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 Sociedad 

Manifestaciones neozapatistas

Analizan en un estudio los modos de interacción entre net activistas, redes digitales y territorialidad

Las máscaras de Anonymus que usaban los que no querían mostrar sus rostros constituyeron uno de los símbolos de las manifestaciones en el exterior

Wikimedia CommonsLas máscaras de Anonymus que usaban los que no querían mostrar sus rostros constituyeron uno de los símbolos de las manifestaciones en el exteriorWikimedia Commons

Muchos textos se han escrito sobre las marchas de junio de 2013 en Brasil, especialmente con relación al tenor político, a la legitimidad y a la importancia histórica de esas manifestaciones. Mientras que algunos intelectuales se sorprendieron con sus dimensiones, otros vieron en las calles una expresión altamente simbólica de las articulaciones del “net activismo”. A propósito, ésta es la expresión clave de un estudio sobre el tema que cuenta con el apoyo de la FAPESP, intitulado Net activismo: acciones colaborativas en las redes digitales, encabezado por el sociólogo italiano Massimo Di Felice, coordinador del Centro de Investigación Atopos de la Escuela de Comunicación y Arte de la Universidad de São Paulo (ECA-USP).

Este trabajo, que cobró impulso debido al carácter internacional del net activismo, contó con la colaboración de tres sociólogos europeos: Michel Maffesoli, fundador y director del Centro de Estudios sobre lo Actual y lo Cotidiano de la Universidad de La Sorbona, en París; José Bragança de Miranda, del Centro de Estudios de Comunicación y Lenguaje de la Universidad Nova de Lisboa, y Alberto Abruzzese, del Núcleo Italiano de Mediología de la Universidad Libre de Lengua y Comunicación de Milán. Por cierto, los tres, junto a Pierre Levy, estuvieron presentes entre los días 6 y 8 de noviembre pasado en el congreso internacional sobre “Net activismo, redes digitales y nuevas prácticas de democracia” realizado en la ECA-USP, cuyos principales textos estarán reunidos en un libro que saldrá publicado a finales de este semestre.

Mientras debatían el montaje de  un observatorio internacional sobre net activismo, Di Felice y sus colegas hallaron numerosas analogías, especialmente en lo que hace a la forma, entre los nuevos modelos de participación en las redes digitales, entre 2011 y 2013. “Aunque eran sorprendentemente parecidas las reivindicaciones”, sostiene el sociólogo, los investigadores optaron por analizar las características de las formas de interacción entre los activistas, las redes digitales y la territorialidad. Es decir, en lugar de orientarse según las motivaciones y los argumentos políticos, “lo que dirigió la investigación fue la descripción de las interacciones en esas manifestaciones y la amplitud de su localización”, añade Di Felice.

Protesta ante el Congreso Nacional en junio de 2013, contra los gastos del Mundial,  contra la corrupción y en demanda de mejoras en el transporte, la salud y la educación

Valter Campanato/ ABrProtesta ante el Congreso Nacional en junio de 2013, contra los gastos del Mundial, contra la corrupción y en demanda de mejoras en el transporte, la salud y la educaciónValter Campanato/ ABr

Por lo tanto, antes de la eclosión de la efervescencia política y cultural estimulada por diversas movilizaciones en las redes y en las calles, dentro y fuera del eje Río-São Paulo, el sociólogo había dado sus primeros pasos en la investigación del potencial del activismo articulado en las redes. “El comienzo de este estudio se inspiró en mis derroteros, que me llevaron a investigar durante la década pasada las formas de conflicto en América Latina”, comenta Di Felice. De entrada, el investigador se dedicó al movimiento zapatista en México, en 1994, hito inaugural y el primer modelo de protesta global con cartas distribuidas en internet. “En cualquier lugar del mundo, todos los movimientos actuales tienen al zapatismo como movimiento inspirador. Fue un hito. El rostro cubierto de los black blocs y de los Anonymous proviene de los zapatistas, así como el rechazo a la lucha por el poder, la aversión a las tradicionales banderas ideológicas y a los partidos políticos de cualquier tendencia y la posibilidad de crear una comunicación propia como alternativa a los medios oficiales. Todos estos elementos ya se encontraban presentes en el zapatismo”.

