. Acta Ethologica. v. 12, n.1, p. 13-22. abril 2009.

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