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Buenas prácticas

Mala conducta al comienzo de la vida académica

BoasPraticas adaniel buenoEl vicecanciller de la Universidad de Sídney, Michael Spence, organizó un grupo de trabajo que él mismo coordina para rever estrategias de prevención contra casos de mala conducta académica entre sus alumnos de grado. Tal determinación configura una respuesta ante uno de los mayores escándalos que se hayan registrado involucrando fraudes en los primeros años de carrera académica. Más de mil estudiantes de 16 universidades australianas contrataron los servicios de un sitio web, denominado MyMaster, que les cobraba hasta mil dólares australianos, el equivalente a 2.300 reales, para redactar trabajos académicos, informes o presentaciones en PowerPoint y respuestas a test online. El caso fue revelado por la red de periódicos, revistas y emisoras de radio Fairfax Media, que tuvo acceso a 700 recibos de depósitos en la cuenta bancaria de MyMaster, por un total de 160 mil dólares australianos sólo en el último año.

Mientras que otras cuatro universidades australianas ‒Newcastle, Macquarie, Tecnológica de Sídney y NSW‒ ya habían descubierto a alumnos usuarios del servicio fraudulento con la ayuda  del software antiplagio Turnitin, la Universidad de Sídney, la más antigua y una de las más respetadas del país, se mostró incapaz de detectar casos. En el mes de noviembre, Fairfax Media le presentó a la universidad 40 trabajos académicos fraudulentos remitidos por sus estudiantes, aunque tan sólo se identificó a cinco alumnos mediante una averiguación interna. “Nuestros procesos de calificación se crearon a los efectos de minimizar la posibilidad de mala conducta, pero el surgimiento de nuevas tecnologías ha generado formas innovadoras de fraude y un pequeño número de estudiantes insiste en utilizarlas”, le dijo Spence al periódico The Sydney Morning Herald. “Vamos a considerar nuevos métodos de detección de plagios y fraudes y la modificación de los procesos de análisis para reducir el riesgo de que los alumnos incurran en actitudes deshonestas, con el objetivo de fomentar una cultura que valore la integridad científica”.

El portal MyMaster inició sus actividades en 2012 y divulgaba sus servicios en los baños de las universidades y en las redes sociales. Los estudiantes realizaban encargos en el sitio web e informaban el contenido y las referencias que debían figurar en el trabajo, abonando el 50% del servicio. La solicitud se remitía a ghostwriters, que entregaban la mitad del trabajo. Si el mismo era del agrado del usuario, éste pagaba la otra mitad y recibía el trabajo completo. La página web salió del aire luego del escándalo.

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