DANIEL BUENOEl físico estadounidense Paul Ginsparg imaginaba que había casos de plagio en arXiv, el repositorio que él mismo creara en 1991, en el cual físicos, matemáticos y biólogos divulgan datos de sus investigaciones sometiéndolas al análisis de colegas antes de su publicación. Para verificar la extensión del problema, él y el científico Daniel Citron, ambos de la Universidad Cornell, Estados Unidos, analizaron 757 mil manuscritos indexados en el portal entre 1991 y 2012, mediante el empleo de un software que detecta la repetición de fragmentos en más de un texto sin darle el debido crédito al autor original. Las conclusiones de dicho trabajo, publicadas en diciembre en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, muestran que la reutilización de textos es más común de lo que Ginsparg imaginaba. De acuerdo con el estudio, uno entre cada 16 autores de arXiv ha practicado alguna vez el autoplagio, que es la repetición de fragmentos presentes en manuscritos anteriores por parte de un mismo investigador en nuevos trabajos. El mapeo también muestra que uno de cada mil autores ha copiado el equivalente a al menos un párrafo de un texto suscrito por otras personas sin citarlas. También fue posible verificar que la incidencia de casos de plagios varía geográficamente.
En colaboración con la revista Science, Ginsparg y Citron mapearon 57 países cuyos científicos hacen aportes relevantes a arXiv. Japón, Estados Unidos y Alemania, que figuran entre los que más comparten trabajos en dicho repositorio, tienden a plagiar relativamente con poca frecuencia. El índice de autores con alta probabilidad de haber plagiado fue del 5,6%, el 4,7% y el 3,2%, respectivamente.
Los índices más altos se observaron en naciones como la India (un 25,2%), Irán (el 15,5%) y China (el 10,7%), que están muy por encima del promedio global, que es del 3,2%. En Brasil, el 8% de los autores que enviaron manuscritos a arXiv durante el período analizado afronta fuertes sospechas de haber cometido plagio. En el artículo, los autores de la investigación adjudican dichas prácticas a “diferencias de infraestructura y orientación o incentivos que ponen de relieve la cantidad de publicaciones en detrimento de la calidad”. Los resultados del estudio señalan también que los autores que copian textos ajenos suelen ser poco citados. Para Rogério Meneghini, coordinador científico de la biblioteca virtual SciELO Brasil, la presión sobre los científicos para publicar cada vez más puede crear condiciones que favorezcan el surgimiento de casos de mala conducta. “Esa presión es fuerte en países tales como China e Irán, cuyos científicos buscan revistas de otros lugares, de Brasil inclusive, para enviar esa producción creciente”, dice Meneghini.
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