La investigación de Di Felice identificó tres momentos distintos en el activismo digital. Primeramente, en la década de 1990, el desarrollo de movimientos internacionales temáticos, con la difusión de activismos en redes centralizadas, y de movimientos teóricos de la estética en Australia y en la India, que pretendían crear estrategias de acción con los llamados tactical media. Su actuación transcurría más en las artes y en la política, con la búsqueda de tácticas innovadoras de intervención y con una rápida ramificación internacional. Un ejemplo es el surgimiento de las protestas digitales del movimiento Cyberpunk.

Protestos en Seattle, en noviembre de 1999

Steve Kaiser From Seattle–US/ Wikipedia Protestos en Seattle, en noviembre de 1999Steve Kaiser From Seattle–US/ Wikipedia

En un segundo momento, aún durante la década de 1990 y comienzo de los años 2000, Di Felice asistió a los despliegues de la fase indígena y cibernética que encontró su expresión en la lucha zapatista e inspiró al Foro Social Mundial. Así llegaron las primeras prácticas de protesta mediática internacional, en ciudades tales como Seattle (en 1999), Praga (en 2000) y Davos (en 2001), que dieron marco a la experimentación de las primeras formas de conflictividad, y que, con internet, catapultaron la acción social a dimensiones planetarias.

Por último, el tercer momento se inició a partir de 2000 y se extiende hasta el presente. En éste, el investigador pone de relieve el surgimiento de un nuevo activismo, que en muchos casos provocó procesos radicales de transformación ‒como en la Primavera Árabe, con el derrocamiento de los regímenes de Egipto, de Hosni Mubarak, de Libia, de Muammar Kadhafi, y de Túnez, de Zine El Abdine Ben Ali– y la emergencia de nuevos movimientos, tales como el 5 Estrellas – M5S en Italia (2009), YoSoy132 en México (2012), los indignados del 15-M en España (2011), y el M12M de Portugal (2011). Sin olvidarse de Occupy Wall Street en Estados Unidos (2011), y las jornadas de junio en Brasil (2013).

Pero, ¿qué fue lo que cambió como para promover un boom de movimientos tan amplios y diversos? Para Di Felice, la clave reside en el paso de la web 1.0 a la web 2.0. Antes, internet era una red de computadoras conectadas vía módems y líneas telefónicas, que permitía únicamente el intercambio de textos y de imágenes. Eran los tiempos de las primeras nociones de cibercultura. En la década de 1990, al ciberactivismo se lo consideraba una modalidad de acción política directa de base, signada por la difusión de informaciones en la red con el fin de boicotear el consumo y realizar ocupaciones y protestas relacionadas con los derechos humanos, civiles y ecológicos.

Ahora, con el avance tecnológico y el advenimiento de las redes sociales digitales, internet se ha convertido en una plataforma plural y conflictiva, con movilidad y agilidad, que facilita el intercambio y la posibilidad de compartir no solamente textos e imágenes, sino también otros formatos multimedia. Es posible dialogar, crear redes temáticas, intercambiar contenidos y buscar soluciones en forma colaborativa en tiempo real. De acuerdo con Di Felice, el net activismo corresponde a una forma intensiva de interacción en la red, entre individuos, territorios y tecnologías digitales. A diferencia de otros tiempos, signados por la oposición a la globalización, este nuevo activismo apunta a una identidad ciudadana global, posible y presente en las redes digitales, con pautas reivindicatorias orientadas hacia la democracia, la equidad y la sostenibilidad. “Internet es una construcción colectiva. Es una red inteligente”, define Di Felice, en entrevista realizada vía Skype en conexión Roma-São Paulo.

En la misma línea, Henrique Antoun, autor de A internet e a rua [Internet y la calle] (Sulina, 2013) y coordinador del Cibercult, un laboratorio de la Escuela de Comunicación de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), analiza: “Las redes digitales permiten que las poblaciones tengan la experiencia de las relaciones socioglobales y locales de manera lúdica, y puedan plantear nuevas formas de trabajo, proyectos autónomos y nuevos modos de colectividad y gobernanza. Con el ciberactivismo, la masa estúpida se volvió una multitud inteligente que hace que el pensamiento guíe las acciones colectivas, y que somete la centralidad de la estrategia al descentramiento de las tácticas”.

En tal contexto, además de construir una tipología de la acción net activista que caracteriza a la calidad de dicha acción como frontal, de inmersión, dialógica y reticular, el estudio liderado por Di Felice apuntó tres características para la definición del net activismo. La primera se refiere a la singular ecología de las acciones que suceden al mismo tiempo en las calles y en las redes digitales. “Es una nueva ecología, sumamente compleja, que congrega dispositivos de conectividad, ciudades, cuerpos e informaciones digitales (Big data), con distintos tipos de actores y de interacciones. No existe más la distinción entre el mundo ‘real’ y el mundo ‘virtual’”, dice el investigador. “Esto inaugura una nueva forma de ciudadanía que excede la esfera pública, antes posibilitada por los medios de la opinión ‘publicada’, es decir, por la opinión difundida en la esfera pública mediática. Ahora, cualquier ciudadano puede producir y compartir información”. Basta con pensar en las últimas manifestaciones en Brasil, impulsadas por la hashtag #vemprarua [#venalacalle]. Los manifestantes se hacen presentes físicamente en la calle y, al mismo tiempo, pueden registrar y publicar fotos en Facebook comentando la protesta en tiempo real y expandiendo así su lugar de actuación. Pueden grabar y publicar videos en YouTube, mostrando realidades distintas a las que propagan los medios tradicionales. Y pueden también postear en Twitter narrando sus impresiones personales sobre lo que ocurre en la calle y en la red.

Y si no hay más contraposición aparente entre el universo “real” y el “virtual”, ¿qué decir de la diferencia entre la esfera pública y el espacio privado? “Actualmente no habitamos sólo en el territorio, sino también en redes inteligentes”, explica. “Este proceso que comenzó con la electricidad se amplía cuantitativamente con las redes digitales y con los dispositivos de conexión móviles. La conexión ubicua en los flujos informativos mediante ciertos dispositivos me permite alterar mi situación social y mi experiencia del lugar, de la localidad. El lugar donde estamos y dónde actuamos es actualmente y cada vez más producto de relaciones en redes ecológicas complejas”, comenta Di Felice.

Movimiento Occupy Wall Street, en septiembre de 2011

David Shankbone Movimiento Occupy Wall Street, en septiembre de 2011David Shankbone

La segunda característica del net activismo sería la valoración del anonimato (bajo el influjo del movimiento zapatista) y el rechazo a una identidad política ideológica, sintetizada en un líder (recusación que se reflejó en las protestas en Brasil, por ejemplo). No existe un centro difusor de órdenes e ideas, sino una relación horizontal entre los net activistas. La tercera característica sería el rechazo a la institucionalización, expresada en la aversión a los partidos políticos de cualquier orientación, lo que establece una diferencia esencial entre los movimientos sociales de las redes digitales y los movimientos sociales modernos (véase el recuadro). “El activismo digital permite la superación de la antigua idea del militante, de los militantes activos en los centros de estudiantes universitarios y en los partidos políticos. Eso ha quedado superado, pues todos podemos actuar en las redes digitales. En las redes se encuentran presentes las actividades culturales, los estudios y las relaciones sociales. Así es como tenemos una nueva forma de democracia en la cual el ciudadano es convocado a ser un ciudadano activo todos los días, y no solamente con la participación del voto, cada cuatro años”, dice Di Felice.

¿Pero entonces el net activismo se encuentra vinculado estrechamente al #vemprarua? Es decir, ¿para materializarlo hay que estar presente en cuerpo y alma en las manifestaciones? Quizás no. “No puede pensarse el net activismo únicamente en la dimensión de la protesta o del conflicto. Hay redes de ciudadanos que piensan soluciones ante diversos impasses de nuestro tiempo”, asevera Di Felice. “Las manifestaciones callejeras constituyen tan sólo la expresión visible de las redes. A decir verdad, el aspecto más importante del activismo en red lo constituyen el acceso a la información y los debates tendientes a la solución directa de los problemas mediante la creación de redes de innovación”. A juicio del investigador, “tenemos allí un importante rol para las universidades, que tienen la obligación de estar presentes en las redes y tomar parte en este proceso histórico que signa el paso de la sociedad del espectáculo a la sociedad de las redes”, concluye.

Proyecto
Net activismo: acciones colaborativas y nuevas formas de participación en redes digitales (nº 2010/ 50999-6); Modalidad Ayuda a la Investigación – Regular; Investigador responsable Massimo Di Felice; Inversión R$ 30.267,23 (FAPESP).

Artículo científico
DI FELICE, M. Ser redes: o formismo digital dos movimentos net-activistas. Revista Matrizes – USP. v. 7, n. 2, pp. 49-71. 2013.

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